martes, 22 de diciembre de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 24 DE DICIEMBRE – JUEVES – 4ª – SEMANA DE ADVIENTO – B – San Gregorio de Spoleto

 

 

 


24 DE DICIEMBRE – JUEVES –

4ª – SEMANA DE ADVIENTO – B –

San Gregorio de Spoleto

 

Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16):

Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán:

«Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda».

Natán dijo al rey:

«Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo».

Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán:

«Ve y habla a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Tú me va a construir una casa para morada mía?

Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa.

En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre, y él será para mi un hijo.

Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mi; tu trono durará para siempre"».

Palabra de Dios

 

Salmo: 88

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,

anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,

más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

«Sellé una alianza con mi elegido,

jurando a David, mi siervo:

Te fundaré un linaje perpetuo,

edificaré tu trono para todas las edades». R/.

«Él me invocará: “Tú eres mi padre,

mi Dios, mi Roca salvadora”;

Le mantendré eternamente mi favor,

y mí alianza con él será estable». R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,67-79):

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo:

«“Bendito sea el Señor, Dios de Israel”,

porque ha visitado y “redimido a su pueblo”, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la “misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza”

y “el juramento que juró a nuestro padre Abrahán” para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante “del Señor a preparar sus caminos”, anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

 

Palabra del Señor

 

1.  Aquí tenemos la alabanza a Dios que hace un clérigo nacionalista y buen servidor de la religión de Israel. Este buen judío recuerda, ante todo, la fuerza de salvación que nos trae Dios a este mundo tan falto de esperanza. Se trata,

como es lógico (al tratarse de un clérigo judío) de la exaltación nacionalista y del perdón de los pecados.  Dos preocupaciones típicas de un "clérigo" que, además, es "nacionalista", como no podía ser de otra manera, en aquella cultura.

En realidad, la salvación que trajo Jesús fue otra cosa. Jesús no quiere

"nacionalismos". - ¿Por qué?

 

2.  Porque todo nacionalismo, sin que se dé cuenta el "nacionalista", antepone la "nación" a las "personas". Y eso es fuente incesante de conflictos, de enfrentamientos y de violencias.

- ¿De qué nos salva Dios, a juicio del sacerdote Zacarías?

Nos salva de los "enemigos". Nos salva de "los que nos odian". Y nos libera "del temor". Enemigos, odio y miedo.

 Una religión nacionalista, que se ve perseguida y que se siente siempre amenazada, no puede pensar sino en la salvación de amenazas y fantasmas.

Una espiritualidad que piensa y vive así, es una espiritualidad que hace daño. Al que la vive y a quienes la tienen cerca.

La religión del miedo ve enemigos y peligros por todas partes y a todas horas. Semejante religión, daña y hasta envenena la convivencia entre los humanos.

 

3.  Pero seamos justos. Zacarías veía también la salvación "que guía nuestros pasos por el camino de la paz".

Zacarías, a fin de cuentas, estaba anunciando la venida de Jesús. Y Jesús, cuando se acerca y se hace presente, no puede sino llevar por caminos de paz.  Los caminos de confrontación y violencia ni los traza Jesús, ni llevan a Jesús.

 

San Gregorio de Spoleto

 


 

Vive en la segunda mitad del siglo III en la península Itálica. Es un hombre religioso y bueno, del que escasas noticias nos han llegado hasta hoy. Pero vive en la época de las persecuciones de Diocleciano, y es fácil descubrir a Gregorio en la prohibida devoción cristiana. Hecho preso, es acusado de no querer sacrificar a los dioses y de afirmar que sólo un Dios merece adoración. Muere mártir en el año 303.

 

Vida de San Gregorio de Spoleto

 

Presbítero que murió mártir en la persecución de Diocleciano a comienzos del siglo IV.

En su historia interviene un personaje llamado Flaco que es el encargado por el gobierno de Roma para poner orden en el Imperio en lo que concierne a la unidad de religión fundamento del orden social. Ha pensado en su estrategia contra los rebeldes e inconformistas de cuya existencia en su territorio está bien informado: multiplicará los dioses y obligará a prestarles adoración. Quienes no acaten la orden con fidelidad serán aniquilados.

En la península itálica, en la Umbria, concretamente en Spoleto, hay un hombre llamado Gregorio, se ocupa en hacer el bien a los demás, está interesado en poner remedio a las necesidades económicas de los más pobres y de hecho las remedia en la medida que puede, da consuelo a los tristes e incluso quema el tiempo animando cuando alguien está desalentado. Es pacífico y en su vida se advierte la rectitud. Todos lo tienen por hombre religioso. Incluso a los que quieren les descubre poco a poco los misterios de Dios y, lo que es más llamativo aún, algunos le siguen porque tanto su enseñanza como el estilo de su vida tienen un atractivo poco común. Sí, hay un no-sé-qué atrayente por su nobleza y altura de miras.

Pero por lo que se ve que no agrada a todos. No quiere sacrificar a los dioses. Tiene ideas distintas. Él no se acomoda a lo establecido. Es acusado de "ser rebelde a los dioses". Afirma que sólo un Dios merece adoración y tan testarudo se muestra en su convicción que, a pesar de las amenazas y vejaciones, está dispuesto incluso a morir. De hecho, así terminó su vida en el año 303.

Desobediente. Inadaptado. Reaccionario. Indócil. Rebelde. Indisciplinado. Agitador. Inconformista. Independiente. Parece que todos estos calificativos tienen un contenido negativo. Pero, claro... hay que saber contra qué o contra quien. Porque —a la postre y para ser justos en el juicio— todo depende de a qué lado quede la verdad. Quizá resulte que hay que cambiar el esquema y se deban proponer para premios Nobel precisamente a los que no se acomoden a los croquis de la sociedad y vayan contra el "status".

No siempre "ser como los demás" es signo de "estar en la verdad".

A que la verdad no depende del poder, de la fuerza física, política o militar. ¡A que no!

 

(Fuente: archimadrid.es)

 


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