miércoles, 11 de enero de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 13 - DE ENERO – VIERNES – 1ª SEMANA DEL T. O. – A San Hilario de Poitiers

 

 


13 - DE ENERO – VIERNES –

1ª SEMANA DEL T. O. – A  

San Hilario de Poitiers

 

       Lectura de la carta a los Hebreos (4,1-5.11):

 

    HERMANOS:

Temamos, no sea que, estando aún en vigor la promesa de entrar en su descanso, alguno de vosotros crea haber perdido la oportunidad.

También nosotros hemos recibido la buena noticia, igual que ellos; pero el mensaje que oyeron no les sirvió de nada a quienes no se adhirieron por La fe a los que lo habían escuchado.

Así pues, los creyentes entremos en el descanso, de acuerdo con lo dicho:

«He jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso», y eso que sus obras estaban terminadas desde la creación del mundo.

Acerca del día séptimo se dijo:

«Y descansó Dios el día séptimo de todo el trabajo que había hecho».

En nuestro pasaje añade:

«No entrarán en mi descanso».

Empeñémonos, por tanto, en entrar en aquel descanso, para que nadie caiga, imitando aquella desobediencia.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 77,3.4bc.6c-7.8

 

R/. No olvidéis las acciones de Dios

 

V/. Lo que oímos y aprendimos,

lo que nuestros padres nos contaron,

lo contaremos a la futura generación:

las alabanzas del Señor, su poder. R/.

 

V/. Que surjan y lo cuenten a sus hijos,

para que pongan en Dios su confianza

y no olviden las acciones de Dios,

sino que guarden sus mandamientos. R/.

 

V/. Para que no imiten a sus padres,

generación rebelde y pertinaz;

generación de corazón inconstante,

de espíritu infiel a Dios. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,1-12):

 

CUANDO a los pocos días entró Jesús en Cafarnaún, se supo que estaba en casa.

Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la palabra.

Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico:

«Hijo, tus pecados te son perdonados».

Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:

«¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo uno, Dios?».

Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo:

«¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados” o decir: “Levántate, coge la camilla y echa a andar”?

Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dice al paralítico-:

“Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”».

Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:

«Nunca hemos visto una cosa igual». 

 

Palabra del Señor

 

1.  Se sabe con seguridad que, desde tiempos muy remotos, los seres humanos establecieron extrañas relaciones entre las desgracias y los pecados.  Es decir, se establecieron relaciones misteriosas entre el sufrimiento y la conducta humana.  De forma que se llegó a la conclusión de que el mal físico es consecuencia del mal ético. Relacionando el mal ético, no con la conducta humana, sino más bien con los rituales de la religión. Ya Tito Livio lo recuerda: "El desastre hizo recordar la religión": adversae res admonuerunt religionum (5, 51, 8).

Así, la "simbólica del mal" (Paul Ricoeur) se relacionó con la "culpa", la "mancha" o la "ofensa". Todo ello vinculado, no tanto a conductas "humanas", sino "rituales". Así, el "pecado" y el "miedo" al castigo divino estaba asegurado (Jean Delumeau).

 

2.  En el fondo, la causa de estas extrañas relaciones tiene mucho que ver con el poder religioso de los dirigentes religiosos. Así, ellos mantienen su control y la fuerza para perpetuar la "mentalidad sumisa", que se traduce en obediencia, alimentada por el miedo al castigo de los dioses. Sin saberlo, los letrados mal pensantes, ante la bondad de Jesús con el paralítico, eran portadores de estas ideas míticas y de tiempos desconocidos, mediante las que tales letrados mantenían su poder sobre las conciencias de la pobre gente, que, además de sufrir enfermedades, carencias y desgracias, tenía que someterse a los "hombres de lo sagrado".

 

3.  El relato de este evangelio es la indicación más clara de que Jesús quiso acabar con estas complicaciones para la conciencia de la gente. Para lo que era necesario dejar patente que, por supuesto, Dios es quien perdona los pecados. Pero el medio para conseguir ese perdón no está en el sometimiento a los "hombres de lo sagrado".

