27 DE JUNIO
-MIÉRCOLES
12ª – SEMANA DEL T. O. – B –
Lectura del segundo libro de los Reyes (22,8-13;23,1-3):
En
aquellos días, el sumo sacerdote Helcías dijo al cronista Safán:
«He encontrado en el templo el libro de la Ley.»
Entregó el libro a Safán y éste lo leyó. Luego fue a dar cuenta
al rey Josías:
«Tus siervos han juntado el dinero que había en el templo y se
lo han entregado a los encargados de las obras.»
Y le comunicó la noticia:
«El sacerdote Helcías me ha dado un libro.»
Safán lo leyó ante el rey; y, cuando el rey oyó el contenido del
libro de la Ley, se rasgó las vestiduras y ordenó al sacerdote Helcías, a
Ajicán, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, al cronista Safán y a Asalas,
funcionario real:
«Id a consultar al Señor
por mí y por el pueblo y todo Judá, a propósito de este libro que han
encontrado; porque el Señor estará enfurecido contra nosotros, porque nuestros
padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo prescrito en
él.»
Ellos llevaron la respuesta al rey, y el rey ordenó que se
presentasen ante él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. Luego subió al
templo, acompañado de todos los judíos y los habitantes de Jerusalén, los
sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, chicos y grandes. El rey les leyó el
libro de la alianza encontrado en el templo. Después, en pie sobre el estrado,
selló ante el Señor la alianza, comprometiéndose a seguirle y cumplir sus
preceptos, normas y mandatos, con todo el corazón y con toda el alma,
cumpliendo las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro. El pueblo
entero suscribió la alianza.
Palabra de Dios
Salmo:118,33.34.35.36.37.40
R/. Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes
Muéstrame,
Señor,
el camino
de tus leyes,
y lo
seguiré puntualmente. R/.
Enséñame a
cumplir tu voluntad
y a
guardarla de todo corazón. R/.
Guíame por
la senda de tus mandatos,
porque
ella es mi gozo. R/.
Inclina mi
corazón a tus preceptos,
y no al
interés. R/.
Aparta mis
ojos de las vanidades,
dame vida
con tu palabra. R/.
Mira cómo
ansío tus decretos:
dame vida
con tu justicia. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,15-20):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja,
pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis.
A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los
cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos
malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos
buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir,
que por sus frutos los conoceréis.»
Palabra del Señor
1.
La enseñanza central de estas
palabras de Jesús es tan sencilla como exigente. Porque, en realidad, lo que viene a decir es
que la autenticidad del
cristiano
se realiza y se conoce por la conducta, no por los ritos religiosos, ni por las
creencias puramente teóricas.
La vida, la bondad, la honestidad, la
profesionalidad, la humanidad, que cada cual vive y que se palpa en cada uno,
eso -y nada más que eso- es lo que define, delimita y expresa quién es creyente
en Jesús y quién vive su Evangelio.
2. Para
comprender mejor lo que se acaba de indicar, hay que tener presente que el
"hecho religioso" se constituye de tres componentes
fundamentales:
1) Los "ritos" religiosos.
2) Las "creencias" o los dogmas.
3) La "conducta" o forma de vida.
Pues bien, leyendo los evangelios y pensando en
su contenido, queda patente que Jesús no le dio ninguna importancia a los ritos religiosos. Jamás se
dice que asistiera a los cultos sagrados del templo, que cumpliera con los rituales de la sinagoga o con otros
rituales de ese tipo.
Para Jesús, lo central y decisivo nunca fue
cumplir con la religión, sino curar a los que sufrían.
3. Y
tampoco les dio importancia Jesús a las creencias. Por supuesto, la fe en el
Padre es capital y central en las enseñanzas de Jesús. Lo mismo que la
oración
solitaria y frecuente. Pero, esto supuesto, para el Evangelio de Jesús, lo
decisivo y determinante es la conducta. Eso es lo que quiere decir que
"por sus frutos los conoceréis".
Es decir, sabréis quién es o no es seguidor de
Jesús
por
los frutos que produzca en su vida. Por su bondad, su honradez y su humanidad.
San Cirilo de Alejandría
Obispo y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: San Cirilo, obispo y doctor de la Iglesia, que, elegido para ocupar
la sede de Alejandría, en Egipto, trabajó con empeño para mantener íntegra la
fe católica, y en el Concilio de Éfeso defendió los dogmas de la unidad de
persona en Cristo y la divina maternidad de la Virgen María († 444).
