viernes, 20 de enero de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 22 - DE ENERO – DOMINGO – 3ª SEMANA DEL T. O. – A SAN VICENTE

 


22 - DE ENERO – DOMINGO –

3ª SEMANA DEL T. O. – A  

SAN  VICENTE

 

     Lectura del libro de Isaías (8,23b–9,3):

 

   EN otro tiempo, humilló el Señor la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, pero luego ha llenado de gloria el camino del mar, el otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;

habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.

Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín.

Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 26,1.4.13-14

 

     R/. El Señor es mi luz y mi salvación

 

V/. El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida,

¿quién me hará temblar? R/.

 

V/. Una cosa pido al Señor,

eso buscaré:

habitar en la casa del Señor

por los días de mi vida;

gozar de la dulzura del Señor,

contemplando su templo. R/.

 

V/. Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,

ten ánimo, espera en el Señor. R/.

 

     Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,10-13.17):

 

OS ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que digáis todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros. Estad bien unidos con un mismo pensar y un mismo sentir.

Pues, hermanos, me he enterado por los de Cloe de que hay discordias entre vosotros. Y os digo esto porque cada cual anda diciendo:

«Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Cristo».

¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿Fuisteis bautizados en nombre de Pablo?

Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.

 

Palabra de Dios

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,12-23):

 

AL enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retira a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:

«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.

El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló».

Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:

«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».

Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.

Les dijo:

«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó.

Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

 

Palabra del Señor

 

Comienzo de la actividad de Jesús.

 


En los dos domingos anteriores estuvimos junto al río Jordán, recordando el bautismo de Jesús y el testimonio que ofreció de él Juan Bautista. La liturgia da ahora un salto notable. Omite las tentaciones de Jesús (que se leerán el primer domingo de Cuaresma) y nos sitúa en un momento posterior, cuando Herodes, molesto por la predicación de Juan, decide meterlo en la cárcel. Lo que ocurre a continuación lo cuenta el evangelio de Mateo del modo siguiente (Mt 4,12-23). Este pasaje podemos dividirlo en tres partes.

 

1. La actividad inicial de Jesús

 

     Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí.

Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. 

El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.» 

Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.

           

Quien se sienta desconcertado por la presentación inicial de Jesús, poniéndose en la fila de los pecadores para bautizarse, tiene motivos para desconcertarse todavía más al leer los comienzos de su actividad. Dicho en palabras muy rápidas, lo primero que hace es huir; lo segundo, actuar en la región más olvidada; lo tercero, repetir al pie de la letra la predicación de Juan Bautista. Pero todo esto encierra un misterio que Mateo nos ayuda a desentrañar. Una vez más, para comprender este pasaje conviene compararlo con el de Marcos, que presenta los hechos del siguiente modo.

 

«Cuando detuvieron a Juan, Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la buena noticia. Decía: Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la buena noticia».

 

      La breve noticia de Marcos contiene tres datos:

1) momento en que comienza a actuar Jesús;

2) lugar de su actividad (Galilea);

3) contenido de su predicación. Mateo modifica el primero y el tercero y amplía el segundo.

 

            Momento de actividad

 

            Es una pena que los evangelistas sean tan sobrios, porque el primer dato resulta más profundo de lo que parece a primera vista. Jesús no empieza a actuar hasta que encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de Juan.

            Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios Padre le hablase a Jesús igual que nos habla a nosotros, a través de los acontecimientos. Y el gran acontecimiento es la desaparición de Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío.

            Pero hay una diferencia muy sutil entre Mc y Mt. Según Mc, en cuanto encarcelan a Juan comienza Jesús a predicar. Según Mt, lo primero que hace Jesús es retirarse a Nazaret. Desde un punto de vista histórico y psicológico parece una interpretación más adecuada, que abre paso también a una visión más humana de Jesús, como si se tomase un tiempo de reflexión y decisión.

 

       Lugar de actividad

 

      Mc decía simplemente que «Jesús se fue a Galilea». La elección del lugar de actividad es sorprendente, más aún que en el caso de Juan Bautista. Juan no predica su mensaje de penitencia en Jerusalén, pero el lugar donde actúa está lleno de reminiscencias simbólicas. El desierto es el lugar donde se espera la manifestación de Dios. Jesús se retira a una región que carece de importancia dentro de la historia judía, incluso conocida con el despreciativo nombre de «Galilea de los paganos».

