lunes, 4 de julio de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 5 - DE JULIO – MARTES – 14 – SEMANA DEL T. O. – C – San Antonio María Zaccaría

 

 


5 - DE JULIO – MARTES –

14 – SEMANA DEL T. O. – C –

San Antonio María Zaccaría

 

Lectura de la profecía de Oseas (8,4-7.11.13):

Así dice el Señor:

«Se nombraron reyes en Israel sin contar conmigo, se nombraron príncipes sin mi aprobación. Con su plata y su oro se hicieron ídolos para su perdición. Hiede tu novillo, Samaria, ardo de ira contra él.

¿Cuándo lograréis la inocencia?

Un escultor lo hizo, no es dios, se hace añicos el novillo de Samaria. Siembran viento y cosechan tempestades; las mieses no echan espiga ni dan grano, y, si lo dieran, extraños lo devorarían.

Porque Efraín multiplicó sus altares para pecar, para pecar le sirvieron sus altares. Aunque les dé multitud de leyes, las consideran como de un extraño. Aunque inmolen víctimas en mi honor y coman la carne, al Señor no le agradan. Tiene presente sus culpas y castigará sus pecados: tendrán que volver a Egipto.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 113B,3-4.5-6.7ab-8.9-10

R/. Israel confía en el Señor

Nuestro Dios está en el cielo,

lo que quiere lo hace.

Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,

hechura de manos humanas. R/.

Tienen boca, y no hablan;

tienen ojos, y no ven;

tienen orejas, y no oyen;

tienen nariz, y no huelen. R/.

Tienen manos, y no tocan;

tienen pies, y no andan.

Que sean igual los que los hacen,

cuantos confían en ellos. R/.

Israel confía en el Señor:

él es su auxilio y su escudo.

La casa de Aarón confía en el Señor:

él es su auxilio y su escudo. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,32-38):

En aquel tiempo, presentaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó al demonio, y el mudo habló.

La gente decía admirada:

«Nunca se ha visto en Israel cosa igual.»

En cambio, los fariseos decían:

 «Éste echa los demonios con el poder del jefe de los demonios.»

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.

Entonces dijo a sus discípulos:

«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»

 

Palabra del Señor

 

1.  Jesús fue un hombre controvertido.  Mientras que unos se quedaban admirados de lo que hacía, otros veían en eso la presencia del demonio.   Pero lo llamativo es que quienes admiran a Jesús son las "gentes sencillas" (óchloi), mientras que quienes ven en Jesús a un endemoniado son los fariseos, de los que la mayoría pertenecían también a estratos populares, pero su observancia de leyes y ritos, su religiosidad hipócrita, les hacía ver como obra del demonio lo que era obra de la bondad de Jesús.

 

2.  Jesús era un profeta itinerante, que pasaba por pueblos y aldeas, curando enfermos y aliviando penas.  No está a nuestro alcance hacer milagros.  Ni siquiera sabemos si lo que Jesús hacía era curar milagrosamente a los enfermos. 

Lo que sabemos con seguridad es que aliviaba las dolencias. Y eso sí que entra en nuestras posibilidades: hacer más llevadera la vida a quienes nos rodean y, si es posible, lograr que se sientan felices. Lo que ocurre es que eso es muy duro. Sobre todo, cuando uno es el primero que necesita ser aliviado de cargas pesadas.

 

3.  ¿Por qué Jesús era así y actuaba así?

Los evangelios no dicen que eso se debía a que en Jesús actuaba Dios.  Lo que dicen es que, al ver las gentes del pueblo tan abandonadas, tan mal tratadas por la vida, "se le conmovían las entrañas", es decir, sintió misericordia. No es que "le dio lástima". "Dar lástima" es una cosa vergonzosa.  Lo que sí conmueve a cualquiera es dar con alguien, que es tan buena persona, que sintoniza y comparte las penas y la alegría que uno vive. Así era Jesús. Tan profundamente humano. Y eso es el secreto de todo lo demás.

 

San Antonio María Zaccaría

 


San Antonio María Zaccaria, presbítero, fundador de la Congregación de los Clérigos Regulares de San Pablo o Barnabitas, para la reforma de las costumbres de los fieles cristianos, y de las Hermanas Angélicas de San Pablo. Voló al encuentro del Salvador en Cremona, ciudad de la Lombardía.

 

 

Vida de San Antonio María Zaccaría

 

 

En este sacerdote que murió muy joven, sí que se cumplió aquella frase del Libro de la Sabiduría en la S. Biblia "Vivió muy poco tiempo, pero hizo obras como si hubiera tenido una vida muy larga".

Nació en Cremona, Italia, en 1502. Quedó huérfano de padre cuando tenía muy pocos años. Su madre, viuda a los 18 años, renunció a nuevos matrimonios que se le ofrecían con tal de dedicarse totalmente a la educación de su hijita y los resultados que obtuvo fueron admirables.

