7 DE DICIEMBRE – LUNES –
2ª – SEMANA DE ADVIENTO – B –
SAN AMBROSIO
Lectura
del libro de Isaías (35,1-10):
EL desierto y el yermo se regocijarán,
se alegrará la estepa y florecerá,
germinará y florecerá como flor de
narciso,
festejará con gozo y cantos de júbilo.
Le ha sido dada la gloria del Líbano,
el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Contemplarán la gloria del Señor,
la majestad de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles,
afianzad las rodillas vacilantes;
decid a los inquietos:
«Sed fuertes, no temáis.
¡He aquí vuestro Dios! Llega el
desquite,
la retribución de Dios.
Viene en persona y os salvará.»
Entonces se despegarán los ojos de los
ciegos,
los oídos de los sordos se abrirán;
entonces saltará el cojo como un ciervo,
y cantará la lengua del mudo,
porque han brotado aguas en el desierto
y corrientes en la estepa.
El páramo se convertirá en estanque,
el suelo sediento en manantial.
En el lugar donde se echan los chacales
habrá hierbas, cañas y juncos.
Habrá un camino recto.
Lo llamarán «Vía sacra».
Los impuros no pasarán por él.
Él mismo abre el camino
para que no se extravíen los inexpertos.
No hay por allí leones,
ni se acercarán las bestias feroces.
Los liberados caminan por ella
y por ella retornan los rescatados del
Señor.
Llegarán a Sión con cantos de júbilo:
alegría sin límite en sus rostros.
Los dominan el gozo y la alegría.
Quedan atrás la pena y la aflicción.
Palabra de Dios
Salmo:
84,9ab-10.11-12.13-14
R/.
He aquí nuestro Dios; viene en persona y nos salvará.
V/. Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que lo
temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.
V/. La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.
V/. El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
Y sus pasos señalarán el camino. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (5,17-26):
UN día, estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos
fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y
Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones.
En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre
paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando
por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron
con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús.
Él, viendo la fe de ellos, dijo:
«Hombre, tus pecados están perdonados».
Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos:
«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino
sólo Dios?».
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo:
«¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus
pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para
perdonar pecados —dijo al paralítico—:
“A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».
Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había
estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios
El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor,
decían:
«Hoy hemos visto maravillas».
Palabra del Señor
1. Si algo hay claro en este
relato, es que el poder de perdonar pecados y el poder de remediar el sufrimiento
son dos hechos que van unidos, vinculados el uno con el otro. El que causa sufrimientos, en lugar de remediarlos,
¿cómo va a perdonar pecados?
Es decir, un individuo que va por la
vida haciendo daño y
causando escándalos, ¿cómo va a ser "camino" y "puerta"
para que la gente se acerque a Dios, se sienta en paz con su conciencia, tenga
en su vida una luz de esperanza?
2. El perdón de los pecados no es
un "ritual mágico" que actúa automáticamente. Eso es pura magia. Y en
eso tenemos el constante peligro de convertir el Evangelio. A fin de cuentas,
"perdonar los pecados", ¿qué es eso?
El pecado se suele representar como
"culpa", como "mancha" o como "ofensa". El
sentimiento de culpa es una experiencia humana, que se quita mediante una
terapia adecuada. El sentimiento de mancha es un sentimiento mágico, que no
afecta a nuestra relación con Dios.
- ¿Es el pecado una "ofensa"
que el ser humano le hace a Dios?
Ya Santo Tomás de Aquino dijo sabiamente
que el hombre
solo puede ofender a Dios "cuando hace algo contra sí mismo o contra los
demás" ("Sum. Contra Gent. III, 122).
- ¿Contra Dios? - ¿Qué podemos nosotros
hacerle a Dios? - ¿Le podemos hacer algún mal?
Si Dios es Dios, eso quiere decir que es
el "Trascendente". O sea, Dios no está a nuestro alcance.
3. No nos debe preocupar eso de
"ofender a Dios". Lo que tenemos que cuidar es no hacer nunca daño a nadie. ESTO
ES LO QUE DE VERDAD IMPORTA.
Por eso, el pecado se perdona haciendo
felices a los humanos.
SAN AMBROSIO
Arzobispo de
Milán - Año 397
San Ambrosio: que,
así como tu palacio de Arzobispo estaba siempre abierto para que entraran todos
los necesitados de ayudas materiales o espirituales, que así también cada uno
de nosotros estemos siempre disponibles para hacer
todo el mayor bien posible a los demás.
San Ambrosio:
Ambrosio significa "Inmortal".
Este santo es uno
de los más famosos doctores que la Iglesia de occidente tuvo en la antigüedad
(junto con San Agustín, San Jerónimo y San León).
Nació en Tréveris
(sur de Alemania) en el año 340. Su padre que era romano y gobernador del sur
de Francia, murió cuando Ambrosio era todavía muy niño, y la madre volvió a
Roma y se dedicó a darle al hijo la más exquisita educación moral, intelectual,
artística y religiosa. El joven aprendió griego, llegó a ser un buen poeta, se
especializó en hablar muy bien en público y se dedicó a la abogacía.
Las defensas que
hacía de los inocentes ante las autoridades romanas eran tan brillantes, que el
alcalde de Roma lo nombró su secretario y ayudante principal. Y cuando apenas
tenía 30 años fue nombrado gobernador de todo el norte de Italia, con
residencia en Milán. Cuando su formador en Roma lo despidió para que fuera a
posesionarse de su alto cargo dijo: "Trate de gobernar más como un obispo
que como un gobernador". Y así lo hizo.
