3 - DE JULIO
– DOMINGO –
14 – SEMANA
DEL T. O. – C –
Santo Tomás apóstol
Lectura de la profecía de
Isaías (66,10-14c):
Festejad a
Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis;
alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto; mamaréis a sus
pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias
de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella,
como un río, la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las
naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas y
sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo, se alegrará vuestro corazón, y
vuestros huesos florecerán como un prado, se manifestará a sus siervos la mano
del Señor».
Palabra de
Dios
Salmo: 65
R/. Aclamad al Señor, tierra entera.
V/. Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!». R/.
V/. Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.
V/. Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él,
que con su poder gobierna eternamente. R/.
V/. Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica,
ni me retiró su favor. R/.
Lectura de la carta de san Pablo
a los Gálatas (6,14-18):
Hermanos:
Dios me libre de gloriarme si no es en
la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para
mí, y yo para el mundo.
Pues lo que cuenta no es la circuncisión
ni la incircuncisión, sino la nueva criatura.
La paz y la misericordia de Dios vengan
sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios.
En adelante, que nadie me moleste, pues
yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos.
Amén.
Palabra de
Dios
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (10,1-12.17-20):
EN aquel
tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos
en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros
pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío
como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y
no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid
primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos
vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el
obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben,
comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles:
“El reino de Dios ha llegado a
vosotros”.
Pero si entráis en una ciudad y no os
reciben, saliendo a sus plazas, decid:
“Hasta el polvo de vuestra ciudad, que
se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos,
sabed que el reino de Dios ha llegado”.
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad».
Los setenta y dos volvieron con alegría
diciendo:
«Señor, hasta los demonios se nos
someten en tu nombre».
Él les dijo:
«Estaba viendo a Satanás caer del cielo
como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y
todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis
alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros
nombres están inscritos en el cielo».
Palabra del
Señor
Homenaje a los apóstoles anónimos.
La liturgia ofrece la posibilidad de
elegir un texto largo u otro breve del evangelio. El motivo es que la segunda
parte del discurso de Jesús tiene palabras muy duras contra los pueblos que no
acojan a los discípulos; en nuestra época tan políticamente correcta pueden
escandalizar a algunas personas. Y las referencias finales a Satanás y a
pisotear serpientes y escorpiones resultan lejanas a nuestra cultura. Limito el
comentario a la primera parte, aunque al final digo algo de la segunda.
Lectura breve, políticamente correcta
(Lucas 10, 1-12)
…Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz,
descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y
bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa…
Quien conoce el evangelio de Mateo sabe
que Jesús envió a los Doce con instrucciones muy parecidas. Pero Lucas no habla
de doce, sino de setenta y dos (6 x 12: otro número simbólico). En su
perspectiva, la misión no es obra de un pequeño grupo de selectos; si el
mensaje del evangelio se difundió por el imperio romano fue gracias a gran
número de personas anónimas, igual que ocurre en nuestros días.
Curiosamente, lo primero que deben hacer
los setenta y dos es rezar para que el Señor envíe operarios a su mies. El tema
empalma con el del domingo pasado, a propósito de los tres casos de vocación.
Jesús hablaba con tanta dureza que parecía no querer seguidores. Aquí queda
claro que son absolutamente necesarios y hay que pedir al dueño de la mies que
los envíe. El dueño de la mies no es Dios Padre, sino el mismo que Jesús, que
les ordena ponerse en camino. Con una advertencia y unas órdenes.
La advertencia: no van a una labor fácil
ni agradable. Van como corderos en medio de lobos. El peligro no es la
dentellada que provoca la muerte sino la que desprestigia y tira por tierra el
mensaje del evangelio. El imperio romano estaba repleto de grupos y predicadores
religiosos parecidos a muchos de los actuales que utilizan la religión como
forma de ganarse la vida. Por eso, la mejor forma de evitar las dentelladas de
los lobos es llevar una forma de vida totalmente pobre y austera:
No llevéis talega, ni alforja, ni
sandalias.
La talega hace referencia al dinero, la alforja al alimento, las sandalias
al vestido.
Luego añade unas palabras que sólo se
encuentran en su evangelio:
y no os detengáis a saludar a nadie por
el camino.
