14 - DE
DICIEMBRE – MARTES –
3ª –
SEMANA DE ADVIENTO – C –
San Juan de la Cruz
Lectura de la profecía de Sofonías
(3,1-2.9-13):
ESTO dice el Señor:
«¡Ay de la ciudad rebelde,
impura, tiránica!
No ha escuchado la llamada,
no ha aceptado la lección,
no ha confiado en el Señor,
no ha recurrido a su Dios.
Entonces purificaré
labios de los pueblos
para que invoquen todos ellos
el nombre del Señor
y todos lo sirvan a una.
Desde las orillas de los ríos de Cus
mis adoradores, los deportados,
traerán mi ofrenda.
Aquel día, ya no te avergonzarás
de las acciones con que me ofendiste,
pues te arrancaré tu orgullosa
arrogancia,
y dejarás de engreírte en mi santa
montaña.
Dejaré en ti un resto,
un pueblo humilde y pobre
que buscará refugio en el nombre del
Señor.
El resto de Israel no hará más el mal,
ni mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y descansarán,
y no habrá quien los inquiete».
Palabra de Dios
Salmo: 33,2-3.6-7.17-18.19.23
R/. El afligido invocó al Señor, y él lo
escuchó.
V/. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se
alegren. R/.
V/. Contempladlo, y
quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus
angustias. R/.
V/. El Señor se enfrenta
con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.
V/. El Señor está cerca de
los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
21, 28-32
En aquel tiempo, dijo
Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
"¿ Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se
acercó al primero y le dijo:
"Hijo, ve hoy a trabajar en la viña". Él
contestó: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo.
Él le contestó:
"Voy, señor". Pero no fue.
¿Quién de los dos hizo lo que quería el
padre?".
Contestaron: "El primero'.
Jesús les dijo: "Os aseguro que los
publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de
Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le
creísteis; en cambio, los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y, aun
después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis".
Palabra del Señor
1. El problema que plantea Jesús
en este episodio, es el problema de la fe. Tal es el tema clave de este
evangelio. Porque, al final de la parábola, lo que Jesús echa en cara a los
dirigentes religiosos es que no creyeron, al tiempo que a los publicanos y a
las prostitutas los elogia porque creyeron. Lo que Jesús plantea es si los
profesionales del templo y de la religión tenían o no tenían fe.
Jesús va, por tanto, directamente al
centro de la teología y de la espiritualidad que han de cultivar los creyentes
en el Dios de Jesús.
2. Este relato trastorna nuestra
teología de la fe. Porque aquí hay algo muy sorprendente. En efecto, lo
sorprendente es que, a juicio de Jesús, los creyentes no fueron las personas
religiosas y observantes, sino los pecadores y las mujeres más despreciadas.
Jesús invierte el sentido de la fe: las
personas bien vistas, y debidamente integradas en la sociedad y sus instituciones,
no estuvieron capacitadas para creer. Mientras que las gentes con las que los
notables jamás se identificarían, esas personas fueron quienes creyeron en el
mensaje de Juan Bautista.
3. No es de suponer que todos los
publicanos, que había en la Palestina de entonces, dejaron de ser publicanos.
Ni se puede suponer tampoco que todas las prostitutas abandonaron su forma de
vida. Y, sin embargo, si algo deja claro la parábola de los dos hijos es que la
fe no consiste en lo que se "dice", sino en lo que cada cual
"hace".
Entonces, ¿Qué es lo que hicieron los
publicanos y las prostitutas y que, por el contrario, no fueron capaces de
hacer los sumos sacerdotes y senadores de Israel?
Sin duda alguna, los publicanos y las
prostitutas se vieron a sí mismos como pecadores, que necesitaban cambiar de
vida.
Sin embargo, los dirigentes religiosos,
en lugar de verse a sí mismos como hombres necesitados de un
cambio de vida, enviaron "sacerdotes y clérigos" desde
Jerusalén, para hacerle un interrogatorio a Juan con la intención de saber
qué clase de autoridad tenía para decir lo que decía y para bautizar a la gente
(Jn 1, 19-28 par).
Los hombres del templo no suelen estar
dispuestos a reconocer que necesitan cambiar de ideas y de vida, cosa que
suelen ver con claridad los marginados y excluidos.
Por eso, mientras que los curas de
entonces no estaban en condiciones de creer, los excluidos sociales y
religiosos veían su conversión como lo más lógico y necesario.
