28 - DE
JULIO – JUEVES –
17 – SEMANA DEL T. O. – C –
San Pedro Poveda Castroverde
Lectura del libro de Jeremías (18,1-6):
Palabra del
Señor que recibió Jeremías:
«Levántate y baja al taller del
alfarero, y allí te comunicaré mi palabra.»
Bajé al taller del alfarero, que estaba
trabajando en el torno. A veces, le salía mal una vasija de barro que estaba
haciendo, y volvía a hacer otra vasija, según le parecía al alfarero.
Entonces me vino la palabra del Señor:
«¿Y no podré yo trataros a vosotros,
casa de Israel, como este alfarero? –oráculo del Señor–.
Mirad: como está el barro en manos del
alfarero, así estáis vosotros en mi mano, casa de Israel.»
Palabra de Dios
Salmo: 145
R/. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob
Alaba, alma
mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista. R/.
No confiéis en
los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes. R/.
Dichoso a
quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Mateo (13,47-53):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a la gente:
«El reino de los cielos se parece
también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está
llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y
los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los
ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos les contestaron:
«Sí.»
Él les dijo:
«Ya veis, un escriba que entiende del
reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo
nuevo y lo antiguo.»
Cuando Jesús acabó estas parábolas,
partió de allí.
Palabra del Señor
1. Con una imagen que tenía que resultar familiar para gentes que vivían de la pesca en el lago, Jesús les asegura que en el Reino de Dios cabemos todos sin distinciones de buenos y malos. Esas distinciones se harán al final de los tiempos. Porque el juicio corresponde a Dios, no a los hombres. Lo cual es tanto como decir que el proyecto de Jesús es constitutivamente tolerante respetuoso y acepta a todos sin distinciones ni rechazos. Es el proyecto de la humanidad, el proyecto en el que coincidimos todos los humanos, sean cuales sean nuestras culturas, creencias e ideologías. El proyecto de Jesús no es proyecto de religión, es un proyecto de humanidad.
2. Toda "religión
monoteísta" es, por su misma naturaleza, un "proyecto
excluyente". Porque, como bien se ha dicho, "ningún dios
que verdaderamente se precie tolera otro dios junto a él. Su pretensión es
absoluta: pretensión de verdad, de evidencia y de obediencia. ¿Qué dios sería
aquel que consiente. la existencia de otros dioses junto a él?...
Los ídolos exigen el reconocimiento de
todos, la sumisión a todo precio" (Wolfgang Sofsky).
Es evidente que religión así, no
coincide ni encaja con el Evangelio, que es tolerante y acerca a pecadores,
extranjeros, personas de otras religiones...
3. Jesús habla de la
separación final de buenos y malos. Y de castigo al
"horno encendido" para los malos, con "rechinar de
dientes". Con eso nos indica que Dios hace justicia para gentes que en
este mundo causan tanto sufrimiento.
No podemos acabar todos igual si es que
Dios es Dios de justicia. Pero lo que no sabemos es en qué consistirá la
aplicación de esa justicia para los causantes del sufrimiento humano. En todo
caso, una cosa es el castigo del infierno, tal como se ha enseñado
tradicionalmente como se nos ha dicho.
Ese infierno eterno no existe, ni puede existir. Porque el castigo nunca puede ser fin, sino que siempre tiene que ser medio (para corregir, evitar otros males mayores, educar...). Pero un infierno eterno no puede ser medio para nada. Es el castigo por el castigo, como fin en sí. Ahora bien, eso es literalmente contradictorio con un Dios que se define como Amor.
San Pedro Poveda Castroverde
Sacerdote, Fundador y Mártir
En Madrid, capital de España, beato Pedro Poveda Castroverde,
presbítero y mártir, fundador de la Institución Teresiana destinada a promover
la formación cristiana, que al comienzo de la persecución contra la Iglesia fue
asesinado por odio a la religión, dando un claro testimonio de su fe.
Nació en Linares, Jaén,
en el actual España
Falleció 28 de
julio de 1936 en Madrid, en el actual España
Proces. Beatificado
el 10 de octubre de 1994 por Juan Pablo II
Canonizado el 2003
por Juan Pablo II
Celebración 28 de
julio
Vida de San Pedro Poveda Castroverde
Linares, Jaén 1874-Madrid, 1936.
Fundador de la Institución Teresiana, hoy repartida por infinidad de
países de los Cinco Continentes, ha sido elevado a los altares con fecha 10 de
octubre de 1994, por su Santidad el Papa, Juan Pablo II.
Estudió en el Seminario de Jaén y culminó sus estudios eclesiásticos
con los de Teología en Guadix. Fue ordenado sacerdote en abril de 1897. En
Guadix fue profesor del seminario y realizó una importante labor en la zona
marginada de las cuevas. Fundó escuelas y abrió talleres.
Desde 1906 hasta 1913 fue canónigo en el Santuario de Covadonga. Allí
concibió la Institución Teresiana y gestó el pensamiento educativo de la misma.
Nombrado canónigo de la catedral de Jaén, conoció en esta ciudad a Josefa
Segovia (Jaén, 189 1 -Madrid, 1957), que fue la primera directora general de la
Institución Teresiana. En Jaén, Pedro Poveda fue profesor de la escuela normal
y del Seminario, miembro de la Asociación de la Prensa, así como de la Junta
Nacional contra el Analfabetismo. Desde esta tierra, Poveda impulsó el
crecimiento de las Academias y de la Institución Teresiana.
Su etapa de Madrid, desde 1921 hasta 1936, fue de una intensa
actividad, trabajando por la solución de los problemas educativos y culturales
de su tiempo. Nombrado Capellán Real, organizó la Federación de Estudiantes
Católicos. También fue cofundador de la Federación de Amigos de la Enseñanza
(FAE) y consiliario de la Asociación Católica de Padres de Familia. Sacerdote,
humanista y pedagogo, supo adentrarse en el quehacer humano y social de su
época.
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