Natividad
del Señor.
Tres
misas el mismo día
La celebración de tres misas el
día de Navidad debe de ser muy antigua, porque la famosa misa del Gallo, por la
noche, se remonta al siglo V. Sigue la misa de la aurora y se termina con la
del día. Cada una de ellas tiene sus lecturas propias, las mismas en los tres
ciclos (A, B, C). No es normal que la gente asista a las tres misas. Por eso indico
brevemente el mensaje global de los tres evangelios.
El de la misa del Gallo nos habla de un niño
que nace muy pobremente, sin nada que envidiarle a los más pobres de la
actualidad. Pero, inmediatamente después, un ángel nos presenta a ese niño como
Salvador, Mesías y Señor.
El de la misa de la aurora indica diversas
reacciones ante ese niño: los pastores corren a visitarlo y vuelven alabando y
dando gloria a Dios; los presentes se admiran; María medita todo lo que oye.
El evangelio de la misa del día, el Prólogo
de Juan, dice de ese niño algo más grande que el ángel a los pastores: es el
Verbo de Dios, que lo acompaña desde el principio, antes de la creación. Y,
aunque fue ignorado por el mundo y rechazado por su propio pueblo, se hizo
carne, habitó entre nosotros y nos concede poder ser hijos de Dios.
25 DE DICIEMBRE
Misa de medianoche
Lectura del profeta Isaias 9, 1-3. 5-6
El pueblo que caminaba en tinieblas
vio una luz grande;
habitaban tierras de sombras,
y una luz les brilló.
Acreciste la alegría,
aumentaste el gozo:
se gozan en tu presencia,
como gozan al segar,
como se alegran
al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor,
el yugo de su carga,
el bastón de su hombro,
los quebrantaste como el día de Madián.
Porque la bota que pisa con estrépito
y la túnica empapada de sangre
serán combustible, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado:
lleva al hombro el principado,
y es su nombre:
Maravilla de Consejero,
Dios guerrero,
Padre perpetuo,
Príncipe de la paz.
Para dilatar el principado
con una paz sin límites,
sobre el trono de David
y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempre.
El celo del Señor lo realizará.
Palabra de Dios
Salm: 95, 1-3. 11-12.13.
R. Hoy nos ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
R. Hoy nos ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
R. Hoy nos ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor.
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque.
R. Hoy nos ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor.
Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
R. Hoy nos ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor.
Lectura de la carta de san Pablo a Tito
2, 11-14
Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la
salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a
los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y
religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran
Dios y Salvador nuestro, Jesucristo.
Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para
prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 1-14
En aquel tiempo, salió un decreto del
emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero.
Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y
todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.
También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad
de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea,
para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba
allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo
envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la
posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre,
velando por turno su rebaño.
Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de
claridad, y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo:
—«No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el
pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el
Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre».
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial,
que alababa a Dios, diciendo:
—«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el
Señor».
Palabra del Señor
Aunque desconocemos el
día y la hora en que nació Jesús, imagino que fueron estas palabras del libro
de la Sabiduría las que animaron a situar el nacimiento a medianoche: «Un
silencio sereno lo envolvía todo, y al mediar la noche su carrera, tu palabra
todopoderosa se abalanzó desde el trono real de los cielos» (Sab 18,14-15).
En cualquier caso, el papa Sixto III
(siglo V d.C.), introdujo en Roma la costumbre de celebrar en Navidad una
vigilia nocturna, a medianoche, «en seguida de cantar el gallo», en un pequeño
oratorio situado detrás del altar mayor de la Basílica de Santa María la Mayor. Ya que los antiguos
romanos denominaban Canto del Gallo al comienzo del día, a la medianoche, se
quedó con el nombre de Misa de Gallo la que se celebraba a esta hora.
La liturgia, con tres lecturas preciosas
y muy ricas de contenido, suponen un desafío para quien pretenda comentarlas
sin agotar al auditorio.
