5 DE FEBRERO
– LUNES –
5 – SEMANA T O - B –
SANTA ÁGUEDA
Lectura del primer libro de los Reyes
(8,1-7.9-13):
En aquellos días, Salomón convocó a palacio, en Jerusalén, a los ancianos de
Israel, a los jefes de tribu y a los cabezas de familia de los israelitas, para
trasladar el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David (o sea
Sión).
Todos los
israelitas se congregaron en torno al rey Salomón en el mes de Etanín (el mes
séptimo), en la fiesta de los Tabernáculos. Cuando llegaron los ancianos de
Israel, los sacerdotes cargaron con el Arca del Señor, y los sacerdotes levitas
llevaron la Tienda del Encuentro, más los utensilios del culto que había en la
Tienda.
El rey
Salomón, acompañado de toda la asamblea de Israel reunida con él ante el Arca,
sacrificaba una cantidad incalculable de ovejas y bueyes.
Los
sacerdotes llevaron el Arca de la Alianza del Señor a su sitio, el camarín del
templo, al Santísimo, bajo las alas de los querubines, pues los querubines
extendían las alas sobre el sitio del Arca y cubrían el Arca y los varales por
encima.
En el Arca
sólo había las dos Tablas de piedra que colocó allí Moisés en el Horeb, cuando
el Señor pactó con los israelitas al salir del país de Egipto, y allí se
conservan actualmente. Cuando los sacerdotes salieron del Santo, la nube llenó
el templo, de forma que los sacerdotes no podían seguir oficiando a causa de la
nube, porque la gloria del Señor llenaba el templo.
Entonces
Salomón dijo:
«El Señor
quiere habitar en las tinieblas; y yo te he construido un palacio, un sitio
donde vivas para siempre».
Palabra de Dios
Salmo: 131, 6-7.
8-10
R/. Levántate,
Señor, ven a tu mansión
Oímos que estaba en Éfrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus
pies. R/.
Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles vitoreen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Marcos (6,53-56):
En aquel tiempo, cuando Jesús y sus discípulos terminaron la travesía,
tocaron tierra en Genesaret, y atracaron. Apenas desembarcados, algunos lo
reconocieron, y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la
gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas.
En la aldea o
pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza, y le
rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo
tocaban se ponían sanos.
Palabra del Señor.
1. Estos
relatos en forma de sumario, que recogen curaciones masivas de Jesús,
concretamente en el evangelio de Marcos (1, 32-34; 3, 7-12; 6, 53-56; cf. Mt 4,
23-24 par), han sido interpretadas como relatos que no merecen credibilidad.
Porque dan la impresión de que cuentan la actividad de un curandero. Y también
porque han sido interpretados como el efecto de prácticas de magia.
Los
escritores que han hablado en este sentido han sido numerosos.
2.- Pero,
para entender correctamente estos resúmenes (y en general los relatos de
curaciones), conviene tener en cuenta dos cosas:
a) En el antiguo mundo grecorromano, los
milagros eran aceptados como parte del paisaje religioso (J. P. Meier).
b) Nunca deberíamos olvidar que los
evangelios, antes que "libros de historia", son un "mensaje
religioso". Y lo que interesa al creyente que lee estos episodios, no es
analizar al detalle las enfermedades y la posible (o imposible) curación de
tales enfermedades, sino comprender que el lenguaje y la forma de "hechos
prodigiosos", que tanto usan los evangelios, eran una figura literaria que
utilizaban los escritores de la Antigüedad para comunicar un determinado
mensaje.
En el caso de los evangelios, no se trata de
un mensaje religioso, sino de un proyecto de vida.
3. Esto
supuesto, lo único que está claro y, por tanto, no admite dudas es que Jesús
pasó por el mundo dando vida y remediando penas y sufrimientos.
En esto
consiste el "proyecto de vida" que nos transmiten los evangelios.
Este es, sin duda, uno de los rasgos más claros y más insistentemente repetidos
en la "teología narrativa" que son los evangelios.
Según esta
teología, queda claro que Jesús vino, por supuesto, para acercar a la gente a
Dios. Pero el medio fundamental que utilizó, para llevar a la gente a Dios, no
fue la piedad, la devoción o la religiosidad, sino sobre todo la curación de
enfermos y, por tanto, contagiar vida, salud y felicidad.
