viernes, 1 de junio de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 2 DE JUNIO - SÁBADO – 8ª – SEMANA DEL T. O. – B – SAN MARCELINO Y SAN PEDRO


2 DE  JUNIO  - SÁBADO –
8ª – SEMANA DEL  T. O. – B –
SAN MARCELINO Y SAN PEDRO

Lectura de la carta del apóstol san Judas (17.20b-25):
Acordaos de lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Continuando el edifico de nuestra santa fe y orando movidos por el Espíritu Santo, manteneos en el amor de Dios, aguardando a que nuestro Señor Jesucristo, por su misericordia, os dé la vida eterna.
¿Titubean algunos? Tened compasión de ellos; a unos, salvadlos, arrancándolos del fuego; a otros, mostradles compasión, pero con cautela, aborreciendo hasta el vestido que esté manchado por la carne.
Al único Dios, nuestro salvador, que puede preservaros de tropiezos y presentaros ante su gloria exultantes y sin mancha, gloria y majestad, dominio y poderío, por Jesucristo, nuestro Señor, desde siempre y ahora y por todos los siglos. Amén.
Palabra de Dios

Salmo: 2.3-4.5-6

R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.       

Lectura del santo evangelio según san Marcos (11,27-33):
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron:
«- ¿Con qué autoridad haces esto?
 - ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»
Jesús les respondió:
«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan   - ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme.»
Se pusieron a deliberar: «Si decimos que es de Dios, dirá: "¿Y por qué no le habéis creído?" Pero como digamos que es de los hombres...» (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.)
Y respondieron a Jesús:
«No sabemos.»
Jesús les replicó:
«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»
Palabra del Señor

1.  Lo primero, que llama la atención en este evangelio, es que, después de la acción violenta de Jesús al desautorizar el Templo y a quienes en él vendían animales para los sacrificios rituales, lo que les preocupaba a los sumos sacerdotes no era si Jesús tenía o no tenía razón, en la tremenda denuncia que hizo de ellos al llamarlos "bandidos". No.  Lo que a aquellos clérigos sagrados les preocupaba era el problema del poder. Es decir, si Jesús tenía o no tenía autoridad (exousía) para desautorizar de forma insultante a los sumos sacerdotes del Templo. 
Es típico de los "hombres de la religión" buscar el poder, exigir poder, interesarse por el poder. El tema de la honradez o la coherencia, por lo visto, a aquellos
clérigos les interesaba menos.  O no les interesaba en absoluto.

2.  En la deliberación, para responder a Jesús, no les preocupa tampoco la sinceridad de por qué no aceptaron el mensaje de conversión de Juan Bautista. Lo que, a toda costa, buscan y quieren es quedar bien ante los que les oyen.
Si a la gente de Iglesia le interesa el poder, no le importa menos la "imagen" pública.  De ahí la notable hipocresía y la falta de sinceridad que se nota y hasta se palpa en gentes, por otra parte, muy religiosas.

3.  Los sacerdotes del Templo le "tenían miedo" al pueblo.  Los evangelios lo dicen así repetidas veces (Mc   11, 18. 32; 12, 12; Mt 14, 5; 21, 26. 46; Lc 20, 19; 22,
2). Utilizando siempre el verbo griego phobéomai, que se deriva del término phóbos, angustia, miedo (W.  Mundle). 
Los "hombres de la religión", los hombres "sagrados", cuidan sobre todo su imagen pública. Y por eso    anteponen esa imagen a cualquier otra cosa.  De ahí, la hipocresía, la falta de verdad o de sinceridad, que se advierte en tales personajes.   Jesús nunca soportó esta
manera de proceder en la vida.

Santos Marcelino y Pedro

Mártires - Año 304
      El primero de estos dos santos mártires era un sacerdote muy estimado en Roma, y el segundo era un fervoroso cristiano que tenía el poder especial de expulsar demonios. Fueron llevados a prisión por los enemigos de la religión, pero en la cárcel se dedicaron a predicar con tal entusiasmo que lograron convertir al carcelero y a su mujer y a sus hijos, y a varios prisioneros que antes no eran creyentes. Disgustados por esto los gobernantes les decretaron pena de muerte.
A Marcelino y Pedro los llevaron a un bosque llamado "la selva negra", y allá los mataron cortándoles la cabeza y los sepultaron en el más profundo secreto, para que nadie supiera dónde estaban enterrados. Pero el verdugo, al ver lo santamente que habían muerto se convirtió al cristianismo y contó dónde estaban sepultados, y los cristianos fueron y sacaron los restos de los dos santos, y les dieron honrosa sepultura. Después el emperador Constantino construyó una basílica sobre la tumba de los dos mártires, y quiso que en ese sitio fuera sepultada su santa madre, Santa Elena.
Las crónicas antiguas narran que ante los restos de los santos Marcelino y Pedro, se obraron numerosos milagros. Y que las gentes repetían: "Marcelino y Pedro poderosos protectores, escuchad nuestros clamores".

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