26 - DE
JULIO – MARTES –
17 – SEMANA
DEL T. O. – C –
San
Joaquín y santa Ana,
padres de
la Virgen María
Lectura del profeta Jeremías (14,17-22):
Mis ojos se deshacen en lágrimas, día
y noche no cesan: por la terrible desgracia de la Doncella de mi pueblo, una
herida de fuertes dolores. Salgo al campo: muertos a espada; entro en la
ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin
sentido por el país. «¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu
garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar, al tiempo de la cura
sucede la turbación. Señor, reconocemos nuestra impiedad, la culpa de nuestros
padres, porque pecamos contra ti. No nos rechaces, por tu nombre, no
desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
¿Existe entre los ídolos de los gentiles quien dé la lluvia? ¿Soltarán los
cielos aguas torrenciales? ¿No eres, Señor Dios nuestro, nuestra esperanza,
porque tú lo hiciste todo?»
Palabra de Dios
Salmo: 78
R/. Por el honor de tu nombre líbranos, Señor.
No recuerdes contra nosotros
las
culpas de nuestros padres;
que tu
compasión nos alcance pronto,
pues
estamos agotados. R/.
Socórrenos, Dios salvador nuestro,
por el
honor de tu nombre;
líbranos
y perdona nuestros pecados,
a
causa de tu nombre. R/.
Llegue a tu presencia el gemido del
cautivo:
con tu
brazo poderoso salva a los condenados a muerte.
Mientras,
nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño,
te
daremos gracias siempre,
contaremos
tus alabanzas de generación en generación. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,36-43):
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente
y se fue a casa. Los discípulos se acercaron a decirle:
«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó:
«El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el
campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son
los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha
es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema: así será el
fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su
Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido;
allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de
su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»
Palabra del Señor
1. La parábola de la cizaña afirma:
1) Que, en
este mundo y por todas partes,
la
buena hierba está siempre mezclada con la mala hierba.
2) Que "los obreros del Señor" (Mt 13, 27 s)
quieren enseguida arrancar la mala hierba.
3) Que Jesús no quiere que se haga eso porque nadie
está capacitado para distinguir la mala hierba de la buena y puede suceder que,
pensando que se arranca la cizaña, lo que en realidad se hace es arrancar la
buena semilla.
4) Que por eso hay que dejar las cosas de forma que solo
cuando llegue la cosecha, o sea, "el fin del tiempo", entonces será
el momento en que "los ángeles" harán la debida separación y darán a
cada cual su merecido.
2. Hay demasiada gente que, no solo se siente
capacitada, sino que además está empeñada en arrancar cuanto antes lo que ellos
piensan que es la mala hierba. Son los intolerantes, los que no soportan al que
hace o dice lo que ellos creen que no se debe hacer ni decir. Por eso no
respetan el pluralismo, ni la diversidad.
Exigen que todo el mundo les respete a ellos, pero ellos
se consideran con derecho a no respetar al disidente, al diferente o
sencillamente al otro.
3. En la sociedad civil existen los tres
poderes (legislativo, judicial y ejecutivo) que tienen el deber de velar por el
respeto de los derechos de los ciudadanos.
Esto
pertenece al poder civil. Pero lo que Jesús no quiere es que los "obreros
del Reino de Dios" se dediquen a decidir ellos y a castigar a quienes no
hacen las cosas como los hombres de la religión piensan que se tienen que
hacer.
La religión no tiene ni autoridad ni competencia para
decidir lo que es cizaña en la sociedad, y menos aún tiene competencias para
arrancar esa presunta cizaña.
San Joaquín y
santa Ana,
padres de la Virgen María
Memoria de san Joaquín y santa Ana, padres de la
Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyos nombres se conservaron gracias a
tradición de los cristianos.
Vida
de San Joaquín, padre de María
No conocemos por los Evangelios a Ana y Joaquín, los
padres de la Madre de Dios, sino sólo por ciertas tradiciones que se pueden
remontar hasta la primera mitad del siglo II. El padre la madre de María
constituyen el eslabón que une el antiguo Israel con el nuevo: Recibieron la
bendición del Señor» y por ellos nos llega «la salvación prometida a todos los
pueblos».
Dieron el ser a aquélla de la que había de nacer el Hijo
único de Dios. De ahí que San Juan Damasceno les pueda saludar en estos términos:
«Joaquín y Ana, ¡feliz pareja! la creación entera os es deudora; por vosotros
ofreció ella al Creador el don más excelente entre todos los dones: una madre
venerable, la única digna de Aquel que la creó».
El culto de Santa Ana ha crecido junto con la irradiación
del de María. En Jerusalén, en la basílica de «Santa María, donde ella nació»,
conmemoraba Juan Damasceno, en el siglo VIII, a los abuelos de Jesús. Del modo
más natural dicha basílica se convertiría en la iglesia de Santa Ana de los Cruzados.
Pero, ya desde el siglo VI, se honraba a Santa Ana en Constantinopla, en una
basílica que fue dedicada en su honor un 25 de julio. El culto de San Joaquín
pasó mucho más tarde a unirse al de su esposa.
Oración a San Joaquín, padre de María
Insigne y glorioso patriarca San Joaquín
y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que
fuisteis escogidos entre todos los santos de Dios para dar
cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María
Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia
sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.
Con gran confianza recurro a vuestra protección poderosa y
os encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi
familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y
vivamente deseo obtener por vuestra intercesión.
Como vosotros fuisteis ejemplo perfecto de vida interior,
obtenedme el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en
los bienes pasajeros de esta vida.
Dadme, vivo y constante amor a Jesús y a María. Obtenedme
también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la
gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad.
Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de
María, y así me salve.
Vida
de Santa Ana, madre María
No conocemos por los Evangelios a Ana y Joaquín, los
padres de la Madre de Dios, sino sólo por ciertas tradiciones que se pueden
remontar hasta la primera mitad del siglo II. El padre la madre de María
constituyen el eslabón que une el antiguo Israel con el nuevo: Recibieron la
bendición del Señor» y por ellos nos llega «la salvación prometida a todos los
pueblos».
Dieron el ser a aquélla de la que había de nacer el Hijo
único de Dios. De ahí que San Juan Damasceno les pueda saludar en estos
términos: «Joaquín y Ana, ¡feliz pareja! la creación entera os es deudora; por
vosotros ofreció ella al Creador el don más excelente entre todos los dones:
una madre venerable, la única digna de Aquel que la creó».
El culto de Santa Ana ha crecido junto con la irradiación
del de María. En Jerusalén, en la basílica de «Santa María, donde ella nació»,
conmemoraba Juan Damasceno, en el siglo VIII, a los abuelos de Jesús. Del modo
más natural dicha basílica se convertiría en la iglesia de Santa Ana de los
Cruzados. Pero, ya desde el siglo VI, se honraba a Santa Ana en Constantinopla,
en una basílica que fue dedicada en su honor un 25 de julio. El culto de San
Joaquín pasó mucho más tarde a unirse al de su esposa.
Oración
a Santa Ana, madre de María
Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima
Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fuisteis escogidos entre todos
los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la
gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a
tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las
gracias que más necesitamos.
Con gran confianza recurro a vuestra protección poderosa y
os encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi
familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y
vivamente deseo obtener por vuestra intercesión.
Como vosotros fuisteis ejemplo perfecto de vida interior,
obtenedme el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en
los bienes pasajeros de esta vida.
Dadme, vivo y constante amor a Jesús y a
María. Obtenerme también una devoción sincera y obediencia a la Santa
Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y
perfecta caridad.
Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de
María, y así me salve.
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