30 - DE
JULIO – SÁBADO –
17 – SEMANA
DEL T. O. – C –
San Pedro
Crisólogo
Lectura de la profecía de Jeremías
(26,11-16.24):
En aquellos
días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los príncipes y al pueblo:
«Este hombre es reo de muerte, porque ha
profetizado contra esta ciudad, como lo habéis oído con vuestros oídos.»
Jeremías respondió a los príncipes y al
pueblo:
«El Señor me envió a profetizar contra
este templo y esta ciudad las palabras que habéis oído. Pero, ahora, enmendad
vuestra conducta y vuestras acciones, escuchad la voz del Señor, vuestro Dios;
y el Señor se arrepentirá de la amenaza que pronunció contra vosotros.
Yo, por mi parte, estoy en vuestras
manos: haced de mí lo que mejor os parezca. Pero, sabedlo bien: si vosotros me
matáis, echáis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad y sus
habitantes. Porque ciertamente me ha enviado el Señor a vosotros, a predicar a
vuestros oídos estas palabras.»
Los príncipes del pueblo dijeron a los
sacerdotes y profetas:
«Este hombre no es reo de muerte, porque
nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios.»
Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo
cargo de Jeremías, para que no lo entregaran al pueblo para matarlo.
Palabra de Dios
Salmo: 68
R/. En el día de la gracia, escúchame, Señor.
Arráncame del
cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí. R/.
Yo soy un
pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.
Miradlo, los
humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(14,1-12):
En aquel
tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo a sus ayudantes:
«Ese es Juan Bautista que ha resucitado
de entre los muertos, y por eso los Poderes actúan en él.»
Es que Herodes había mandado prender a
Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por motivo de Herodías, mujer de
su hermano Felipe, porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con
ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por
profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la
hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró
darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo
en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.»
El rey lo sintió; pero, por el juramento
y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la
cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella
se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y
fueron a contárselo a Jesús.
Palabra del Señor
1. El relato de la muerte
violenta de Juan Bautista es un paradigma de lo que estamos viendo y sufriendo
a diario. Aquí quedan patentes las cualidades patéticas del "poder
político-religioso", ya que lo político y lo religioso se apoyan
mutuamente y van siempre unidos.
Ese poder está asociado a:
1) La muerte asesina.
2) La corrupción moral.
3) El miedo.
Un individuo corrupto, que puede matar a
quien le conviene y que toma sus decisiones por intereses pasionales o por
miedos irracionales, es el mayor peligro que puede amenazar a un pueblo, a una
nación, a todos y cada uno de los ciudadanos.
2. Frente a tanta
desvergüenza y a semejante violencia la figura honorable de Juan Bautista, que:
1) No se calla ante la corrupción del poder.
2) Paga con su
vida la libertad del que denuncia el despotismo.
No hay que esforzarse demasiado para
darse cuenta de que Juan Bautista es también paradigma de los miles y millones
de criaturas inocentes que sufren las consecuencias del despotismo del poder.
3. Los abusos del poder
ocurrían antiguamente y siguen ocurriendo en nuestros días. En la antigüedad,
el poder corrupto y criminal estaba concentrado en el soberano de cada país,
que ejercía su despotismo sobre sus propios súbditos.
En la actualidad, debido a la economía
global, al comercio global, al poder de veto que las grandes potencias tienen
sobre la ONU, y al poder que ejercen los organismos internacionales (Banco
Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Internacional del
Comercio, etc.), controlados por los grandes de la política y del capital, el poder corrupto de la muerte y
el miedo dirigen y gestionan un mundo en el que cada día mueren de hambre y
miseria casi cien mil personas) y sabemos que este poder sigue matando a los profetas que denuncian.
Según el Informe 2008 de Amnistía Internacional, en 2006, al menos 1.544 personas fueron ejecutadas en 25 países distintos.
El martirio de Juan Bautista sigue presente ante nosotros. Y lo peor de todo es que el genocidio sigue adelante porque quienes vivimos bien nos callamos, nos cruzamos de brazos, y pensamos que nada se puede hacer. Lo cual es mentira. Podemos gritar y protestar. Podemos ser más honrados. Y debemos ser siempre buenas personas.
San Pedro
Crisólogo
San Pedro, “Crisólogo” de sobrenombre,
obispo de Ravena y doctor de la Iglesia, que, habiendo recibido el nombre del
santo apóstol, desempeñó su oficio tan perfectamente que consiguió capturar a
multitudes en la red de su celestial doctrina, saciándolas con la dulzura de su
palabra. Su tránsito tuvo lugar el día treinta y uno de este mes en Imola, en
la región de la Emilia Romagna (c. 450).
San Pedro,
quien fue uno de los oradores más famosos de la Iglesia Católica, nació en
Imola, Italia y fue formado por el Obispo de esa ciudad Cornelio, por el cual
conservó siempre una gran veneración. El Obispo Cornelio convenció a San Pedro
de que en el dominio de las propias pasiones y en el rechazar los malos deseos
reside la verdadera grandeza, y que este es un medio seguro para conseguir las
bendiciones de Dios.
San Pedro gozó
de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de éste, Plácida, y por
recomendación de los dos, fue nombrado Arzobispo de Ravena. También gozó de la
amistad del Papa San León Magno.
Cuando empezó
a ser arzobispo de Ravena, había en esta ciudad un gran número de paganos. Y
trabajó con tanto entusiasmo por convertirlos, que cuando él murió ya eran
poquísimos los paganos o no creyentes en este lugar.
A la gente le agradaba mucho sus sermones, y por eso le pusieron el
sobrenombre de Crisólogo, que quiere decir, el que habla muy bien. Su modo de
hablar era conciso, sencillo y práctico. La gente se admiraba de que, en
predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las verdades más importantes
de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y
cuidadosamente redactados. Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue
nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.
Recomendaba
mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada
Eucaristía en su alimento de todas las semanas.
Murió el 30 de
julio del año 451.
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