domingo, 4 de febrero de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 5 DE FEBRERO – LUNES – 5 – SEMANA T O - B – SANTA ÁGUEDA

 


 

5 DE FEBRERO – LUNES –

 5 – SEMANA T O - B

SANTA ÁGUEDA

 

  Lectura del primer libro de los Reyes (8,1-7.9-13):

 

En aquellos días, Salomón convocó a palacio, en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a los jefes de tribu y a los cabezas de familia de los israelitas, para trasladar el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David (o sea Sión).

Todos los israelitas se congregaron en torno al rey Salomón en el mes de Etanín (el mes séptimo), en la fiesta de los Tabernáculos. Cuando llegaron los ancianos de Israel, los sacerdotes cargaron con el Arca del Señor, y los sacerdotes levitas llevaron la Tienda del Encuentro, más los utensilios del culto que había en la Tienda.

El rey Salomón, acompañado de toda la asamblea de Israel reunida con él ante el Arca, sacrificaba una cantidad incalculable de ovejas y bueyes.

Los sacerdotes llevaron el Arca de la Alianza del Señor a su sitio, el camarín del templo, al Santísimo, bajo las alas de los querubines, pues los querubines extendían las alas sobre el sitio del Arca y cubrían el Arca y los varales por encima.

En el Arca sólo había las dos Tablas de piedra que colocó allí Moisés en el Horeb, cuando el Señor pactó con los israelitas al salir del país de Egipto, y allí se conservan actualmente. Cuando los sacerdotes salieron del Santo, la nube llenó el templo, de forma que los sacerdotes no podían seguir oficiando a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba el templo.

Entonces Salomón dijo:

«El Señor quiere habitar en las tinieblas; y yo te he construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 131, 6-7. 8-10

R/. Levántate, Señor, ven a tu mansión

 

Oímos que estaba en Éfrata,

la encontramos en el Soto de Jaar:

entremos en su morada,

postrémonos ante el estrado de sus pies. R/.

 

Levántate, Señor, ven a tu mansión,

ven con el arca de tu poder:

que tus sacerdotes se vistan de gala,

que tus fieles vitoreen.

Por amor a tu siervo David,

no niegues audiencia a tu Ungido. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,53-56):

 

En aquel tiempo, cuando Jesús y sus discípulos terminaron la travesía, tocaron tierra en Genesaret, y atracaron. Apenas desembarcados, algunos lo reconocieron, y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas.

En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza, y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos.

 

Palabra del Señor.

 

1. Estos relatos en forma de sumario, que recogen curaciones masivas de Jesús, concretamente en el evangelio de Marcos (1, 32-34; 3, 7-12; 6, 53-56; cf. Mt 4, 23-24 par), han sido interpretadas como relatos que no merecen credibilidad. Porque dan la impresión de que cuentan la actividad de un curandero. Y también porque han sido interpretados como el efecto de prácticas de magia.

Los escritores que han hablado en este sentido han sido numerosos.

 

2.- Pero, para entender correctamente estos resúmenes (y en general los relatos de curaciones), conviene tener en cuenta dos cosas:

 

    a) En el antiguo mundo grecorromano, los milagros eran aceptados como parte del paisaje religioso (J. P. Meier).

 

   b) Nunca deberíamos olvidar que los evangelios, antes que "libros de historia", son un "mensaje religioso". Y lo que interesa al creyente que lee estos episodios, no es analizar al detalle las enfermedades y la posible (o imposible) curación de tales enfermedades, sino comprender que el lenguaje y la forma de "hechos prodigiosos", que tanto usan los evangelios, eran una figura literaria que utilizaban los escritores de la Antigüedad para comunicar un determinado mensaje.

  En el caso de los evangelios, no se trata de un mensaje religioso, sino de un proyecto de vida.

 

3.  Esto supuesto, lo único que está claro y, por tanto, no admite dudas es que Jesús pasó por el mundo dando vida y remediando penas y sufrimientos.

En esto consiste el "proyecto de vida" que nos transmiten los evangelios. Este es, sin duda, uno de los rasgos más claros y más insistentemente repetidos en la "teología narrativa" que son los evangelios.

Según esta teología, queda claro que Jesús vino, por supuesto, para acercar a la gente a Dios. Pero el medio fundamental que utilizó, para llevar a la gente a Dios, no fue la piedad, la devoción o la religiosidad, sino sobre todo la curación de enfermos y, por tanto, contagiar vida, salud y felicidad.

