19 - DE
ENERO – JUEVES –
2ª
SEMANA DEL T. O. – A
Beato Marcelo Spínola
Lectura de la
carta a los Hebreos (7,25–8,6):
HERMANOS:
Jesús puede
salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de él, pues vive
siempre para interceder a favor de ellos.
Y tal
convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha,
separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo.
Él no
necesita ofrecer sacrificios cada día como los sumos sacerdotes, que ofrecían
primero por los propios pecados, después por los del pueblo, porque lo hizo de
una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
En efecto, la ley hace sumos sacerdotes a hombres llenos de debilidades.
En cambio, la palabra del juramento, posterior a la ley, consagra al Hijo,
perfecto para siempre.
Esto es lo
principal de todo el discurso: Tenemos un sumo sacerdote que está sentado a la
derecha del trono de la Majestad en los cielos, y es ministro del Santuario y
de la Tienda verdadera, construida por el Señor y no por un hombre.
En efecto,
todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios; de ahí la
necesidad de que también Jesús tenga algo que ofrecer.
Ahora bien,
si estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo otros que
ofrecen los dones según la ley.
Estos
sacerdotes están al servicio de una figura y sombra de lo celeste, según el
oráculo que recibió Moisés cuando iba a construir la Tienda:
«Mira», le
dijo Dios, «te ajustarás al modelo que te fue mostrado en la montaña».
Mas ahora a
Cristo le ha correspondido un ministerio tanto más excelente cuanto mejor es la
alianza de la que es mediador: una alianza basada en promesas mejores.
Palabra de Dios
Salmo: 39,7-8a.8b-9.10.17
R/. Aquí estoy,
Señor, para hacer tu voluntad
V/. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.
V/. «—Como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.
V/. He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.
V/. Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»
los que desean tu salvación. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Marcos (3,7-12):
EN aquel tiempo, Jesús se retira con sus discípulos a la orilla del mar y lo
siguió una gran muchedumbre de Galilea.
Al enterarse
de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea,
Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus
discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el
gentío.
Como había curado a muchos, todos los
que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Los espíritus
inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban:
«Tú eres el
Hijo de Dios».
Pero él les
prohibía severamente que lo diesen a conocer.
Palabra del Señor
1. Una
doctrina, una enseñanza, un mensaje, una simple noticia interesan cuando lo que
se ofrece responde a lo que la gente necesita. Si la oferta que hace la Iglesia no tiene poder de atracción para grandes sectores de
la sociedad actual, sin duda es que se trata de una oferta que ni se
entiende, ni atrae, ni importa a una notable mayoría de ciudadanos.
La teología
que aprenden los curas en los seminarios, el catecismo que enseñan los
catequistas en las parroquias, la asignatura de religión que se enseña en los
colegios... todo eso, no es que la gente lo rechace, sino que a la gente le
interesa menos cada día. Está comprobado y demostrado que los niños, cuando
llegan a la adolescencia, hacia los doce años, por lo general cortan con el
tema religioso. No les interesa más. A Jesús lo rechazó la religión, hasta el
extremo de que querían matarlo (Mc 3, 6). Pero, lo mismo en tiempos de
Jesús que ahora, nos encontramos con este fenómeno: lo que la religión rechaza
es lo que tiene fuerza de seducción sobre la gente. -
¿Por qué será esto así?
Sin duda
alguna, mientras que Jesús provoca el rechazo de la religión, ese mismo Jesús
ejerce una atracción enorme sobre la mayoría de la gente.
2. La
explicación de este contraste está en que Jesús fue profundamente humano, al
tiempo que la religión se explica y se vive como algo poco humano o incluso
inhumano.
La Iglesia
hace y dice cosas que producen rechazo en muchas personas. A veces
se sabe por qué, en otros casos, ni se sabe. Pero el hecho es que las iglesias
y los conventos están cada día más vacíos. Las ceremonias de la religión no
interesan, ni dan respuesta a lo que mucha gente se pregunta o necesita.
3. Si
hasta los espíritus inmundos se postraban ante Jesús (Mc 3, 11), eso nos viene
a decir que incluso "las fuerzas del mal" se sentían interpeladas por
lo que hacía y decía Jesús. Sobre todo, por lo que hacía.
Cuando la
Iglesia se enfrenta a las causas que provocan el sufrimiento, crece en
autoridad y credibilidad, pero lo paga caro. La presencia de Jesús en la
historia sigue adelante y se palpa en los que no se quedan indiferentes ante el
dolor y la humillación de los pobres, los enfermos y, en general, los que
sufren.
Beato Marcelo Spínola
En la ciudad de Sevilla, en España, beato Marcelo Spínola y Maestre, obispo,
que fundó círculos de obreros para mejorar la sociedad humana, trabajó por la
verdad y la equidad, y abrió su casa a los menesterosos.
