10 – DE
JUNIO – SÁBADO –
9 –
SEMANA DE T.O. – A
San Asterio
de Petra
Lectura
del libro de Tobías (12,1.5-15.20):
Así es que lo llamó y le dijo: «Como
paga, toma la mitad de todo lo que has traído, y vete en paz.»
Entonces Rafael
llamó aparte a los dos y les dijo:
«Bendecid a Dios
y proclamad ante todos los vivientes los beneficios que os ha hecho, para que
todos canten himnos en su honor. Manifestad a todos las obras del Señor como él
se merece, y no seáis negligentes en darle gracias.
Si el secreto
del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas y proclamarlas
como se merecen.
Obrad bien, y no
os vendrá ninguna desgracia. Más vale la oración sincera y la limosna generosa
que la riqueza adquirida injustamente. Más vale hacer limosnas que atesorar
dinero. La limosna libra de la muerte y espía el pecado. Los que hacen limosna
se saciarán de vida. Los pecadores y los malhechores son enemigos de sí mismos.
Os descubriré
toda la verdad sin ocultaros nada. Ya os dije que si el secreto del rey hay que
guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas como se
merecen.
Pues bien, cuando Sara y tú estabais rezando, yo presentaba al Señor de
la gloria el memorial de tu oración. Lo mismo cuando enterrabas a los muertos.
Y cuando te levantaste de la mesa sin dudar y dejaste la comida por ir a
enterrar a aquel muerto, Dios me envió para probarte; pero me ha enviado de
nuevo para curarte a ti y a tu nuera Sara.
Yo soy Rafael,
uno de los siete ángeles que están al servicio de Dios y tienen acceso ante el
Señor de la gloria. Así, pues, bendecid al Señor en la tierra, dad gracias a
Dios. Yo subo ahora al que me envió. Vosotros escribid todo lo que os ha
ocurrido.»
Palabra de Dios
Salmo: Tb 13,2.6.7.8
R/. Bendito sea
Dios, que vive eternamente
Él azota y se compadece,
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano. R/.
Veréis lo que hará con vosotros,
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los
siglos. R/.
Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y su poder a un
pueblo pecador. R/.
Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizá os mostrará benevolencia
y tendrá compasión. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Marcos (12,38-44):
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que
les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las
sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las
viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más
rigurosa.»
Estando Jesús
sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando
dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos
reales.
Llamando a sus
discípulos, les dijo:
«Os aseguro que
esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los
demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado
todo lo que tenía para vivir.»
Palabra del
Señor
1.
Jesús nos dice, en este evangelio, que no debemos tener miedo a criticar en
público a dirigentes religiosos cuyo comportamiento no es ejemplar
precisamente, sino todo lo contrario.
Aquí, la
crítica es muy concreta y muy fuerte. Es concreta porque se dirige expresamente
a los "letrados", es decir, los maestros de la ley. Eran los teólogos
de entonces. Pero teólogos "oficiales", valga la expresión. Porque
actuaban con autoridad a la que se sometían los ciudadanos creyentes. Y es una
crítica fuerte porque Jesús los presenta como un grupo ante el que hay que tomar
precauciones y alejarse de ellos.
2. ¿En qué
estaba el peligro de los letrados?
¿Por qué
aquellos hombres eran tan peligrosos?
Es curioso
que, siendo hombres profesionales de la enseñanza magisterial, lo que Jesús
censura en ellos no es su enseñanza (lo que enseñan), sino su forma de vida:
cómo visten, la vanidad de los notables que se complacen en ser saludados con
reverencias por las calles, la búsqueda de los primeros puestos. Y, sobre todo,
lo que más duramente censura Jesús es la utilización de los rezos y de las
prácticas religiosas para devorar los bienes de las viudas. O sea, lo que Jesús
no soporta, de ninguna manera, es la ambición de poder y la codicia de dinero.
Ahí y en eso es donde Jesús ve el máximo peligro.
Es, a juicio
de Jesús, algo tan grave, que en eso es en lo que se nos presenta el máximo
peligro, según el criterio de Jesús.
3. Y es
que los criterios de Jesús, sobre el valor del dinero, nos resultan a nosotros
sencillamente desconcertantes. Para Jesús, en efecto, el valor del dinero no
está en la cantidad que se percibe, sino en la generosidad con que se da.
Eso es lo que
Jesús elogia en la pobre viuda que echa una pequeña moneda en el cepillo del
Templo. Cosa que contrasta con las importantes cantidades que daban los ricos.
Por eso, en la sociedad, se aprecia más a los ricos y potentados que a los
necesitados que se ayudan mutuamente en lo poco que tienen.
4. Sin
duda alguna, andamos muy lejos de la mentalidad de Jesús y de su Evangelio en
cuanto se refiere al poder y al dinero.
Con criterios
evangélicos, estos temas se tienen que entender y vivir como los vivía Jesús,
no como los viven y enseñan en los centros de estudios políticos o económicos.
El Evangelio
ve la vida de otra manera. No en función del interés, sino del sufrimiento de
quienes peor lo pasan en la vida.
San Asterio
de Petra
San Asterio,
obispo de Petra, en Arabia, s. IV. Intervino en las contiendas religiosas de su
tiempo. Estuvo al principio afiliado al partido de los arrianos, pero en el
Concilio de Sárdica (347) se puso de parte de la ortodoxia, y contribuyó a
desenmascarar las intrigas de sus antiguos correligionarios.
Constancio le desterró a los arenales de
Libia, de donde salió al advenimiento de Juliano el apóstata. En 362 aparece en
el Concilio de Alejandría al lado de [San Atanasio], que hace su elogio en
varios de sus escritos. Murió algún tiempo después.
VIDA DE SAN ASTERIO DE
PETRA
Este hombre cristiano, con un pasado
arriano, sería nombrado con el tiempo como obispo de Petra, en Arabia, y debido
a sus declaraciones en contra de la herejía que representaba el arrianismo en
aquella época, San Asterio obtendría el odio de los herejes, sobre todo al
momento de terminar de hacer pública su opinión durante el concilio de Sárdica
en el 347.
Debido a estas declaraciones, San Asterio
termina por ser exiliado a Libia por orden del emperador Constancio II, y sería
llamado en el año 362 por el edicto de Juliano, quien se encargaría en aquel
momento de volver a reinstalar a todos los obispos que habían llegado a ser
desterrados.
Para el año 362, San Asterio formaría
parte del Concilio de Alejandría, el cual llegó a ser convocado por diversas
razones, principalmente para lograr sanar el cisma meleciano que la Iglesia de
Antioquía sufría en aquel momento, y también para lograr apoyar a San Atanasio,
hombre también de convicciones y costumbres cristianas, que se encargaría de
elogiar muchos de los escritos de San Asterio.
San Asterio fue un hombre devoto a sus
convicciones, dotado de una gran sabiduría, bondad, nobleza y extrema humildad.
Llegó a ser uno de los más importantes portadores de la carta que dirigía el
concilio al empecinado San Lucifer de Cagliari y al resto de los obispos
antioquenos de aquel momento.
Aun así, sus medidas pacificadoras no
serían del todo suficientes, debido a la precipitación por parte de Lucifer en
consagrar a San Paulino como el sucesor de San Melecio de Antioquía. Si bien no
se tiene muchos datos sobre la vida santa de este cristiano, se sabe que muere
un 10 de junio del año 365, fecha en la que hoy lo celebramos como Santo de la
Iglesia Católica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario