23 - DE
ENERO – LUNES –
3ª
SEMANA DEL T. O. – A
San Idelfonso, obispo
Lectura de la carta a los
Hebreos (9,15.24-28):
HERMANOS:
Cristo es mediador de una alianza nueva:
en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante
la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia
eterna.
Cristo entró no en un santuario
construido por hombres, imagen del auténtico, sino en el mismo cielo, para
ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que
entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena. Si hubiese sido
así, tendría que haber padecido muchas veces, desde la fundación del mundo. De
hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de los tiempos, para
destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez; y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos.
La segunda vez aparecerá, sin ninguna
relación al pecado, para salvar a los que lo esperan.
Palabra de Dios
Salmo: 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6
R/. Cantad al Señor un cántico
nuevo, porque ha hecho maravillas
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su
fidelidad en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Marcos (3,22-30):
EN aquel
tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
«Tiene dentro a Belcebú y expulsa a los
demonios con el poder del jefe de los demonios».
Él los invitó a acercarse y les hablaba en
parábolas:
«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un
reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede
subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no
puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo
para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con
la casa.
En verdad os digo, todo se les podrá
perdonar a los hombres:
los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el
Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».
Se refería a los que decían que tenía
dentro un espíritu inmundo.
Palabra del Señor
1. Estos letrados, que habían
venido desde la capital, Jerusalén, eran por eso mismo personas de máxima
autoridad y con poder de influir en la gente sencilla de Galilea. Eran los
teólogos más reconocidos y los que, para el pueblo, eran los que decían las
verdades indiscutibles.
Pues bien, estos hombres llegan a donde
predicaba Jesús y se ponen a decirle a la gente lo más terrible y negativo, que
se podía decir contra alguien, en este caso contra Jesús.
A saber: "que no traía la
salvación, sino que tenía un demonio dentro" (E. Schillebeeckx).
2. Jesús no se asustó ante semejante acusación, la más fuerte que se hizo contra él. Al contrario. Les hizo ver a aquellos teólogos la contradicción en que vivían. Hablaban contra el demonio, cuando en realidad eran sus mejores colaboradores.
Cuando aquellos teólogos ofendían a
Jesús, lo que en realidad hacían era quitarle la esperanza al pueblo sencillo y
a la gente humilde.
Ir por la vida haciendo eso, no tiene perdón de Dios. Es lo más grave que se puede hacer en este mundo. Eso no tiene perdón de Dios porque "hace de Dios", "un demonio".
- ¿Cómo puede encontrar perdón quien rechaza la fuente del perdón?
3. Lo mismo ahora que en
tiempo de Jesús, los "indoctos letrados" se reconocen en una cosa: no
saben más que insultar, agredir, acusar, y atribuir al demonio lo que no les
conviene. De los que proceden así, asegura Jesús que no tienen
perdón de Dios. No porque Dios no perdone, sino porque ellos no
reconocen, ni buscan, ni encuentran el origen y la causa de todo posible
perdón.
San Idelfonso, obispo
Ildefonso, nacido en Toledo de noble familia hacia el año 606, profesó muy
joven en el monasterio de Agalí, en las afueras de su ciudad natal, uno de los
más insignes de la España visigoda. Durante el reinado de Recesvinto, en el
año 657, sucedió a san Eugenio en la sede metropolitana de Toledo.
Desarrolló
una gran labor catequética defendiendo la virginidad de María y exponiendo la
verdadera doctrina sobre el bautismo.
Murió el 23
de enero del año 667. Su cuerpo fue trasladado a Zamora.
Nació en Toledo el año 606 o el 607, hijo de Esteban y Lucía, nobles
visigodos, parientes del Rey Atanagildo; educado desde niño al lado de su tío
san Eugenio III, pasó, ya entrado en la pubertad, a Sevilla, confiado a san
Isidoro, en cuya Escuela cursó, con gran aprovechamiento, la Filosofía y las
Humanidades, llegando a tanto el amor que su maestro le profesaba, que cuando
quiso volver a Toledo, aquél se lo impidió por algún tiempo, llegando hasta
encerrarle para obligarle a desistir.
Llegó por fin a Toledo, y la fama que
entonces tenía el monasterio Agaliense le arrastró a aquel retiro, impulsado
además por su fuerte vocación. Sabedor su padre de esta resolución, reúne
algunos amigos e invade en su compañía el convento, teniendo san Ildefonso que
ocultarse para escapar a una violencia. La intercesión de su madre y de san
Eugenio hicieron por fin al padre consentir, y san Ildefonso, monje, pudo
dedicarse a la oración y al estudio, recibiendo las sagradas ordenanzas mayores
de manos de san Eladio, y san Eugenio le nombró después arcediano de su
iglesia.
Los monjes del monasterio de san Cosme y san
Damián le nombraron su abad, dignidad que también obtuvo a la muerte de
Deusdedit en el monasterio donde había profesado, haciéndose admirar por el
celo que desplegó en la reforma de su Orden, por su fe y su inagotable caridad.
Muertos sus padres fundó con su pingüe herencia un convento de monjas en cierto
heredamiento que le pertenecía en el pago llamado Deibia o Deisla, no conociéndose
hoy en qué parte del término de Toledo estaba situado.
A la muerte de su tío, san Eugenio III, fue nombrado Arzobispo de Toledo,
cuya silla ocupó el 1 de diciembre del año 659, no sin haberla con insistencia
rehusado. Compuso, apenas elevado a la nueva dignidad, un libro que tituló
"De virginitate perpetua Sanctae Mariae adversus tres infidelis",
para combatir los errores de la secta joviniana. La tradición asegura que la
Virgen María se le apareció y le impuso una casulla.
Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de
Santa Leocadia, por haber nacido en santo en unas casas pertenecientes a
aquella colación, no lejos de la parroquia de san Román, en lo que fue luego
casa de los jesuitas. Cuando la invasión de los árabes, los toledanos, que con
las reliquias de sus santos y los sagrados vasos huyeron hacia las montañas de
Asturias trasladaron el cuerpo del santo a Zamora.
Dejó escritos,
además del tratado "De virginitate", antes mencionado, otro con el
título "De cognitione baptismi, De itinere vel progresso espirituali
diserti quo pergitur post baptismum", la continuación de libro de los
"Ilustres varones", de san Isidoro, y dos cartas, respuestas a otras
que le dirigió Quirico, Obispo de Barcelona.
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