martes, 19 de junio de 2018

Parate un momento: El Evangelio del dia 20 DE JUNIO – MIERCOLES – XI – SEMANA DEL T. O. – B – 20 Beato Francisco Pacheco y ocho compañeros



20 DE JUNIO – MIERCOLES –
XI – SEMANA DEL T. O. – B – 20

Lectura del segundo libro de los Reyes (2,1.6-14):
Cuando el Señor iba a arrebatar a Elías al cielo en el torbellino, Elías y Elíseo se marcharon de Guilgal.
Llegaron a Jericó, y Elías dijo a Elíseo:
«Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta el Jordán.»
Eliseo respondió:     
«¡Vive Dios! Por tu vida, no te dejaré.»
Y los dos siguieron caminando. También marcharon cincuenta hombres de la comunidad de profetas y se pararon frente a ellos, a cierta distancia. Los dos se detuvieron junto al Jordán; Elías cogió su manto, lo enrolló, golpeó el agua, y el agua se dividió por medio, y así pasaron ambos a pie enjuto.
Mientras pasaban el río, dijo Elías a Elíseo:
«Pídeme lo que quieras antes de que me aparten de tu lado.»
Eliseo pidió:
«Déjame en herencia dos tercios de tu espíritu.»
Elías comentó:
«¡No pides nada! Si logras verme cuando me aparten de tu lado, lo tendrás; si no me ves, no lo tendrás.»
Mientras ellos seguían conversando por el camino, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en el torbellino.
Eliseo lo miraba y gritaba:
«¡Padre mío, padre mío, carro y auriga de Israel!»
Y ya no lo vio más. Entonces agarró su túnica y la rasgó en dos; luego recogió el manto que se le había caído a Elías, se volvió y se detuvo a la orilla del Jordán; y agarrando el manto de Elías, golpeó el agua diciendo:
 «¿Dónde está el Dios de Elías?  ¿dónde?»
Golpeó el agua, el agua se dividió por medio, y Eliseo cruzó.
Palabra de Dios

Salmo: 30,20.21.24

R/. Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor
Qué bondad tan grande,
Señor, reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R/.

En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras. R/.
Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios les paga con creces. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»
Palabra del Señor

1.  Jesús plantea aquí cómo se ha de poner en práctica la religiosidad. Jesús se refiere a eso, de entrada, hablando de la "justicia" (dikaiosyne), que traduce el hebreo sedeq, un término central en el judaísmo, que expresa "la recta conducta".
Para explicar cómo ha de ser tal religiosidad, Jesús se refiere a tres prácticas frecuentes en la piedad judía de aquel tiempo: la limosna, la oración y el ayuno. Aquí ya hay algo que llama poderosamente la atención: Jesús no toca el tema del culto religioso en el templo o en la sinagoga, ni de la asistencia a la comunidad judía. Jesús aquí no tiene en cuenta nada más que la religiosidad del individuo.

2.  Pero lo más sorprendente es que, a juicio de Jesús, la religiosidad se ha de practicar de forma que nadie se entere. Todo ha de hacerse "en secreto", sin
llamar la atención para nada, "en lo escondido". Porque,  según dice Jesús, lo secreto y lo escondido, lo que nadie nota, es lo único que ve el Padre del Cielo.

3.  Al decir estas cosas, Jesús no se limita a recomendar la humildad. El asunto es mucho más serio. Jesús quiere que la religiosidad se practique "totalmente
al margen del control social" (G. Theissen).
Jesús es consecuente: al ser "la Palabra encarnada" (Jn 1, 14), se despojó de todo poder y gloria y "se hizo
como uno de tantos" (Fil 2, 7). Si esto se toma en serio, ¿no apunta a un cristianismo laico en una sociedad laica?

Beato Francisco Pacheco y ocho compañeros


Martirologio Romano: En Nagasaki, en Japón, beatos mártires Francisco Pacheco, presbítero, junto con ocho compañeros de la Orden de la Compañía de Jesús, que fueron quemados vivos por quienes odiaban la fe cristiana († 1626).
Estos son los nombres: Baltasar de Torres y Juan Bautista Zola, presbíteros; Pedro Rinsei, Vicente Kaun, Juan Kinsako, Pablo Kinsuke, Miguel Tozo y Gaspar Sadamatsu, religiosos.

Fecha de beatificación: 7 de julio de 1867, junto a otros 196 mártires de Japón, por el beato Pío IX

Breves Biografías

Francisco Pacheco, nació en Ponte de Lima, Portugal, en el seno de una noble familia Llevado de su gran espiritualidad, muy joven hizo el voto de ser mártir y cuando era estudiante en Lisboa y vio a cuatro japoneses que volvían de Roma de visitar al Papa, porque eran católicos, decidió dedicarse a las misiones del Japón. Con ese deseo entró en la Compañía de Jesús el 1 de enero de 1586. Hechos los votos religiosos y los estudios, fue enviado a Macao (1592) donde fue ordenado sacerdote; la superioridad accedió a su deseo y lo envió a Japón, donde llegó en 1604 y allí fue rector, provincial, vicario general y administrador de la diócesis.
Conoció primero la libertad religiosa y en su ámbito hizo un fecundo apostolado y luego pasó por numerosos avatares cuando se desató la persecución. Tuvo que pasar más de un año en un escondite, del que salía sólo por las noches.

Baltasar De Torres, nació en Granada, España, en el seno de una noble familia. Pasó de niño a Ocaña, de donde su padre fue gobernador, y estudió en el colegio que la Compañía de Jesús tenía en aquella población, donde le llega su vocación religiosa. Ingresó a los 16 años en el noviciado de Navalcarnero. Hechos los votos, estudió Filosofía en el colegio de Huete y fue destinado al de Cuenca como maestro de gramática. Luego pasó a Alcalá para estudiar Teología y le fue aceptado su ofrecimiento de ir a las misiones. Ordenado ya de diácono, con los tres japoneses que volvían de Roma, marchó a Oriente y ordenado sacerdote entró por fin en Japón el año 1600.
Trabajó en Meaco, Osaka, Ganga, Noto y Zu con mucho fruto espiritual. Cuando llegó la persecución de 1614 se quedó clandestinamente en el Japón hasta que fue arrestado y sometido a juicio para pasar de ahí al martirio.

Juan Bautista Zola, nació en Brescia, Italia. Ingresó en su juventud en la Compañía de Jesús y, habiéndose ofrecido para las misiones, pasó primero a la India en 1602 y dos años más tarde al Japón.  Se estableció en Tacacu, pero en el 1614 fue exiliado a China donde continuó su trabajo apostólico. Pidió a dos compañeros jesuitas, que fueron martirizados antes que él, que intercedieran ante Dios para que le fuera concedida la gracia del martirio, y ellos se lo prometieron por carta.

Gaspar Sadamatsu, natural de Omura (Japón); era un hombre culto y versado en la religión del país. En el 1582 ingresó en la Compañía de Jesús en Bungo; fue secretario de varios provinciales; el último de los cuales fue el beato Francisco Pacheco, con quién murió quemado vivo en Nagasaki.
Fuente: hagiopedia.blogspot.com

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