viernes, 9 de febrero de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 11 DE FEBRERO – DOMINGO – 6 – SEMANA T O - B – Bienaventurada Virgen María de Lourdes

 


11 DE FEBRERO – DOMINGO –

6 – SEMANA T O - B

Bienaventurada Virgen María de Lourdes

Jornada Mundial del Enfermo 11 de febrero: «Dar esperanza en la tristeza» 

 

Lectura del libro del Levítico (13,1-2.44-46):

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

«Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo 31,1-2.5.11

 

R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación

Dichoso el que está absuelto de su culpa,

a quien le han sepultado su pecado;

dichoso el hombre a quien el Señor

no le apunta el delito. R/.

Había pecado, lo reconocí,

no te encubrí mi delito;

propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»

y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;

aclamadlo, los de corazón sincero. R/.

 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,31–11,1):

Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

 

Palabra de Dios

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

«Si quieres, puedes limpiarme.»

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:

«Quiero: queda limpio.»

La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.

Él lo despidió, encargándole severamente:

«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»

Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

 

Palabra del Señor

 

Poder y compasión.

 




Tras la curación de la suegra de Pedro y de otros muchos enfermos, Marcos cuenta el primer gran milagro de Jesús: la curación de un leproso. El texto sólo se comprende a fondo teniendo en cuenta los casos parecidos, y muy distintos, de Moisés y Eliseo.

La lepra en el antiguo Israel: diagnóstico y exclusión

«La lepra, en el sentido moderno, no fue definida hasta el año 1872 por el médico noruego A. Hansen. En tiempos antiguos se aplicaba la palabra "lepra" a otras enfermedades, por ejemplo, a enferme­dades psicógenas de la piel» (J. Jeremias, Teología del AT, 115, nota 36).

En Levítico 13 se tratan las diversas enfermedades de la piel: inflama­ciones, erupciones, manchas, afección cutánea, úlcera, quemadu­ras, afecciones en la cabeza o la barba (sarna), leucodermia, alopecia. Se examinan los diversos casos, y el sacerdote decidirá si la persona es pura o impura (caso curable o incurable). De ese capítulo está tomado el breve fragmento de la primera lectura de este domingo:

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

̶ Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca una llaga como de lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón, o ante uno de sus hijos sacerdotes. Se trata de un leproso: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El enfermo de lepra andará con la ropa rasgada y la cabellera desgreñada, con la barba tapada y gritando:

"¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá siendo impuro. Es Impuro y vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»

                 Dos casos de lepra: impotencia de Moisés, poder sin compasión de Eliseo

 

          El milagro de curar a un leproso sólo se cuenta en el AT de Moisés (Números 12,10ss) y de Eliseo (2 Reyes 5). Es interesante recordar estos relatos para compararlos con el de Marcos.

            Impotencia de Moisés

      María y Aarón murmuran de Moisés, no se sabe exactamente por qué motivo. En cualquier hipótesis, Dios castiga a María (no a Aarón, cosa que indigna a las feministas, con razón). «Al apartarse la nube de la tienda, María tenía toda la piel descolorida como nieve». Aarón se da cuenta e intercede por ella ante Moisés. Pero Moisés no puede curarla. Sólo puede pedirle a Dios: «Por favor, cúrala». El Señor accede, con la condición de que permanezca siete días fuera del campamento (Números 12).

            El poder sin compasión de Eliseo

      El caso de Eliseo es más entretenido y dramático (2 Reyes 5). Naamán, un alto dignatario sirio, contrae la lepra, y una esclava israelita le aconseja que vaya a visitar al profeta Eliseo. Naamán realiza el viaje, esperando que Eliseo salga a su encuentro, toque la parte enferma y lo cure. Pero Eliseo no se molesta en salir a saludarlo. Le envía un criado con la orden de lavarse siete veces en el Jordán. Naamán se indigna, pero sus criados lo convencen: obedece al profeta y se cura. A diferencia de Moisés, Eliseo puede curar, aunque sea con una receta mágica, pero no muestra la menor compasión por el enfermo.

               Jesús: poder y compasión (Mc 1,40-45)

 En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: 

̶ Si quieres, puedes limpiarme.

Compadecido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: 

̶ Quiero: queda limpio.

La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.  Él lo despidió, encargándole severamente: 

̶ No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio.

Pero, cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

           El relato de Marcos consta de seis elementos: petición del leproso; reacción de Jesús; resultado; advertencia; reacción del curado; consecuencias.

Petición del leproso.

 Tres detalles son importantes en la actitud del leproso:

      1) no se atiene a la ley que le prohíbe acercarse a otras personas;

      2) se arrodilla ante Jesús, en señal de profundo respeto;

      3) confía plenamente en su poder; todo depende de que le parezca bien, no de que pueda.

Reacción de Jesús y resultado.