Marcelo Spínola y Maestre nació en San Fernando (Cádiz) el 14 de enero de
1835, hijo de un oficial de la Armada española y marqués de la corona. Se licenció
en Derecho en la Universidad de Sevilla a los 21 años. Abrió un bufete de
abogados en Huelva, donde defendería las causas de los obreros sin exigir
honorarios, y por eso le llamaron «el abogado de los pobres». Aunque de una
manera tardía, se sintió llamado al sacerdocio. En 1864 fue ordenado sacerdote
y empezó su periplo por diversos destinos: capellán de la Iglesia de la Merced
en Sanlúcar de Barrameda hasta que el Cardenal Lastra le nombra párroco de San
Lorenzo de Sevilla integrándose en las hermandades del Gran Poder y la de la
Soledad, ambas residentes en la misma parroquia. Del Gran Poder llegó a ser
director espiritual y Mayordomo.
El 30 de octubre de 1874 está en el confesionario. Una mujer joven enlutada
acude a él buscando orientación. Es Celia Méndez, que ha quedado viuda hace dos
meses y medio. En la cruz de la pérdida de su marido ha percibido un
llamamiento de Dios hacia algo. Búsqueda, entrega generosa y esfuerzos por
parte de Marcelo y Celia cuajarán en la fundación de la Congregación de
Esclavas del Divino Corazón en Coria, el 26 de Julio de 1885. Nace así la
congregación, con el mismo espíritu de sus fundadores: profunda vida de oración
y vivo celo apostólico.
El núcleo de esta espiritualidad que une contemplación y acción apostólica es
el Corazón de Jesucristo. La misión concreta de la Congregación es «anunciar a
todos los hombres el amor personal que Jesucristo nos tiene» a través de la
educación. El estilo con el que las Esclavas realizan su vinculación con el
Señor, es el de María, primera Esclava del Señor. Celia Méndez, guiada por D.
Marcelo estará al frente de la Congregación durante 23 años. Don Marcelo dirige
a las religiosas, las instruye y estimula a realizar la obra de la educación
cristiana «formando el corazón de los jóvenes en la verdad evangélica,
ilustrando el entendimiento por el conocimiento del saber y transformando así
la sociedad».
Se suceden las fundaciones: Coria, Málaga, Ronda, Corte Concepción, Moguer,
Sevilla y Linares en vida de los fundadores. En Andalucía se fundan casas en
Aracena, Sanlúcar la Mayor y Cazalla y se abre una casa en Madrid. En 1913 la
expansión llega a América, Brasil, Rio de Janeiro y en Argentina, Rosario y San
Carlos. Son momentos especialmente duros por el estallido de la Primera Guerra
Mundial, que dificulta aún más las comunicaciones, de suyo lentas y difíciles
en esta época.
El 28 de Mayo de 1879, el Arzobispo Don Joaquín Lluch le nombra canónigo de
la Santa Iglesia Catedral de Sevilla. Posteriormente es consagrado
Obispo auxiliar de Sevilla. Preconizado por León XIII para la diócesis de
Coria-Cáceres. Después, Obispo de Málaga y en 1896, tras la muerte del cardenal
de Sevilla, es nombrado obispo de esta diócesis. Abandona Málaga, con gran
pesadumbre de sus diocesanos. En su nuevo destino volvió a dar ejemplo de su
visión de futuro y de la importancia de los medios de comunicación fundando un
periódico «El Correo de Andalucía» «para defender la verdad y la justicia».
En sus pastorales, sus homilías y sus intervenciones públicas, Spínola
cuestionó los trabajos de los obreros, denunció los horarios y las malas
condiciones en las que desempeñan su labor y reclamó el descanso dominical. Al
mismo tiempo, también se muestra crítico con las posturas políticas emergentes
que cuestionan a la burguesía y buscan su desaparición. «Él solía decir que la
iglesia había abandonado a los más pobres» y Spínola «intenta abrir brecha en
esta situación».
Todo esto no fue impedimento para que él, desde su humildad, se planteara en
más de una ocasión la posibilidad de renunciar al episcopado, considerándose
indigno e incapaz de este ministerio. Y si no se retiró fue, entre otras cosas,
por consejo de Della Chiesa, futuro Benedicto XV. Creado Cardenal por San Pío
X. el rey de España, Alfonso XIII, le impuso la birreta cardenalicia. En enero
de 1906, tras volver de la boda de Alfonso XIII moría en Sevilla. Juan Pablo
II, en su visita a Sevilla el 5 de noviembre de 1982, oró ante su sepulcro, que
visitó expresamente. En 1987, el mismo Juan Pablo II lo proclamó beato.
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