viernes, 27 de enero de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 28 - DE ENERO – SÁBADO – 3ª SEMANA DEL T. O. – A Santo Tomás de Aquino

 


 

28 - DE ENERO – SÁBADO –

3ª SEMANA DEL T. O. – A

Santo Tomás de Aquino 

 

Lectura de la carta a los Hebreos (11,1-2.8-19):

 

HERMANOS:

La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve.

Por ella son recordados los antiguos.

Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba.

Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.

Por la fe también Sara, siendo estéril, obtuvo “vigor para concebir” cuando ya le había pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía.

Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.

Con fe murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas y saludándolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.

Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver. Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad.

Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac: ofreció a su hijo único, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia». Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los muertos, de donde en cierto sentido recobró a Isaac.

 

Palabra de Dios

 

      Salmo: Lc 1,69-70.71-72.73-75

 

R/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado a su pueblo

 

V/. Suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas. R/.

 

V/. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza. R/.

 

V/. Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán,

para concedernos

que, libres de temor, arrancados de la mano

de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4,35-40

       Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:

"Vamos a la otra orilla'.

       Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas los acompañaban. Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón.

Lo despertaron, diciéndole:

"Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?".

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: "¡Silencio, cállate!".

El viento cesó y vino una gran calma.

Él les dijo:

"¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?".

Se quedaron espantados y se decían unos a otros: "Pero ¿quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!".

 

Palabra del Señor

 

   1.  El relato de la tempestad en el lago plantea algunas preguntas que posiblemente no tienen respuesta:  - ¿ocurrió esta tempestad tal como aquí se relata?  - ¿Se produjo realmente en aquel pequeño y tranquilo lago una tormenta tan fuerte y tan peligrosa?  - ¿El mar y el viento obedecieron sumisamente a Jesús?  - ¿Alude este relato a los peligros que acechan a la "barca de Pedro", es decir, a la Iglesia?

Importa mucho tener en cuenta que el relato de la tempestad no es un "relato histórico", sino un "mensaje para la vida", expuesto en forma de recuerdo sobre cómo vivía Jesús.

 

2.  Es claro que, si de verdad tenemos fe, no tenemos por qué dejarnos dominar por el miedo incluso en situaciones límite, como le pasó a los discípulos.

Es claro también que Jesús asociaba la falta de fe con el miedo.  Es decir, para Jesús, el enemigo de la fe no es el error dogmático o la desobediencia religiosa, sino el miedo, o sea cuando falla nuestra seguridad en Jesús.

Es claro también que los discípulos, aunque "seguían" a Jesús, tenían poca fe y, en consecuencia, no se fiaban totalmente de él.

Y es claro también que aquellos discípulos no sabían quién era Jesús, no lo conocían a fondo. Porque Jesús es siempre sorprendente.

 

3.  En las ideas y costumbres religiosas de aquel tiempo, el sueño de Jesús expresa una clara semejanza con Dios. La preocupación por despertar a Dios estaba presente especialmente en los levitas, que cada mañana invocaban a Dios de esta manera:"¡Despierta! ¿Por qué duermes, oh, Señor? ¡Despierta! No nos rechaces para siempre" (Sal 44,23-24; cf. Sal 35, 23; 59,4) (Joel Marcus).

Esta plegaria tuvo una notable presencia en la liturgia del Segundo Templo. De forma que a los levitas se les llamaba los "despertadores de Dios". Era el deseo de tener a Dios siempre presente en la vida.

 En el Evangelio, lo que anhelamos es la presencia de Jesús en nuestra vida.

 

4.  El viento y el mar obedecían a Jesús. El verbo "obedecer" (ypakoúein) se aplica, en los evangelios, al viento y el mar, a los demonios (Mc 1, 27) y a un árbol (Lc 17, 6). Jamás Jesús exigió sometimiento a ningún ser humano.   Jesús no quería súbditos sumisos, sino seguidores libres, compañeros de camino, y amigos fieles (Jn 15, 15).

Lo que menos interesa, en este relato, es si allí se produjo o no se produjo una tempestad. Si Jesús la calmó o no la calmó. Lo que importa es tener muy claro que Jesús no se nos impone y nos somete, sino que nos acompaña y nos da seguridad en la vida.