Jesús se salió de la religión tradicional. Y vivió intensamente una religiosidad alternativa. La religiosidad que consiste en ser y vivir como una persona que va contagiando felicidad y ganas de vivir. El que hace eso es el que ha tomado el camino más directo para llegar a Dios.

 

SANTA ÁGUEDA



 

Padeció el martirio en Catania (Sicilia), probablemente en la persecución de Decio (249-251).

Desde la antigüedad su culto se extendió por toda la Iglesia y su nombre fue introducido en el Canon romano.

 

La fama de su virtud heroica- virginidad consciente y constante, puesta a prueba de mil modos insinuantes y coercitivos- se extendió por toda la cristiandad y se confirmó por diversos prodigios después de su muerte.

 

VIDA

Santa Águeda fue una joven cristiana de Catania (o Palermo), en la isla de Sicilia, que murió mártir en el siglo III. Prometida en matrimonio a Quinciano, gobernador de la isla, ella no acepta por haberse consagrado a Dios desde su infancia.

partir de esta negativa las fuentes nos hablan de distintas pruebas que culminaron en su martirio durante la persecución de Decio (Passio Santa Agathae), o durante la de Diocleciano (Aldelmo, De laudibus virginitatis, cap. 42: PL 89, 142). Son, pues, inciertas las fechas de su nacimiento y de su muerte (ca. 251).

El proceso de su martirio se narra en la Passio Santa Agathae. Ante la primera negativa a los requerimientos del gobernador, Águeda es encomendada a una tal Afrodisia que trata de persuadirla durante 30 días. Presentada de nuevo ante el tribunal de Quinciano, se declara cristiana y es condenada a prisión.

Después de algunos días la llevan nuevamente al tribunal y la someten a nuevo interrogatorio. Vuelve a rehusar, haciendo profesión de su fe en Cristo.

Su actitud provoca la ira del gobernador, quien ordena le arranquen los pechos, y la envía una vez más a prisión.

En esta etapa de su encarcelamiento recibe la visita milagrosa y confortante del apóstol San Pedro. La constancia de Águeda encuentra réplica en la tozudez de Quinciano, que vuelve a la carga, haciéndole renovadas instancias y disponiendo, finalmente, suplicios que le acarrearon la muerte.

La fama de su virtud heroica- virginidad consciente y constante, puesta a prueba de mil modos insinuantes y coercitivos- se extendió por toda la cristiandad y se confirmó por diversos prodigios después de su muerte.

 

EL CULTO A SANTA ÁGUEDA

El fervor popular la constituyó patrona de Catania y abogada en las erupciones del Etna. Más adelante se le consideró abogada en caso de incendio.

Finalmente, y por una extensión fácilmente comprensible, pasó a invocarse como patrona de los constructores de campanas (éstas anunciaban la aparición de un fuego).

Las reliquias de Santa Águeda se conservaron primero en Catania, mas, por temor a la profanación sarracena, fueron trasladadas a Constantinopla, de donde se rescataron definitivamente en 1126.

Hay constancia de su culto muy difundido en diversos documentos y monumentos: varias iglesias reciben su nombre. Aparece en el Martirologio Jeronimiano, en el Calendario Cartaginés, y en el Calendario Mozarábigo, en las Sinaxis griegas, y también se inserta su nombre en el Canon de la Misa, probablemente por intervención directa del papa San Gregorio (cfr. J. Jungmann, El sacrificio de la Misa, Madrid 1953, 937).

Los documentos litúrgicos de los siglos VI al X fijan la fecha de celebración de su festividad el 5 de febrero.

El documento fundamental  y más abundante relacionado con su martirio es la Passio Santa Agathae. Existen de esta narración varias recensiones, una latina y dos griegas, que se remontan a una recensión original común del siglo VI que suscita la sospecha de los estudiosos a la hora de pronunciarse sobre su valor histórico.

Ello no obstante, puede afirmarse sin ningún género de duda que, en fuerza de los testimonios monumentales y litúrgicos aducidos, son absolutamente seguros desde el punto de vista histórico tanto el hecho de su martirio y del culto que se le tributó desde muy pronto, como también el lugar de su muerte, aunque algunas particularidades que se dicen acompañaron a su martirio resulten dudosas.

 

 

 

 

 

 

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