22 - DE ENERO
– DOMINGO –
3ª
SEMANA DEL T. O. – A
SAN VICENTE
Lectura del libro de Isaías
(8,23b–9,3):
EN otro tiempo, humilló el Señor la
tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, pero luego ha llenado de gloria el
camino del mar, el otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio
una luz grande;
habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el
gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al
repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, el yugo de su
carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.
Palabra de Dios
Salmo: 26,1.4.13-14
R/. El Señor es mi luz y mi
salvación
V/. El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
V/. Una
cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
V/. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a los Corintios (1,10-13.17):
OS ruego,
hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que digáis todos lo mismo y
que no haya divisiones entre vosotros. Estad bien unidos con un mismo pensar y
un mismo sentir.
Pues, hermanos, me he enterado por los
de Cloe de que hay discordias entre vosotros. Y os digo esto porque cada cual
anda diciendo:
«Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo
soy de Cefas, yo soy de Cristo».
¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado
Pablo por vosotros? ¿Fuisteis bautizados en nombre de Pablo?
Pues no me envió Cristo a bautizar, sino
a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz
la cruz de Cristo.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(4,12-23):
AL enterarse
Jesús de que habían arrestado a Juan se retira a Galilea. Dejando Nazaret se
estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí,
para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de
los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar
diciendo:
«Convertíos, porque está cerca el reino
de los cielos».
Paseando junto al mar de Galilea vio a
dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en
el mar, pues eran pescadores.
Les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores
de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo
siguieron.
Y pasando adelante vio a otros dos
hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la
barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó.
Inmediatamente dejaron la barca y a su
padre y lo siguieron.
Jesús recorría toda Galilea enseñando en
sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y
toda dolencia en el pueblo.
Palabra del Señor
Comienzo
de la actividad de Jesús.
En los dos domingos anteriores estuvimos junto al río Jordán, recordando el
bautismo de Jesús y el testimonio que ofreció de él Juan Bautista. La liturgia
da ahora un salto notable. Omite las tentaciones de Jesús (que se leerán el
primer domingo de Cuaresma) y nos sitúa en un momento posterior, cuando
Herodes, molesto por la predicación de Juan, decide meterlo en la cárcel. Lo
que ocurre a continuación lo cuenta el evangelio de Mateo del modo siguiente
(Mt 4,12-23). Este pasaje podemos dividirlo en tres partes.
1. La actividad inicial de Jesús
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando
Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón
y Neftalí.
Así se cumplió lo que
había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino
del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba
en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús
a predicar diciendo: Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.
Quien se sienta desconcertado por la presentación inicial de Jesús,
poniéndose en la fila de los pecadores para bautizarse, tiene motivos para
desconcertarse todavía más al leer los comienzos de su actividad. Dicho en
palabras muy rápidas, lo primero que hace es huir; lo segundo, actuar en la
región más olvidada; lo tercero, repetir al pie de la letra la predicación de Juan
Bautista. Pero todo esto encierra un misterio que Mateo nos ayuda a
desentrañar. Una vez más, para comprender este pasaje conviene compararlo con
el de Marcos, que presenta los hechos del siguiente modo.
«Cuando detuvieron a
Juan, Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la buena noticia.
Decía: Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y
creed la buena noticia».
La breve noticia de Marcos contiene tres datos:
1) momento en que comienza a actuar Jesús;
2) lugar de su actividad (Galilea);
3) contenido de su predicación. Mateo modifica el primero y el tercero y
amplía el segundo.
Momento de actividad
Es una pena que los evangelistas sean tan sobrios, porque el primer dato resulta
más profundo de lo que parece a primera vista. Jesús no empieza a actuar hasta
que encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la
conciencia de que debe continuar la obra de Juan.
Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como
si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy
probable que Dios Padre le hablase a Jesús igual que nos habla a nosotros, a
través de los acontecimientos. Y el gran acontecimiento es la desaparición de
Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío.
Pero hay una diferencia muy sutil entre Mc y Mt. Según Mc, en cuanto encarcelan
a Juan comienza Jesús a predicar. Según Mt, lo primero que hace Jesús es
retirarse a Nazaret. Desde un punto de vista histórico y psicológico parece una
interpretación más adecuada, que abre paso también a una visión más humana de
Jesús, como si se tomase un tiempo de reflexión y decisión.