 

Santo Tomás de Aquino 

 




Nació alrededor del año 1225, de la familia de los condes de Aquino. Estudió primero en el monasterio de Montecasino, luego en Nápoles; más tarde ingresó en la Orden de Predicadores, y completó sus estudios en París y en Colonia, donde tuvo por maestro a san Alberto Magno.

Escribió muchas obras llenas de erudición y ejerció también el magisterio, contribuyendo en gran manera al incremento de la filosofía y de la teología.

Murió cerca de Terracina el día 7 de marzo de 1274. Su memoria se celebra el día 28 de enero por razón de que en esa fecha tuvo lugar, en el año 1369, el traslado de su cuerpo a Tolosa del Languedoc.

Es patrono de los teólogos y de las universidades.

Vida de Santo Tomás de Aquino

 

Se conocen los acontecimientos principales de su vida, pero los biógrafos difieren en cuanto a algunos detalles y fechas. Henry Denfile falleció antes de poder cumplir su proyecto de escribir una vida crítica del santo. El amigo y alumno de Denfile, Dominic Prümmer, O. P., profesor de teología en la Universidad de Friburgo, Suiza, se encargó de la obra y publicó el "Fontes Vitae S. Thomae Aquinatis, notis historicis et criticis illustrati"; y el primer fascículo (Toulouse, 1911) ya ha aparecido, dando la vida de Santo Tomás por Peter Calo (1300), publicado ahora por primera vez. Tolomeo de Lucca ... dice que cuando murió el santo, se dudaba sobre su edad exacta (Prümmer, op. cit. 45). Normalmente se da el fin de 1225 como el momento de su nacimiento. El P. Prümmer, basándose en Calo, cree que 1227 es la fecha más probable (op. cit., 28). Hay un acuerdo general en que su muerte ocurrió en 1274.

Landolfo, su padre, era Conde de Aquino. Teodora, su madre, Condesa de Teano. Su familia estaba emparentada con los Emperadores Enrique VI y Federico II, y los Reyes de Aragón, Castilla y Francia. Calo cuenta que un santo ermitaño predijo su carrera, diciéndole a Teodora antes de su nacimiento: "Entrará en la Orden de los Frailes Predicadores, y su conocimiento y santidad serán tan grandes que en vida, no se encontrará nadie que le iguale". (Prümmer, op. cit., 18). A los cinco años, según las costumbres de la época, fue enviado a recibir su primera formación con los monjes Benedictinos de Monte Casino. Diligente en sus estudios, desde muy pequeño se observó su buena disposición para la meditación y la oración, y su maestro se sorprendió al oírle preguntar repetidas veces: "¿Que es Dios?"

Alrededor del año 1236, le enviaron a la Universidad de Nápoles. Calo dice que el traslado se hizo por iniciativa del Abad de Monte Casino, quien escribió al padre de Tomás que un chico de su talento no debe ser dejado en la sombra (Prümmer, op. cit., 20). En Nápoles, sus maestros fueron Pietro Martín y Petrus Hibernos. El cronista dice que pronto superó a Martín en gramática y fue transferido a Pedro de Irlanda quién le formó en Lógica y ciencias Naturales. Las costumbres de la época dividían Filosofía y Letras en dos cursos: el Trivium, que cubría Gramática, Lógica y Retórica; el Quadrivium, que se componía de Música, Matemática, Geometría y Astronomía... Tomás repetía las lecciones con mayor profundidad y lucidez que sus maestros. El corazón del joven se había conservado puro en medio de la corrupción que le rodeaba, y decidió abrazar la vida religiosa.

Entre 1240 y 1243 recibió el hábito de la Orden de Santo Domingo, atraído y dirigido por Juan de San Julián, un conocido predicador del convento de Nápoles. La ciudad estaba asombrada al ver a un noble joven como él tomar el hábito de un pobre fraile. Su madre, con sentimientos de alegría y tristeza a la vez, se apresuró a ir a Nápoles a ver a su hijo. Los Dominicos, temiendo que se lo llevaran, le enviaron a Roma, aunque su destino final sería París o Colonia. Teodora convenció a los hermanos de Tomás, que eran soldados del Emperador Federico, capturaron al novicio cerca del pueblo de Aquependente y le recluyeron en la fortaleza de San Juan de Rocca Secca. Allí estuvo detenido casi dos años, mientras sus padres, hermanos y hermanas hacían todo lo posible para destruir su vocación. Sus hermanos incluso tendieron trampas a su virtud, pero el puro novicio echó de la habitación a la tentadora con un tizón que sacó del fuego. Hacia el fin de su vida, Santo Tomás le confió a su fiel amigo y compañero, Reinaldo de Piperno, el secreto de un favor especial que recibió entonces. Cuando echó a la tentadora de la habitación, se arrodilló y ardientemente imploró a Dios que le concediera la integridad de mente y cuerpo. Cayó en un sueño ligero, y mientras dormía, dos ángeles se le aparecieron para asegurarle que su oración había sido escuchada. Le ciñeron un cinturón, diciendo: "Te ceñimos con el cinturón de la virginidad perpetua." Y desde ese día en adelante jamás experimentó el más leve movimiento de la concupiscencia.

