domingo, 24 de julio de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 26 - DE JULIO – MARTES – 17 – SEMANA DEL T. O. – C – San Joaquín y santa Ana, padres de la Virgen María

 


26 - DE JULIO – MARTES –

17 – SEMANA DEL T. O. – C –

San Joaquín y santa Ana,

padres de la Virgen María

 

Lectura del profeta Jeremías (14,17-22):

Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche no cesan: por la terrible desgracia de la Doncella de mi pueblo, una herida de fuertes dolores. Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país. «¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio?

Se espera la paz, y no hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación. Señor, reconocemos nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti. No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no rompas tu alianza con nosotros. ¿Existe entre los ídolos de los gentiles quien dé la lluvia? ¿Soltarán los cielos aguas torrenciales? ¿No eres, Señor Dios nuestro, nuestra esperanza, porque tú lo hiciste todo?»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 78

 

R/. Por el honor de tu nombre líbranos, Señor.

No recuerdes contra nosotros

las culpas de nuestros padres;

que tu compasión nos alcance pronto,

pues estamos agotados. R/.

Socórrenos, Dios salvador nuestro,

por el honor de tu nombre;

líbranos y perdona nuestros pecados,

a causa de tu nombre. R/.

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:

con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte.

Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño,

te daremos gracias siempre,

contaremos tus alabanzas de generación en generación. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,36-43):

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se acercaron a decirle:

«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»

Él les contestó:

«El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.

Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema: así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»

 

Palabra del Señor

 

1.  La parábola de la cizaña afirma:

         1) Que, en este mundo y por todas partes,

la buena hierba está siempre mezclada con la mala hierba. 

2) Que "los obreros del Señor" (Mt 13, 27 s) quieren enseguida arrancar la mala hierba.

3)  Que Jesús no quiere que se haga eso porque nadie está capacitado para distinguir la mala hierba de la buena y puede suceder que, pensando que se arranca la cizaña, lo que en realidad se hace es arrancar la buena semilla.

4) Que por eso hay que dejar las cosas de forma que solo cuando llegue la cosecha, o sea, "el fin del tiempo", entonces será el momento en que "los ángeles" harán la debida separación y darán a cada cual su merecido.

 

2.  Hay demasiada gente que, no solo se siente capacitada, sino que además está empeñada en arrancar cuanto antes lo que ellos piensan que es la mala hierba. Son los intolerantes, los que no soportan al que hace o dice lo que ellos creen que no se debe hacer ni decir. Por eso no respetan el pluralismo, ni la diversidad.

Exigen que todo el mundo les respete a ellos, pero ellos se consideran con derecho a no respetar al disidente, al diferente o sencillamente al otro.

 

3.  En la sociedad civil existen los tres poderes (legislativo, judicial y ejecutivo) que tienen el deber de velar por el respeto de los derechos de los ciudadanos.

Esto pertenece al poder civil. Pero lo que Jesús no quiere es que los "obreros del Reino de Dios" se dediquen a decidir ellos y a castigar a quienes no hacen las cosas como los hombres de la religión piensan que se tienen que hacer.

La religión no tiene ni autoridad ni competencia para decidir lo que es cizaña en la sociedad, y menos aún tiene competencias para arrancar esa presunta cizaña.

 

 

San Joaquín y santa Ana, 

padres de la Virgen María

 


Memoria de san Joaquín y santa Ana, padres de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyos nombres se conservaron gracias a tradición de los cristianos.

 

Vida de San Joaquín, padre de María

 

No conocemos por los Evangelios a Ana y Joaquín, los padres de la Madre de Dios, sino sólo por ciertas tradiciones que se pueden remontar hasta la primera mitad del siglo II. El padre la madre de María constituyen el eslabón que une el antiguo Israel con el nuevo: Recibieron la bendición del Señor» y por ellos nos llega «la salvación prometida a todos los pueblos».

Dieron el ser a aquélla de la que había de nacer el Hijo único de Dios. De ahí que San Juan Damasceno les pueda saludar en estos términos: «Joaquín y Ana, ¡feliz pareja! la creación entera os es deudora; por vosotros ofreció ella al Creador el don más excelente entre todos los dones: una madre venerable, la única digna de Aquel que la creó».

El culto de Santa Ana ha crecido junto con la irradiación del de María. En Jerusalén, en la basílica de «Santa María, donde ella nació», conmemoraba Juan Damasceno, en el siglo VIII, a los abuelos de Jesús. Del modo más natural dicha basílica se convertiría en la iglesia de Santa Ana de los Cruzados. Pero, ya desde el siglo VI, se honraba a Santa Ana en Constantinopla, en una basílica que fue dedicada en su honor un 25 de julio. El culto de San Joaquín pasó mucho más tarde a unirse al de su esposa.

 

Oración a San Joaquín, padre de María

 

Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fuisteis   escogidos entre todos los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.

 

Con gran confianza recurro a vuestra protección poderosa y os encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por vuestra intercesión.

Como vosotros fuisteis ejemplo perfecto de vida interior, obtenedme el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida.

Dadme, vivo y constante amor a Jesús y a María. Obtenedme también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad.

Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve.

 

 

Vida de Santa Ana, madre María

 

No conocemos por los Evangelios a Ana y Joaquín, los padres de la Madre de Dios, sino sólo por ciertas tradiciones que se pueden remontar hasta la primera mitad del siglo II. El padre la madre de María constituyen el eslabón que une el antiguo Israel con el nuevo: Recibieron la bendición del Señor» y por ellos nos llega «la salvación prometida a todos los pueblos».

Dieron el ser a aquélla de la que había de nacer el Hijo único de Dios. De ahí que San Juan Damasceno les pueda saludar en estos términos: «Joaquín y Ana, ¡feliz pareja! la creación entera os es deudora; por vosotros ofreció ella al Creador el don más excelente entre todos los dones: una madre venerable, la única digna de Aquel que la creó».

El culto de Santa Ana ha crecido junto con la irradiación del de María. En Jerusalén, en la basílica de «Santa María, donde ella nació», conmemoraba Juan Damasceno, en el siglo VIII, a los abuelos de Jesús. Del modo más natural dicha basílica se convertiría en la iglesia de Santa Ana de los Cruzados. Pero, ya desde el siglo VI, se honraba a Santa Ana en Constantinopla, en una basílica que fue dedicada en su honor un 25 de julio. El culto de San Joaquín pasó mucho más tarde a unirse al de su esposa.

 

Oración a Santa Ana, madre de María

 

Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fuisteis escogidos entre todos los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.

Con gran confianza recurro a vuestra protección poderosa y os encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por vuestra intercesión.

Como vosotros fuisteis ejemplo perfecto de vida interior, obtenedme el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida.

Dadme, vivo y constante amor a Jesús y a María. Obtenerme también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad.

Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve.

 

 

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