11 DE JUNIO
- LUNES
10ª
– SEMANA DEL T. O- - B
Lectura del primer libro de los Reyes 17, 1-6
En aquellos días, Elías el tesbita (de Tisbé de Galaad)
dijo a Ajab: ¡Vive el Señor Dios de Israel a quien sirvo! En estos años no
caerá rocío ni lluvia, si yo no lo mando.
Luego el Señor le dirigió la palabra:
Vete de aquí hacia el oriente y escóndete junto al torrente Carit, que queda
cerca del Jordán.
Bebe del torrente, y yo mandaré a los
cuervos que te lleven allí la comida.
Elías hizo lo que le mandó el Señor y fue
a vivir junto al torrente Carit, que queda cerca del Jordán.
Los cuervos le llevaban pan por la mañana
y carne por la tarde, y bebía del torrente.
Palabra de Dios
Salmo Sal 120, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8.
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel. R/.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R/.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12
En aquel tiempo, al ver
Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y acercaron sus discípulos; y él
se puso a hablar, enseñándoles:
"Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de
los Cielos.
Dichosos los sufridos, porque ellos
heredarán la tierra.
Dichosos los que lloran, porque serán
consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de
la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque
ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque
ellos verán a Dios
Dichosos los
que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán "hijos de Dios.
Dichosos los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os
persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra
recompensa será grande en el Cielo, que de la misma manera persiguieron a los
profetas anteriores a vosotros'.
1. Si
algo hay claro en este texto, que siempre se ha considerado central el
Evangelio, es que lo primero que le preocupa a Jesús, lo primero que es para
los seres humanos, es la felicidad. Jesús insiste en eso machaconamente.
Jesús habla de los que son dichosos. No habla
de los "ricos", ni de los "poderosos", ni de los "notables".
Ni siquiera se refiere a los que son "religiosos". Jesús se centra en
lo que es central para todos los seres humanos.
Está clara la mentalidad de Jesús.
2.
Jesús piensa y quiere la felicidad de todos. Pero, ¿desde dónde ve él esa
felicidad?
No la ve, ni la piensa, desde lo que tienen, ni
de los mejor situados en vida. La ve desde los que no tienen los que están más
abajo en este mundo.
Ahora bien, el desde dónde se ve la vida
determina cómo se ve la vida. Jesús ve este mundo y esta vida desde las
carencias de los pobres, desde el dolor de los que sufren y lloran, desde el
trabajo de los que se afanan porque en el mundo haya paz, desde el corazón limpio de las buenas personas, desde la humillación
de los que se ven perseguidos, insultados, calumniados.
Cuando la vida se ve desde tales situaciones,
lógicamente se moviliza lo mejor que cada cual lleva en sus entrañas: la sensibilidad
ante el sufrimiento y la protesta ante los causantes de tanta injusticia.
3. El
peligro que tienen las "Bienaventuranzas* es que las promesas del cielo que
Jesús hace en ellas sean utilizadas por gente inmoral para desplazar su contenido
a la "otra vida". Es la inmoralidad de los "espirituales*, que
se sirven del Cielo para vivir ellos mejor en la Tierra.
San Bernabé, apóstol,
Apóstol - Siglo I
¿Qué me enseñará la vida de San Bernabé?
¿A compartir mis bienes con los pobres?
¿A tratar de descubrir las aptitudes que otros tienen para el
apostolado y a ayudarles a emplearlas bien?
¿A dedicar mi vida a propagar nuestra santa religión? El Espíritu Santo
me ilumine.
La historia de San Bernabé está escrita en el libro de Los Hechos de
los apóstoles, en la S. Biblia.
Antes se llamaba José, pero los apóstoles le cambiaron su nombre por
el de Bernabé, que significa "el esforzado", "el que anima y
entusiasma".
Era judío, de la tribu de Leví, pero nació en la isla de Chipre. Se
hizo muy popular en la primitiva Iglesia porque vendió las fincas que tenía y
luego llevó el dinero que obtuvo y se lo dio a los apóstoles para que lo
repartieran a los pobres.
Un mérito formidable de San Bernabé es el haber descubierto el gran
valor que había en aquel recién convertido que se llamaba Saulo y que más tarde
se llamaría San Pablo. Cuando después de su conversión Saulo llegó a Jerusalén,
los cristianos sospechaban de él y se le alejaban, pero entonces Bernabé lo
tomó de la mano y lo presentó a los apóstoles y se los recomendó. Y él será el
que lo encaminará después a emprender sus primeras grandes labores apostólicas.
La S. Biblia, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, hace de
Bernabé unos elogios que es difícil encontrarlos respecto de otros personajes.
Dice así: "Bernabé era un hombre bueno, lleno de fe y de Espíritu
Santo" (Hechos 11, 24).
