13 - DE
ENERO – VIERNES –
1ª
SEMANA DEL T. O. – A
San Hilario
de Poitiers
Lectura de la carta a los Hebreos
(4,1-5.11):
HERMANOS:
Temamos, no sea que, estando aún en
vigor la promesa de entrar en su descanso, alguno de vosotros crea haber
perdido la oportunidad.
También nosotros hemos recibido la buena
noticia, igual que ellos; pero el mensaje que oyeron no les sirvió de nada a
quienes no se adhirieron por La fe a los que lo habían escuchado.
Así pues, los creyentes entremos en el
descanso, de acuerdo con lo dicho:
«He jurado en mi cólera que no entrarán en mi
descanso», y eso que sus obras estaban terminadas desde la creación del mundo.
Acerca del día séptimo se dijo:
«Y descansó Dios el día séptimo de todo
el trabajo que había hecho».
En nuestro pasaje añade:
«No entrarán en mi descanso».
Empeñémonos, por tanto, en entrar en
aquel descanso, para que nadie caiga, imitando aquella desobediencia.
Palabra de Dios
Salmo: 77,3.4bc.6c-7.8
R/. No olvidéis las acciones de Dios
V/. Lo que oímos y
aprendimos,
lo que nuestros padres nos contaron,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor, su poder. R/.
V/. Que surjan y lo
cuenten a sus hijos,
para que pongan en Dios su confianza
y no olviden las acciones de Dios,
sino que guarden sus mandamientos. R/.
V/. Para que no imiten a
sus padres,
generación rebelde y pertinaz;
generación de corazón inconstante,
de espíritu infiel a Dios. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(2,1-12):
CUANDO a los pocos días entró Jesús en
Cafarnaún, se supo que estaba en casa.
Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la
palabra.
Y vinieron trayéndole un paralítico
llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron
la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la
camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al
paralítico:
«Hijo, tus pecados te son perdonados».
Unos escribas, que estaban allí sentados,
pensaban para sus adentros:
«¿Por qué habla éste así? Blasfema.
¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo uno, Dios?».
Jesús se dio cuenta enseguida de lo que
pensaban y les dijo:
«¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más
fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados” o decir:
“Levántate, coge la camilla y echa a andar”?
Pues, para que veáis que el Hijo del
hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dice al paralítico-:
“Te digo: levántate, coge tu camilla y
vete a tu casa”».
Se levantó, cogió inmediatamente la
camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a
Dios, diciendo:
«Nunca hemos visto una cosa igual».
Palabra del Señor
1. Se sabe con seguridad que,
desde tiempos muy remotos, los seres humanos establecieron extrañas relaciones
entre las desgracias y los pecados. Es decir, se establecieron
relaciones misteriosas entre el sufrimiento y la conducta humana. De
forma que se llegó a la conclusión de que el mal físico es consecuencia del mal
ético. Relacionando el mal ético, no con la conducta humana, sino más bien
con los rituales de la religión. Ya Tito Livio lo recuerda: "El desastre
hizo recordar la religión": adversae res admonuerunt religionum (5,
51, 8).
Así, la "simbólica del mal"
(Paul Ricoeur) se relacionó con la "culpa", la "mancha" o
la "ofensa". Todo ello vinculado, no tanto a conductas
"humanas", sino "rituales". Así, el "pecado" y el
"miedo" al castigo divino estaba asegurado (Jean Delumeau).
2. En el fondo, la causa de
estas extrañas relaciones tiene mucho que ver con el poder religioso de los
dirigentes religiosos. Así, ellos mantienen su control y la fuerza para
perpetuar la "mentalidad sumisa", que se traduce en obediencia,
alimentada por el miedo al castigo de los dioses. Sin saberlo, los letrados mal
pensantes, ante la bondad de Jesús con el paralítico, eran portadores de estas
ideas míticas y de tiempos desconocidos, mediante las que tales letrados mantenían
su poder sobre las conciencias de la pobre gente, que, además de sufrir
enfermedades, carencias y desgracias, tenía que someterse a los "hombres
de lo sagrado".
