viernes, 29 de junio de 2018

Parate un momento: El Evangelio del dia 30 DE JUNIO - SÁBADO 12ª – SEMANA DEL T.O. – B – San Marcial de Limoges



30  DE JUNIO - SÁBADO
12ª – SEMANA DEL T.O. – B –

Lectura de las Lamentaciones (2,2.10-14.18-19):
El Señor destruyó sin compasión todas las moradas de Jacob, con su indignación demolió las plazas fuertes de Judá; derribó por tierra, deshonrados, al rey y a los príncipes. Los ancianos de Sión se sientan en el suelo silenciosos, se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal; las doncellas de Jerusalén humillan hasta el suelo la cabeza. Se consumen en lágrimas mis ojos, de amargura mis entrañas; se derrama por tierra mi hiel, por la ruina de la capital de mi pueblo; muchachos y niños de pecho desfallecen por las calles de la ciudad.
Preguntaban a sus madres: «¿Dónde hay pan y vino?», mientras desfallecían, como los heridos, por las calles de la ciudad, mientras expiraban en brazos de sus madres.
¿Quién se te iguala, quién se te asemeja, ciudad de Jerusalén?  ¿A quién te compararé, para consolarte, Sión, la doncella?
Inmensa como el mar es tu desgracia: ¿quién podrá curarte? Tus profetas te ofrecían visiones falsas y engañosas; y no te denunciaban tus culpas para cambiar tu suerte, sino que te anunciaban visiones falsas y seductoras.
Grita con toda el alma al Señor, laméntate, Sión; derrama torrentes de lágrimas, de día y de noche; no te concedas reposo, no descansen tus ojos. Levántate y grita de noche, al relevo de la guardia; derrama como agua tu corazón en presencia del Señor; levanta hacia él las manos por la vida de tus niños, desfallecidos de hambre en las encrucijadas.
Palabra de Dios

Salmo:73

R/. No olvides sin remedio la vida de tus pobres
¿Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados, y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu que rescataste para posesión tuya,
del monte Sión donde pusiste tu morada. R/.
Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio;
el enemigo ha arrasado del todo el santuario.
Rugían los agresores en medio de tu asamblea,
levantaron sus propios estandartes. R/.
En la entrada superior
abatieron a hachazos el entramado;
después, con martillos y mazas,
destrozaron todas las esculturas.
Prendieron fuego a tu santuario,
derribaron y profanaron la morada de tu nombre. R/.
Piensa en tu alianza: que los rincones del país
están llenos de violencias.
Que el humilde no se marche defraudado,
que pobres y afligidos alaben tu nombre. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-17):
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó:
 «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy quién soy yo para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
Y al centurión le dijo:
«Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.» Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías:
«Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.»
Palabra del Señor

1.   Impresiona en este relato la humanidad de Jesús. Y la humanidad del centurión. Jesús atiende la petición de un hombre que es: extranjero, militar de
graduación, de las tropas de ocupación. Y lo atiende de forma que quiere ir a su casa, le concede lo que pide y, sobre todo, lo elogia hasta decir que tiene más fe que   cualquier judío. Más aún, Jesús afirma que se acabaron los privilegios de cualquier religión, ya que del mundo    entero (Oriente y Occidente) vendrán los que, ante Dios, tendrán el mismo premio que los patriarcas de Israel.

2.   El centurión no quiere que su criado siga sufriendo. No se considera digno de que Jesús vaya a su casa. No menciona su autoridad, sino su sumisión a la
disciplina establecida, y muestra una fe sin límites en Jesús. Es la fe-confianza que acepta la palabra de Jesús con tal convicción, que está completamente seguro de que esa palabra suprime el sufrimiento y da vida.

3.  El relato no habla de la "conversión" del centurión. No dice que dejara su religión y se hiciera prosélito judío. Ni dice que los que vendrán de Oriente y
Occidente, para alcanzar tanta gloria como los patriarcas, abandonarán sus "falsas creencias". - ¿No se puede decir que, para Jesús, lo decisivo no es la pertenencia a una determinada religión, sino la humanidad y la fe que muestra el centurión?

San Marcial de Limoges

San Marcial fue obispo de Limoges en el siglo III. No tenemos información precisa sobre su origen, fechas de nacimiento y muerte, o de las acciones de este obispo. Todo lo que sabemos de él procede de San Gregorio de Tours y puede ser resumido así: “Bajo el consulado de Decio y de Grato siete obispos fueron enviados de Roma a la Galia a predicar el Evangelio: Gatiano a Tours; Trófimo a Arles, Pablo a Narbona, Saturnino a Toulouse, Dionisio a París, Austremonio a Clermont y Marcial a Limoges. Marcial parece haber sido acompañado por dos sacerdotes traídos por él del Oriente, así que él pudo haber nacido en esa región. Tuvo éxito en lograr la conversión de los habitantes de Limoges a la verdadera fe y su memoria ha sido siempre venerada allí.
Muy pronto, la imaginación popular, que tan fácilmente crea leyendas, transformó a Marcial en un apóstol del siglo I. Enviado a la Galia por el mismo San Pedro, se ha dicho que evangelizó no solamente la Provincia de Limoges sino toda Aquitania. Realizó muchos milagros, entre otros el resucitar a la vida a un muerto, tocándolo con una vara que San Pedro le había dado. Este legendario relato aparece en una “Vida de San Marcial” atribuida al obispo Aureliano, su sucesor, la cual es en realidad la obra de un falsificador del siglo XI. De acuerdo con esa obra Marcial nació en Palestina, fue uno de los setenta y dos discípulos de Cristo, presenció la resurrección de Lázaro, estuvo en la Última Cena, fue bautizado por San Pedro, etc.
Este tejido de fábulas que llena muchas páginas fue recibida con agrado no sólo por los iletrados sino también por los eruditos de los siglos pasados y los tiempos actuales. No obstante, por mucho tiempo ha sido expuesta a la discusión bien justificada que la biografía de San Marcial está ligada a la gran cuestión de la apostolicidad de ciertas Iglesias de la Galia. En lo que concierne a San Marcial, se ha probado claramente que debemos honrar es, no que haya sido uno de los setenta y dos discípulos de Cristo, sino el primer predicador de la fe cristiana en la Provincia de Limoges, y que no hay que ir más allá de esto. Monseñor Buissas, obispo de Limoges, le solicitó a la Santa Sede en 1853 que el más antiguo de sus predecesores no debía ser privado del honor por tanto tiempo concedido como uno de los setenta y dos discípulos de Cristo. La Sagrada Congregación, unánimemente el 8 de abril de 1854 y Papa Pío IX en su decreto del 8 de mayo siguiente, se negaron rotundamente a conferirle a San Marcial el título de “discípulo de Cristo” y se limitaron a decir que la veneración que se le concede era de origen muy antiguo. Se le atribuye a San Marcial dos epístolas insertadas en la Biblioteca Patrum, pero son apócrifas. La Iglesia celebra su fiesta el 30 de junio.

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