Podía haber respondido a la petición del leproso con las simples palabras: «Quiero, queda limpio». Con ello, a diferencia de Moisés y de Eliseo, habría demostrado su poder: no necesita pedir la inter­vención de Dios, ni recurrir a remedios casi mágicos. Sin embargo, antes de demostrar su poder muestra su compasión. Marcos habla de lo que siente («compadecido») y de lo que hace («extendió la mano y lo tocó»). Es lo que esperaba el sirio Naamán que hiciera Eliseo: tocar su parte enferma. Quien tocaba a un leproso quedaba impuro; pero a Jesús no le preocupa este tipo de impureza.

Advertencia

Aparentemente, Jesús da dos órdenes al recién curado:

        1) que no se lo diga a nadie;

        2) que se presente al sacerdote.

 La primera (no decirlo a nadie) resulta extraña, porque Jesús no pretende pasar desapercibido. Es probable que las dos órdenes estén relacionadas entre sí, formando una sola: «no te entre­tengas en decírselo a nadie, sino ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés». ¿Qué había ordenado Moisés? Según el Levítico, el curado debe ofrecer: dos aves puras (se suponen tórtolas o pichones), dos corderos sin defecto, una cordera añal sin defecto, doce litros de flor de harina amasada con aceite y un cuarto de litro de aceite. Con todo ello el sacerdote realiza un complejo ritual que dura ocho días. Además, el curado deberá afeitarse completamente el primer día y raparse de nuevo el octavo.

Las palabras finales de Jesús parecen tener un tinte polémico: «para que les conste». Se pasa del singular (el sacerdote) al plural (les conste), como si Jesús pensase en todos sus adversa­rios que no lo aceptan.

Reacción del curado.

   No obedece a ninguna de las dos órdenes de Jesús. Ni se calla ni acude al sacerdote. Según la traducción litúrgica, «empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho». El texto griego resulta más ambiguo. Se podría traducir también: «Empezó a predicar mucho y a divulgar la palabra». Como si el leproso curado, en vez de atenerse a lo mandado por Moisés prefiriese convertirse en un misionero cristiano. Aunque esta propuesta resulte sugerente, no encaja bien con lo que sigue.

Consecuencias.

Jesús no puede entrar abiertamente en ningún pueblo. Debe permanecer en descampado, y aun así acuden a él. ¿Por qué esta reacción suya? Sabiendo lo que cuenta Marcos más tarde, la respuesta sería: para no verse agobiado por la multitud de gente que acude a él.

             Una lectura simbólica: el leproso es cada uno de nosotros

 Los relatos evangélicos tienen siempre una gran carga simbólica. Quieren que nos identifiquemos con la situación que narran. En este caso, con el leproso. Todos llevamos dentro algo, mucho o poco, de lo que nos sentimos culpables. Podemos negarlo, escondiendo la cabeza bajo tierra, como el avestruz. O podemos reconocerlo, y acudir humildemente a Jesús, con la certeza de que «si quieres, puedes limpiarme». Él tiene el poder y la compasión necesarios para cambiar nuestra vida.

Jornada Mundial del Enfermo 11 de febrero de 2024

Este año coincide este año con el domingo de la VI semana del tiempo ordinario, la Jornada Mundial del Enfermo con el lema: «Dar esperanza en la tristeza» 

El papa Francisco recuerda que «los cristianos estamos especialmente llamados a hacer nuestra la mirada compasiva de Jesús». Por eso, invita a cuidar «a quienes sufren y están solos, e incluso marginados y descartados. Con el amor recíproco que Cristo Señor nos da en la oración, sobre todo en la Eucaristía, sanemos las heridas de la soledad y del aislamiento. Cooperemos así a contrarrestar la cultura del individualismo, de la indiferencia, del descarte, y hagamos crecer la cultura de la ternura y de la compasión”. «Los enfermos, los frágiles, los pobres -señala el papa Francisco- están en el corazón de la Iglesia y deben estar también en el centro de nuestra atención humana y solicitud pastoral”.

 

Bienaventurada Virgen María de Lourdes




Memoria de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Cuatro años después de la proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de Massabielle, de la población de Lourdes, y desde entonces aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.

 

