domingo, 6 de diciembre de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 7 DE DICIEMBRE – LUNES – 2ª – SEMANA DE ADVIENTO – B – SAN AMBROSIO

 

 


7 DE DICIEMBRE – LUNES –

2ª – SEMANA DE ADVIENTO – B –

SAN   AMBROSIO

Lectura del libro de Isaías (35,1-10):

 

EL desierto y el yermo se regocijarán,

se alegrará la estepa y florecerá,

germinará y florecerá como flor de narciso,

festejará con gozo y cantos de júbilo.

Le ha sido dada la gloria del Líbano,

el esplendor del Carmelo y del Sarón.

Contemplarán la gloria del Señor,

la majestad de nuestro Dios.

Fortaleced las manos débiles,

afianzad las rodillas vacilantes;

decid a los inquietos:

«Sed fuertes, no temáis.

¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite,

la retribución de Dios.

Viene en persona y os salvará.»

Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,

los oídos de los sordos se abrirán;

entonces saltará el cojo como un ciervo,

y cantará la lengua del mudo,

porque han brotado aguas en el desierto

y corrientes en la estepa.

El páramo se convertirá en estanque,

el suelo sediento en manantial.

En el lugar donde se echan los chacales

habrá hierbas, cañas y juncos.

Habrá un camino recto.

Lo llamarán «Vía sacra».

Los impuros no pasarán por él.

Él mismo abre el camino

para que no se extravíen los inexpertos.

No hay por allí leones,

ni se acercarán las bestias feroces.

Los liberados caminan por ella

y por ella retornan los rescatados del Señor.

Llegarán a Sión con cantos de júbilo:

alegría sin límite en sus rostros.

Los dominan el gozo y la alegría.

Quedan atrás la pena y la aflicción.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 84,9ab-10.11-12.13-14

 

R/. He aquí nuestro Dios; viene en persona y nos salvará.

 

V/. Voy a escuchar lo que dice el Señor:

«Dios anuncia la paz

a su pueblo y a sus amigos».

La salvación está cerca de los que lo temen,

y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

 

V/. La misericordia y la fidelidad se encuentran,

la justicia y la paz se besan;

la fidelidad brota de la tierra,

y la justicia mira desde el cielo. R/.

 

V/. El Señor nos dará la lluvia,

y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él,

Y sus pasos señalarán el camino. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,17-26):

 

UN día, estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones.

En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo:

«Hombre, tus pecados están perdonados».

Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos:

«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?».

Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo:

«¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”?

Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—:

“A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».

Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios

El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían:

«Hoy hemos visto maravillas».

 

Palabra del Señor

 

1.  Si algo hay claro en este relato, es que el poder de perdonar pecados y el poder de remediar el sufrimiento son dos hechos que van unidos, vinculados el uno con el otro. El que causa sufrimientos, en lugar de remediarlos, ¿cómo va a perdonar pecados?

Es decir, un individuo que va por la vida haciendo daño y causando escándalos, ¿cómo va a ser "camino" y "puerta" para que la gente se acerque a Dios, se sienta en paz con su conciencia, tenga en su vida una luz de esperanza?

 

2.  El perdón de los pecados no es un "ritual mágico" que actúa automáticamente. Eso es pura magia. Y en eso tenemos el constante peligro de convertir el Evangelio. A fin de cuentas, "perdonar los pecados", ¿qué es eso?

El pecado se suele representar como "culpa", como "mancha" o como "ofensa". El sentimiento de culpa es una experiencia humana, que se quita mediante una terapia adecuada. El sentimiento de mancha es un sentimiento mágico, que no afecta a nuestra relación con Dios.

- ¿Es el pecado una "ofensa" que el ser humano le hace a Dios?

Ya Santo Tomás de Aquino dijo sabiamente que el hombre solo puede ofender a Dios "cuando hace algo contra sí mismo o contra los demás" ("Sum.  Contra Gent. III, 122).

- ¿Contra Dios? - ¿Qué podemos nosotros hacerle a Dios? - ¿Le podemos hacer algún mal?

Si Dios es Dios, eso quiere decir que es el "Trascendente". O sea, Dios no está a nuestro alcance.

 

3.  No nos debe preocupar eso de "ofender a Dios". Lo que tenemos que cuidar es no hacer nunca daño a nadie.  ESTO ES LO QUE DE VERDAD IMPORTA.

Por eso, el pecado se perdona haciendo felices a los humanos.


SAN   AMBROSIO

Arzobispo de Milán - Año 397

 

San Ambrosio: que, así como tu palacio de Arzobispo estaba siempre abierto para que entraran todos los necesitados de ayudas materiales o espirituales, que así también cada uno de nosotros estemos siempre disponibles para hacer

todo el mayor bien posible a los demás.

 

San Ambrosio: Ambrosio significa "Inmortal".

Este santo es uno de los más famosos doctores que la Iglesia de occidente tuvo en la antigüedad (junto con San Agustín, San Jerónimo y San León).

Nació en Tréveris (sur de Alemania) en el año 340. Su padre que era romano y gobernador del sur de Francia, murió cuando Ambrosio era todavía muy niño, y la madre volvió a Roma y se dedicó a darle al hijo la más exquisita educación moral, intelectual, artística y religiosa. El joven aprendió griego, llegó a ser un buen poeta, se especializó en hablar muy bien en público y se dedicó a la abogacía.