Etimológicamente: Cirilo = Aquel que es un gran Rey, es de origen griego.
Breve Biografía
San Cirilo nació en el año 370, y desde el 412 al 444, año de su
muerte, tuvo firmemente en mano las riendas de la Iglesia de Egipto,
dedicándose al mismo tiempo en una de las épocas más difíciles en la historia
de la Iglesia de Oriente a la lucha por la ortodoxia, en nombre del Papa san
Celestino. En esta firmeza al servicio de la doctrina y en la valentía
demostrada en defensa de la verdad católica está la santidad del luchador obispo
de Alejandría, aunque reconocida tardíamente, por lo menos en Occidente.
En efecto, solamente bajo el pontificado de León XIII su culto se
extendió a toda la Iglesia latina, y tuvo el título de “doctor”.
Por la defensa de la ortodoxia, contra el error de Nestorio, obispo
de Constantinopla, corrió el riesgo de ser desterrado y durante algunos meses
vivió la humillación de la cárcel: “Nosotros—escribió—por la fe de Cristo
estamos listos a padecerlo todo: Las cadenas, la cárcel, todas las incomodidades
de la vida y la misma muerte”.
En el concilio de Éfeso, del que Cirilo fue protagonista, quedó
derrotado su adversario Nestorio, que había suscitado una verdadera tempestad
en el seno de la Iglesia, pues negaba la maternidad divina de María.
Título de gloria para el obispo de Alejandría fue el haber elaborado
en esta ocasión una auténtica y límpida teología de la Encarnación. “El Emanuel
tiene con seguridad dos naturalezas: la divina y la humana. Pero el Señor Jesús
es uno, único verdadero hijo natural de Dios, al mismo tiempo Dios y hombre; no
un hombre deificado, semejante a los que por gracia se hacen partícipes de la
divina naturaleza, sino Dios verdadero que por nuestra salvación apareció en la
forma humana”. De particular interés es la cuarta de las siete homilías que
pronunció durante el concilio de Efeso, el célebre Sermo in laudem Deiparæ. En
este importante ejemplo de predicación mariana, que da comienzo a un rico
florecimiento de literatura en honor de la Virgen, Cirilo celebra las grandezas
divinas de la misión de María, que es verdaderamente Madre de Dios, por la
parte que tuvo en la concepción y en el parto de la humanidad del Verbo hecho
carne.
Controversista maravilloso, Cirilo volcaba los ríos de su fecunda
oratoria. Teólogo de mirada aguda, fue al mismo tiempo celoso pastor de almas.
En efecto, además de sus tratados exclusivamente doctrinales, tenemos de él 156
Homilías sobre san Lucas de carácter pastoral y práctico, y las más conocidas
Cartas pastorales, que se encuentran en 29 homilías pascuales.
Hipatia y Cirilo de Alejandría, errores en una leyenda negra
El uso, y abuso, de leyendas negras con el único fin de querer
desprestigiar a la Iglesia. no es una novedad, es algo que históricamente se
repite cíclicamente pese a que ya una y otra vez la verdad siempre brilla.
La relación entre Hipatia y San Cirilo, actualizada en nuestros días
por una película que no vamos a nombrar, no fue tan truculenta como nos quieren
hacer creer. Veamos algunos de los tantos errores históricos en que caen los enemigos
de la Iglesia, ahora disfrazados de productores cinematográficos:
1) Hipatia, protagonista de la misma, no fue asesinada siendo joven y
hermosa, sino que murió en el año 415, a los 61 años de edad (una anciana en
aquella época) Claro, que sabiendo que el espectador se suele identificar con
el protagonista -y por tanto también con la ideología que pretende transmitir-,
no se ha dudado en recurrir a la guapa actriz Rachel Weisz, de 38 años. Es más
fácil que el espectador se identifique con alguien atractivo, joven y bello (el
caso de esta actriz), que con un personaje histórico feo o viejo (la verdadera
Hipatia a la edad en que murió)
2) Hipatia no destacó por ser astrónoma, ni se adelantó a Kepler en más
de mil años, sino que simplemente fue una filósofa de la escuela platónica.
Esta es la única referencia histórica que existe sobre ella, y se debe al
obispo cristiano Sinesio de Cirene, quien, al contrario de cómo le pinta la
película, hablaba bien de ella.
