martes, 10 de enero de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 - DE ENERO – JUEVES – 1ª SEMANA DEL T. O. – A San Benito Biscop

 

 


12 - DE ENERO – JUEVES –

1ª SEMANA DEL T. O. – A  

San Benito Biscop 

 

Lectura de la carta a los Hebreos (3,7-14):

HERMANOS:

Dice el Espíritu Santo:

«Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como cuando la rebelión, en el día de la prueba en el desierto, cuando me pusieron a prueba vuestros padres, y me provocaron, a pesar de haber visto mis obras cuarenta años. Por eso me indigné contra aquella generación y dije: Siempre tienen el corazón extraviado; no reconocieron mis caminos, por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso».

¡Atención, hermanos! Que ninguno de vosotros tenga un corazón malo e incrédulo, que lo lleve a desertar del Dios vivo. Animaos, por el contrario, los unos a los otros, cada día, mientras dure este “hoy”, para que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el pecado.

En efecto, somos partícipes de Cristo si conservamos firme hasta el final la actitud del principio.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 94,6-7.8-9.10-11

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:

«No endurezcáis vuestro corazón».

 

V/. Entrad, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía. R/.

 

V/. Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masa en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R/.

 

V/. Durante cuarenta años

aquella generación me asqueó, y dije:

«Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso». R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):

 

EN aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

«Si quieres, puedes limpiarme».

Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:

«Quiero: queda limpio».

La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.

Él lo despidió, encargándole severamente:

«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».

Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

 

Palabra del Señor

 

1.  Literalmente, lo que el texto de Marcos dice es que la enfermedad, que padecía el hombre del que aquí se habla, era la "enfermedad de las escamas" (lepros) (J. Milgrom, Joel Marcus).

En realidad, era una enfermedad de la piel, que, en algunos casos, era muy contagiosa. De esta enfermedad se tienen noticias desde unos 600 años antes de Cristo.

En la Biblia, se le concede especial importancia, de forma que el libro del Levítico le dedica íntegramente dos capítulos, el 13 y el 14. Lo más llamativo es que, en las religiones antiguas, se hacía un trasvase de la "enfermedad" a la "culpa". Y, de ahí, a la "impureza".

Esto lo analizó Robert Parker, en su notable estudio Miasma.  Estudios que recientemente ha completado y difundido Walter Burkert.

 

2.  El problema de fondo, que se esconde debajo de estos hechos, estos procesos y estos fenómenos, es el fenómeno que consiste en la relación, establecida ya en la antigua Grecia, cuando se relacionó la "Cultura de la Vergüenza" con la "Cultura de la Culpa".

       Los chamanes, los escritores y los dirigentes religiosos establecieron una conexión, muy peligrosa para el equilibrio emocional de la persona, que asocia lo que nos avergüenza con hechos de los que nos sentimos culpables.  Lo que motivó, tanto en las "culturas primitivas", como en la "alta cultura", a dar el paso decisivo: relacionar determinadas conductas humanas con un "diagnóstico trascendente".  Y entonces, cuando nos sentimos así, nos sentimos "avergonzados", "culpables", "leprosos" y, por tanto, "impuros".

 

3. ¿Remedio? Los hombres de la religión dicen: "el ritual sagrado". Jesús afirma: la solución es ser profundamente humano, en la honradez, la bondad, la misericordia, el buen corazón. Hasta llegar, si es preciso, a reproducir la suerte y el destino de Jesús, que se quedó como "un excluido", fuera del pueblo, de la ciudad, de la convivencia. 

     Cuando estamos dispuestos a correr la misma suerte de los excluidos, asociando nuestra vida a la de ellos, entonces es cuando de verdad empezamos a limpiar este mundo y esta repugnante cultura de todas las marginaciones, muros de separación y de exclusión.

 

San Benito Biscop 

 


En el monasterio de Wearmouth, en
Northumbria (hoy Inglaterra), san Benito Biscop, abad, que peregrinó cinco veces a Roma, de donde trajo muchos maestros y libros para que los monjes reunidos en la clausura del monasterio bajo la Regla de san Benito progresaran en la ciencia del amor de Cristo, en bien de la Iglesia (c. 690).

 

VIDA

 

Tal vez las palabras más apropiadas para alabar a San Benito Biscop son las que se encuentran en la Vita quinque sanctorum abbatum del venerable san Beda:

“Fue confiado por sus padres a los siete años para que lo educara, y se convirtió así en mi más ilustre discípulo y en una de mis mayores glorias”.

A los 25 años, Benito renunció a los favores del rey Oswiu para ponerse al servicio del verdadero Rey, Jesucristo, para recibir no un corruptible don terrenal, sino un reino eterno en la ciudad celestial; abandonó su casa, sus familiares y la patria por Cristo y por el Evangelio, para recibir el céntuplo y poseer la vida eterna. En el año 653, después de haber hecho su elección, Benito hizo el primero de sus seis viajes a Roma para manifestar su devoción a los Santos Pedro y Pablo y al Papa, como también para buscar modelos de vida y de instituciones monásticas, tanto en Roma como en los varios lugares por donde pasaba.

Con razón pudo decir en su lecho de muerte:

“Hijitos míos, no crean que me inventé la constitución que les he dado. Después de haber visitado diecisiete monasterios, de los que traté de conocer perfectamente las leyes y las costumbres, reuní las reglas que me parecieron mejores y esta selección es la que les he dado”.

En Lerino, por ejemplo, durante el segundo viaje a Roma, en el 665, permaneció casi dos años. No sólo se contentaba con buscar modelos de vida, sino también numerosos libros, documentales iconográficos, reliquias de santos, ornamentos sagrados y otros objetos que sirvieran para el culto en perfecta sinfonía con la Iglesia de Roma.

Incluso, una vez le pidió al Papa Agatón que le enviara al cantor de la Basílica de San Pedro, el abad Juan, para que les enseñara el canto romano a sus monjes de los monasterios de Wearmouth y de Yarrow, dedicados naturalmente uno a San Pedro y el otro a San Pablo. Cuando regresó del sexto viaje a Roma, tuvo la desagradable sorpresa de encontrar casi destruidas sus instituciones a causa de una epidemia. San Benito Biscop murió el 12 de enero del año 690 a la edad de 62 años.

 

Fuente: Catholic.net

 

 

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