Tres motivos de alegría (Isaías 9,2-7)
En El Danubio rojo, película
ambientada en la Segunda Guerra Mundial, la noche de Navidad, en medio del frío
y la nieve, un grupo numeroso de soldados y refugiados comienza a cantar en un
tren el villancico «Noche de Dios». Ese es el ambiente más adecuado para
entender la primera lectura. El profeta se dirige a un pueblo que camina en
tinieblas, que ha sufrido durante un siglo la opresión del imperio asirio, y le
anuncia un cambio prodigioso: un mundo de luz y alegría. Por tres motivos:
el fin del opresor, el imperio asirio,
que oprime a Israel con el yugo y el bastón, como si fuera un animal de carga;
será derrotado, igual que lo fueron los madianitas en tiempos de Gedeón;
el fin de la guerra, simbolizado por la
desaparición, no de lanzas y espadas, sino de los elementos menos peligrosos
del soldado: bota y túnica;
la aparición de un niño, que se puede
interpretar como el nacimiento de un príncipe o su entronización. Influido por
el ritual egipcio, se coloca sobre sus hombros un manto que simboliza el poder,
y se le dan diversos nombres: en Egipto eran cinco, aquí son cuatro, que
expresan las cualidades más admirables que se pueden esperar de un gobernante:
que sepa aconsejar, que sepa defender, que se comporte como un padre con sus
súbditos, que traiga un reinado de paz. Por último, abandonando el influjo
egipcio y con mentalidad plenamente judía, se relaciona a este niño con David.
Y su labor de paz, justicia y derecho, aparentemente imposible, será obra del
celo de Dios.
El pueblo que
caminaba en tinieblas vio una luz grande;
Habitaba en
tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.
Acreciste la
alegría, aumentaste el gozo:
Se gozan en tu
presencia, como gozan al segar,
como se
alegran al repartirse el botín.
Porque la vara
del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro,
los
quebrantaste como el día de Madián.
Porque la bota
que pisa con estrépito y la túnica empapada en sangre
serán
combustible, pasto del fuego.
Porque un niño
nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:
lleva a
hombros el principado, y es su nombre:
«Maravilla de
Consejero, Dios fuerte,
Padre de
eternidad, Príncipe de la paz».
Para dilatar
el principado con una paz sin límites,
sobre el trono
de David y sobre su reino.
Para
sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho,
desde ahora y
por siempre.
El celo del
Señor del universo lo realizará.
Dos motivos de compromiso (Carta a Tito
2,11-14).
El autor une la primera venida de Jesús
(«se ha manifestado la gracia de Dios») con la segunda y definitiva («la
manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo»). ¿Motivos
de alegría? Sin duda. Pero estas dos venidas son también motivo de compromiso.
Amor con amor se paga. Hay que renunciar a la vida sin religión y a los deseos
mundanos, llevar una vida sobria y honrada, esperar la vuelta del Señor,
dedicarse a las buenas obras.
Querido hermano: Se ha manifestado la
gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a
que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, llevemos ya desde ahora
una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la
manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo, el
cual se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar
para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras.
¿Un niño pobre o un personaje maravilloso?
(Lucas 2,1-14)
El evangelio de esta noche consta de dos
escenas radicalmente distintas, pero que se complementan.
El nacimiento de un niño pobre
Sucedió en aquellos días que salió un
decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio.
Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos
iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y
familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de
David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que
estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo
del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo
recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.
La primera escena, que se desarrolla
únicamente en la tierra, contrasta a poderosos y débiles. Empieza hablando del
emperador Augusto, con autoridad para dar órdenes a todos sus súbditos, y del
gobernador de Siria, Cirino, que manda empadronarse a la población de su
provincia, cada cual en su ciudad, sin preocuparle las molestias que eso puede
causar.
Frente a los poderosos, los débiles,
representados por una familia muy modesta, a la que solo le cabe obedecer,
aunque la esposa deba recorrer, embarazada, los 150 km de Nazaret a Belén.
Según Lucas, cuando llegan a su destino no encuentran alojamiento y deben pasar
algunos días en la parte baja de una casa, donde están los animales. Son
pobres, y para ellos no hay sitio en el piso de arriba («la posada»).
