martes, 29 de diciembre de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 31 DE DICIEMBRE – JUEVES – OCTAVA DE NAVIDAD - B San Silvestre I, papa

 

 


31 DE DICIEMBRE – JUEVES –

 OCTAVA DE NAVIDAD - B

San Silvestre I, papa

 

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,18-21):

 

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta de que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros.

En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Palabra de Dios

 

Salmo: 95,1-2.11-12.13-14

R/. Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo,

cantad al Señor, toda la tierra;

cantad al Señor, bendecid su nombre,

proclamad día tras día su victoria. R/.

Alégrese el cielo, goce la tierra,

retumbe el mar y cuanto lo llena;

vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,

aclamen los árboles del bosque. R/.

Delante del Señor, que ya llega,

ya llega a regir la tierra:

regirá el orbe con justicia

y los pueblos con fidelidad. R/.


Comienzo del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»

Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

 

Palabra del Señor

 

1.   El autor (desconocido) del IV evangelio quiso anteponer a su relato este himno cuyo origen es discutido entre los especialistas. El himno presenta a Dios como "Palabra". Y, como sabemos, toda "palabra" es "comunicación". 

O sea, Dios se nos comunica, se nos da a conocer.  Es decir, el Trascendente -sin dejar de serlo- entra en el ámbito de lo inmanente.

Dios, que (por definición) no está a nuestro alcance, ni es posible para los humanos conocerlo, se nos da a conocer.

- ¿Cómo lo hace?

 

2.   "La Palabra se hizo carne". Esto quiere decir que Dios se nos comunica "haciéndose carne". O sea, humanizándose.  Lo cual quiere decir que Dios se nos dio a conocer en Jesús. Dios se hizo presente, visible y tangible en un ser humano, un modesto y sencillo galileo, que es Jesús de Nazaret.

Por tanto, en la vida, en las costumbres y preferencias de Jesús aprendemos y nos enteramos de lo que es Dios, lo que le gusta a Dios y lo que Dios no soporta.

Este es el sentido profundo de este texto genial.

 

3.  "La Palabra se hace carne" (Jn 1, 14). 

En la cultura griega, la palabra "carne" ("sarx") estaba especialmente ligada a la condición de debilidad y de fugacidad de la vida humana.  Por eso, para los griegos, los dioses no eran sarx, sino que eran Os, razón, fuerza. Por eso, cuando decimos que "la Palabra (Dios) se hizo sarx", en realidad lo que afirmamos es que a Jesús lo encontramos en lo débil, lo pobre, lo pequeño, de este mundo.

 

4.  La conclusión es que "a Dios nadie lo ha visto jamás" (Jn 1, 18). Es decir, no conocemos, ni podemos conocer, a Dios. Porque es el Trascendente.

La originalidad del cristianismo está en que conocemos a Dios en un ser humano, Jesús. En Jesús vemos a Dios (Jn 14, 9) y palpamos a Dios (Jn 20, 25. 27).

Solo la pasión por lo humano, y por la debilidad de lo humano, nos dice dónde está lo que quiere Dios y cómo lo encontramos.

 

San Silvestre I, papa 

 


San Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, tiempo en el cual Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y en el Concilio Niceno aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila.

Silvestre nació alrededor del año 270. De niño, su padre Rufino le puso bajo la dirección del presbítero romano Cirino, un hombre sabio y prudente. Siendo ya adolescente, se distinguió por sus actos de caridad. Con el nombre de Silvestre fue elegido Papa en el año 314, sucediendo a San Melquiades. En 22 años de pontificado, reorganizó la vida clerical, la liturgia y los principios monásticos, fomentó la fundación de iglesias y basílicas, propuso mejoras del Culto Divino y dedicó mucha atención a los necesitados.

Asimismo, la Iglesia se benefició de que su pontificado coincidiese en el tiempo con el reinado de Constantino el Grande: el emperador toleró primero y favoreció después la expansión del cristianismo en el Imperio y regaló a Silvestre el palacio de Letrán, hasta que se construyó el Vaticano. El Papa Silvestre murió el 31 de diciembre de 335.

 

J.M. Ballester Esquivias (@jmbe12)

 

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