San Juan de la Cruz
Nació en Fontiveros, provincia de Ávila (España), hacia el año 1542. Pasados
algunos años en la Orden de los carmelitas, fue, a instancias de santa Teresa
de Jesús, el primero que, a partir de 1568, se declaró a favor de su reforma,
por la que soportó innumerables sufrimientos y trabajos.
Murió en Úbeda en 1591, con gran fama de santidad y sabiduría, de las que
dan testimonio precioso sus escritos espirituales.
Su verdadero
nombre era Juan de Yepes y nació el 24 de junio de 1542 en Fontiveros, pequeño
pueblo abulense perteneciente a Castilla y León, una comunidad autónoma de
España.
Murió su padre
cuando Juan tenía seis años; a los nueve años, se trasladó con su madre al
abulense pueblo de Medina del Campo, en donde a los 17 años, ingresa en un
colegio de jesuitas para estudiar humanidades.
El año 1563 toma
los hábitos de la orden religiosa Carmelita, adoptando el nuevo nombre de fray
Juan de san Matías; al año siguiente se traslada a Salamanca para cursar
estudios de teología en su célebre universidad. En el año 1567 es ordenado
sacerdote, y adopta el nuevo y definitivo nombre de Juan de la Cruz. Su ilustre
paisana de Ávila, Teresa de Jesús, trabó gran amistad con él y le integró en el
movimiento de la reforma carmelita que ella había iniciado.
En 1568 Juan de la
Cruz fundó el primer convento de Carmelitas Descalzos, los cuales practicaban a
ultranza la contemplación y la austeridad. Unos años después, 1577, sus
intentos reformistas de las órdenes monásticas, le llevaron a sufrir 9 meses de
dura prisión en un convento de Toledo, acusado de apóstata. De su cautiverio en
aquella cárcel-convento de Toledo, nace la composición de su obra cumbre:
"Cántico espiritual". En otras poesías se puede llegar a entrever en
lenguaje subliminal, el relato que hace de su astuta y sorprendente huida en la
madrugada del 15 de agosto de 1578, estando la fortaleza sobre un peligroso
acantilado sobre el Tajo profundo que ciñe a Toledo.
Para huir de la
prisión conventual toledana, contó con las influencias que ejerció su paisana
Teresa de Jesús, ante la duquesa de Alba. Con su huida dio en refugiarse en un
convento de Jaén y continuó con la reforma carmelitana, fundando varios
conventos por Andalucía. En esta región llegó a ser nombrado Vicario Provincial
de la orden de Carmelitas Descalzos; pero el buen Juan siguió con su
obstinación de la reforma, lo que le llevó a enfrentamientos con la jerarquía
religiosa y a sufrir nueva prisión en el convento de la Peñuela, en plena
Sierra Morena, en donde culminó la escritura de sus principales obras
literarias.
Cuando por fin es
excarcelado y se dispone a cumplir con el traslado que se le impone a América,
el 14 de diciembre de 1591, muere a la edad de 49 años. 135 años después, es
elevado a la categoría de santo, por la iglesia católica.
* * *
La obra poética de
san Juan de la Cruz está inspirada en un profundo sentimiento religioso. A
decir de algunos de sus biógrafos, su poesía en general tiene un estilo similar
al bíblico "Cantar de los cantares" atribuido a Salomón. Nuestro
poeta era un gran conocedor de la Biblia y de la filosofía aristotélica y
platónica; también su obra nos trae aromas de las Églogas del poeta toledano
Garcilaso de la Vega, muy impregnadas de un cultismo italianizante.
El estilo poético
que imprime a su célebre "Cántico" (que algunos denominan
"Cántico espiritual"), tiene un gran ritmo y musicalidad; compuesto a
base de liras -estrofa ideada por Garcilaso- en las que mezcla y alterna versos
heptasílabos y endecasílabos.
Toda la obra de
san Juan de la Cruz está impregnada de un gran misticismo simbolista; también
rezuma un típico estilo de la poesía bucólica y pastoril.
Hay quien afirma
que su obra poética está cargada de una encriptada sensualidad e incluso de
cierto erotismo. Son parecidas apreciaciones a las que algunos estudiosos creen
adivinar en los textos bíblicos ya mencionados.
Sus obras en
verso, además del Cántico ya citado y descrito, son: "Noche oscura";
"Llama de amor viva"; y un conjunto de poemas menores entre los que
destaca "El pastorcico".
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