El tiempo en cautiverio no fue perdido. Su madre empezó a ceder tras los primeros impulsos de ira y tristeza; se les permitió a los Dominicos proporcionarle nuevos hábitos, y con la ayuda de su hermana obtuvo algunos libros -las Sagradas Escrituras, la Metafísica de Aristóteles y las "Sentencias" de Pedro Lombardo. Tras año y medio o dos en prisión, sea porque su madre se dio cuenta de que la profecía del ermitaño se cumpliría o bien porque sus hermanos temían las amenazas de Inocencio IV y Federico II, fue puesto en libertad bajándolo en un cesto a los brazos de los Dominicos que se admiraron al darse cuenta de que durante su cautiverio "había progresado tanto como si hubiera estado en un studium generale" (Calo op. cit., 24).

Tomás enseguida hizo sus votos, y sus superiores le mandaron a Roma. Inocencio IV examinó con atención los motivos que le llevaron a entrar en la Orden de Predicadores, le despidió con una bendición y prohibió cualquier interferencia en su vocación. Juan el Teutón, cuarto Maestro General de la Orden, llevó al joven estudiante a París y según la mayoría de los biógrafos del santo, a Colonia, en 1244 o 1245, a cargo de Alberto Magno, el más famoso profesor de la Orden. En las escuelas, el carácter humilde y taciturno de Tomás fue mal interpretado como indicios de retraso mental, pero cuando Alberto escuchó su brillante defensa de una difícil tesis, exclamó: "Llamamos a este joven un buey mudo, pero su mugido doctrinal un día resonará hasta los confines del mundo."

En 1245 enviaron a Alberto a París y Tomás le acompañó como alumno. En 1248 ambos volvieron a Colonia. Alberto había sido nombrado regente del nuevo studium generale, erigido aquel año por el Capítulo General de la Orden y Tomás debía enseñar bajo su autoridad como Bachiller. Durante su estancia en Colonia, probablemente en 1250, fue ordenado sacerdote por Conrado de Hochstaden, arzobispo de esa ciudad. Durante toda su vida, con frecuencia predicó la Palabra de Dios en Alemania, Francia e Italia. Sus sermones se caracterizaban por su fuerza, piedad, solidez en la enseñanza y abundantes referencias bíblicas. En 1251 o 1252, el Maestro General de la Orden, aconsejado por Alberto Magno y Hugo de San Caro, nombró a Tomás Bachiller (subregente) del studium Dominico en París. Este nombramiento puede considerarse como el principio de su vida pública, ya que su enseñanza rápidamente llamó la atención tanto de profesores como de alumnos. Sus deberes consistían principalmente en explicar las "Sentencias" de Pedro Lombardo, y sus comentarios sobre ese texto teológico le proporcionaron el material y en gran parte, en esquema general para su obra magna, la "Summa Theologica". En el transcurso del tiempo, se le ordenó prepararse para el Doctorado de Teología por la Universidad de París, pero aplazaron la concesión del título por una disputa entre la universidad y los frailes. El conflicto, en su origen una disputa entre la universidad y las autoridades civiles surgió tras un incidente con la guardia de la ciudad que resultó en un estudiante muerto y otros tres heridos. La universidad, celosa de su autonomía, exigía una satisfacción que le fue negada. Los doctores cerraron sus facultades, juraron solemnemente que no las abrirían hasta ver satisfechas sus demandas y decretaron que en e futuro a nadie se le conferiría el título de doctor a menos que jurase seguir la misma línea de conducta en circunstancias similares. Los Dominicos y Franciscanos, que habían seguido enseñando en sus escuelas se negaron a hacer el juramento exigido, y de aquí surgió un amargo conflicto que estaba en su punto álgido cuando Santo Tomás y San Buenaventura estaban preparados para recibir sus doctorados. Guillermo de San Amour extendió la disputa más allá del tema original, atacó violentamente a los Frailes, de los que estaba evidentemente celoso, y les negó su derecho a ocupar cátedras en la universidad. Contra su libro "De periculis novissimorum temporum" (Los peligros de los Últimos Tiempos) Santo Tomás escribió el tratado "Contra impugnantes religionem", una apología de las órdenes religiosas (Touron op. cit., II cc. vii sqq.). El libro de Guillermo de San Amour fue condenado por Alejandro IV en Anagni, el 5 de octubre de 1256 y el Papa ordenó que los frailes mendicantes fueran admitidos al doctorado.

