4 DE JUNIO – LUNES –
9ª – SEMANA DEL T. O. – B
Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pedro (1,1-7):
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que
por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte
una fe tan preciosa como a nosotros. Crezca vuestra gracia y paz por el
conocimiento de Dios y de Jesús, nuestro Señor.
Su divino poder nos ha concedido todo lo
que conduce a la vida y a la piedad, dándonos a conocer al que nos ha llamado
con su propia gloria y potencia. Con eso nos ha dado los inapreciables y
extraordinarios bienes prometidos, con los cuales podéis escapar de la
corrupción que reina en el mundo por la ambición, y participar del mismo ser de
Dios. En vista de eso, poned todo empeño en añadir a vuestra fe la honradez, a
la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la
constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al
cariño fraterno el amor.
Palabra de Dios
Salmo: 90
R/. Dios mío, confío en ti
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.» R/.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación.» R/.
«Lo defenderé, lo glorificaré,
lo saciaré de largos días
y le haré ver mi salvación.» R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,1-12):
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a
los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos:
«Un hombre plantó una viña, la rodeó con
una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos
labradores y se marchó de viaje.
A su tiempo, envió un criado a los
labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo
apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste
lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos
los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el
último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron:
"Éste es el heredero. Venga, lo
matamos, y será nuestra la herencia."
Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron
fuera de la viña. - ¿Que hará el dueño
de la viña?
Acabará con los ladrones y arrendará la
viña a otros.
- ¿No
habéis leído aquel texto: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la
piedra angular? Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro
patente"?”.
Intentaron echarle mano, porque veían que
la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se
marcharon.
Palabra del Señor
1. Esta parábola
se puede -y se suele- interpretar
como la denuncia más fuerte
que hizo Jesús contra los dirigentes de Israel, que serían los
que se llegaron
a considerar como los
"dueños" del "Pueblo
elegido". Por supuesto, leyendo el texto, tal como ha llegado hasta nosotros, esta interpretación es la
más obvia y la que parece más lógica e inevitable. Pero, si
entendemos así
la parábola, la consecuencia que de ella se sigue, es el "antisemitismo" más radical
e intolerante que se puede imaginar.
2. Sabemos
que el pueblo judío ha sido
hostigado, desde el año 70 del siglo primero (cuando
fue invadido por el
Emperador Tito, que destruyó
Jerusalén con
su Templo). Desde entonces, y a medida que el cristianismo
fue creciendo y dominando la cultura de Occidente, los
judíos se han visto incomprendidos, perseguidos, expulsados, hasta llegar a su prueba más cruel en el Holocausto del
nazismo en la segunda
guerra mundial, en
los años 40 al 45 del siglo pasado. Así las cosas, tenemos que cuidar con extrema delicadeza para que el
Evangelio no se convierta en una fuerza
de odio y venganza. Jesús no pudo enseñar
esto. Esto ha sido invención de
seres pervertidos que han malinterpretado
el Evangelio.
3. La enseñanza indiscutible de la parábola está en que, cuando los dirigentes religiosos se ven a sí mismos como los "dueños y señores" del pueblo fiel, terminan convirtiéndose en tiranos, que maltratan y destrozan la vida, lo humano, a cualquier ser humano. Jesús tuvo el valor y la libertad de decirles en su cara, a quienes él sabía que lo iban a matar, lo que aquellos hombres
eran.
No eran "hombres de Dios". Eran "criminales de lo humano".
Hay que pedir
al Padre de la Misericordia que nos
libere de semejante amenaza y los daños
que de ella se siguen.
SANTAS RUT Y NOEMI
En la Biblia encontrarás un libro llamado Rut. Es una historia
sobre una familia que vivió durante el tiempo en que Israel tuvo jueces. Rut es
una joven del país de Moab; no pertenece a Israel, la nación de Dios. Pero
cuando Rut aprende acerca del Dios verdadero, Jehová, lo ama mucho. Noemí es
una señora mayor que ayudó a Rut a conocer a Jehová.
Noemí es israelita. Ella y su esposo y sus dos hijos se mudaron a
la tierra de Moab cuando había poco alimento en Israel. Un día, el esposo de
Noemí murió. Después, los hijos de Noemí se casaron con dos moabitas llamadas
Rut y Orpa. Unos 10 años después, los dos hijos de Noemí murieron. ¡Qué
tristeza! ¿Qué haría Noemí ahora?
Un día Noemí decide volver a su propia gente, un viaje largo. Rut
y Orpa quieren estar con ella, y la acompañan también. Pero después de algún
tiempo en el camino, Noemí les dice a las jóvenes: ‘Vuélvanse al lugar de donde
vinieron y quédense con sus madres.’
Noemí se despide de ellas con un beso. Ellas empiezan a llorar,
porque aman mucho a Noemí. Dicen: ‘¡No! Nosotras vamos a ir contigo a tu
gente.’ Pero Noemí les responde: ‘Ustedes tienen que regresar, hijas mías. Les
irá mejor entre los suyos.’ De manera que Orpa empieza el viaje de regreso al
lugar de donde vino. Pero Rut no se va.
Noemí se vuelve a ella y dice: ‘Orpa se ha ido. Vete con ella
también.’ Pero Rut contesta: ‘¡No trates de hacer que te deje! Déjame ir
contigo. Donde tú vayas, yo iré, y donde vivas, viviré. Tu pueblo será mi
pueblo y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, yo moriré, y allí me
enterrarán.’ Cuando Rut dice esto, Noemí deja de tratar de hacer que regrese.
Al fin las dos mujeres llegan a Israel. Se establecen allí. Rut
en seguida empieza a trabajar en los campos, porque es tiempo de recoger la
cebada. Un hombre llamado Booz le deja recoger cebada en sus campos. ¿Sabes
quién era la madre de Booz? Era Rahab, de la ciudad de Jericó.
Un día Booz le dice a Rut: ‘He oído mucho de ti, y de lo
bondadosa que has sido con Noemí. Sé que dejaste a tu padre y a tu madre y tu
propio país y has venido a vivir entre un pueblo que nunca antes habías
conocido. ¡Te deseo que Jehová sea bueno contigo!’
Rut contesta: ‘Eres muy bondadoso conmigo, señor. Me has hecho
sentir mejor por las buenas cosas que me has dicho.’ A Booz le agrada mucho
Rut, y poco tiempo después se casan. ¡Qué feliz hace esto a Noemí! Pero Noemí
se siente más feliz todavía cuando Rut y Booz tienen su primer hijo, llamado
Obed. Después Obed llega a ser el abuelo de David; de este David después
aprenderemos más.
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