miércoles, 9 de diciembre de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 10 DE DICIEMBRE – JUEVES – 2ª – SEMANA DE ADVIENTO – B – Santa Eulalia de Mérida

 


 

10 DE DICIEMBRE – JUEVES –

2ª – SEMANA DE ADVIENTO – B –

Santa Eulalia de Mérida

 

Lectura del libro de Isaías (41,13-20):

 

YO, el Señor, tu Dios,

te tomo por la diestra y te digo:

«No temas, yo mismo te auxilio».

No temas, gusanillo de Jacob,

oruga de Israel,

yo mismo te auxilio

-oráculo del Señor-,

tu libertador es el Santo de Israel.

Mira, te convierto en trillo nuevo,

aguzado, de doble filo:

trillarás los montes hasta molerlos;

reducirás a paja las colinas;

los aventarás y el viento se los llevará,

el vendaval los dispersará.

Pero tú te alegrarás en el Señor,

te gloriarás en el Santo de Israel.

Los pobres y los indigentes

buscan agua, y no la encuentran;

su lengua está reseca por la sed.

Yo, el Señor, les responderé;

yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.

Haré brotar ríos en cumbres desoladas,

en medio de los valles, manantiales;

transformaré el desierto en marisma

y el yermo en fuentes de agua.

Pondré en el desierto cedros,

acacias, mirtos, y olivares;

plantaré en la estepa cipreses,

junto con olmos y alerces,

para que vean y sepan,

reflexionen y aprendan de una vez,

que la mano del Señor lo ha hecho,

que el Santo de Israel lo ha creado.

 

Palabra de Dios

 

 

Salmo: 144,1.9.10-11.12-13ab

 

R/. El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad.

 

V/. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;

bendeciré tu nombre por siempre jamás.

El Señor es bueno con todos,

es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

 

V/. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles.

Que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas. R/.

 

V/. Explicando tus hazañas a los hombres,

la gloria y majestad de tu reinado.

Tu reinado es un reinado perpetuo,

tu gobierno va de edad en edad. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 11-15

 

         En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

"Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan Bautista, aunque el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.

Desde los días de Juan Bautista hasta ahora, se hace violencia contra el Reino de los Cielos y los violentos pretenden arrebatarlo. Porque todos los profetas hasta Juan eran profecía, pero él era Elías que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.

“El que tenga oídos, que escuche”.

 

Palabra del Señor


1.  La liturgia de Adviento nos trae al recuerdo los relatos evangélicos que elogian a Juan Bautista. Lo que parece indicar que la mejor manera de prepararnos, para recibir a Jesús y para integrarlo en nuestras vidas, es recordar el ejemplo de Juan Bautista. Porque, si el   Adviento es la preparación para la venida de Jesús, Juan Bautista fue el primero que cumplió esa tarea y tuvo esa misión.

Pues bien, si Juan Bautista es el más grande de los nacidos de mujer, resulta evidente que -a juicio de Jesús- Juan es lo más que da de sí la condición humana.  Pero hay algo que supera lo que da de sí la condición humana.

Superan la condición humana los hijos del Reino de Dios.  No porque sean o tengan algo más que "lo humano", sino porque "lo humano", tal como existe, está fundido con "lo inhumano".

 

2.  Es humano amar, ayudar, ser buenas personas... Pero también es humano odiar, hacer daño, portarse mal y causar mucho sufrimiento. Por eso decimos que lo humano está fundido en nosotros con lo inhumano. 

El proyecto de Jesús no consiste en "divinizarnos" (nadie puede saber lo que es eso), sino en “humanizarnos" tanto, que vayamos superando la "deshumanización" que todos llevamos en nuestra forma de ser.

 

3.  Juan Bautista fue un santo, pero llevó una vida que no es normal.  Jesús fue un hombre normal. Juan no comía ni bebía (Mt 11, 18), mientras que Jesús comía y bebía (Mt 11, 19).

Jesús fue la expresión más cabal de lo humano. Eso es lo que propone Jesús cuando habla del Reino de Dios.  Hacer violencia contra lo verdaderamente humano es hacer violencia contra el Reino de Dios.

Los predicadores religiosos que amenazan a la gente, que presentan a Dios como un juez peligroso, son hombres violentos, que utilizan a Dios para ponerlo como ejemplo y modelo de violencia. Quienes hacen eso son enemigos del Evangelio.

 

Santa Eulalia de Mérida

 

 Eulalia, de esclarecido linaje por su nacimiento, pero más todavía por su muerte, nació en Mérida a finales del siglo III.

Prudencio hace una primorosa descripción de su martirio, coincidiendo admirablemente con las actas escritas por un testigo ocular.

Murió, tras crueles torturas, a la edad de doce años, un día 10 de diciembre.

 

Breve Biografía

 

Nos encontramos en Mérida, Extremadura en el año 300. En primer lugar, hay que decir que hay dos Eulalias: la de Mérida y la de Barcelona.

La vida de estas dos mártires se relata en los poemas de nuestro compatriota Prudencio (+415).

Dice: "Nuca estuvo una criatura humana dotada de tanta gracia y atractivo. A pesar de los 12 inviernos y trece primaveras que tenía, nunca permitió que se le hablara de lecho nupcial, pues su cuerpo pertenecía a Cristo"…

Vivía con este convencimiento. No soñaba lo que le aguardaba en puro corazón y mente esclarecida.

Por aquel tiempo se desencadenó la persecución de Diocleciano. Ya estamos en lo mismo, pero al mismo tiempo interesante y novedoso por ver la reacción de esta chica de Mérida y de tantos otros cristianos.

Ella, no solamente no le tenía miedo a la muerte, sino que incluso deseaba ser mártir por amor a Cristo. Desde luego, la admiración cuando se estudia todo esto a tantos siglos de distancia, es extraordinaria.

Los padres querían impedir a toda costa que muriese. Para ello, la encerraron en un castillo. El único que podía verla era el sacerdote Félix y la ama de llaves.

El gobernador romano tenía la orden de que todo aquel cristiano que no quemase incienso a los dioses iría derecho a la muerte.

Eulalia convenció al ama de llaves para que le dejara salir. Salieron las dos juntas ante el gobernador. Le reprocharon su crueldad. En seguida mandó martirizar primero a Julia, la empleada, y a continuación a Eulalia.

El juez pagano mandó que la destrozaran golpeándola con varillas de hierro y que sobre sus heridas colocaran antorchas encendidas. La hermosa cabellera de Eulalia se incendió y la jovencita murió quemada y ahogada por el humo.

Dice el poeta Prudencio que, al morir la santa, la gente vio una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo, y que los verdugos salieron huyendo, llenos de pavor y de remordimiento por haber matado a una criatura inocente. La nieve cubrió el cadáver y el suelo de los alrededores, hasta que varios días después llegaron unos cristianos y le dieron honrosa sepultura al cuerpo de la joven mártir. Allí en el sitio de su sepultura se levantó un templo de honor de Santa Eulalia, y dice el poeta que él mismo vio que a ese templo llegaban muchos peregrinos a orar ante los restos de tan valiente joven y a conseguir por medio de ella muy notables favores de Dios.

Con el tiempo se convirtió en una de las santas españolas más venerada.

 

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