Eso mismo le dijo el profeta Eliseo a su
criado Guejazí, un día que lo envió a una misión urgente (curar al hijo de la
sunamita). Lucas, que conocía el Antiguo Testamento de memoria, pensó que este
momento era el adecuado para poner en boca de Jesús las mismas palabras. La
misión de los discípulos es urgente, no se puede perder el tiempo charlando a
mitad de camino.
¿Qué hacer cuando llegan a un pueblo o
aldea? Jesús concede una importancia capital al alojamiento, insistiendo en no
cambiar de casa, ya que esto puede provocar muchos celos y tensiones.
Probablemente refleja su experiencia personal; y Lucas, la de los primeros
misioneros.
Las palabras siguientes resultan extrañas
en este sitio:
Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a
los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el Reino de
Dios."
Los discípulos ya habían llegado a un pueblo y habían sido bien acogidos
por una familia, que les da de comer. Si Lucas hubiera escrito con ordenador,
quizá hubiera marcado bloque, cortado y pegado, cambiando el orden de las
frases. O quizá no, porque este orden ilógico deja para el final, dándole mayor
importancia, la misión de los discípulos: curar a los enfermos y anunciar la
cercanía del Reino de Dios. Exactamente lo mismo que hacía Jesús.
Continuación, políticamente incorrecta
(Lucas 10,17-20)
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid:
"Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo
sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de
Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese
pueblo.
[La liturgia omite la condena de Corozaín
y Betsaida, dos ciudades galileas que no aceptaron a Jesús].
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:
‒ Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
Él les contestó:
‒ Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado
potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo.
Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten
los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el
cielo.
Lectura del libro de Isaías 66, 10-14c
El texto, muy poético, puede desconcertar
al lector moderno. Por eso comienzo con dos aclaraciones:
1) Para un judío, Jerusalén representa
infinitamente más que para un católico Roma o el Vaticano. Desde el siglo VI
a.C. hasta el tiempo de Jesús, que fueron los siglos más duros en la historia
de Judá (dominio sucesivo de babilonios, persas, griegos y romanos), la mayor
esperanza se centraba en la gloria y esplendor de Jerusalén. El tema aparece en
numerosos textos proféticos y Salmos.
2) Jerusalén es representada como ciudad y
como madre. Como ciudad, quedó totalmente destruida después de la conquista de
los babilonios en el año 586 a.C. Como madre, se vio desprovista de hijos, porque
fueron deportados. Y los hijos, a su vez, están desprovistos del alimento y el
cariño de su madre.
En este contexto, el profeta proclama su
mensaje utópico, centrado en la vuelta de los hijos a su madre, la mayor
alegría para Jerusalén y el mayor consuelo para los desterrados. También habla,
en el centro, de la paz y la riqueza que inundarán la ciudad. Un mundo
maravilloso de alegría, consuelo, paz y esplendor.
¿Cómo se consigue? ¿Qué deben hacer los
judíos? Según este poema, nada. Todo lo hace Dios. Es él quien hace derivar
hacia Jerusalén la paz y la riqueza de las naciones; es él quien consuela. Es
él quien manifiesta a sus siervos su poder (su mano), como dice la última frase
del poema.
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis,
alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto…
El contraste entre la lectura de Isaías
y el evangelio
El mundo utópico de Isaías, el esplendor
de Jerusalén, se realiza sin esfuerzo alguno, por pura obra de Dios. En cambio,
el mundo utópico que predican Jesús y los discípulos conlleva mucho sacrificio
y esfuerzo. Además, es un mensaje que puede ser rechazado, como le ocurrió al
mismo Jesús en Corozaín y Betsaida. Pero la última palabra es de victoria y
esperanza: Satanás, símbolo de la oposición al evangelio, cae del cielo como un
rayo, mientras que los discípulos triunfan sobre los espíritus inmundos y,
sobre todo, sus nombres están escritos en el cielo.
Además, y esta es la gran aportación de
Lucas, esos discípulos enviados a la misión no son un grupo de selectos. Todos
hemos conocido gente que nos ha hecho gran bien desde el punto de vista humano
y cristiano, que nos han anunciado el Reino de Dios. Y también nosotros hemos
llevado y debemos llevar adelante esa tarea, a veces dura, y muchas veces con
sensación de fracaso. Pero esto no es motivo para dejar de esperar en el triunfo
de la utopía.
