viernes, 11 de diciembre de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 DE DICIEMBRE – SÁBADO – 2ª – SEMANA DE ADVIENTO – B – Nuestra Señora de Guadalupe

 


 

12 DE DICIEMBRE – SÁBADO –

2ª – SEMANA DE ADVIENTO – B –

Nuestra Señora de Guadalupe

 

Lectura del libro del Eclesiástico (48,1-4.9-11):

 

EN aquellos días, surgió el profeta Elías como un fuego,

sus palabras quemaban como antorcha.

Él hizo venir sobre ellos hambre,

y con su celo los diezmó.

Por la palabra del Señor cerró los cielos

y también hizo caer fuego tres veces.

¡Qué glorioso fuiste, Elías, con tus portentos!

¿Quién puede gloriarse de ser como tú?

Fuiste arrebatado en un torbellino ardiente,

en un carro de caballos de fuego;

tú fuiste designado para reprochar los tiempos futuros,

para aplacar la ira antes de que estallara,

para reconciliar a los padres con los hijos

y restablecer las tribus de Jacob.

Dichosos los que te vieron

y se durmieron en el amor.

 

Palabra de Dios

         

Salmo:79,2ac.3b.15-16.18-19

 

R/. Oh Dios, restáuranos,

que brille tu rostro y nos salve.

 

V/. Pastor de Israel, escucha,

tú que te sientas sobre querubines, resplandece.

Despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

 

V/. Dios del universo, vuélvete:

mira desde el cielo, fíjate,

ven a visitar tu viña.

Cuida la cepa que tu diestra plantó,

y al hijo del hombre que tú has fortalecido. R/.

 

V/. Que tu mano proteja a tu escogido,

al hombre que tú fortaleciste.

No nos alejaremos de ti:

danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 17, 10-13

    Al bajar del monte le preguntaron a Jesús sus discípulos:

"¿Por qué dicen los letrados que primero tiene que venir Elías?".

Él les contestó:

"Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del Hombre va a padecer a manos de ellos".

Los discípulos comprendieron entonces que se refería a Juan Bautista.

 

Palabra del Señor

 

1.  Siguen los evangelios de Adviento recordando a los cristianos lo que hoy nos puede enseñar la figura de Juan Bautista. El monte del que bajan los discípulos es el monte de la Transfiguración. Allí han tenido una visión: Jesús junto al profeta Elías (además de Moisés).

Los judíos de aquel tiempo creían que, antes de la venida del Mesías, tenía que volver Elías a este mundo.

Lo que seguramente, para algunos, era una dificultad contra Jesús. Porque, si Elías no había venido a la tierra, Jesús no podía ser el verdadero Mesías y sería, por tanto, una gran mentira lo que se decía sobre el mesianismo del mismo Jesús.

 

2.  Jesús responde a los discípulos diciendo que el profeta Elías ya había venido, representado en la figura del gran profeta que fue Juan Bautista. La frase de Jesús está en futuro porque cita literalmente un texto de Malaquías (3, 23). Y Jesús da a entender que Juan fue "tratado a su antojo" (lo que a la gente mala de este mundo se le antoja), es decir, terminó asesinado.

Y esa misma muerte era la que le esperaba a él, al mismo Jesús.

 

3.  El Evangelio destacaba ayer la diferencia entre Juan y Jesús. Hoy los iguala a los dos; y los iguala en que ambos terminaron su vida asesinados.  

Juan porque denunció los escándalos de Herodes. 

Jesús porque denunció los escándalos del Templo, de los sacerdotes y de los letrados.

La libertad ante los grandes de este mundo se paga muy cara. De ahí, el miedo que le tenemos a la libertad. Nos lo dice el Evangelio. Y en tiempos más recientes nos han recordado lo mismo algunos autores bien conocidos: Erich Fromm y, antes que él, Fedor Dostoyevski, en el discurso del "Gran Inquisidor": "No hay para el hombre deseo más acuciante que el deseo de encontrar a un ser en quien delegar el don de la libertad que, por desgracia, se adquiere por el nacimiento".

Por eso nos buscamos confesores, directores espirituales, superiores, gobernantes, políticos, que nos manden con poder y autoridad. Para quitarnos de encima el inaguantable peso de la libertad.

"¡A mí, que me digan lo que tengo que hacer!". Es el grito de los esclavos. Y bien sabemos que los esclavos son los que han mantenido la economía de la desigualdad. Porque ellos han mantenido la abundancia y la prepotencia de los grandes de este mundo.

El aguante y la paciencia de los esclavos es lo que ha hecho posible la brecha y la distancia entre los más ricos (unos pocos) y los más pobres (la espantosa mayoría de oprimidos).

 

Nuestra Señora de Guadalupe

 

 

El año 1531, la Virgen María se apareció al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el monte Tepeyac, en la ciudad de México.

En la capa de Juan Diego se grabó milagrosamente la imagen de la Virgen, a  que los fieles cristianos veneran sin interrupción hasta hoy. Por medio de este santo de fe limpísima, la Madre de Dios y de la Iglesia llama a todos los pueblos al amor a Cristo

 

Nuestra Señora de Guadalupe es una advocación mariana de la Iglesia católica, cuya imagen tiene su principal centro de culto en la Basílica de Guadalupe, en el norte de la ciudad de México.

De acuerdo a la tradición oral mexicana, y los múltiples documentos históricos encontrados alrededor del mundo en distintos archivos, la Virgen María se apareció en cuatro ocasiones a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, y una quinta ocasión en el pueblo de Santa María, Tulpetlac en el Estado de México en la cual curó a Juan Bernardino, tío de san Juan Diego. El relato guadalupano conocido como Nican mopohua, tras la primera aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga. Juan Diego en la última aparición de la Virgen llevó en su ayate unas rosas ―flores que no son nativas de México y que tampoco prosperan en la aridez del territorio― que cortó en el Tepeyac, según la orden de la Virgen. Juan Diego desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de la Virgen María, morena y con rasgos mestizos.

Las mariofanías tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año. La fuente más importante que las relata fue el mismo Juan Diego que habría contado todo lo que había acontecido.

Posteriormente esta tradición oral fue recogida en un escrito con sonido náhuatl pero con caracteres latinos (técnica que ningún español sabía hacer y que solo muy rara vez usaban los indígenas); este escrito es llamado el Nican mopohua, y es atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605). Posteriormente en 1648 es publicado el libro Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe por el presbítero Miguel Sánchez, contribuyendo a recopilar todo lo que los indígenas sabían acerca de la devoción guadalupana.

 

 

 

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