Estudió medicina en la Universidad de Padua, y allí supo cuidarse muy bien para huir de las juergas universitarias y así conservar la santa virtud de la castidad. Desde joven renunció a los vestidos elegantes y costosos, y vistió siempre como la gente pobre, y el dinero que ahorraba con esto, lo repartía entre los más necesitados.

A los 22 años se graduó de médico y su gran deseo era dedicarse totalmente a atender a las gentes más pobres, la mayor parte de las veces gratuitamente, y aprovechar su profesión para ayudarles también a sus pacientes a salvar el alma y ganarse el cielo. Pero unos años después, sus directores espirituales le aconsejaron que hiciera también los estudios sacerdotales, y así logró ordenarse de sacerdote. Así fue doblemente médico: de los cuerpos y de las almas.

Antonio María tuvo siempre desde muy pequeño un inmenso amor por los pobres. Ya en la escuela, volvía a veces a casa sin saco, porque lo había regalado a algún pobrecito que había encontrado por ahí tiritando de frío. Durante sus años de profesional y sacerdote, todo lo que consigue lo reparte entre los más necesitados.

Se trasladó a Milán (la ciudad de mayor número de habitantes en Italia) porque en esa gran ciudad tenía más posibilidades de extender su apostolado a muchas gentes. Y allí, por medio de la hermana Luisa Torelli fundó la comunidad de las hermanas llamadas "Angelicales" (nombre que les pusieron porque su convento se llamaba de "Los Santos Ángeles"). El fin de esta comunidad era preservar a las jovencitas que estaban en peligro de caer en vicios, y redimir y volver al buen camino a las que ya habían caído. Estas hermanas le ayudaron muchísimo a nuestro santo en todos sus apostolados.

Luego con otros compañeros fundó la Comunidad llamada "Clérigos de San Pablo" los cuales, por vivir en un convento llamado de San Bernabé, fueron llamados por la gente "Los Padres Bernabitas". Esta congregación tenía por fin predicar para convertir a los pecadores, extender por todas partes la devoción a la Pasión y muerte de Cristo, y a su santa Cruz. Y esforzarse lo más posible por tratar de obtener la renovación de la vida espiritual y piadosa entre el pueblo, que estaba muy decaída y relajada. Estos religiosos hicieron tanto bien en la ciudad y sus alrededores que unos años más tarde, San Carlos, gran arzobispo de Milán, dirá de ellos: "Son la ayuda más formidable que he encontrado en mi arquidiócesis".

San Antonio María sentía un gran cariño por la Sagrada Eucaristía, donde está Cristo presente en la Santa Hostia, con su Cuerpo, Sangre, alma y divinidad. Por eso propagó por todas partes la devoción de las Cuarenta Horas, que consiste en dedicar tres días cada año, en cada templo, a honrar solemnemente a la Stma. Eucaristía con rezos, cantos y otros actos solemnes de culto.

Otra de sus grandes devociones era la pasión y muerte de Cristo. Cada viernes, a las tres de la tarde hacía sonar las campanas, para recordar a la gente que a esa hora había muerto Nuestro Señor. Siempre llevaba una imagen de Jesús crucificado, y se esmeraba por hacer que sus oyentes meditaran en los sufrimientos de Jesús en su Pasión y Muerte, porque esto aumenta mucho el amor hacia el Redentor. Y una tercera devoción que lo acompaño en sus años de sacerdocio fue un enorme entusiasmo por las Cartas de San Pablo. Su lectura lo emocionaba hasta el extremo, y de ellas predicaba, y a sus discípulos les insistía en que leyeran tan preciosas cartas frecuentemente, y que meditaran en sus importantísimas enseñanzas. A él le sucedió lo que le ha pasado a miles y millones de creyentes en el mundo entero, que al leer las Cartas de San Pablo han descubierto en ellas unos mensajes celestiales tan interesantes que quedan entusiasmados para siempre por su lectura y meditación.

A nuestro santo le correspondió vivir en los tiempos difíciles en los que en Alemania el falso reformador Lutero proclamaba una falsa reforma en la religión, y en Roma y España, San Ignacio y sus jesuitas empezaban a trabajar por conseguir una verdadera reforma de la Iglesia, y muchísimos católicos sentían un intenso deseo que empezara una era de mayor fervor y menos frialdad y maldad. San Antonio María fue uno de los que con su enorme apostolado preparó la gran Reforma de la Iglesia Católica que iba a traer el Concilio de Trento.

Siendo aún muy joven, sintió que de tanto trabajar por el apostolado, le faltaban las fuerzas. Se fue a casa de su santa madre, y en sus brazos murió el 5 de julio de 1539. Tenía apenas 37 años, pero había hecho labores apostólicas como si hubiera trabajado por tres docenas de años más. El Papa León XIII lo declaró santo en 1897. Y nosotros le pedimos a San Antonio Zaccaría, que pida mucho al buen Dios para que la Iglesia Católica se renueve día por día y no vaya a caer nunca en la relajación y que no se enfríe nunca en el santo fervor que Nuestro Señor quiere de cada uno de los creyentes.

 

 

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