El perdón de los pecados se explica y se demuestra por la fuerza de la bondad con el que sufre, la misericordia con el que se ve incapacitado. Y la lucha contra todo lo que es desgracia y causa de dolor en los seres humanos.

A Jesús le llevaron un hombre destrozado. Por su parálisis total. Y por su mala conciencia. Jesús lo sanó por completo. Por tanto, en la medida en que vamos por la vida dando felicidad, paz y esperanza, en esa misma medida queda perdonado todo posible pecado.

 

San Hilario de Poitiers

 


Nació en Poitiers, Francia, a principios del siglo IV; Sus padres eran nobles gentiles. Fue bautizado el año 345 y desde entonces vivió santamente. Fue elegido obispo de Poitiers el año 350.

 

Gran defensor de la fe en la divinidad de Cristo frente a los arrianos. En su tratado sobre la Trinidad «De Trinitate» defiende la doctrina del Concilio de Nicea y demuestra que las Sagradas Escrituras dan testimonio claro de la divinidad del Hijo. En otros libros interpreta también los sucesos del Antiguo Testamento como prefiguraciones de la venida de Cristo al mundo.

 

El punto de partida de la reflexión de Hilario es la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, recibida en el bautismo. Dios Padre, que es amor, comunica plenamente su divinidad al Hijo. Éste compartió nuestra condición humana, de tal manera que sólo en Cristo, Verbo encarnado, la humanidad encuentra la salvación. Asumiendo la naturaleza humana, Él ha unido a sí a todo hombre. Por eso, el camino hacia Cristo está abierto para todos, aunque por nuestra parte se requiere siempre la conversión personal.

 

San Hilario combatió herejías del arriano Auxencio de Milán. Los arrianos lograron que el emperador Constancio, también arriano, desterrase a Hilario a Frigia, provincia romana de Asia, a fines del año 356. Su comentario fue: "Permanezcamos siempre en el destierro con tal que se predique la verdad".  Desde el destierro envió a Occidente su tratado de los Sínodos y en 359 los doce libros Sobre la Trinidad, que se considera su mejor obra.

 

Asistió al concilio de Seleucia de Isauria, ciudad del Asia Menor, en la región de Tauro. Allí trató Hilario sobre misterios de la fe. Después pasó a Constantinopla, donde en un escrito presenta al emperador como un anticristo.

 

Sus enemigos, convencidos de que Hilario les era más problema en el Oriente, le permitieron regresar a Poitiers. San Jerónimo comenta sobre el gran júbilo con que fue recibido por los católicos. Allí realizó una importante labor de exégesis, escribiendo tratados sobre los grandes misterios de la fe, sobre los salmos y sobre san Mateo. Compuso también himnos y algunos le atribuyeron el "Gloria in excelsis".

 

Según san Isidoro de Sevilla, Hilario fue el primero que introdujo los cánticos en las iglesias de Occidente. Años más tarde San Ambrosio introducirá esa costumbre en su catedral de Milán y los herejes lo acusarán ante el gobierno diciendo que por los cantos tan hermosos que entona en su iglesia le quita a ellos sus clientes que se van a donde los católicos porque allá cantan más y mejor.

 

San Hilario murió el 13 de enero del año 367. Sus reliquias estuvieron en Poitiers hasta el año 1652, en que fueron sacrílegamente quemadas por los hugonotes.

 

Se le ha dado el título de Atanasio de Occidente.

 

Entre sus ilustres discípulos está San Martín de Tours. San Jerónimo y san Agustín lo llaman gloriosísimo defensor de la fe.

 

El Papa Pío IX, a petición de los obispos reunidos en el sínodo de Burdeos, declaró a san Hilario Doctor de la Iglesia por sus enseñanzas sobre la divinidad de Cristo.

 

Oración

 

Señor Jesucristo: Te pedimos que, así como tu amigo San Hilario nosotros empleemos también nuestra vida y nuestras fuerzas en hacerte conocer y amar más y más.  Amén.

 

 

 

 

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