En la gran ciudad
de Milán, Ambrosio se ganó muy pronto la simpatía del pueblo. Más que un
gobernante era un padre para todos, y no negaba un favor cuando en sus manos
estaba el poder hacerlo. Y sucedió que murió el Arzobispo de Milán, y cuando se
trató de nombrarle sucesor, el pueblo se dividió en dos bandos, unos por un
candidato y otros por el otro. Ambrosio temeroso de que pudiera resultar un
tumulto y producirse violencia se fue a la catedral donde estaban reunidos y
empezó a recomendarles que procedieran con calma y en paz. Y de pronto una voz
entre el pueblo gritó: "Ambrosio obispo, Ambrosio obispo".
Inmediatamente todo aquel gentío empezó a gritar lo mismo: "Ambrosio
obispo". Los demás obispos que estaban allí reunidos y también los
sacerdotes lo aclamaron como nuevo obispo de la ciudad. Él se negaba a aceptar
(pues no era ni siquiera sacerdote), pero se hicieron memoriales y el emperador
mandó un decreto diciendo que Ambrosio debía aceptar ese cargo.
Desde entonces no
piensa sino en instruirse lo más posible para llegar a ser un excelente obispo.
Se dedica por horas y días a estudiar la S. Biblia, hasta llegar a comprenderla
maravillosamente. Lee los escritos de los más sabios escritores religiosos,
especialmente San Basilio y San Gregorio Nacianceno, y una vez ordenado
sacerdote y consagrado obispo, empieza su gran tarea: instruir al pueblo en su
religión.
Sus sermones
comienzan a volverse muy populares. Entre sus oyentes hay uno que no le pierde
palabra: es San Agustín (que todavía no se ha convertido). Éste se queda
profundamente impresionado por la personalidad venerable y tan amable que tiene
el obispo Ambrosio. Y al fin se hace bautizar por él y empieza una vida santa.
Nuestro santo era
prácticamente el único que se atrevía a oponerse a los altos gobernantes cuando
estos cometían injusticias. Escribía al emperador y a las altas autoridades
corrigiéndoles sus errores. El emperador Valentino le decía en una carta:
"Nos agrada la valentía con que sabe decirnos las cosas. No deje de
corregirnos, sus palabras nos hacen mucho bien". Cuando la emperatriz
quiso quitarles un templo a los católicos para dárselo a los herejes, Ambrosio
se encerró con todo el pueblo en la iglesia, y no dejó entrar allí a los
invasores oficiales.
El emperador de
ese tiempo era Teodosio, un creyente católico, gran guerrero, pero que se
dejaba llevar por sus arrebatos de cólera. Un día los habitantes de la ciudad
de Tesalónica mataron a un empleado del emperador, y éste envió a su ejército y
mató a siete mil personas. Esta noticia conmovió a todos. San Ambrosio se
apresuró a escribirle una fuerte carta al mandatario diciéndole: "Eres
humano y te has dejado vencer por la tentación. Ahora tienes que hacer
penitencia por este gran pecado". El emperador le escribió diciéndole:
"Dios perdonó a David; luego a mí también me perdonará". Y nuestro
santo le contestó: "Ya que has imitado a David en cometer un gran pecado,
imítalo ahora haciendo una gran penitencia, como la que hizo él".
Teodosio aceptó.
Pidió perdón. Hizo grandes penitencias, y en el día de Navidad del año 390, San
Ambrosio lo recibió en la puerta de la Catedral de Milán, como pecador
arrepentido. Después ese gran general murió en brazos de nuestro santo, el cual
en su oración fúnebre exclamó: "siendo la primera autoridad civil y
militar, aceptó hacer penitencia como cualquier otro pecador, y lloró su falta
toda la vida. No se avergonzó de pedir perdón a Dios y a la Santa Iglesia, y
seguramente que ha conseguido el perdón".
San Ambrosio
componía hermosos cantos y los enseñaba al pueblo. Cuando tuvo que estarse
encerrado con todos sus fieles durante toda una semana en un templo para no
dejar que se lo regalaran a los herejes, aprovechó esas largas horas para
enseñarles muchas canciones religiosas compuestas por él mismo. Después los
herejes lo acusaban de que les quitaba toda la clientela de sus iglesias,
porque con sus bellos cantos se los llevaba a todos para la catedral de Milán.
Sabía ejercitar su arte para conseguirle más amigos a Dios.
Este gran sabio
compuso muy bellos libros explicando la S. Biblia, y aconsejando métodos
prácticos para progresar en la santidad. Especialmente famoso se hizo un
tratado que compuso acerca de la virginidad y de la pureza. Las mamás tenían
miedo de que sus hijas charlaran con este gran santo porque las convencía de
que era mejor conservarse vírgenes y dedicarse a la vida religiosa (Él
exclamaba: "en toda mi vida nunca he visto que un hombre haya tenido que
quedarse soltero porque no encontró una mujer con la cual casarse"). Pero
además de su sabiduría para escribir, tenía el don de poner las paces entre los
enemistados. Así que muchísimas veces lo llamaron del alto gobierno para que
les sirviera como embajador para obtener la paz con los que deseaban la guerra,
y conseguía muy provechosos armisticios o tratados de paz.
El viernes santo
del año 397, a la edad de 57 años, murió plácidamente exclamando: "He
tratado de vivir de tal manera que no tenga que sentir miedo al presentarme
ante el Divino Juez" (San Agustín decía que le parecía admirable esta
exclamación).
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