          Desde un punto de vista histórico, la elección de Galilea por parte de Jesús tiene sus ventajas y sus riesgos. Ventajas: moverse en una región conocida, y la posibilidad de escapar fácilmente hacia el norte en caso de persecución. Riesgo: proclamar su mensaje en la zona más politizada de Palestina, en un ambiente bastante revolucionario, que se presta a graves conflictos.

          Dentro de Galilea, escoge Cafarnaúm, ciudad de pescadores, campesinos y comerciantes, lugar de paso, que le permite el contacto con gran variedad de gente y un fácil acceso a los pueblecitos cercanos.

          Sin embargo, Mt ve las cosas de forma distinta que el historiador moderno. La elección de Galilea le recuerda una profecía de Isaías (1ª lectura), en la que se habla de las terribles desgracias sufridas por esa región durante la invasión asiria del siglo VIII a.C. y se le anuncia la salvación para el futuro.

            Para Mateo, lo esencial es que Jesús no va a dirigirse a la gente importante, a los que pueden cambiar el mundo, sino a "los que habitan en tinieblas", "los que habitaban en tierra y sombra de muerte". La gente más despreciada y olvidada (campesinos y pescadores) será el primer auditorio de Jesús. Para ellos se convierte en una "gran luz".

 

         El mensaje inicial

 

        Marcos dice«Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la buena noticia».

La fuerza recae en la inminencia del reinado de Dios, con lo que supone de buena noticia que exige el arrepentimiento. Estas palabras podían provocar la impresión ‒y de hecho la crearon‒ de que el fin del mundo era inminente. Las primeras comunidades cristianas vivieron casi con angustia esta sensación.

         Mateo, que escribe hacia los años 70/80, quiere evitar este equívoco y, al mismo tiempo, subrayar la idea del arrepentimiento. Para ello, las dos afirmaciones de Marcos las resume en una sola: «arrepentíos, que el reinado de Dios está cerca». Al suprimir las palabras «se ha cumplido el plazo» evita la impresión de que el fin del mundo es inminente.

        Por otra parte, aunque este resumen del mensaje coincide por completo con el de Juan Bautista (3,2), no debemos interpretarlo como falta de originalidad por parte de Jesús, sino como un acuerdo básico con la predicación de Juan. Ambos coinciden en lo esencial y esto debe provocar en el lector del evangelio el interés por el tema. De hecho, Mateo esta insinuando aquí lo que será el contenido primario del mensaje de Jesús: en qué consiste el Reino de Dios y cómo se puede formar parte de él.

 

2. Los primeros discípulos

 

Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:

            ‒ Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.

        Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

        Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

 

        La segunda escena es capital para comprender a Jesús. Desde el primer momento busca unos discípulos que le acompañen y ayuden en su tarea. No es el predicador solitario, ni el individualista que piensa poder hacerlo todo por sí solo.

            En este contexto encaja el llamamiento de los cuatro primeros discípulos: Pedro y Andrés, Santiago y Juan. Mateo, siguiendo a Marcos, presenta los hechos de la forma más normal del mundo. «Paseando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos...» Esto provoca extrañeza en el lector. ¿Es posible que cuatro muchachos sigan a Jesús sin conocerlo? Quien ha leído el evangelio de Juan sabe que Jesús los conoció cuando el bautismo.

            Pero estos detalles psicológicos e históricos no les interesan a Mt y Mc, que prefieren presentar de forma radical el seguimiento de Jesús. El relato de Mt es casi idéntico al de Mc. Sólo hay una diferencia de detalle, que puede parecer mínima, pero que considero significativa. Mc dice que Santiago y Juan, al ser llamados por Jesús, «dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él». Mt suprime la mención de los jornaleros, con lo cual la escena resulta más dura para el padre y los hijos. Resuena aquí el tema del seguimiento de Jesús, que será esencial en el evangelio.

 

   3. Resumen

 


Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

 

           Esta frase tan breve puede pasar desapercibida. Pero supone un complemento esencial a lo dicho en el punto 1. Allí, la actividad de Jesús se centra en la enseñanza. Aquí, la enseñanza va acompañada de la acción: recorre, enseña, proclama, cura.