3. El relato de este evangelio
es la indicación más clara de que Jesús quiso acabar con estas complicaciones
para la conciencia de la gente. Para lo que era necesario dejar patente que,
por supuesto, Dios es quien perdona los pecados. Pero el medio para conseguir
ese perdón no está en el sometimiento a los "hombres de lo sagrado".
El perdón de los pecados se explica y se
demuestra por la fuerza de la bondad con el que sufre, la misericordia con el
que se ve incapacitado. Y la lucha contra todo lo que es desgracia y causa de
dolor en los seres humanos.
A Jesús le llevaron un hombre destrozado. Por
su parálisis total. Y por su mala conciencia. Jesús lo sanó por completo. Por
tanto, en la medida en que vamos por la vida dando felicidad, paz y esperanza,
en esa misma medida queda perdonado todo posible pecado.
Nació en Poitiers,
Francia, a principios del siglo IV; Sus padres eran nobles gentiles. Fue
bautizado el año 345 y desde entonces vivió santamente. Fue elegido obispo de
Poitiers el año 350.
Gran defensor de
la fe en la divinidad de Cristo frente a los arrianos. En su tratado sobre la
Trinidad «De Trinitate» defiende la doctrina del Concilio de Nicea y demuestra
que las Sagradas Escrituras dan testimonio claro de la divinidad del Hijo. En
otros libros interpreta también los sucesos del Antiguo Testamento como
prefiguraciones de la venida de Cristo al mundo.
El punto de
partida de la reflexión de Hilario es la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu
Santo, recibida en el bautismo. Dios Padre, que es amor, comunica plenamente su
divinidad al Hijo. Éste compartió nuestra condición humana, de tal manera que
sólo en Cristo, Verbo encarnado, la humanidad encuentra la salvación. Asumiendo
la naturaleza humana, Él ha unido a sí a todo hombre. Por eso, el camino hacia
Cristo está abierto para todos, aunque por nuestra parte se requiere siempre la
conversión personal.
San Hilario
combatió herejías del arriano Auxencio de Milán. Los arrianos lograron que el
emperador Constancio, también arriano, desterrase a Hilario a Frigia, provincia
romana de Asia, a fines del año 356. Su comentario fue: "Permanezcamos
siempre en el destierro con tal que se predique la
verdad". Desde el destierro envió a Occidente su tratado de los
Sínodos y en 359 los doce libros Sobre la Trinidad, que se considera su mejor
obra.
Asistió al
concilio de Seleucia de Isauria, ciudad del Asia Menor, en la región de Tauro.
Allí trató Hilario sobre misterios de la fe. Después pasó a Constantinopla,
donde en un escrito presenta al emperador como un anticristo.
Sus enemigos,
convencidos de que Hilario les era más problema en el Oriente, le permitieron
regresar a Poitiers. San Jerónimo comenta sobre el gran júbilo con que fue
recibido por los católicos. Allí realizó una importante labor de exégesis,
escribiendo tratados sobre los grandes misterios de la fe, sobre los salmos y
sobre san Mateo. Compuso también himnos y algunos le atribuyeron el
"Gloria in excelsis".
Según san Isidoro
de Sevilla, Hilario fue el primero que introdujo los cánticos en las iglesias
de Occidente. Años más tarde San Ambrosio introducirá esa costumbre en su
catedral de Milán y los herejes lo acusarán ante el gobierno diciendo que por
los cantos tan hermosos que entona en su iglesia le quita a ellos sus clientes
que se van a donde los católicos porque allá cantan más y mejor.
San Hilario murió
el 13 de enero del año 367. Sus reliquias estuvieron en Poitiers hasta el año
1652, en que fueron sacrílegamente quemadas por los hugonotes.
Se le ha dado el
título de Atanasio de Occidente.
Entre sus ilustres
discípulos está San Martín de Tours. San Jerónimo y san Agustín lo llaman
gloriosísimo defensor de la fe.
El Papa Pío IX, a
petición de los obispos reunidos en el sínodo de Burdeos, declaró a san Hilario
Doctor de la Iglesia por sus enseñanzas sobre la divinidad de Cristo.
Oración
Señor Jesucristo:
Te pedimos que, así como tu amigo San Hilario nosotros empleemos también
nuestra vida y nuestras fuerzas en hacerte conocer y amar más y
más. Amén.
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