martes, 5 de julio de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 8 - DE JULIO – VIERNES – 14 – SEMANA DEL T. O. – C – San Procopio

 

 

 


8 - DE JULIO – VIERNES –

14 – SEMANA DEL T. O. – C –

San Procopio

 

Lectura de la profecía de Oseas (14,2-10):

Así dice el Señor:

«Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado. Preparad vuestro discurso, volved al Señor y decidle: "Perdona del todo la iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios.

No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano." Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré para Israel como rocío, florecerá como azucena, arraigará como el Líbano.

Brotarán sus vástagos, será su esplendor como un olivo, su aroma como el Líbano. Vuelven a descansar a su sombra: harán brotar el trigo, florecerán como la viña; será su fama como la del vino del Líbano. Efraín, ¿qué te importan los ídolos? Yo le respondo y le miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí proceden tus frutos. ¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 50

 

R/. Mi boca proclamará tu alabanza, Señor

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito,

limpia mi pecado. R/.

Te gusta un corazón sincero,

y en mi interior me inculcas sabiduría.

Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;

lávame: quedaré más blanco que la nieve. R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,

afiánzame con espíritu generoso.

Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,16-23):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

«Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.

Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.

Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.»

 

Palabra del Señor

 

1.  El proyecto del Reino, tal como lo presenta Jesús, es intolerable para los poderes de este mundo.  Un proyecto que desmotiva a la gente ante el dinero, y los valores que lleva consigo el afán por el dinero desencadena la persecución contra los apóstoles.

Jesús es muy claro en este punto. Por tanto, cuando los apóstoles del Reino no encuentran rechazo y persecución sino aplauso y privilegios, tales apóstoles tienen que preguntarse si son "auténticos" o si, por el contrario, son "falsos" apóstoles, como ya en el antiguo Israel hubo "falsos" profetas.

 

2.  Dice Jesús que la persecución vendrá de las "sinagogas"; y de los "gobernadores y reyes".  O sea, será persecución religiosa y persecución civil. Ambas cosas.

En cuanto a la persecución religiosa, lo más sorprendente es que no vendrá de los paganos o de otras religiones, sino de la propia religión.

Exactamente como le ocurrió al propio Jesús, que fue asesinado por la misma religión en la que fue educado, la religión a la que socialmente perteneció durante toda su vida.

En asuntos de persecución religiosa, lo primero que hay que preguntarse es si nos persiguen por causa del apego al dinero (y a quienes lo tienen) o por causa del Evangelio.

 

3.  La familia es la institución que trasmite los valores establecidos, las costumbres de siempre, los intereses de toda la vida. Por eso, el Evangelio del Reino puede llegar a desencadenar tanto conflicto dentro de la propia casa.

De sobra sabemos que el dinero divide a las familias y siembra el odio entre hermanos de la misma sangre.

 

San Procopio

 


 

En Cesarea de Palestina, san Procopio, mártir, que en tiempo del emperador Diocleciano fue conducido desde la ciudad de Scytópolis a Cesarea, donde, por manifestar audazmente su fe, fue inmediatamente decapitado por el juez Fabiano (c. 303).

 

 

Vida de San Procopio

 

El primero de los mártires en Palestina fue Procopio. Era un varón lleno de la gracia divina, que desde niño se había mantenido en castidad y había practicado todas las virtudes. Había domado su cuerpo hasta convertirlo, por decirlo así, en un cadáver; pero la fuerza que su alma encontraba en la palabra de Dios daba vigor a su cuerpo. Vivía a pan y agua; y sólo comía cada dos o tres días; en ciertas ocasiones, prolongaba su ayuno durante una semana entera. La meditación de la palabra divina absorbía su atención día y noche, sin la menor fatiga. Era bondadoso y amable, se consideraba como el último de los hombres y edificaba a todos con sus palabras. Sólo estudiaba la palabra de Dios y apenas tenía algún conocimiento de las ciencias profanas. Había nacido en Aelia (Jerusalén), pero residía en Escitópolis (Betsán), donde desempeñaba tres cargos eclesiásticos. Leía y podía traducir el sirio, y arrojaba los malos espíritus mediante la imposición de las manos. Enviado con sus compañeros de Escitópolis a Cesárea, fue arrestado en cuanto cruzó las puertas de la ciudad. Aun antes de haber conocido las cadenas y la prisión, se encontró ante el juez Flaviano, quien le exhortó a sacrificar a los dioses. Pero él proclamó en voz alta que sólo hay un Dios, creador y autor de todas las cosas. Esta respuesta impresionó al juez. No encontrando qué replicar, Flaviano trató de persuadir a Procopio de que por lo menos ofreciese sacrificios a los emperadores. Pero el mártir de Dios despreció sus consejos. "Recuerda —le dijo— el verso de Homero: No conviene que haya muchos amos; tengamos un solo jefe y un solo rey." Como si estas palabras constituyesen una injuria contra los emperadores, el juez mandó que Procopio fuese ejecutado al punto. Los verdugos le cortaron la cabeza, y así pasó Procopio a la vida eterna por el camino más corto, al séptimo día del mes de Desius, es decir, el día que los latinos llaman las nonas de julio, el año primero de nuestra persecución. Este fue el martirio que tuvo lugar en Cesárea.

 

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