3) Dicho obispo, a quien la película muestra como traidor y cómplice en
el asesinato de la filósofa, murió dos años antes que ella, por lo que es
imposible que tuviera nada que ver con su muerte.
4) Hipatia también tenía buenas relaciones con otros cristianos, como
es el caso del curial Amonio o del Patriarca Teófilo, así como de muchos
cristianos fervientes que, contemporáneos con los sucesos, no dudaron en
defender su personalidad. Como, por ejemplo, Timoteo, en su Historia
Eclesiástica. También fue un cristiano, Sócrates Escolástico, quien en su Historia
Eclesiástica (VII,15), escrita con posterioridad a la muerte de la alejandrina,
la encomió como "modelo de virtud".
5) Hipatia no fue virgen "para ser igual que un hombre y poder
ejercer una profesión con plena dedicación", como ha declarado la protagonista
de la película, quien se considera "feminista radical", sino porque,
coherente con su filosofía platónica, ejercía la "Sofrosine" (el
dominio de uno mismo a través de las virtudes, entendidas como el control de
los instintos y las pasiones).
6) La mujer no fue libre en Grecia y Roma hasta que llegó el
cristianismo y la sometió la sujeción del hombre, como quiere transmitir la
película, sino que en Grecia la mujer era considerada como un objeto más de la
casa, y en Roma no era una «sui iuris», es decir, titular de derechos, sino que
era considerada "capiti diminutio", como un niño o un incapacitado y,
por tanto, estaba sometida a la tutela o la "manus" del padre o del
marido. Por el contrario, fue el cristianismo el que consideró al hombre y a la
mujer iguales en naturaleza, pues ambos son hijos de Dios y hermanos en Cristo;
y prueba de ello es que las primeras manifestaciones de mujeres libres
autodeterminándose, pese a la voluntad de sus padres o del estado, fueron las
primeras mártires cristianas víctimas de las persecuciones romanas, tales como
Santa Inés, Santa Ágata o Santa Cecilia.
Presentar a la mujer en el ámbito de lo que fue la sociedad pagana,
en unas condiciones de emancipación como las que caracterizan a Hipatia,
resultaría absolutamente incomprensible si no se advierte al mismo tiempo que
es el creciente desarrollo del cristianismo y su concepción de igual dignidad
de hombre y mujer que lo hacen posible. El paganismo, los clásicos griegos y
romanos, confieren a la mujer un papel subalterno y esencialmente doméstico y
para nada vinculado a las instituciones públicas, excepto en determinados y
específicos cultos religiosos. Es decir, Hipatia es el resultado de la
evolución de una sociedad influenciada de manera creciente por el cristianismo.
Esto Amenábar lo oculta.
De la misma manera que Amenábar presenta a Hipatia, es necesario
recordar otras figuras de mujeres filósofas o escritoras, como Eudocia, nacida
en una familia pagana como Atenais y convertida luego al cristianismo. La
presencia pública de mujeres en una sociedad que se estaba cristianizando sólo
se explica por este último hecho, lo cual contradice frontalmente lo que
Amenábar nos relata.
7) Fue precisamente San Cirilo de Alejandría -personaje que en el fondo
persigue la leyenda de Hipatia- el que más ha exaltado en la historia de la
humanidad la condición femenina, pues a él se debe la expresión
"Theotokos", palabra griega que significa "Madre de Dios".
Él fue quien derrotó a la herejía nestoriana en el Concilio de Éfeso del año
431. En esencia, la disputa consistía en si María era madre de Cristo o madre
de Dios. San Cirilo consiguió que se convocase un concilio en Éfeso, lugar
donde vivió sus últimos años la Virgen María, y logró que la Iglesia declarase
el primer dogma mariano de la historia: María, Madre de Dios. Hasta aquel
momento nadie en la historia había conseguido colocar a un ser humano mujer por
encima de cualquier hombre.
8) Hipatia nunca fue directora de la Biblioteca de Alejandría, ni ésta
fue destruida por los cristianos, sino que fue incendiada por Julio César,
saqueada como el resto de la ciudad por Aureliano en el año 273, y rematada por
Diocleciano en 297. En el año 391 fue destruido lo que quedaba del templo del Serapeo
después de la destrucción por los judíos en tiempos de Trajano, y también el
repaso que le pegó Diocleciano, quien, para conmemorar la hazaña, puso allí su
gran columna, razón por la cual los cristianos lo destruyeron, ya que él era el
símbolo de las persecuciones que sufrieron durante trescientos años. Pero lo
que allí quedaba de la biblioteca era tanto como lo que restaba en otros
sitios.