Lugar de actividad
Mc decía simplemente que «Jesús se fue a Galilea». La elección del lugar de
actividad es sorprendente, más aún que en el caso de Juan Bautista. Juan no
predica su mensaje de penitencia en Jerusalén, pero el lugar donde actúa está
lleno de reminiscencias simbólicas. El desierto es el lugar donde se espera la
manifestación de Dios. Jesús se retira a una región que carece de importancia
dentro de la historia judía, incluso conocida con el despreciativo nombre de
«Galilea de los paganos».
Desde
un punto de vista histórico, la elección de Galilea por parte de Jesús tiene
sus ventajas y sus riesgos. Ventajas: moverse en
una región conocida, y la posibilidad de escapar fácilmente hacia el norte en
caso de persecución. Riesgo: proclamar su
mensaje en la zona más politizada de Palestina, en un ambiente bastante
revolucionario, que se presta a graves conflictos.
Dentro
de Galilea, escoge Cafarnaúm, ciudad de pescadores, campesinos y comerciantes,
lugar de paso, que le permite el contacto con gran variedad de gente y un fácil
acceso a los pueblecitos cercanos.
Sin
embargo, Mt ve las cosas de forma distinta que el historiador moderno. La
elección de Galilea le recuerda una profecía de Isaías (1ª lectura), en la que
se habla de las terribles desgracias sufridas por esa región durante la
invasión asiria del siglo VIII a.C. y se le anuncia la salvación para el
futuro.
Para Mateo, lo esencial
es que Jesús no va a dirigirse a la gente importante, a los que pueden cambiar
el mundo, sino a "los que habitan en tinieblas", "los que
habitaban en tierra y sombra de muerte". La gente más despreciada y olvidada
(campesinos y pescadores) será el primer auditorio de Jesús. Para ellos se
convierte en una "gran luz".
El mensaje inicial
Marcos dice: «Se ha cumplido el
plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la buena noticia».
La fuerza recae en la inminencia del reinado de Dios, con lo que supone de
buena noticia que exige el arrepentimiento. Estas palabras podían provocar la
impresión ‒y de hecho la crearon‒ de que el fin del mundo era inminente. Las
primeras comunidades cristianas vivieron casi con angustia esta sensación.
Mateo,
que escribe hacia los años 70/80, quiere evitar este equívoco y, al mismo
tiempo, subrayar la idea del arrepentimiento. Para ello, las dos afirmaciones
de Marcos las resume en una sola: «arrepentíos, que el reinado de Dios está
cerca». Al suprimir las palabras «se ha cumplido el plazo» evita la impresión
de que el fin del mundo es inminente.
Por
otra parte, aunque este resumen del mensaje coincide por completo con el de
Juan Bautista (3,2), no debemos interpretarlo como falta de originalidad por
parte de Jesús, sino como un acuerdo básico con la predicación de Juan. Ambos
coinciden en lo esencial y esto debe provocar en el lector del evangelio el
interés por el tema. De hecho, Mateo esta insinuando aquí lo que será el
contenido primario del mensaje de Jesús: en qué consiste el Reino de Dios y
cómo se puede formar parte de él.
2. Los primeros discípulos
Pasando junto al lago
de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su
hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les
dijo:
‒ Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente
dejaron las redes y lo siguieron.
Y,
pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a
Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús
los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo
siguieron.
La segunda escena es
capital para comprender a Jesús. Desde el primer momento busca unos discípulos
que le acompañen y ayuden en su tarea. No es el predicador solitario, ni el
individualista que piensa poder hacerlo todo por sí solo.
En este contexto encaja el llamamiento de los cuatro primeros discípulos: Pedro
y Andrés, Santiago y Juan. Mateo, siguiendo a Marcos, presenta los hechos de la
forma más normal del mundo. «Paseando junto al lago de Galilea vio a dos
hermanos...» Esto provoca extrañeza en el lector. ¿Es posible que cuatro
muchachos sigan a Jesús sin conocerlo? Quien ha leído el evangelio de Juan sabe
que Jesús los conoció cuando el bautismo.
Pero estos detalles psicológicos e históricos no les interesan a Mt y Mc, que
prefieren presentar de forma radical el seguimiento de Jesús. El relato de Mt
es casi idéntico al de Mc. Sólo hay una diferencia de detalle, que puede
parecer mínima, pero que considero significativa. Mc dice que Santiago y Juan,
al ser llamados por Jesús, «dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los
jornaleros y se marcharon con él». Mt suprime la mención de los jornaleros, con
lo cual la escena resulta más dura para el padre y los hijos. Resuena aquí el
tema del seguimiento de Jesús, que será esencial en el evangelio.