           Curar enfermedades y dolencias ocupa gran parte del tiempo de Jesús. Hace dos domingos, Pedro resumía todo con las palabras: «pasó haciendo el bien».

           Pero hay en este resumen algo que generalmente no valoramos: Recorría toda Galilea. Supone esfuerzo, sacrificio, pasar de 38º en el lago a pueblecillos nevados en invierno. Por eso añado un complemento sobre esta región tan importante en la vida de Jesús.

 

COMPLEMENTO: GALILEA   

 

«Quedaba comprendida entre el Jordán, el Líbano, la llanura fenicia, el monte Carmelo y la llanura de Yezrael. Sus dimensiones eran 70 km de largo por 40 de ancho. Según Josefo estaba dividida en dos regiones, la Alta y la Baja, delimitadas geográficamente por el valle que corre hacia Tolemaida (Acco). La Alta Galilea se sitúa entre los 600 y los 1200 m con el Jermak como altura máxima. En cambio, la Baja Galilea está entre los 300 y los 600 m: el monte más alto, el Tabor, tiene 588 m.

En la Baja Galilea comienza Jesús su actividad y en ella reside la mayor parte del tiempo. No debemos imaginarla como una zona pobre y marginada. La antigua alusión que encontramos en el libro de Isaías (“Galilea de los paganos”) ha jugado una mala pasada a muchos lectores del evangelio. Es cierto que en el Antiguo Testamento Galilea cuenta muy poco. Pero en tiempos de Jesús era una zona rica, importante y famosa, como afirma Flavio Josefo en el libro tercero de la Guerra judía (BJ III, 41-43).

Wilkinson admite para Séforis una población de 50.000 habitantes; Josefo indica 40.000 para Tariquea y Jotapata; y para Jaffa, el “pueblo” más grande de Galilea, muy cercano a Nazaret, 17.130 personas. Según Wilkinson, ya que Josefo habla de 204 pueblos, admitiendo un promedio de 500 habitantes, tendríamos unos 365.000 para toda Galilea.

Más importante que el número es la población en sí misma. Galilea, tras numerosas vicisitudes, en tiempo de Jesús se ha estabilizado como región judía. Sólo en Séforis y Tiberíades abunda el elemento pagano. Sin embargo, los judíos del sur no sentían gran estima de los galileos: “Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur”, comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: “Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta” (Jn 7,52).»

 

SAN  VICENTE



 

Vicente, diácono de la Iglesia de Zaragoza, sufrió un atroz martirio en Valencia, durante la persecución de Diocleciano (284-305). Su culto se difundió enseguida por toda la Iglesia.

Por orden del emperador romano Diocleciano (284-305), llega a Hispania el prefecto (gobernador) de la Cartaginense, Daciano (de origen griego), con la orden de reprimir a los cristianos. Diocleciano había firmado un edicto por el cual todos los habitantes del imperio deben adorar al emperador como si de un Dios se tratara.

Daciano ante la negativa de Vicente y Valero de adorar al emperador se los lleva arrestados a la colonia romana de "Valentía" (Valencia), ya que no se atrevía a juzgarlos en Zaragoza ante la gran simpatía que levantaban ambos. Valentía por aquel entonces era una ciudad todavía poco o nada cristianizada.

      Columna donde fue atado San Vicente mártir de camino a Valencia Azulejo existente en la parte superior de la columna Vienen a Valencia arrestados y a pie y en condiciones lamentables. Antes de entrar en la ciudad, los romanos quisieron pasar la noche en una posada, dejando a Vicente atado a una columna en el patio. Derribada aquella posada, la columna se conserva en la Iglesia de Santa Mónica, donde es venerada por los fieles.

En el juicio el obispo Valerio que tenía dificultad en el habla (se cree que era tartamudo) encarga a Vicente que hable por ambos. Durante el mismo Valerio es desterrado, mientras que a Vicente lo somete a tortura para provocar su apostasía (potro o ecúleo, garfios, tenazas y fuego).