Jesús se
salió de la religión tradicional. Y vivió intensamente una religiosidad
alternativa. La religiosidad que consiste en ser y vivir como una persona que
va contagiando felicidad y ganas de vivir. El que hace eso es el que ha tomado
el camino más directo para llegar a Dios.
SANTA ÁGUEDA
Padeció el martirio en Catania (Sicilia), probablemente en la persecución de
Decio (249-251).
Desde la
antigüedad su culto se extendió por toda la Iglesia y su nombre fue introducido
en el Canon romano.
La fama de su virtud heroica- virginidad
consciente y constante, puesta a prueba de mil modos insinuantes y coercitivos-
se extendió por toda la cristiandad y se confirmó por diversos prodigios
después de su muerte.
VIDA
Santa Águeda fue una joven cristiana de
Catania (o Palermo), en la isla de Sicilia, que murió mártir en el siglo III.
Prometida en matrimonio a Quinciano, gobernador de la isla, ella no acepta por
haberse consagrado a Dios desde su infancia.
A partir de esta negativa
las fuentes nos hablan de distintas pruebas que culminaron en su martirio
durante la persecución de Decio (Passio Santa Agathae), o durante la de
Diocleciano (Aldelmo, De laudibus virginitatis, cap. 42: PL 89, 142). Son,
pues, inciertas las fechas de su nacimiento y de su muerte (ca. 251).
El proceso de su martirio se narra en la
Passio Santa Agathae. Ante la primera negativa a los requerimientos del
gobernador, Águeda es encomendada a una tal Afrodisia que trata de persuadirla
durante 30 días. Presentada de nuevo ante el tribunal de Quinciano, se declara
cristiana y es condenada a prisión.
Después de algunos días la llevan nuevamente
al tribunal y la someten a nuevo interrogatorio. Vuelve a rehusar, haciendo profesión
de su fe en Cristo.
Su actitud provoca la ira del gobernador,
quien ordena le arranquen los pechos, y la envía una vez más a prisión.
En esta etapa de su encarcelamiento recibe la
visita milagrosa y confortante del apóstol San Pedro. La constancia de Águeda
encuentra réplica en la tozudez de Quinciano, que vuelve a la carga, haciéndole
renovadas instancias y disponiendo, finalmente, suplicios que le acarrearon la
muerte.
La fama de su virtud heroica- virginidad
consciente y constante, puesta a prueba de mil modos insinuantes y coercitivos-
se extendió por toda la cristiandad y se confirmó por diversos prodigios
después de su muerte.
EL CULTO A SANTA
ÁGUEDA
El fervor popular la constituyó patrona de
Catania y abogada en las erupciones del Etna. Más adelante se le consideró
abogada en caso de incendio.
Finalmente, y por una extensión fácilmente
comprensible, pasó a invocarse como patrona de los constructores de campanas
(éstas anunciaban la aparición de un fuego).
Las reliquias de Santa Águeda se conservaron
primero en Catania, mas, por temor a la profanación sarracena, fueron
trasladadas a Constantinopla, de donde se rescataron definitivamente en 1126.
Hay constancia de su culto muy difundido en
diversos documentos y monumentos: varias iglesias reciben su nombre. Aparece en
el Martirologio Jeronimiano, en el Calendario Cartaginés, y en el Calendario
Mozarábigo, en las Sinaxis griegas, y también se inserta su nombre en el Canon
de la Misa, probablemente por intervención directa del papa San Gregorio (cfr.
J. Jungmann, El sacrificio de la Misa, Madrid 1953, 937).
Los documentos litúrgicos de los siglos VI al
X fijan la fecha de celebración de su festividad el 5 de febrero.
El documento fundamental y más
abundante relacionado con su martirio es la Passio Santa Agathae. Existen de
esta narración varias recensiones, una latina y dos griegas, que se remontan a
una recensión original común del siglo VI que suscita la sospecha de los
estudiosos a la hora de pronunciarse sobre su valor histórico.
Ello no obstante, puede afirmarse sin ningún
género de duda que, en fuerza de los testimonios monumentales y litúrgicos
aducidos, son absolutamente seguros desde el punto de vista histórico tanto el
hecho de su martirio y del culto que se le tributó desde muy pronto, como
también el lugar de su muerte, aunque algunas particularidades que se dicen
acompañaron a su martirio resulten dudosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario