martes, 24 de enero de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 26 - DE ENERO – JUEVES – 3ª SEMANA DEL T. O. – A SAN TIMOTEO y SAN TITO

 

 


26 - DE ENERO – JUEVES –

3ª SEMANA DEL T. O. – A  

SAN  TIMOTEO y SAN TITO

 

  Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo1,1-8

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios para anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido: gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Doy gracias a Dios, a quien sirvo, como mis antepasados, con conciencia limpia, porque te tengo siempre presente en mis oraciones noche y día.

Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría. Evoco el recuerdo de tu fe sincera, la que arraigó primero en tu abuela Loide y en tu madre Eunice, y estoy seguro que también en ti. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos, pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza.

Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el evangelio, según la fuerza de Dios.

Palabra de Dios


 R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

 

V/. Yo esperaba con ansia al Señor;

él se inclinó y escuchó mi grito.

Me puso en la boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios. R/.

 

V/. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,

y, en cambio, me abriste el oído;

no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,

entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.

 

V/. He proclamado tu justicia

ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios,

Señor, tú lo sabes. R/.

 

V/. No me he guardado en el pecho tu justicia,

he contado tu fidelidad y tu salvación,

no he negado tu misericordia y tu lealtad

ante la gran asamblea. R/.

 

      Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,21-25):

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre:

«¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero?

Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz.

El que tenga oídos para oír, que oiga.»

Les dijo también:

«Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene.»

Palabra del Señor

 

1.  En estas palabras de Jesús, se rechazan la clandestinidad, el ocultamiento, la doble vida. Jesús quiere que vivamos de tal forma, que no tengamos nada que ocultar. La ley del Evangelio es la ley de la transparencia.

Se suele decir que "los trapos sucios se lavan en casa". El criterio de Jesús es que eso no vale. Como es lógico, hay ámbitos de la vida privada que no se van pregonando. Esto es cosa que todo el mundo entiende. Porque pertenece al sentido común.

 

2.  Pero lo que Jesús propone aquí se refiere a otra cosa. Se trata del enorme problema de nuestra "imagen pública".

Para muchas personas, la imagen que dan a los demás es más importante que la realidad de lo que viven, de lo que dicen y hacen, de lo que quieren y de lo que no quieren que se sepa. Esta tendencia a proteger y hasta magnificar la "propia imagen" es tanto más fuerte cuanto la persona se sitúa más arriba en la escala social o religiosa. Por eso, en la alta sociedad y en los ambientes religiosos hay tanta hipocresía, tanta falsedad, tanta mentira. Porque hay mucho que ocultar.

Se oculta la vida sexual. Se oculta la economía. Se ocultan las apetencias reales que mueven a las personas.

Se fingen humildades, generosidades, pureza... una sarta de mentiras, que dan mucha pena. Y vergüenza.

 

3. En el relato de la pasión, cuando llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote y este le preguntó por su doctrina, Jesús respondió: siempre he enseñado en público "y no he dicho nada a ocultas".

Jesús utiliza el término "parresía", que significa libertad, audacia, atrevimiento (Jn 18, 19-20). Aquello le costó a Jesús la primera bofetada de la pasión (Jn 18,22). Vivir en plena transparencia, cuesta llevarse muchas bofetadas en la vida.

Y es triste decirlo, pero es así: la sociedad está organizada de manera, que hay personas que no tienen más remedio que vivir ocultando quizá su grandeza, por ejemplo, su capacidad de amar. Y, además, no olvidemos que las instituciones religiosas funcionan de manera que, a veces, el sujeto se ve en la dura situación de tener que vivir ocultando o disimulando cosas o experiencias que no hay más remedio que ocultar.

Una institución que funciona así tiene que organizarse y ser gestionada de otra manera.  Y hay que luchar por ello.

 

SAN  TIMOTEO y SAN TITO

 



 

Timoteo y Tito, discípulos y colaboradores del apóstol Pablo, presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Ellos fueron los destinatarios de las cartas llamadas «pastorales», cartas llenas de excelentes recomendaciones para la formación de pastores y fieles.

San Timoteo, obispo y mártir. Año 97.

San Timoteo significa: tengo un gran respeto a Dios.

San Timoteo fue un discípulo muy amado de san Pablo. Era de Listra. Los Hechos de los Apóstoles dicen: Había en Listra un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego. Los creyentes de la ciudad y de los alrededores daban de él muy buenos testimonios. Pablo quiso que se fuera con él.