9) El paganismo siguió existiendo en Alejandría hasta que llegaron los
árabes. Concretamente, el neoplatonismo siguió floreciendo allí hasta varios
siglos después de la muerte de Hipatia: la escuela platónica de Alejandría
continuó funcionando con normalidad durante más de 200 años, hasta que lo
recuperó el Renacimiento cristiano. Además, su más brillante exponente fue San
Agustín, coetáneo de Hipatia.
La historia
de Hipatia ha sido objeto de una recurrente manipulación, fundamentalmente con
el fin de atacar a la Iglesia: desde la Ilustración hasta el feminismo radical
actual. Amenábar, pues, no es original ni siquiera en eso. Según el
"iluminado" Voltaire, "desde la muerte de Hipatia hasta la
Ilustración, Europa está sumida en la oscuridad; la Ilustración, al rebelarse
contra la autoridad de la Iglesia, la revelación y los dogmas, vuelve a abrir
la iluminación de la razón". En cuanto al segundo ejemplo de manipulación
-el del feminismo radical-, podemos observar el que hace Úrsula Molinaro, según
el cual Hipatia fue la campeona del amor libre, pese a que en realidad era
virgen.
La verdadera historia de Hipatia se ha transformado artificialmente
en la leyenda del "Crimen de Alejandría", cuyo protagonista principal
es el obispo San Cirilo. La atribución directa a este último del asesinato de
Hipatia se debe al escritor pagano Damascio, último escolarca de la Academia de
Atenas y autor de la "Vida de Isidoro" (una apología del paganismo de
finales del s.V y principios del s.VI), quien exiliado en Persia tras su cierre
por orden de Justiniano, y dispuesto a azuzar las maledicencias contra San
Cirilo, a quien tuvo por rival -en un tiempo de rivalidades religiosas
fortísimas y extremas-, le atribuyó el homicidio sin más fundamento que sus
propias conjeturas. Porque esto y no otra cosa es lo que, desde entonces y
hasta hoy, siguen haciendo cuantos rivalizan endemoniadamente contra la Fe
católica. Han pasado siglos desde el lamentable episodio y nadie ha podido
aportar otro cargo contra el gran santo de Alejandría que no fuera la sospecha,
el rumor, la hipótesis trasnochada o la presunción prejuiciosa.
Pero la leyenda en sí misma surge en 1720, con la obra de John Toland
(irlandés, hijo ilegítimo de un sacerdote católico, que se hizo protestante y
posteriormente activo militante del ateísmo en la Gran Logia de Londres)
Después vino Voltaire; después, el historiador Edward Gibbon, quien, para
argumentar su tesis acerca de que el cristianismo es la causa interna de la
decadencia del Imperio Romano, utiliza la leyenda de Hipatia y declara a Cirilo
responsable de todos los conflictos que estallaron en Alejandría en el siglo V.