Cuando Saulo o San Pablo tuvo que salir huyendo de Jerusalén porque
los judíos trataban de asesinarlo, se fue a su ciudad de Tarso, y allá se quedó
un tiempo. Mientras tanto en la ciudad de Antioquía había sucedido algo muy
especial. Al principio los discípulos de Jesús solamente predicaban el
Evangelio a los israelitas, pero de pronto algunos empezaron a enseñar las
doctrinas cristianas a los paganos en Antioquía, y resultó que aquellas gentes
respondieron de una manera admirable y se convirtieron por centenares. Al saber
esta noticia, los apóstoles lo enviaron desde Jerusalén a que se informara de
lo que allí estaba sucediendo y les llevara noticias. Bernabé se quedó
encantado del fervor de aquellos paganos convertidos y estuvo con ellos por un
buen tiempo animándolos y acabando de instruirlos. En aquella ciudad fue donde
por primera vez se llamó "cristianos" a los seguidores de Cristo.
Entonces se le ocurrió a Bernabé la feliz idea de dirigirse a Tarso a
invitar a Saulo a que se le uniera en el apostolado en Antioquía y éste aceptó
con gusto.
Desde entonces Bernabé y Saulo trabajaban asociados ayudándose en
todo el uno al otro, y obteniendo resonantes triunfos. Por todo un año
predicaron en Antioquía, cuidad que se convirtió en el gran centro de
evangelización, del cual fueron saliendo misioneros a evangelizar a diversos
lugares.
Por aquel tiempo hubo una gran hambre en Jerusalén y sus alrededores
y los cristianos de Antioquía hicieron una colecta y la enviaron a los
apóstoles por medio de Bernabé y Saulo. Ellos al volver a Jerusalén se trajeron
a Marcos (el futuro San Marcos evangelista) que era familiar de Bernabé. Venía
a ayudarles en la evangelización.
Un día mientras los cristianos de Antioquía estaban en oración, el
Espíritu Santo habló por medio de algunos de ellos que eran profetas y dijo:
"Separen a Bernabé y Saulo, que los tengo destinados a una misión
especial". Los cristianos rezaron por ellos, les impusieron las manos, y
los dos, acompañados de Marcos, después de orar y ayunar, partieron para su
primer viaje misionero.
En Chipre, la isla donde había nacido San Bernabé, encontraron muy
buena aceptación a su predicación, y lograron convertir al cristianismo nada
menos que al mismo gobernador, que se llamaba Sergio Pablo. En honor a esta
notable conversión, Saulo se cambió su nombre por el de Pablo. Y Bernabé tuvo
la gran alegría de que su tierra natal aceptara la religión de Jesucristo.
Luego emprendieron su primer viaje misionero por las ciudades y
naciones del Asia Menor. En la otra ciudad de Antioquía (de Pisidia) al ver que
los judíos no querían atender su predicación, Bernabé y Pablo declararon que de
ahora en adelante les predicarían a los paganos, a los no israelitas, con lo
cual los paganos sintieron una inmensa alegría al saber que la nueva religión
no los despreciaba a ellos, sino que más bien los prefería. Allí en Iconio
estuvieron a punto de ser apedreados por una revolución tramada por los judíos
y tuvieron que salir huyendo. Pero dejaron una buena cantidad de convertidos y
confirmaron sus enseñanzas con formidables señales y prodigios que Dios obraba
por medio de estos dos santos apóstoles.
En la ciudad de Listra, al llegar curaron milagrosamente a un
paralítico y entonces la gente creyó que ellos eran dos dioses. A Bernabé por
ser alto y majestuoso le decían que era el dios Zeus y a Pablo por la facilidad
con la que hablaba lo llamaban el dios Mercurio. Y ya les iban a ofrecer un toro
en sacrificio, cuando ellos les declararon que no eran tales dioses, sino unos
simples mortales. Luego llegaron unos judíos de Iconio y promovieron un tumulto
y apedrearon a Pablo y cuando lo creyeron muerto se fueron, pero él se levantó
luego y curado instantáneamente entró otra vez en la ciudad.
Después de todo esto Bernabé y Pablo se devolvieron ciudad por ciudad
donde habían estado evangelizando y se dedicaron a animar a los nuevos
cristianos y les recordaban que "es necesario pasar por muchas tribulaciones
para entrar en el Reino de Dios" (Hechos 14, 22).
Al llegar a Antioquía se encontraron con que los cristianos estaban
divididos en dos partidos: unos (dirigidos por los antiguos judíos) decían que
para salvarse había que circuncidarse y cumplir todos los detalles de las leyes
de Moisés. Otros decían que no, que basta cumplir las leyes principales.
Bernabé y Pablo se pusieron del lado de los que decían que no había que
circuncidarse, y como la discusión se ponía acalorada, los de Antioquía
enviaron a Jerusalén una embajada para que consultara con los apóstoles. La
embajada estaba presidida por Bernabé y Pablo. Los apóstoles reunieron un
concilio y le dieron la razón a Bernabé y Pablo y luego pasaron horas muy
emocionantes oyéndolos contar las formidables aventuras de sus viajes
misioneros.
Volvieron a Antioquía y dispusieron organizar un segundo viaje
misionero. Pero Bernabé quería llevar como ayudante a su primo Marcos, y Pablo
se oponía, porque Marcos les había abandonado en la mitad del viaje anterior
(por miedo a tantas dificultades). Y así fue que se separaron y Bernabé se fue
a acabar de evangelizar en su isla de Chipre y San Pablo se fue a su segundo
viaje. Más tarde se encontraron otra vez como amigos misionando en Corinto (1
Cor. 9,6).
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