Por estas fechas, Santo Tomás también combatió un libro peligroso, "El Evangelio Eterno" (Touron op. cit., II, cxii). Las autoridades universitarias no obedecieron inmediatamente; fueron necesarias la influencia de San Luis IX y once Breves papales para lograr de nuevo la paz. Santo Tomás recibió su doctorado en teología. La fecha que dan la mayoría de sus biógrafos es la del 23 de octubre de 1257. Su tema fue "La Majestad de Cristo". Su texto, "Él riega los montes desde sus aposentos: del fruto de sus obras se sacia la tierra" (Salmo 103, 13) sugerido, según se cree, por un visitante celeste, fue profético de su vida futura. La tradición cuenta que San Buenaventura y Santo Tomás recibieron el doctorado el mismo día y que hubo una "lucha" de humildad entre los dos amigos para ver quién sería nombrado primero.

Desde entonces, la vida de Tomás puede resumirse en pocas palabras, orar, predicar, enseñar, escribir, viajar. La gente deseaba más escucharle a él que a Alberto, a quien Santo Tomás superaba en precisión, lucidez, concisión y fuerza de expresión, sino en universalidad de conocimientos. París le reclamaba como suyo; los Papas deseaban tenerle junto a ellos; los estudia de la Orden ansiaban disfrutar de los beneficios de su enseñanza; así, le encontramos sucesivamente en Anagni, Roma, Bolonia, Orvieto, Viterbo, Perugia y París de nuevo y finalmente en Nápoles, siempre enseñando y escribiendo, viviendo en la tierra con una pasión, un celo ardiente por exponer y defender la verdad Cristiana. Tan dedicado estaba a su sagrada misión que con lágrimas pedía que no le obligaran a aceptar la titularidad del Arzobispado de Nápoles, que le fue conferido por Clemente IV en 1265. Si hubiese aceptado este nombramiento, muy probablemente nunca hubiera escrito la "Summa Theologica".

Cediendo a las peticiones de sus hermanos, en varias ocasiones participó en las deliberaciones de los Capítulos Generales de la Orden. Uno de dichos capítulos tuvo lugar en Londres en 1263. En otro, celebrado en Valenciennes (1259) colaboró con Alberto Magno y Pedro de Tarentasia (que sería el Papa Inocencio V) a formular un sistema de estudios que substancialmente permanece hasta hoy en los studia generalia de la Orden Dominicana. (cf. Douais, op. cit.)

No sorprende leer en las biografías de Santo Tomás que frecuentemente se abstraía y quedaba en éxtasis. Hacia el final de su vida estos momentos de éxtasis se sucedían con mayor frecuencia. Una vez en Nápoles, en 1273, tras completar su tratado sobre la Eucaristía, tres hermanos le vieron levitar en éxtasis, y oyeron una voz que venía del crucifijo del altar que decía: "Has escrito bien de mí, Tomás, que recompensa deseas?". Tomás respondió, "Nada más que a ti, Señor". (Prümmer, op. cit., p.38). Se dice que esto se repitió en Orvieto y París.

Y el 6 de diciembre de 1273, dejó su pluma y no escribió más. Ese día, durante la Misa, experimentó un éxtasis de mucha mayor duración que la acostumbrada; sobre lo que le fue revelado sólo podemos conjeturar por su respuesta al Padre Reinaldo, que le animaba a continuar sus escritos: "No puedo hacer más. Se me han revelado tales secretos que todo lo que he escrito hasta ahora parece que no vale para nada" (modica, Prümmer, op. cit., p. 43). La Summa Theologica había sido terminada solo hasta la pregunta 90 de la tercera parte (De partibus poenitentiae).