Más tarde llegarán las versiones románticas de Leconte de Lisle y otros, y
finalmente el feminismo radical, para el que Hipatia fue la primera mártir de
la misoginia propia del cristianismo. Todos los autores citados, y alguno más,
tienen una cosa en común: son masones reconocidos. De nuevo, la Masonería
aparece de fondo, entre bambalinas, cada vez que surgen ataques mediáticos
contra la religión, y concretamente contra el cristianismo (enemigo secular de
su ideología y por tanto de su imposición a todo el mundo) como ha hecho
siempre, empleando para ello diferentes medios adaptados a cada momento
histórico)
El maltrato y la muerte de Hipatia no es imputable a los cristianos,
como tampoco lo es a San Cirilo de Alejandría. El origen de tal acusación se
debe, como se ha señalado antes, al pagano Damascio, enemigo acérrimo de San
Cirilo, y simplemente ha sido repetida desde entonces por todos los enemigos de
la Iglesia para atacarla. No hay mentira mayor que la que sostiene que
"los historiadores coinciden en responsabilizar a Cirilo de Alejandría por
el asesinato de Hipatia". Coinciden los enemigos frenéticos de la Iglesia
Católica, no los historiadores o los genuinos estudiosos del caso:
No coinciden (y discrepan con la leyenda negra oficial impuesta
finalmente por el Iluminismo) el arriano Filostorgio, el sirio Juan de Éfeso,
los jansenistas Le Nain de Tillemont y Claude Pierre Goujet, o el erudito
Christopher Haas en su "Alexandria in Late Antiquity: Topography and
Social Conflict", publicado en 2006. No coincide tampoco Thomas Lewis,
quien redactara ya en 1721 la célebre impugnación de la mentira a la que tituló
sugestivamente "La Historia de Hypatia, la imprudentísima maestra de
Alejandría: asesinada y despedazada por el populacho, en defensa de San Cirilo
y el clero alejandrino. De las calumnias del señor Toland". No coincide
Miguel Ángel García Olmo, quien advierte en la maniobra acusadora un "afán
de mancillar la ejecutoría de un pastor teólogo de vida esforzada y ejemplar
como fue Cirilo de Alejandría, venerado en Oriente y en Occidente"; y ni
siquiera se atreve a coincidir Gonzalo Fernández, quien en su obra "La
muerte de Hypatia", del año 1985, a pesar de la ninguna simpatía que
manifiesta hacia el santo, llamando tiránico a su ministerio, concluye en que
"ninguna de las fuentes sobre el linchamiento de Hipatia alude a la
presencia de parabolani entre sus asesinos". Los parabolani eran los
miembros de una hermandad de monjes alistados voluntariamente para el servicio,
principalmente entre los enfermos, y que en su momento respondieron
incondicionalmente a San Cirilo, recibiendo la acusación de consumar el
linchamiento de Hipatia. Recuérdese que también Aguinis menciona a "un
grupo de monjes", como causa instrumental del delito. No coinciden los
hechos. Porque el mismo San Cirilo, que lamentó y reprobó el crimen de Hipatia,
amonestó enérgicamente en su Homilía Pascual del 419 a la plebe alejandrina,
dada a participar en turbamultas feroces y sanguinarias como la que puso
desdichado fin a la vida de la filósofa. Si no se le cree al santo, las novelas
de Lawrence Durrel -concretamente las de su Cuarteto de Alejandría- resultan
una buena fuente para conocer el carácter sangriento y cruel de esas tropelías
feroces del populacho alejandrino. Sin olvidarnos de que fueron esas mismas
hordas las que dieron muerte a dos obispos cristianos, Jorge y Proterio, en el
361 y 457 respectivamente.
El anticristianismo de la película es, pues, más que obvio, y nada
disimulado; el mensaje de fondo se puede resumir en tres puntos:
1) Los cristianos son violentos, machistas y contrarios al progreso, la
cultura y la razón.
2) Jesús podría haber sido magnífico, pero no sus seguidores.
3) Según el propio Amenábar, la civilización antigua era un prodigio de
ilustración "de no haberse dado ese traspiés que fue la Edad media y la
caída del Imperio Romano, y de no haberse paralizado el mundo durante 500
años".
Con estos prejuicios ideológicos, totalmente ajenos a la verdad
histórica, es lógico que Amenábar denuncie el inventado fanatismo de la intolerancia
religiosa. Lo curioso es que para ello tenga que mirar al pasado, manipulándolo
además -¿más desmemoria histórica?- y no refleje uno de los mayores integrismos
actuales, que justamente va en la dirección opuesta: la actual intolerancia
antirreligiosa, de la que él es, de nuevo hay que decirlo, simple punta de
lanza. La Hipatia que retrata el director no es la real, pero a los
espectadores no se les va a advertir esa ausencia de base histórica, sino que
se les pretende hacer creer justo lo contrario.
Parece que Amenábar ha ´olvidado´ un pequeño detalle en su película:
los que persiguieron masivamente, reprimieron, torturaron y mataron fueron los
paganos a los cristianos en nombre del paganismo y de razones que hoy nos
parecen brutalmente irracionales, como lo constatan las propias actas de los
juicios romanos. Amenábar engaña y miente con las imágenes y el
argumento, que hace de la película más cara rodada en España un simple panfleto
político anticristiano. Al final va a tener razón: la situación de entonces se
parece a la actual (los paganos persiguiendo a los cristianos, y no como él nos
lo quiere vender).
P. Ángel Amo.
Fuente: Catholic.net
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