Los «nacimientos» que se montan
actualmente en iglesias, casas particulares y otros sitios, ofrecen un pesebre
bonito y limpio. Lucas piensa en uno muy distinto, en el que habrá comido un
animal poco antes, arreglado aprisa para recostar al niño.
Es una escena de pobreza y humillación.
Basta pensar en José, un padre que no tiene otra cosa que ofrecer a su mujer y
a su hijo. La escena no se presta a comentarios románticos, sino a preguntas
candentes: ¿por qué Gabriel no le dijo a María toda la verdad? ¿Por qué le
anunció que su hijo sería el rey de Israel sin advertirle que no tendría
riqueza ni poder? ¿Por qué elige Dios el camino de la pobreza y la humillación?
¿Por qué rechazamos los cristianos a quienes no pueden pagarse un pasaje en
avión o en barco para llegar hasta nosotros? ¿Por qué no imaginamos que Dios
pueda nacer en una chabola de mala muerte, en una familia pobre que trabaja
recogiendo la aceituna? ¿Se puede esperar algo de este hijo de emigrantes, que
no tendrá cultura ni formación?
El Salvador, el Mesías, el Señor
En aquella misma región había unos
pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De
repente, un ángel del Señor se les presentó, la gloria del Señor los envolvió
de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo:
-No temáis, os anuncio una buena
noticia, que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de
David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal:
encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
De pronto, en torno al ángel, apareció
una legión del ejército celestial que alababa a Dios diciendo:
-Gloria a Dios en el cielo, y en la
tierra paz a los hombres de buena voluntad.
La segunda escena se desarrolla en cielo
y tierra. Es también de poderosos y débiles, de ángeles y pastores. La
profesión de pastor, aunque a algunos le recuerde a los antiguos patriarcas de
Israel, era de las más despreciadas y odiadas en aquel tiempo, sobre todo por
los campesinos. En la escala social de la época, los pastores ocupan el
penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se equipara al de
los ladrones. Y pasar la noche al aire libre, vigilando el rebaño, no es la
ocupación más agradable. El hecho de que el ángel se dirija a ellos deja clara
la «política incorrecta» de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no
se comunica al Sumo Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a
los estudiosos escribas, ni a los piadosos fariseos.
Por otra parte, el anuncio modifica
totalmente la imagen de la escena anterior. El niño que ha nacido no es un
simple niño pobre. Su nacimiento supone «una gran alegría para todo el pueblo»,
porque es Salvador, Mesías y Señor. Este ángel anónimo es muy escueto. No
comenta ninguno de los tres títulos. Pero es más sincero que Gabriel. No oculta
que, a pesar de su grandeza, el niño está envuelto en pañales y acostado en un
pesebre.
Afortunadamente, los pastores no son
especialistas en la Biblia ni teólogos. En tal caso habrían preguntado de
inmediato de qué o de quién iba a salvar ese niño; si era un mesías-rey, como
David, o un mesías-sacerdote, como Aarón; si su señorío era igual que el de
Dios o que el del César; si los pañales y el pesebre debían ser interpretados
de forma real o simbólica… y cómo se compagina la «gran alegría para todo el
pueblo» con el hecho de que, años después, el pueblo termine alejándose del
Calvario golpeándose el pecho. En realidad, los pastores no tienen tiempo de
preguntar nada porque, de pronto, aparece una legión del ejército celestial
alabando a Dios y proclamando la paz.
¿Qué harán los pastores? Quien desee
saberlo tendrá la respuesta en el evangelio de la Misa de la Aurora.
Pero el lector del evangelio puede
ponerse en su lugar y advertir el mensaje que le está proponiendo Lucas. La vida
de Jesús se puede interpretar de dos formas muy distintas: desde una óptica
puramente humana o desde la fe. La primera resulta descarnada y dura. La
segunda puede parecer ingenua; si no de cuento de hadas, de cuento de ángeles.
Si se mantiene en la primera, terminará viendo a Jesús como un personaje
peligroso y considerando justa su condena a muerte. Si acepta la segunda, a
pesar de todas las dudas, terminará creyendo en él como su Salvador.
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