domingo, 18 de febrero de 2024

Párate un momento: El Evangelio del 20 DE FEBRERO – MARTES – 1ª – SEMANA DE CUARESMA - B SAN ELEUTERIO

 



20 DE FEBRERO – MARTES –

1ª – SEMANA DE CUARESMA - B

SAN  ELEUTERIO

 

        Lectura del libro de Isaías (55,10-11):

 

ESTO dice el Señor:

«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 33,4-5.6-7.16-17.18-19

R/. Dios libra de sus angustias a los justos

 

 Proclamad conmigo la grandeza del Señor,

ensalcemos juntos su nombre.

Yo consulté al Señor, y me respondió,

me libró de todas mis ansias. R/.

 

 Contempladlo, y quedaréis radiantes,

vuestro rostro no se avergonzará.

El afligido invocó al Señor,

él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

 

    Los ojos del Señor miran a los justos,

sus oídos escuchan sus gritos;

pero el Señor se enfrenta con los malhechores,

para borrar de la tierra su memoria. R/.

 

 Cuando uno grita, el Señor lo escucha

y lo libra de sus angustias;

el Señor está cerca de los atribulados,

salva a los abatidos. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,7-15):

 

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:

“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».

 

Palabra del Señor

 

1.  Orar es expresar un deseo. Y el deseo es la experiencia lógica de una carencia.

Cuando deseamos algo, sin duda alguna, lo que nos ocurre es que tenemos un vacío o sufrimos una carencia, que apetecemos satisfacer. De ahí, la importancia capital del "deseo" en nuestras vidas. Si lo que apetecemos pertenece a otro, el deseo de apropiarse lo ajeno es un asunto tan grave, que eso precisamente es lo que constituye el último de los mandamientos del Decálogo (Ex 20, 17) (cl. René Girard).

Por otra parte, cuando deseamos algo, que necesitamos y que es bueno, aunque no nos pongamos a rezar, el deseo íntimo es nuestra oración. Ese deseo, por sí solo, es ya nuestra oración. No hace falta más.

 

2.  El Padrenuestro es "un resumen de toda la enseñanza sobre la fe y las costumbres" (U. Luz). Es un breviarium totius Evangelii, la forma breve de expresar el Evangelio entero (Tertuliano).

De este "Breviario" de todo el Evangelio, se han hecho dos interpretaciones:

 

 1) Una, "dogmática": el resumen condensado de todo lo que Jesús nos enseñó en el Evangelio.

 

2) La interpretación "ética": la síntesis de lo que tenemos que hacer, una "guía para nuestra espiritualidad". Que nos viene a decir: Dios es siempre bueno. Sed vosotros también siempre buenos. Y buenos con todos, con los que te hacen el bien y con los que te hacen el mal. Esta es la síntesis de nuestra religiosidad. No hay más. Ni menos tampoco.

 

     3.  Esta oración es de una profundidad asombrosa: 

1) Se siente a Dios como Padre. Y nada más que como Padre.

 

2) Lo que más importa es que se haga lo que Dios quiere, no lo que nos interesa a los mortales.

 

3) Lo que apetecemos es que sea Dios el que mande, el que se imponga. Nada más que eso.

 

4)  Que no nos falte el pan, lo elemental para vivir. Y el compromiso de perdonar siempre, lo mismo exactamente, que queremos ser perdonados.

Tener siempre la tolerancia y el respeto con que queremos ser tratados.  ESTA ES NUESTRA RELIGIÓN.

 

SAN  ELEUTERIO

 




Nació en Nicopoli en Epiro. Mártir. Elegido en el 175, murió en el 189. Mandó a Fugacio y Damián a convertir a los bretones. Suprimió algunas costumbres hebraicas sobre la pureza e impureza de las viandas de las cuales los cristianos daban gran importancia.

Martirologio Romano: En Roma, san Eleuterio, papa, al que los famosos mártires de Lyon, apresados entonces, escribieron una célebre carta para que mantuviera la paz en la Iglesia (189).

Etimológicamente: Eleuterio = Aquel que se comporta con generosidad y libertad, es de origen griego.