Dice Vicente "Hay dentro de mi Otro a quien nada ni nadie pueden dañar; hay un Ser sereno y libre, integro y exento de dolor. ¡Eso que tú, con tan afanosa furia te empeñas en destruir, es un vaso frágil, un vaso de barro que el esfuerzo más leve rompería. Esfuérzate, en castigar y en torturar a Aquel que está dentro de mi, que tiene debajo de sus pies tu tiránica insania. A este, a éste, hostígale; ataca a éste, invicto, invencible, no sujeto a tempestad alguna y sumiso a sólo Dios"

Daciano dijo: Sacad de aquí al obispo, pues es justo que sufra la pena del destierro, por haber despreciado el edicto imperial. Más a este rebelde hay que someterle a más duros tormentos. Sujetadle al potro, y allí descoyuntadle los miembros y desgarradle todo el cuerpo. Que pase a la tortura de ley y recorra los más dolorosos tormentos y, si tanto tiempo dura su alma, por lo menos que se rinda su cuerpo entre los suplicios. Mientras viva no puede ése vencerme a mí. Bajado entonces Vicente del caballete, fue llevado por los verdugos al suplicio del fuego. Pero Vicente, con más pertinaz confesión que de principio seguía confesando a Cristo Señor.

Vicente, vuelto hacia Daciano, dijo: "Hasta ahora todo tu discurso se ha dirigido a invitarnos a renegar de la fe; pero has de saber que nosotros profesamos el culto de la religión cristiana y nos declaramos servidores y testigos del único Dios verdadero, que permanece por los siglos".

Por último, es enviado a prisión, a una celda llena de vidrios rotos. Allí recibe una aparición evangélica, narrada en las "Actas de su Pasión" así como por el poeta hispano Aurelio Prudencio. "Un coro de ángeles vienen a consolar al mártir. Iluminan el antro horrible, cubren el suelo de flores y alegran las tinieblas con sus armonías (Prudencio)

Ya no quedaba parte alguna entera del cuerpo de Vicente, una llaga renueva a otra llaga. Pero el siervo de Dios, firme en la fe, levantados los ojos al cielo, oraba al Señor. Enterado Daciano de esto exclamó: "Estamos vencidos. Sin embargo, un suplicio queda todavía: buscad un lugar tenebroso, separado de toda luz, condenado a eterna noche, una cárcel dentro de la propia cárcel. Esparcid por el suelo pedazos de puntiagudas tejas, a fin de que cualquier parte que toque su cuerpo, se clave en las ásperas puntas. Dejadle encerrado en las tinieblas, a fin de que ni con los ojos respire a la luz. No quede allí hombre alguno, para que no se anime ni con la compañía de palabra alguna. Todo esté cerrado y con los cerrojos echados".

Pero la noche de aquella cárcel es invadida de eterna luz, más radiante que el sol. La horrible soledad queda poblada por la multitud de ángeles, que le rodean como una muralla, y le consuelan en su tribulación.

Dice Prudencio describiendo la cárcel de San Vicente "Hay en lo más hondo del calabozo un lugar más negro que las mismas tinieblas, cerrado y ahogado por las piedras de una bóveda baja y estrecha. Reina allí una noche eterna, que jamás disipa el astro del día; allí tiene su infierno la prisión horrible. Pero Cristo no abandona a su siervo y se apresura a otorgarle el premio prometido a la paciencia, puesta a prueba en tantos y tan duros combates". "Guirnaldas de ángeles ciñen con su vuelo la tenebrosa mazmorra".

¿Qué más podemos hacer? Estamos vencidos. LLevadle a un lecho de blandos colchones. No quiero hacerlo más glorioso, si le hago morir entre los tormentos. Que tras curar sus heridas sea de nuevo torturado.

Si no puedo vencerle vivo, le castigaré, por lo menos, muerto. Arrojadle a un campo raso, sin nada delante que lo defienda, para que el cadáver consumido por fieras y aves no deje rastro de sí, no sea que los cristianos, recogiendo sus reliquias, lo veneren como mártir.

Pienso que ya ni muerto le podré vencer. Ya que en tierra no pudo consumirse, sea sumergido en alta mar. Que por lo menos los mares encubran su victoria.

 

En prisión encuentra la muerte el 22 de enero del 304.