Vida de Bienaventurada Virgen María de Lourdes

Sucedió en las cercanías de los Pirineos franceses. Fue un hecho impensado y nada previsto que acabó revolucionando las conciencias y pasó con elegancia por encima de las mentes un tanto cegatas para lo sobrenatural por la corriente racionalista y anticlerical de aquellos franceses. El mismo día en que se celebraba en la liturgia de la iglesia la fiesta de la Anunciación se reveló con la sencillez de las cosas grandes que aquella aparición repetida tantas veces era nada menos que la misma Virgen María. Sí, la visita era grandiosa por la dignidad y asombrosa por lo inusitado. La muchacha que se afirmaba como vidente ni siquiera sabía pronunciar bien el término "concepción" las primeras veces y el dogma como tal hacía muy poco tiempo que se había proclamado en Roma por el Papa. Pero Bernardita o Bernardette, que así se llamaba, refirió que la aparición había dicho: "Yo soy la Inmaculada Concepción". La primera aparición fue el 11 de febrero de 1858. Luego se fueron repitiendo hasta dieciocho veces y no sin dificultades, burlas, expresiones altivas y otras cosas. Pues buenos eran aquellos listillos escépticos, algunos bastante engreídos por los conocimientos de las ciencias humanas. Hubo de superar aquella pobre analfabeta y con poca salud, hija de una familia pobre arruinada y miserable en aquellos días todas las trabas imaginables, incluidas las que puso la misma autoridad eclesiástica. Pero lo que es documentación, hay toda y seria; examinada desde todos los ángulos que puede contemplarse y someterse a crítica un documento que pertenece a la Historia; declaraciones, procesos, dictámenes técnicos, pruebas, cartas y réplicas. Las pruebas de los hechos están exhaustivamente estudiadas: unas yerbas comidas, la tierra arañada, fuente que brota y gente curada; aluviones imparables de gente con ganas de rezar y que tiene ansias de curación; junto a algún iluminado y escéptico excéntrico, multitudes agradecidas y enfervorizadas. Pidió la Señora que se le edificara una iglesia por lo pequeño, capilla y se hiciera procesión. Los actos multitudinarios fueron varias veces prohibidos y el recinto de la cueva cerrado; hasta que llegó la esposa del almirante Bruat, institutriz de los hijos del emperador, coincidente en el día con la que hizo el mismo polemista Luis Veuillot, y se pudo informar de modo adecuado a Napoleón III que mandó levantar la prohibición. El obispo de Tarbes inició el proceso que duró dos años, hasta que el 18 de enero de 1862, en carta pastoral firmada por él afirmaba: "Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, se apareció realmente a Bernardetta Soubirous el 11 de febrero de 1858 y días siguientes, en número de 18 veces, en la gruta de Massabielle, cerca de la ciudad de Lourdes; que tal aparición contiene todas las características de la verdad y que los fieles pueden creerla por cierto... Para conformarnos con la voluntad de la Santísima Virgen, repetidas veces manifestada en su aparición, nos proponemos levantar un santuario en los terrenos de la gruta". Aún así hubo restricciones por parte de las autoridades locales, pero trabajaron los arquitectos, las brigadas de obreros se pusieron en marcha y el 18 de mayo de 1866 pudo consagrarse la cripta, cimiento de la futura capilla. Comenzaron las peregrinaciones masivas y organizadas en el 1873. En el 1876 se pudo consagrar la basílica.

La iglesia del Rosario, consagrada en 1901, se levanta para suplir las deficiencias de espacio de la primitiva basílica, que pronto fueron palpables por la afluencia de peregrinos. En 1958, consagra el cardenal Roncalli que más tarde será el papa Juan XXIII la basílica subterránea dedicada a san Pío X; bien merecido porque este papa fue quien extendió la devoción a toda la Iglesia. Lourdes es un sitio privilegiado para la devoción cristiana. Oración, silencio para el recogimiento. Abundantes actos de culto que facilitan la piedad. Muchos rosarios en las manos de los fieles por los espacios descubiertos e iglesias. Gente enfervorizada de rodillas. Culto público y multitudinario en tantas ocasiones para atender las necesidades espirituales de los peregrinos que acuden en masa.

Vía Crucis o Chemin de la Croix que se recorre entre empinadas pendientes con las estaciones de la Pasión para facilitar seguir los principales momentos de Jesús sufriente por la humanidad. Y dos actos cumbres diarios. La procesión con el Santísimo a primera hora de la tarde, con filas de peregrinos y multitud de enfermos adorantes que reciben su bendición entre súplicas, lágrimas y actos de fe ¡de esperanza! Porque de vez en cuando pasa que lo que se pide se alcanza. Es el milagro que hace falta probar, examinar, discutir, mirar y remirar hasta que se pueda publicar. La procesión de antorchas por la noche. Cantos, honra, alabanzas en todos los idiomas pronunciadas, unión de corazones en las avemarías del Rosario; luminarias de fe.

¿Lo más grande? El enfermo, atendido, asistido, y hasta mimado; los más tristes y desesperados casos se pueden ver en cualquier rincón de Lourdes; perfectamente cuidados, llevados y traídos por un generoso voluntariado internacional y multirracial que con delicadeza ve a otro Cristo en el cuerpo a veces tan descompuesto de la camilla que empuja o arrastra

¡Y lo más admirable! La humanidad doliente atendida, esa que suplica salud para el cuerpo, está pletórica de esperanza, de consuelo; se percibe a simple vista alegría en la aceptación de la enfermedad, del sufrimiento. Limitación sosegada y alegre con dulce resignación.

¿Más? Sí. No sería completo el panorama descrito si no hubiera oportunidades para curar el alma. Igual que hay una piscina para los cuerpos, por si a la Virgen Santísima le pareciera bien devolver la salud, hay confesionarios para enjugar las almas, con la certeza firme de obtener siempre el perdón solicitado en al sacramento de la reconciliación; y abundan los huecos para los confesores, con facilidad para idiomas... miles de perdones y gracias.

 

 

 

 

 

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