6 DE FEBRERO
– MARTES –
5 – SEMANA T O - B –
SAN PABLO MIKI Y
COMPAÑEROS MÁRTIRES
Lectura del
primer libro de los Reyes (8,22-23.27-30):
En aquellos días, Salomón, en pie ante el altar del Señor, en presencia de
toda la asamblea de Israel, extendió las manos al cielo y dijo:
«¡Señor, Dios
de Israel! Ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios como tú,
fiel a la alianza con tus vasallos, si caminan de todo corazón en tu presencia.
Aunque, ¿es
posible que Dios habite en la tierra? Si no cabes en el cielo y lo más alto del
cielo, ¡cuánto menos en este templo que he construido! Vuelve tu rostro a la
oración y súplica de tu siervo Señor, Dios mío, escucha el clamor y la oración
que te dirige hoy tu siervo.
Día y noche
estén tus ojos abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que
residiera tu nombre.
¡Escucha la
oración que tu siervo te dirige en este sitio! Escucha la súplica de tu siervo
y de tu pueblo, Israel, cuando recen en este sitio; escucha tú, desde tu morada
del cielo, y perdona.»
Palabra de Dios
Salmo:
83,3.4.5.10.11
R/. ¡Qué
deseables son tus moradas, Señor del universo!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R/.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido donde colocar sus
polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R/.
Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Fíjate, oh, Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido. R/.
Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Marcos (7,1-13):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas
de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es
decir, sin lavarse las manos (los fariseos, como los demás judíos, no comen sin
lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus
mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a
otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.)
Según eso,
los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús:
«¿Por qué
comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los
mayores?»
Él les
contestó:
«Bien
profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo
me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan
está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis
a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»
Y añadió:
«Anuláis el
mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición.
Moisés dijo:
"Honra a
tu padre y a tu madre" y "el que maldiga a su padre o a su madre
tiene pena de muerte"; en cambio, vosotros decís: Si uno le dice a su
padre o a su madre: "Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al
templo", ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre,
invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os trasmitís; y como éstas
hacéis muchas.»
Palabra del Señor
1.- Seguramente,
este es el pasaje de los evangelios donde se ve con más claridad la diferencia
tan profunda que existe entre la religión de Jesús y la religión de los
fariseos. Porque el problema de la "pureza ritual" es central en la
mayoría de las religiones. Y es central por el tema de la pureza y por el tema
de los ritos. Dos asuntos en los que los predicadores religiosos suelen
insistir machaconamente.
Insisten
hasta tal punto que, como es bien sabido, lo mismo a la pureza que a la
observancia de los rituales, se les conceda (en los ambientes religiosos) más
importancia que a los comportamientos éticos que afectan a las relaciones
interpersonales.
Los
estudiosos del "puritanismo griego" suelen decir que, a partir de
Pitágoras, "la pureza, más que la justicia, es el medio cardinal de la
salvación" (E. R. Dodds).
Los que le
dan más importancia la "pureza" que a la "justicia", sin
duda alguna, es que son más "griegos" que cristianos".
2.- Jesús vio
que esta forma de entender y practicar la religión es un engaño, para el que la
defiende y, sobre todo, para quien la pone en práctica. Porque tranquiliza su
conciencia con unas observancias que no pasan de ser actos de magia.
No olvidemos
que las prácticas rituales son siempre "mediaciones" para encontrar a
Dios. Pero, según las enseñanzas de Jesús, Dios no se ha encarnado" en los
"rituales", sino en las "personas". De ahí que, por medio
de la mejor relación posible con las personas, es como encontramos a Dios. Eso
es lo que se nos va a decir en el juicio final (Mt 25,
31-46).
3.- Lo que
ocurre es que practicar ritos de purificación (mediante lavatorios es más fácil
y cómodo que llevarse bien con los demás, con todos, sean quienes sean. Esto es
lo que explica el gran fraude que cometían los letrados cuando le decían a la
gente que dejaran su dinero para el templo y con eso estaban dispensados de
cuidar de sus padres ancianos o enfermos. Por eso les dice Jesús que el culto
que practican no sirve para nada.