San Pablo le impuso las manos y le confió el misterio de la predicación, y en adelante lo consideró siempre como un hijo suyo y un discípulo muy amado. En la carta a los Corintios, el apóstol lo llama "Timoteo: mi hijo amado" (1 Cor. 4,7) y de la misma manera lo llama en las dos cartas que le escribió a él.

Timoteo acompañó a San Pablo en su segundo y tercer viajes misioneros. El apóstol al escribirle más tarde le recordará lo buena que fue su familia: "Quiero refrescar el recuerdo de la gran fe que había en tu familia: en tu abuela Loida y en tu madre Eunice. Que esa fe se conserve en ti, ya que desde tu más tierna infancia te hicieron leer y meditar las Sagradas Escrituras" (1 Tim. 1,5;4,14)

La familia de Timoteo progresó mucho en santidad cuando San Pablo y San Bernabé estuvieron hospedados en su casa en Listra. Y allí aquella ciudad les sucedió a los dos apóstoles un hecho muy singular.

Las gentes al ver cómo Pablo curó instantáneamente a un tullido, bendiciéndolo en nombre de Jesucristo, se imaginaron que estos predicadores eran dos dioses disfrazados de hombres.

Que Bernabé, por alto y elegante, era Júpiter, y que Pablo, por lo bien que hablaba, era Mercurio, el mensajero de los dioses y patrono de los oradores. Y corrieron a llamar a los sacerdotes del Templo de Júpiter, los cuales llegaron trayendo un toro para ofrecérselo en sacrificio a los dos dioses. San Pablo se dio cuenta del engaño en que estaban, y rasgándose la camisa les gritó: "Hombres, nosotros no somos dioses, somos pobres criaturas como todos ustedes."

Y entonces la situación cambió por completo. Los judíos incitaron al populacho contra los predicadores y los apedrearon dejándolos medio muertos. Fueron llevados a casa de Timoteo y allí les hicieron las curaciones más necesarias y en la madrugada salieron de la ciudad. Seguramente que a Timoteo le debió impresionar muy profundamente el modo tan extraordinariamente heroico y alegre que tenía San Pablo para ofrecer sus padecimientos por amor a Dios y por la salvación de las almas, y esto lo movió más y más a dedicarse a seguirlo en sus trabajos de apostolado.

Después de viajar con él en sus correrías de predicación por varios países, Timoteo acompañó a San Pablo en la prisión que tuvo que sufrir en Roma, pues en las cartas que desde Roma escribió el gran apóstol anuncia que lo está acompañando Timoteo, su fiel discípulo.

Muy famosas son las dos cartas de San Pablo a Timoteo. En ellas le recomienda: "Que nadie te desprecie por tu juventud. Muéstrate en todo un modelo para los creyentes, por la palabra, la conducta, la caridad, la pureza y la fe"(1 Tim. 4,12) y hasta desciende a detalles prácticos: "Timoteo: no tomes sólo agua. Mézclale de vez en cuando un poco de vino, por tus continuos males de estómago" (1 Tim. 5,23).

El historiador Eusebio dice que San Pablo nombró a Timoteo como obispo de Éfeso, y San Juan Crisóstomo afirma que fue nombrado presidente de los obispos de esa región. Se cuenta también que en tiempos del emperador Domiciano, hacia el año 97, Timotio fue martirizado, apaleado y apedreado por haber tratado de impedir una fiesta muy corrompida en aquella ciudad.

San Juan Crisóstomo y San Jerónimo narran que, junto a los restos o reliquias de San Timoteo, los cristianos obtenían muy grandes favores de Dios (y ojalá los obtengamos también hoy nosotros al recordarlo con cariño).

Lo que más simpatía le atrae a San Timoteo es haber sido discípulo siempre fiel y muy preferido del gran San Pablo. (Que bueno que él nos prendiera un poquito de su aprecio por las palabras de tan gran apóstol).

 

San Tito, obispo (Siglo I).

 Tito fue discípulo y secretario de San Pablo. Acompañó al apóstol en muchos de sus viajes. En las dos cartas a los Corintios San Pablo declara que él confía plenamente en su discípulo Tito, y a él lo envía a tratar de que los cristianos cumplan lo que les ha dicho en sus cartas. Y después dice que ha quedado muy satisfecho por las noticias que Tito le ha traído.

San Pablo lo nombró obispo de la isla de Creta y le escribió una bella carta, señalándole las cualidades que deben tener los sacerdotes.

Parece que murió muy anciano y venerado. Tito significa: defensor. Que él sea nuestro defensor contra los errores que atacan a nuestra religión.

 

Una institución que funciona así tiene que organizarse y ser gestionada de otra manera.  Y hay que luchar por ello.

 

 

 

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