San Eleuterio, natural de Nicópolis, ciudad de Grecia, diácono y discípulo del Santo Pontífice Aniceto, sucedió a San Sotero en el pontificado el año 175.Tuvo en su tiempo alguna paz y tranquilidad la Iglesia, y con esta quietud se iba multiplicando maravillosamente, y en Roma muchos caballeros y señores, cansados ya de la superstición de sus vanos dioses y de la crueldad y abominaciones de sus emperadores, por la doctrina y predicación del Santo Pontífice Eleuterio, recibían la luz del Evangelio y se convertían al Señor.

Y no menos en las otras provincias y reinos descubría sus claros rayos y resplandores nuestra Santa Religión; particularmente se vio esto en Britannia, que ahora llamamos Inglaterra, porque Lucio su rey, habiendo entendido la santa vida y milagros de los cristianos, y, que poco antes Marco Aurelio emperador había alcanzado por oración de ellos una gran victoria contra los marcomanos, y que por esto permitían que viviesen en su ley y que algunos caballeros y senadores romanos se habían bautizado y seguido al estandarte de Cristo, movido del mismo Señor, envió solemne embajada con Elvano y Meduino, criados suyos, a San Eleuterio, suplicándole que le enviase algunos ministros suyos, para que a él y a toda su casa y reino hiciese cristianos y los reconociese como a ovejas suyas y del rebaño del Señor.

No se puede creer la alegría que el Santo Pontífice Eleuterio recibió con esta embajada; y para cumplimiento de lo que por ella se pedía, envió a Fugacio y Donacio, que otros llaman Damiano, varones dignos de tan grande empresa, a Britannia, para que enseñasen los misterios de nuestra San Fe a Lucio y a su reino, y con el agua del santo bautismo los reengendrasen en Cristo. Ellos fueron, y lo hicieron, y todo conforme al deseo y orden de Eleuterio; y el rey se bautizó y fue Santo, y como de tal hizo mención de él el Martirologio romano al 3 de diciembre, y su reino públicamente aceptó la fe de Jesús, y fue el primero del mundo que por público decreto y común parecer de los moradores de él recibió y profesó la religión cristiana; puesto caso que en España y Francia, y en los otros reinos y provincias, ya había en este tiempo muchos cristianos. Esta conversión de Lucio fue en el año de 183, según el cardenal Baronio.

       Con la paz que tuvo la Iglesia en este tiempo, se levantaron algunos herejes que la turbaron, como los Valentinianos, Marcionistas, Severianos, y otros más; a los cuales el Pontífice Eleuterio resistió valerosamente, y fue ayudado de San Ireneo, discípulo de San Policarpo, y de Papías, que habían enviado de la Iglesia de Lyon de Francia, y en el tiempo que estuvo en ella escribió contra los herejes, y les hizo la guerra como varón doctísimo, confutando los disparates que ellos enseñaban, con la doctrina y tradiciones apostólica que él había aprendido; y después volvió a Lyon, de donde fue obispo y mártir gloriosísimo.

porque algunos herejes enseñaban que Dios había creado muchas cosas malas, y que no se había de comer algunos manjares, por ser tales, Eleuterio mandó que nadie desechara por superstición género alguno de manjar de las creaturas que Dios hizo para servicio del hombre; no porque no sea lícito y loable de abstenerse de manjares regalados y gustosos para mortificar y refrenar la carne y sus apetitos, o porque no se deba obedecer a la Iglesia cuando nos manda abstenernos de ellos en los días de ayuno, que esto es necesario, sino porque no se han de desechar, por pensar que son malos de su naturaleza.

Ordenó asimismo que ningún sacerdote fuera depuesto, sin que primero fuese legítimamente convencido de algún grave delito, y que ningún ausente fuese condenado antes de ser oído; pues Cristo no condenó, ni dejó de comulgar a Judas, con saber quién era, porque aún no era notorio su pecado. Dió tres veces órdenes en el mes de diciembre, y en ellas ordenó 12 presbíteros, 8 diáconos y 15 obispos; y después de haber gobernado santamente la Iglesia romana, fue martirizado, dando su vida por Cristo, siendo Cómodo emperador, aunque los Martirológios romanos antiguos no declaran con que género de muerte fue coronado. Su cuerpo fue sepultado en el Vaticano.

 

 

 

 

 

 

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