16 – DE
JUNIO – VIERNES –
10 –
SEMANA DE T.O. – A
SDO. CORAZON DE
JESUS
SOLEMNIDAD
Lectura del libro del Deuteronomio (7,6-11):
En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que
fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Si el
Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más numerosos
que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro amor
vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó
de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón,
rey de Egipto. Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que
mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por
mil generaciones. Pero paga en su persona a quien lo aborrece, acabando con él.
No se hace esperar, paga a quien lo aborrece, en su persona. Pon por obra estos
preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy.»
Palabra de Dios
Salmo: 102,1-2.3-4.6-7.8.10
R/. La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen
sus mandatos
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su
santo nombre.
Bendice, alma mía, al
Señor,
y no olvides sus
beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus
enfermedades;
él rescata tu vida de
la fosa
y te colma de gracia y
de ternura. R/.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los
oprimidos;
enseñó sus caminos a
Moisés
y sus hazañas a los
hijos de Israel. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico
en clemencia.
No nos trata como
merecen nuestros pecados
ni nos paga según
nuestras culpas. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-16):
Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha
nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios
es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo
a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros
pecados.
Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos
unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios
permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha
dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre
envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en
Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en
él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-30):
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y
nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y
aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Palabra del Señor
1. La fiesta del Corazón de Jesús tuvo una importancia singular en la
piedad, la devoción y la espiritualidad de muchos católicos durante el s. XIX y
hasta bien entrado el XX.
Después del concilio Vaticano II ha ido quedando desplazada o, si se
prefiere, ha perdido la importancia que tuvo en décadas anteriores. Por
supuesto, esta devoción sigue alimentando la vida interior de muchas personas y de
instituciones religiosas (no pocas congregaciones de Vida Religiosa) a las que
inspira sus mejores sentimientos y fomenta su generosidad en la entrega a los
más altos ideales del espíritu.
2. - ¿Por qué ha perdido fuerza esta devoción?
Lo más probable es que eso se debe a un motivo que está indicado en el
evangelio de hoy. Las preferencias del Dios de Jesús están puestas en la
"gente sencilla". Además, Jesús llama sobre todo a los que van por la
vida "cansados y agobiados".
Se puede decir, por tanto, que el Corazón de Jesús se siente atraído por
los últimos de este mundo; y por los que peor lo pasan en esta tierra de tantas
violencias e injusticias.
Hoy lo vemos claro. Lo vemos, así como lo más lógico. Sin embargo -justo es
reconocerlo- la clásica devoción al Corazón de Jesús se centró, sobre todo, no
en los "más sencillos", sino en los "más devotos". Fue una
devoción con un marcado acento intimista, espiritual y hasta espiritualista. Y
por eso mismo le faltó la preocupación social y hasta política (no partidista),
sin la cual no es fácil afirmar que uno ha tomado en serio el sufrimiento de
los pobres, el dolor de los sencillos y la humillación en que viven los más
desgraciados.
3. La piedad, la devoción, los sentimientos espirituales hacia Jesús,
simbolizados en su corazón, son no solo excelentes, sino necesarios. Pero con
tal que no nos quedemos en esa espiritualidad intimista. Porque eso solo sirve
para gratificar las conciencias y tranquilizar las almas. Lo cual puede
resultar un engaño.
Jesús pasaba las noches en oración, pero los días enteros se los pasaba de
pueblo en pueblo, de aldea en aldea, conviviendo con los más desamparados de
este mundo, aliviando penas, curando enfermos y conviviendo con los pecadores y
gentes marginales.
Así nos dejó claro por dónde andan las preferencias de su corazón.
SDO. CORAZON DE JESUS
Explicación de la
fiesta
La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de
nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por
tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida.
Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.
La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la
finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos
especialmente en estos 30 días.
Esto significa que debemos vivir este mes demostrándole a Jesús con nuestras
obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos
ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la
Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.
Todos los días podemos acercarnos a
Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está
esperando y amando.
Debemos vivir recordándolo y pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús
en esta situación?, ¿qué le dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer
(ante un problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con
nuestras amistades, etc.).
Debemos, por tanto, pensar si las obras
o acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.
Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos
ayuda a recordar su gran amor y a imitarlo en este mes de junio y durante todo
el año.
Origen de la
devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Santa Margarita María de Alacoque era una religiosa de la Orden de la
Visitación. Tenía un gran amor por Jesús. Y Jesús tuvo un amor especial por
ella.
Se le apareció en varias ocasiones para decirle lo mucho que la amaba a ella
y a todos los hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón que los hombres se
alejaran de Él por el pecado.
Durante estas visitas a su alma, Jesús le pidió que nos enseñara a quererlo
más, a tenerle devoción, a rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento
para que su Corazón no sufra más con nuestros pecados.
El pecado nos aleja de Jesús y esto lo entristece porque Él quiere que todos
lleguemos al Cielo con Él. Nosotros podemos demostrar nuestro amor al Sagrado
Corazón de Jesús con nuestras obras: en esto precisamente consiste la devoción
al Sagrado Corazón de Jesús.
Las promesas del
Sagrado Corazón de Jesús:
Jesús le prometió a Santa Margarita de Alacoque, que si una persona comulga
los primeros viernes de mes, durante nueve meses seguidos, le concederá lo
siguiente:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado (casado(a),
soltero(a), viudo(a) o consagrado(a) a Dios).
2. Pondré paz en sus familias.
3. Los consolaré en todas las aflicciones.
4. Seré su refugio durante la vida y, sobre
todo, a la hora de la muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores hallarán misericordia.
7. Los tibios se harán fervorosos.
8. Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran perfección.
9. Bendeciré los lugares donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y
venerada.
10. Les daré la gracia de mover los corazones más endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi
Corazón y jamás será borrado de Él.
12. La gracia de la penitencia final: es decir, no morirán en desgracia y
sin haber recibido los Sacramentos.
Oración de Consagración al
Sagrado Corazón de Jesús
Podemos conseguir una estampa o una figura en donde se vea el Sagrado
Corazón de Jesús y, ante ella, llevar a cabo la consagración familiar a su
Sagrado Corazón, de la siguiente manera:
Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies,
renovamos
alegremente la Consagración
de nuestra
familia a tu Divino Corazón.
Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe
protector de nuestro hogar,
el Rey y
Centro de nuestros corazones.
Bendice a nuestra familia, nuestra casa,
a nuestros
vecinos, parientes y amigos.
Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes, y participa de nuestras
alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de
nuestras diversiones.
Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día y sepamos
ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.
Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes
en nuestro hogar y en nuestras comunidades.
Queremos ser
instrumentos de paz y de vida.
Que nuestro amor a tu Corazón compense,
de alguna manera,
la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no
te conocen, te desprecian o rechazan.
Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti. Confianza profunda,
ilimitada.
Por: Teresa Vallés –
Fuente: Catholic.net
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