En la Curia
Vaticana hay una Sagrada Congregación del Culto Divino" o Congregación de
Ritos. Pero no hay allí una Congregación dedicada a velar por el comportamiento
evangélico de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. Siendo esto último lo
más importante que tiene que cuidar la Iglesia. En todo esto, el ejemplo del
papa Francisco es una fuente de esperanza para los cristianos y para el mundo.
SAN PABLO MIKI Y
COMPAÑEROS MÁRTIRES
Mártires de Japón
Pablo nació en Japón
entre los años 1564 y 1566. Ingresó en la Compañía de Jesús y predicó con mucho
fruto el evangelio entre sus conciudadanos.
Al arreciar la
persecución contra los católicos, fue encarcelado junto con otros veinticinco,
entre ellos san Pedro Bautista, franciscano español, con cinco hermanos de
hábito.
Después de soportar
graves ultrajes, fueron crucificados en Nagasaki el 5 de febrero de 1597.
Martirologio Romano: En
Nagasaki, en Japón, pasión de los santos Pablo Miki junto con veinticinco
compañeros, Declarada una persecución contra los cristianos, ocho presbíteros o
religiosos de la Compañía de Jesús o de la Orden de los Hermanos Menores, procedentes
de Europa o nacidos en Japón, junto con diecisiete laicos, fueron apresados,
duramente maltratados y, finalmente, condenados a muerte. Todos, incluso los
adolescentes, por ser cristianos fueron clavados en cruces, manifestando su
alegría por haber merecido morir como murió Cristo (1597).
El primero que llevó el
anuncio de la fe cristiana a Japón fue San Francisco Javier, quien trabajó allí
en de 1549 a 1551. En pocos años los cristianos llegaron a ser unos 300.000.
Humanamente hablando, es doble el “secreto” que hizo posible esta expansión: el
respeto que los misioneros jesuitas tuvieron por los modos de vida y las
creencias japonesas no directamente opuestas a la enseñanza cristiana, y el
empeño de insertar elementos locales en la predicación y en la administración.
Fue catequista jesuita un
joven llamado Pablo Miki, nacido entre los años 1564 y 1566, de una rica
familia de Kyoto. Quería ser sacerdote, pero su ordenación fue postergada “sine
die”, porque la única diócesis todavía no tenía obispo. Además, en 1587 el emperador
Toyotomi Hideyoshi, que se propuso la conquista de Corea, cambió su actitud
benévola para con los cristianos y publicó un decreto de expulsión de los
misioneros extranjeros.
La orden se cumplió en
parte: algunos misioneros permanecieron en el país de incógnito, y en 1593
algunos franciscanos españoles, dirigidos por Pedro Bautista, llegaron a Japón
procedentes de Filipinas y fueron bien recibidos por Hideyoshi. Pero poco después
vino la ruptura definitiva, incluso por motives políticos anti-españoles y
anti-occidentales. El 9 de diciembre fueron arrestados seis franciscanos (Pedro
Bautista, Martín de la Asunción, Francisco Blanco, Felipe Las Casas, Francisco
de San Miguel y Gonzalo García), tres jesuitas (Pablo Miki, Juan Soan de Gotó y
Santiago Kisai) y quince laicos terciarios franciscanos, a los que se les
añadieron después otros dos, que eran catequistas.
Después de haberles cortado
el lóbulo izquierdo, los 26 fueron llevados de Meaco a Nagasaki, para
exponerlos a la burla de las muchedumbres, que más bien admiraron la heroica
valentía que manifestaron sobre todo en el momento de la muerte, cuando fueron
crucificados en una colina de Nagasaki el 5 de febrero de 1597. Despertaron
gran conmoción las palabras de perdón y de testimonio evangélico pronunciadas
por Pablo Miki desde la cruz, y la serenidad y valentía que demostraron Luis
Ibaraki (de 11 años), Antonio (de trece) y Tomás Cosaki (de catorce), que
murieron cantando el salmo: “Laudate, pueri, Dominum...”
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