3. Resumen
Recorría toda Galilea,
enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las
enfermedades y dolencias del pueblo.
Esta
frase tan breve puede pasar desapercibida. Pero supone un complemento esencial
a lo dicho en el punto 1. Allí, la actividad de Jesús se centra en la
enseñanza. Aquí, la enseñanza va acompañada de la acción: recorre, enseña,
proclama, cura.
Curar
enfermedades y dolencias ocupa gran parte del tiempo de Jesús. Hace dos
domingos, Pedro resumía todo con las palabras: «pasó haciendo el bien».
Pero
hay en este resumen algo que generalmente no valoramos: Recorría
toda Galilea. Supone esfuerzo, sacrificio, pasar de 38º en el lago
a pueblecillos nevados en invierno. Por eso añado un complemento
sobre esta región tan importante en la vida de Jesús.
COMPLEMENTO: GALILEA
«Quedaba comprendida entre el Jordán, el Líbano, la llanura fenicia, el
monte Carmelo y la llanura de Yezrael. Sus dimensiones eran 70 km de largo por
40 de ancho. Según Josefo estaba dividida en dos regiones, la Alta y la Baja,
delimitadas geográficamente por el valle que corre hacia Tolemaida (Acco). La
Alta Galilea se sitúa entre los 600 y los 1200 m con el Jermak como altura
máxima. En cambio, la Baja Galilea está entre los 300 y los 600 m: el monte más
alto, el Tabor, tiene 588 m.
En la Baja Galilea comienza Jesús su actividad y en ella reside la mayor
parte del tiempo. No debemos imaginarla como una zona pobre y marginada. La
antigua alusión que encontramos en el libro de Isaías (“Galilea de los
paganos”) ha jugado una mala pasada a muchos lectores del evangelio. Es cierto
que en el Antiguo Testamento Galilea cuenta muy poco. Pero en tiempos de Jesús
era una zona rica, importante y famosa, como afirma Flavio Josefo en el libro
tercero de la Guerra judía (BJ III, 41-43).
Wilkinson admite para Séforis una población de 50.000 habitantes; Josefo
indica 40.000 para Tariquea y Jotapata; y para Jaffa, el “pueblo” más grande de
Galilea, muy cercano a Nazaret, 17.130 personas. Según Wilkinson, ya que Josefo
habla de 204 pueblos, admitiendo un promedio de 500 habitantes, tendríamos unos
365.000 para toda Galilea.
Más importante que el número es la población en sí misma. Galilea, tras
numerosas vicisitudes, en tiempo de Jesús se ha estabilizado como región judía.
Sólo en Séforis y Tiberíades abunda el elemento pagano. Sin embargo, los judíos
del sur no sentían gran estima de los galileos: “Si alguien quiere
enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al
sur”, comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea
parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: “Indaga
y verás que de Galilea no sale ningún profeta” (Jn 7,52).»
Vicente, diácono de la Iglesia de
Zaragoza, sufrió un atroz martirio en Valencia, durante la persecución de
Diocleciano (284-305). Su culto se difundió enseguida por toda la Iglesia.
Por orden del emperador romano Diocleciano (284-305), llega a Hispania el prefecto
(gobernador) de la Cartaginense, Daciano (de origen griego), con la orden de
reprimir a los cristianos. Diocleciano había firmado un edicto por el cual
todos los habitantes del imperio deben adorar al emperador como si de un Dios
se tratara.
Daciano ante la negativa de Vicente y Valero de adorar al emperador se los
lleva arrestados a la colonia romana de "Valentía" (Valencia), ya que
no se atrevía a juzgarlos en Zaragoza ante la gran simpatía que levantaban
ambos. Valentía por aquel entonces era una ciudad todavía poco o nada
cristianizada.
Columna donde fue atado San Vicente mártir
de camino a Valencia Azulejo existente en la parte superior de la columna
Vienen a Valencia arrestados y a pie y en condiciones lamentables. Antes de
entrar en la ciudad, los romanos quisieron pasar la noche en una posada,
dejando a Vicente atado a una columna en el patio. Derribada aquella posada, la
columna se conserva en la Iglesia de Santa Mónica, donde es venerada por los
fieles.
En el juicio el obispo Valerio que tenía dificultad en el habla (se cree que
era tartamudo) encarga a Vicente que hable por ambos. Durante el mismo Valerio
es desterrado, mientras que a Vicente lo somete a tortura para provocar su
apostasía (potro o ecúleo, garfios, tenazas y fuego).