Tomás comenzó su preparación inmediata para la muerte. Gregorio X, habiendo convocado un concilio general a celebrar en Lyon el primero de mayo de 1274, invitó a Santo Tomás y San Buenaventura a participar en las deliberaciones, ordenó al primero traer al concilio su tratado "Contra errores Graecorum" (Contra los Errores de los Griegos). Intentó obedecer y salió a pie en enero de 1274, pero le fallaron las fuerzas; cayó desplomado cerca de Terracina, desde donde le llevaron al Castillo de Maienza, hogar de su sobrina la Condesa Francesca Ceccano. Los monjes cistercienses de Fossa Nuova, insistieron para que se alojara con ellos, y así fue trasladado a su monasterio, y al entrar, le susurró a su compañero: "Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré porque lo deseo" (Salmo 131:14). Cuando el P. Reinaldo le pidió que se quedase en el castillo, el santo replicó: "Si el Señor desea llevarme consigo, será mejor que me encuentre entre religiosos que entre laicos". Los Cistercienses le brindaron tantas atenciones y bondad, que abrumaron el sentido de humildad de Tomás. "¿A qué viene tanto honor", exclamó, "que siervos de Dios lleven la leña para mi hoguera?". Ante la insistencia de los monjes, el santo dictó un breve comentario sobre el Cantar de los Cantares.

El final se acercaba; se le administró la Extremaunción. Cuando entraron con el Sagrado Viático a su habitación, pronunció el siguiente acto de fe:

Si en este mundo hubiese algún conocimiento de este sacramento más fuerte que el de la fe, deseo ahora usarlo en afirmar que creo firmemente y sé de cierto que Jesucristo, Dios Verdadero y Hombre Verdadero, Hijo de Dios e Hijo de la Virgen María está en este Sacramento... Te recibo a Ti, el precio de mi redención, por cuyo amor he velado, estudiado y trabajado. A Ti he predicado, a Ti he enseñado. Nunca he dicho nada en Tu contra: si dije algo mal, es sólo culpa de mi ignorancia. Tampoco quiero ser obstinado en mis opiniones, así que someto todas ellas al juicio y enmienda de la Santa Iglesia Romana, en cuya obediencia ahora dejo esta vida.

Murió el 7 de marzo de 1274. Numerosos milagros atestiguaron su santidad. Fue canonizado por Juan XXII, el 18 de julio de 1323. Los monjes de Fossa Nuova querían a toda costa quedarse con sus sagrados restos, pero Urbano V ordenó que el cuerpo fuera entregado a sus hermanos Dominicos, siendo trasladado solemnemente a la iglesia Dominica de Toulouse, el 28 de enero de 1369. La magnífica capilla erigida en 1628 fue destruida durante la revolución francesa y su cuerpo trasladado a la iglesia de San Sernin, donde reposa hasta el día de hoy en un sarcófago de oro y plata, que fue solemnemente bendecido por el Cardenal Desprez el 24 de julio de 1878. El hueso mayor de su brazo izquierdo se conserva en la catedral de Nápoles. El brazo derecho, donado a la Universidad de París y originalmente conservado en la Capilla de Santo Tomás de la iglesia Dominicana, se guarda actualmente en la iglesia Dominicana de Santa María sopra Minerva en Roma a donde llegó tras la revolución francesa.

Calo (Prümmer, op. cit., p. 401) dio una descripción de la apariencia del santo: dice que sus rasgos se correspondían con la grandeza de su alma. Era alto y corpulento, erguido y bien proporcionado. Su tez era "como el color del trigo nuevo": su cabeza era grande y bien formada y era algo calvo. Todos los retratos lo representan con porte noble, meditativo, dulce y a la vez fuerte. San Pío V proclamó a Santo Tomás Doctor de la Iglesia en 1567. En la Encíclica "Aeterni Patris" del 4 de agosto de 1879 sobre la restauración de la filosofía cristiana, León XIII le declaró "príncipe y maestro de todos los doctores escolásticos". El mismo ilustre pontífice, mediante una Breve del 4 de agosto de 1880, le designó patrono de todas las universidades, academias y escuelas católicas de todo el mundo.

 

(Fuente: Enciclopedia Católica)

 

 

 

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