Lugares vicentinos, son aquellos que guardan relación con la pasión y martirio del santo, así en Valencia contamos con San Vicente de la Roqueta (lugar donde fue enterrado), la Cripta o Cárcel de San Vicente (lugar donde según la tradición sufrió martirio) y la Cárcel de San Vicente (donde estuvo encerrado). También la Iglesia de Santa Mónica donde se encuentra la columna donde fue atado el santo antes de entrar en Valencia proveniente de Zaragoza. Según la tradición esta columna se encontraba en un mesón que llevaba por nombre de las Dos Puertas y se encontraba en la calle Sagunto. Derribado el edificio la columna pasó a la Iglesia de Santa Mónica donde permanece hasta el día de hoy. Otro lugar vicentino es la Iglesia de San Vicente Mártir en la calle de la Ermita construida sobre el lugar que según la tradición se encontraba el muladar donde fue arrojado el cadáver del santo. En esta iglesia se encuentra una cripta donde se venera el "llit de Sant Vicent". Otro lugar vicentino en la ciudad de Valencia es la conocida como Cárcel de Santa Tecla, que es otra de las cárceles donde según la tradición estuvo preso San Vicente Mártir.

Durante la dominación musulmana San Vicente de la Roqueta era lugar de peregrinación de la población mozárabe de Valencia, pero en tiempos de Abderraman I (755-788), ante la posibilidad de que los restos del santo fueran profanados, fueron llevados en secreto al Cabo de San Vicente, en Portugal donde se pierde su memoria histórica o legendaria. O tal vez sencillamente fueron ocultados en algún lugar secreto de la ciudad o alrededores donde con el paso del tiempo se ha perdido la memoria.

Cuando el rey Jaime I el Conquistador puso sitio a la ciudad de Valencia, estableció su campamento en Ruzafa, y uno de los primeros lugares que ocupó militarmente fue la iglesia de San Vicente de la Roqueta (extramuros de la ciudad musulmana). Suyas son las palabras que dicen que San Vicente es el santo protector de la reconquista de Valencia.

En un documento fechado el 16 de junio de 1263 y conservado en el Archivo de la Corona de Aragón se dice: Estamos firmemente convencidos de que Nuestro Señor Jesucristo, por las oraciones, especialmente del bienaventurado Vicente, nos entregó la ciudad y todo el reino de Valencia y los libró del poder y de las manos de los paganos".

Junto a la iglesia de San Vicente de la Roqueta, el rey mandaría construir un hospital de peregrinos, pondría bajo su protección el templo y mandaría que el estandarte o pendón (penó de la conquesta) que hicieron ondear los musulmanes sobre las murallas de la ciudad en señal de rendición quedara depositado en este templo.

 

Martirio

Vicente fue colocado en una cruz en aspa y torturado en el potro, después en la catasta donde le rompieron los huesos, le azotaron, le abrieron las carnes con uñas de garfios de acero. Luego fue desollado y colocado en una parrilla en ascuas. Más tarde arrojado a prisión donde falleció.

Tirado a un muladar (basurero) fue defendido por un cuervo, por lo que Daciano ordenó que fuera arrojado al mar en el interior de un odre y con una piedra de molino, pero milagrosamente fue devuelto a la orilla en una playa cercana a Portus Sucronis (actual Cullera), donde una mujer llamada Jónica (Ionicia) lo escondió hasta que en el año 313 Constantino el Grande promulgó el Edicto de Milán, pudiendo recibir entonces sepultura en una pequeña iglesia situada en las afueras de Valencia que recibirá el nombre de San Vicente de la Roqueta. Sobre el lugar donde según la tradición las olas del mar devolvieron el cuerpo de san Vicente a tierra, se levanta una ermita conocida con el nombre de Ermita de San Lorenzo.

En la Catedral de Valencia se conserva el brazo izquierdo del protomártir, regalado por Pietro Zampieri de la diócesis de Padua (Venecia) el 22 de enero de 1970. La reliquia se encuentra en la Capilla de la Resurrección situada detrás del Altar Mayor.

El camino que realizó San Vicente Mártir desde Zaragoza (Caesaraugusta) pasa por Cariñena, Daroca, Forcall, Morella, Traiguera, donde enlaza con la Via Augusta hacia Sagunto y Valencia y se supone que se realizó a finales de diciembre del 303 o primeros de enero del 304. En total entre 750 y 800 kilómetros hechos a pies en pleno invierno.

 

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