Tomás es conocido entre
los demás apóstoles por su incredulidad, que se desvaneció en presencia de
Cristo resucitado; él proclamó la fe pascual de la Iglesia con estas palabras:
«¡Señor mío y Dios mío!»
Nada sabemos con
certeza acerca de su vida, aparte de los indicios que nos suministra el
evangelio. Se dice que evangelizó la India. Desde el siglo VI se celebra el día
3 de julio el traslado de su cuerpo a Edesa.
Martirologio Romano: Fiesta de santo Tomás,
apóstol, quien, al anunciarle los otros discípulos que Jesús había resucitado,
no lo creyó, pero cuando Jesús le mostró su costado traspasado por la lanza y
le dijo que pusiera su mano en él, exclamó: «Señor mío y Dios mío». Y con esta
fe que experimentó es tradición que llevó la palabra del Evangelio a los
pueblos de la India.
Etimológicamente: Tomás =
"gemelo", viene del arameo
Breve Semblanza
La tradición antigua dice que Santo Tomás
Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los
últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que
allí sufrió el martirio.
De este apóstol narra el santo evangelio
tres episodios.
El primero sucede cuando Jesús se dirige por
última vez a Jerusalén, donde según lo anunciado, será atormentado y lo
matarán.
En este momento los discípulos sienten un
impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a
Jesús: "Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá? Y es entonces cuando
interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel
tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego
y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice
"Dídimo", que significa lo mismo: el gemelo.
Cuenta San Juan (Jn. 11,16) "Tomás,
llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con
Él". Aquí el apóstol demuestra su admirable valor. Un escritor
llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente "una fe esperanzada,
sino una desesperación leal". O sea: él estaba seguro de una cosa:
sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar
a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y
temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se
demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de
temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer.
Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día. Nadie tiene porque sentirse avergonzado
de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que
a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos
hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.
La segunda intervención:
Sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a
los apóstoles: "A donde Yo voy, ya sabéis el camino". Y Tomás le
respondió: "Señor: no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el
camino?" (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el
cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento
ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles
había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender.
Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio,
para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar
seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para
entender aquello que Él les estaba diciendo.
Admirable respuesta:
Y lo maravilloso es que la pregunta de
un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de
Dios. Una de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida.
Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca
de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo
el que busca encuentra.
Le dijo Jesús: "Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" Ciertos
santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos,
eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es
demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos
admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la
escucharon por primera vez.
En esta respuesta Jesús habla de tres cosas
supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida.
Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr
tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente
importantes.
En sus viajes por el desierto sabían muy bien
que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que, si
lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no
sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino que seguir,
sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.
Notable diferencia: Si le preguntamos al
alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos:
siga 200 metros hacia recto y 300 hacia la derecha y luego suba 15 metros...
Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos
dice: "Sígame, que yo voy para allá", entonces sí que vamos a llegar
con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cuál era el camino
para llegar a la Vida Eterna, sino que afirma solemnemente: "Yo voy para
allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad". Y
añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: "O sea: que, para no
equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos
ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos
conseguirá la Vida Eterna".
El hecho más famoso de Tomás
Los creyentes recordamos siempre al apóstol
Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable
profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso.
Dice San Juan (Jn. 20, 24) "En la
primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos
Tomás. Los discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Él les
contestó: "si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto
mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su
constado, no creeré". Ocho días después estaban los discípulos reunidos y
Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: "Acerca tu dedo: aquí
tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas
incrédulo sino creyente". Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío".
Jesús le dijo: "Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin
ver".
Parece que Tomás era pesimista por
naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy
apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa
pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco
de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez,
Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el
Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que
fuera cierta.
Tomás cometió un error al apartarse del
grupo. Nadie está peor informado que el que está ausente. Separarse del grupo
de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una
gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a
decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas
diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo un
loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo
que no creen. Quería estar seguro de su fe.
Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se
convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus
consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe "Señor mío y Dios
mío", y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado
por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que
obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: "Dichosos serán los que crean
sin ver".
Fuente: www.ewtn.com
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