5 – DE JUNIO
– LUNES –
9 –
SEMANA DE T.O. – A
SAN BONIFACIO, obispo y mártir
Comienzo del libro de
Tobías1,3; 2,1b-8
Yo,
Tobit, he practicado la verdad y la justicia toda mi vida; he dado muchas
limosnas a mis parientes y compatriotas que vinieron cautivos conmigo a Nínive,
la tierra de los asirios. En nuestra santa fiesta de Pentecostés, es decir, la
fiesta de las Semanas, me prepararon un banquete, y me senté dispuesto a comer.
Me prepararon la mesa y vi suculentos manjares.
Entonces dije a mi
hijo Tobías: «Hijo, sal y si, entre nuestros hermanos deportados en Nínive,
encuentras algún pobre que se acuerde de Dios con todo corazón, tráelo para que
coma con nosotros. Hijo mío, esperaré hasta que vuelvas».
Tobías salió en busca
de algún pobre de nuestro pueblo, pero al regreso me dijo: «¡Padre!» Respondí:
«Aquí estoy, hijo mío». Él contestó: «Padre, han asesinado a uno de los
nuestros y su cuerpo yace en la plaza del mercado. Acaba de ser estrangulado».
Me levanté sin haber probado la comida, tomé el cadáver de la plaza y lo dejé
en un cobertizo para enterrarlo cuando se pusiera el sol. Entré de nuevo, me
lavé y comí con amargura, recordando las palabras del profeta Amós contra
Betel: «Vuestras fiestas se convertirán en luto y todos vuestros cantos en
lamentaciones».
No pude reprimir las
lágrimas. Cuando se puso el sol, fui a cavar una fosa y enterré el cadáver. Los
vecinos se burlaban de mí diciendo: «Este no escarmienta. Tuvo que escapar
cuando lo buscaban para matarlo por enterrar muertos y vuelve a la tarea».
Palabra de
Dios.
Salmo 111:
Dichoso quien teme al
Señor.
Dichoso
quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/
En su
casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R/
Dichoso
el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo. R/
Lectura del
santo evangelio según san Marcos (12,1-12):
En aquel
tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los
escribas y a los ancianos:
«Un hombre plantó una
viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la
arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
A su tiempo, envió un
criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo
agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron
y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o
los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando
que a su hijo lo respetarían.
Pero los labradores
se dijeron:
"Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la
herencia."
Y, agarrándolo, lo
mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
- ¿Que hará el dueño
de la viña?
Acabará con los
ladrones y arrendará la viña a otros.
- ¿No habéis
leído aquel texto: “La piedra que
desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular? Es el Señor quien lo ha
hecho, ha sido un milagro patente"?”.
Intentaron echarle
mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y,
dejándolo allí, se marcharon.
Palabra del
Señor
1. Esta parábola se
puede -y se suele- interpretar como la denuncia más fuerte
que hizo Jesús contra los dirigentes de Israel, que serían los que
se llegaron a considerar como los "dueños" del "Pueblo
elegido".
Por supuesto, leyendo el texto,
tal como ha llegado hasta nosotros, esta interpretación es la
más obvia y la que parece más lógica e inevitable. Pero, si
entendemos así la parábola, la consecuencia que de ella se sigue, es el
"antisemitismo" más radical e intolerante que se puede imaginar.
2. Sabemos que el pueblo judío ha sido hostigado, desde el año 70 del siglo primero (cuando fue invadido por el Emperador Tito, que destruyó Jerusalén con su Templo). Desde entonces, y a medida que el cristianismo fue creciendo y dominando la cultura de Occidente, los judíos se han visto incomprendidos, perseguidos, expulsados, hasta llegar a su prueba más cruel en el Holocausto del nazismo en la segunda guerra mundial, en los años 40 al 45 del siglo pasado. Así las cosas, tenemos que cuidar con extrema delicadeza para que el Evangelio no se convierta en una fuerza de odio y venganza. Jesús no pudo enseñar esto. Esto ha sido invención de seres pervertidos que han mal interpretado el Evangelio.
3. La enseñanza indiscutible de
la parábola está en que, cuando los dirigentes religiosos se
ven a sí mismos como los "dueños y señores"
del pueblo fiel, terminan convirtiéndose en tiranos, que
maltratan y destrozan la vida, lo humano, a cualquier ser humano.