Dice Vicente "Hay dentro de mi Otro a quien nada ni nadie pueden dañar;
hay un Ser sereno y libre, integro y exento de dolor. ¡Eso que tú, con tan
afanosa furia te empeñas en destruir, es un vaso frágil, un vaso de barro que
el esfuerzo más leve rompería. Esfuérzate, en castigar y en torturar a Aquel
que está dentro de mi, que tiene debajo de sus pies tu tiránica insania. A
este, a éste, hostígale; ataca a éste, invicto, invencible, no sujeto a
tempestad alguna y sumiso a sólo Dios"
Daciano dijo: Sacad de aquí al obispo, pues es justo que sufra la pena del
destierro, por haber despreciado el edicto imperial. Más a este rebelde hay que
someterle a más duros tormentos. Sujetadle al potro, y allí descoyuntadle los
miembros y desgarradle todo el cuerpo. Que pase a la tortura de ley y recorra
los más dolorosos tormentos y, si tanto tiempo dura su alma, por lo menos que
se rinda su cuerpo entre los suplicios. Mientras viva no puede ése vencerme a
mí. Bajado entonces Vicente del caballete, fue llevado por los verdugos al
suplicio del fuego. Pero Vicente, con más pertinaz confesión que de principio
seguía confesando a Cristo Señor.
Vicente, vuelto hacia Daciano, dijo: "Hasta ahora todo tu discurso se
ha dirigido a invitarnos a renegar de la fe; pero has de saber que nosotros
profesamos el culto de la religión cristiana y nos declaramos servidores y
testigos del único Dios verdadero, que permanece por los siglos".
Por último, es enviado a prisión, a una celda llena de vidrios rotos. Allí
recibe una aparición evangélica, narrada en las "Actas de su Pasión"
así como por el poeta hispano Aurelio Prudencio. "Un coro de ángeles
vienen a consolar al mártir. Iluminan el antro horrible, cubren el suelo de
flores y alegran las tinieblas con sus armonías (Prudencio)
Ya no quedaba parte alguna entera del cuerpo de Vicente, una llaga renueva a
otra llaga. Pero el siervo de Dios, firme en la fe, levantados los ojos al
cielo, oraba al Señor. Enterado Daciano de esto exclamó: "Estamos
vencidos. Sin embargo, un suplicio queda todavía: buscad un lugar tenebroso,
separado de toda luz, condenado a eterna noche, una cárcel dentro de la propia
cárcel. Esparcid por el suelo pedazos de puntiagudas tejas, a fin de que
cualquier parte que toque su cuerpo, se clave en las ásperas puntas. Dejadle encerrado
en las tinieblas, a fin de que ni con los ojos respire a la luz. No quede allí
hombre alguno, para que no se anime ni con la compañía de palabra alguna. Todo
esté cerrado y con los cerrojos echados".
Pero la noche de aquella cárcel es invadida de eterna luz, más radiante que
el sol. La horrible soledad queda poblada por la multitud de ángeles, que le
rodean como una muralla, y le consuelan en su tribulación.
Dice Prudencio describiendo la cárcel de San Vicente "Hay en lo más
hondo del calabozo un lugar más negro que las mismas tinieblas, cerrado y
ahogado por las piedras de una bóveda baja y estrecha. Reina allí una noche
eterna, que jamás disipa el astro del día; allí tiene su infierno la prisión
horrible. Pero Cristo no abandona a su siervo y se apresura a otorgarle el
premio prometido a la paciencia, puesta a prueba en tantos y tan duros
combates". "Guirnaldas de ángeles ciñen con su vuelo la tenebrosa
mazmorra".
¿Qué más podemos hacer? Estamos vencidos. LLevadle a un lecho de blandos
colchones. No quiero hacerlo más glorioso, si le hago morir entre los
tormentos. Que tras curar sus heridas sea de nuevo torturado.
Si no puedo vencerle vivo, le castigaré, por lo menos, muerto. Arrojadle a
un campo raso, sin nada delante que lo defienda, para que el cadáver consumido
por fieras y aves no deje rastro de sí, no sea que los cristianos, recogiendo
sus reliquias, lo veneren como mártir.
Pienso que ya ni muerto le podré vencer. Ya que en tierra no pudo
consumirse, sea sumergido en alta mar. Que por lo menos los mares encubran su
victoria.
En prisión encuentra la muerte el 22 de enero del 304.