Las defensas que hacía de los inocentes ante las autoridades romanas eran tan brillantes, que el alcalde de Roma lo nombró su secretario y ayudante principal. Y cuando apenas tenía 30 años fue nombrado gobernador de todo el norte de Italia, con residencia en Milán. Cuando su formador en Roma lo despidió para que fuera a posesionarse de su alto cargo dijo: "Trate de gobernar más como un obispo que como un gobernador". Y así lo hizo.

En la gran ciudad de Milán, Ambrosio se ganó muy pronto la simpatía del pueblo. Más que un gobernante era un padre para todos, y no negaba un favor cuando en sus manos estaba el poder hacerlo. Y sucedió que murió el Arzobispo de Milán, y cuando se trató de nombrarle sucesor, el pueblo se dividió en dos bandos, unos por un candidato y otros por el otro. Ambrosio temeroso de que pudiera resultar un tumulto y producirse violencia se fue a la catedral donde estaban reunidos y empezó a recomendarles que procedieran con calma y en paz. Y de pronto una voz entre el pueblo gritó: "Ambrosio obispo, Ambrosio obispo". Inmediatamente todo aquel gentío empezó a gritar lo mismo: "Ambrosio obispo". Los demás obispos que estaban allí reunidos y también los sacerdotes lo aclamaron como nuevo obispo de la ciudad. Él se negaba a aceptar (pues no era ni siquiera sacerdote), pero se hicieron memoriales y el emperador mandó un decreto diciendo que Ambrosio debía aceptar ese cargo.

Desde entonces no piensa sino en instruirse lo más posible para llegar a ser un excelente obispo. Se dedica por horas y días a estudiar la S. Biblia, hasta llegar a comprenderla maravillosamente. Lee los escritos de los más sabios escritores religiosos, especialmente San Basilio y San Gregorio Nacianceno, y una vez ordenado sacerdote y consagrado obispo, empieza su gran tarea: instruir al pueblo en su religión.

Sus sermones comienzan a volverse muy populares. Entre sus oyentes hay uno que no le pierde palabra: es San Agustín (que todavía no se ha convertido). Éste se queda profundamente impresionado por la personalidad venerable y tan amable que tiene el obispo Ambrosio. Y al fin se hace bautizar por él y empieza una vida santa.

Nuestro santo era prácticamente el único que se atrevía a oponerse a los altos gobernantes cuando estos cometían injusticias. Escribía al emperador y a las altas autoridades corrigiéndoles sus errores. El emperador Valentino le decía en una carta: "Nos agrada la valentía con que sabe decirnos las cosas. No deje de corregirnos, sus palabras nos hacen mucho bien". Cuando la emperatriz quiso quitarles un templo a los católicos para dárselo a los herejes, Ambrosio se encerró con todo el pueblo en la iglesia, y no dejó entrar allí a los invasores oficiales.

El emperador de ese tiempo era Teodosio, un creyente católico, gran guerrero, pero que se dejaba llevar por sus arrebatos de cólera. Un día los habitantes de la ciudad de Tesalónica mataron a un empleado del emperador, y éste envió a su ejército y mató a siete mil personas. Esta noticia conmovió a todos. San Ambrosio se apresuró a escribirle una fuerte carta al mandatario diciéndole: "Eres humano y te has dejado vencer por la tentación. Ahora tienes que hacer penitencia por este gran pecado". El emperador le escribió diciéndole: "Dios perdonó a David; luego a mí también me perdonará". Y nuestro santo le contestó: "Ya que has imitado a David en cometer un gran pecado, imítalo ahora haciendo una gran penitencia, como la que hizo él".

Teodosio aceptó. Pidió perdón. Hizo grandes penitencias, y en el día de Navidad del año 390, San Ambrosio lo recibió en la puerta de la Catedral de Milán, como pecador arrepentido. Después ese gran general murió en brazos de nuestro santo, el cual en su oración fúnebre exclamó: "siendo la primera autoridad civil y militar, aceptó hacer penitencia como cualquier otro pecador, y lloró su falta toda la vida. No se avergonzó de pedir perdón a Dios y a la Santa Iglesia, y seguramente que ha conseguido el perdón".

San Ambrosio componía hermosos cantos y los enseñaba al pueblo. Cuando tuvo que estarse encerrado con todos sus fieles durante toda una semana en un templo para no dejar que se lo regalaran a los herejes, aprovechó esas largas horas para enseñarles muchas canciones religiosas compuestas por él mismo. Después los herejes lo acusaban de que les quitaba toda la clientela de sus iglesias, porque con sus bellos cantos se los llevaba a todos para la catedral de Milán. Sabía ejercitar su arte para conseguirle más amigos a Dios.

Este gran sabio compuso muy bellos libros explicando la S. Biblia, y aconsejando métodos prácticos para progresar en la santidad. Especialmente famoso se hizo un tratado que compuso acerca de la virginidad y de la pureza. Las mamás tenían miedo de que sus hijas charlaran con este gran santo porque las convencía de que era mejor conservarse vírgenes y dedicarse a la vida religiosa (Él exclamaba: "en toda mi vida nunca he visto que un hombre haya tenido que quedarse soltero porque no encontró una mujer con la cual casarse"). Pero además de su sabiduría para escribir, tenía el don de poner las paces entre los enemistados. Así que muchísimas veces lo llamaron del alto gobierno para que les sirviera como embajador para obtener la paz con los que deseaban la guerra, y conseguía muy provechosos armisticios o tratados de paz.

El viernes santo del año 397, a la edad de 57 años, murió plácidamente exclamando: "He tratado de vivir de tal manera que no tenga que sentir miedo al presentarme ante el Divino Juez" (San Agustín decía que le parecía admirable esta exclamación).

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario