martes, 19 de junio de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 24 DE JUNIO - DOMINGO - La Natividad de SAN JUAN BAUTISTA



              24  DE JUNIO  -  DOMINGO                  La Natividad de SAN  JUAN  BAUTISTA

Lectura del libro de Isaías (49,1-6):
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo:
«Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.»
Mientras yo pensaba:
«En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
Palabra de Dios

Salmo: 138,1-3.13-14.15

R/. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R/.
No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,22-26):
En aquellos días, dijo Pablo:
«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.”
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía:
“Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias.”
Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»
Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66.80):
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.
La madre intervino diciendo:
 «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron:
«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase.
Él pidió una tablilla y escribió:
«Juan es su nombre.»
Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
Palabra del Señor

1.  El día de san Juan Bautista nos recuerda a todos el momento en que se inicia uno de los cambios más decisivos en la historia de la humanidad.  Juan
Bautista es el único santo del que la Iglesia celebra su nacimiento. Aparte de las razones que tuvieran, quienes instituyeron esta fiesta, para conmemorar hoy, no su muerte sino su nacimiento, lo que debe retener la atención del creyente es que, con la llegada de Juan Bautista a este mundo, se cierra una etapa en la historia de las tradiciones religiosas, y se abre otra: "La Ley y los Profetas llegaron hasta Juan Bautista; desde entonces se anuncia el Reino de Dios" (Lc16, 16; Mt 11, 13).
Con Juan se cierra la etapa marcada por la ley religiosa y se abre la etapa del Reino, que es vida para pobres, enfermos y pecadores.  Dicho más claramente:  la presencia de Juan Bautista en este mundo nos anuncia a todos que el "hecho religioso" se desplaza. 
El centro de ese hecho deja de estar en el templo y pasa a la calle, al campo, al desierto. Lo central ya no es "lo sagrado", sino "lo profano". Así de fuerte es esto.
Representó una innovación importante en su tiempo. Era hijo de un sacerdote (Zacarías) y su madre (Isabel) era de la familia de Aarón (Lc 1, 5). 0 sea Juan era de familia sacerdotal en sentido pleno. Lo lógico es que él hiciera lo que le correspondía, integrarse en el Templo y vivir como sacerdote. Pero no lo hizo así. Juan fue un hombre del desierto, lugar de peligro y marginación social, donde vivían gentes que no tenían   buena relación con el Templo, como era el caso de los monjes de Qumrán.

3. Pero Juan fue soló el primer paso de un desplazamiento decisivo. El paso de la etapa de la Ley y el Templo, a la etapa del Reino de Dios.
Pero hay diferencias entre Juan y Jesús. Reduciendo estas diferencias a lo central, es seguro que  el centro de las  preocupaciones de Juan fue la conversión de los pecadores, en tanto que el centro de las preocupaciones de Jesús fue la salud de los enfermos y la alimentación (como  comensalía) de todos,  especialmente de los pobres y excluidos sociales.
El fondo de todo estuvo en que Juan creía
 en un Dios justiciero y castigador (Mt 3, 12; Lc 3, 17), mientras que Jesús creyó siempre en un Padre absolutamente bueno con todos (Lc 15, 11-32).

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