Jesús tuvo el valor y la libertad de decirles en su cara, a
quienes él sabía que lo iban a matar, lo que aquellos hombres eran. No eran "hombres de Dios". Eran "criminales de lo humano".
Hay que pedir al Padre de la Misericordia que nos libere de
semejante amenaza y los daños que de ella se siguen.
SAN BONIFACIO, obispo
y mártir
Apóstol de Alemania
San Bonifacio, obispo
y mártir Memoria
Nació en Inglaterra hacia el 673; hizo su
profesión religiosa en el monasterio de Exeter. El año 719 marchó a Alemania a
predicar la fe cristiana, obteniendo notable éxito. Consagrado obispo de
Maguncia, fundó o instauró, con ayuda de varios compañeros, numerosas iglesias
en Baviera, Turingia y Franconia, congregó diversos concilios y promulgó leyes.
Fue asesinado por unos paganos durante
la evangelización de los frisones en el año 754, y su cuerpo fue sepultado en
la abadía de Fulda.
San Bonifacio nació hacia el año
680, en el territorio de Wessex (Inglaterra). Su verdadero nombre era Winfrido.
Ordenado sacerdote, en el año 716 con dos compañeros se encaminó a Turingia;
pero aún no era la hora de su apostolado. Regresó a su monasterio y en el año
718 viajó a Roma para solicitar del papa Gregorio II autorización de misionar
en el continente. El Sumo Pontífice lo escuchó complacido y, en el momento de
otorgarle la bendición, le dijo: "Soldado de Cristo, te llamarás
Bonifacio". Este nombre significa "bienhechor".
En 719 se dirigió a Frislandia. Allí
estuvo tres años; luego se marchó a Hesse, convirtiendo a gran número de
bárbaros. En Amoneburg, a orillas del río Olm, fundó el primer monasterio.
Regresó a Roma, donde el papa lo ordenó obispo.
Poco después, en el territorio de Hesse,
fundaba el convento de Fritzlar. En el año 725 volvió a dirigirse a Turingia y,
continuando su obra misionera, fundó el monasterio de Ordruf. Presidió un
concilio donde se encontraba Carlomán, hijo de Carlos Martel y tío de
Carlomagno, quien lo apoyó en su empresa. En el año 737, otra vez en Roma, el
papa lo elevó a la dignidad de arzobispo de Maguncia. Prosiguió su misión
evangelizadora y se unieron a él gran cantidad de colaboradores. También
llegaron desde Inglaterra mujeres para contribuir a la conversión del país
alemán, emparentado racialmente con el suyo. Entre éstas se destacaron santa
Tecla, santa Walburga y una prima de Bonifacio, santa Lioba. Este es el origen
de los conventos de mujeres. Prosiguió fundando monasterios y celebrando
sínodos, tanto en Alemania como en Francia, a consecuencia de lo cual ambas
quedaron íntimamente unidas a Roma.
El anciano predicador había llegado a los
ochenta años. Deseaba regresar a Frisia (la actual Holanda). Tenía noticias de
que los convertidos habían apostatado. Cincuenta y dos compañeros fueron con
él. Atravesaron muchos canales, hasta penetrar en el corazón del territorio. Al
desembarcar cerca de Dochum, miles de habitantes de Frisia fueron bautizados.
El día de pentecostés debían recibir el sacramento de la confirmación.
Bonifacio se encontraba leyendo, cuando
escuchó el rumor de gente que se acercaba. Salió de su tienda creyendo que
serían los recién convertidos, pero lo que vio fue una turba armada con
evidente determinación de matarlo. Los misioneros fueron atacados con lanzas y
espadas. "Dios salvará nuestras almas", grito Bonifacio. Uno de los
malhechores se arrojó sobre el anciano arzobispo, quien levantó maquinalmente
el libro del evangelio que llevaba en la mano, para protegerse. La espada
partió el libro y la cabeza del misionero. Era el 5 de junio del año 754.
El sepulcro de san Bonifacio se halla en
Fulda, en el monasterio que él fundó. Se lo representa con un hacha y una
encina derribada a sus pies, en recuerdo del árbol que los gentiles adoraban
como sagrado y que Bonifacio abatió en Hesse. Es el apóstol de Alemania y el
patriarca de los católicos de ese país.
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