Lugares vicentinos, son aquellos que guardan relación con la pasión y
martirio del santo, así en Valencia contamos con San Vicente de la Roqueta
(lugar donde fue enterrado), la Cripta o Cárcel de San Vicente (lugar donde
según la tradición sufrió martirio) y la Cárcel de San Vicente (donde estuvo
encerrado). También la Iglesia de Santa Mónica donde se encuentra la columna
donde fue atado el santo antes de entrar en Valencia proveniente de Zaragoza.
Según la tradición esta columna se encontraba en un mesón que llevaba por
nombre de las Dos Puertas y se encontraba en la calle Sagunto. Derribado el
edificio la columna pasó a la Iglesia de Santa Mónica donde permanece hasta el
día de hoy. Otro lugar vicentino es la Iglesia de San Vicente Mártir en la
calle de la Ermita construida sobre el lugar que según la tradición se
encontraba el muladar donde fue arrojado el cadáver del santo. En esta iglesia
se encuentra una cripta donde se venera el "llit de Sant Vicent".
Otro lugar vicentino en la ciudad de Valencia es la conocida como Cárcel de
Santa Tecla, que es otra de las cárceles donde según la tradición estuvo preso
San Vicente Mártir.
Durante la dominación musulmana San Vicente de la Roqueta era lugar de
peregrinación de la población mozárabe de Valencia, pero en tiempos de
Abderraman I (755-788), ante la posibilidad de que los restos del santo fueran
profanados, fueron llevados en secreto al Cabo de San Vicente, en Portugal
donde se pierde su memoria histórica o legendaria. O tal vez sencillamente
fueron ocultados en algún lugar secreto de la ciudad o alrededores donde con el
paso del tiempo se ha perdido la memoria.
Cuando el rey Jaime I el Conquistador puso sitio a la ciudad de Valencia,
estableció su campamento en Ruzafa, y uno de los primeros lugares que ocupó militarmente
fue la iglesia de San Vicente de la Roqueta (extramuros de la ciudad
musulmana). Suyas son las palabras que dicen que San Vicente es el santo
protector de la reconquista de Valencia.
En un documento fechado el 16 de junio de 1263 y conservado en el Archivo de
la Corona de Aragón se dice: Estamos firmemente convencidos de que Nuestro
Señor Jesucristo, por las oraciones, especialmente del bienaventurado Vicente,
nos entregó la ciudad y todo el reino de Valencia y los libró del poder y de
las manos de los paganos".
Junto a la iglesia de San Vicente de la Roqueta, el rey mandaría construir
un hospital de peregrinos, pondría bajo su protección el templo y mandaría que
el estandarte o pendón (penó de la conquesta) que hicieron ondear los
musulmanes sobre las murallas de la ciudad en señal de rendición quedara
depositado en este templo.
Martirio
Vicente fue colocado en una cruz en aspa y torturado en el potro, después en
la catasta donde le rompieron los huesos, le azotaron, le abrieron las carnes
con uñas de garfios de acero. Luego fue desollado y colocado en una parrilla en
ascuas. Más tarde arrojado a prisión donde falleció.
Tirado a un muladar (basurero) fue defendido por un cuervo, por lo que
Daciano ordenó que fuera arrojado al mar en el interior de un odre y con una
piedra de molino, pero milagrosamente fue devuelto a la orilla en una playa
cercana a Portus Sucronis (actual Cullera), donde una mujer llamada Jónica
(Ionicia) lo escondió hasta que en el año 313 Constantino el Grande promulgó el
Edicto de Milán, pudiendo recibir entonces sepultura en una pequeña iglesia
situada en las afueras de Valencia que recibirá el nombre de San Vicente de la
Roqueta. Sobre el lugar donde según la tradición las olas del mar devolvieron
el cuerpo de san Vicente a tierra, se levanta una ermita conocida con el nombre
de Ermita de San Lorenzo.
En la Catedral de Valencia se conserva el brazo izquierdo del protomártir,
regalado por Pietro Zampieri de la diócesis de Padua (Venecia) el 22 de enero
de 1970. La reliquia se encuentra en la Capilla de la Resurrección situada
detrás del Altar Mayor.
El camino que realizó San Vicente Mártir desde Zaragoza (Caesaraugusta) pasa
por Cariñena, Daroca, Forcall, Morella, Traiguera, donde enlaza con la Via
Augusta hacia Sagunto y Valencia y se supone que se realizó a finales de
diciembre del 303 o primeros de enero del 304. En total entre 750 y 800
kilómetros hechos a pies en pleno invierno.
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