jueves, 16 de noviembre de 2023

P árate un momento: El Evangelio del dia 18 DE NOVIEMBRE – SÁBADO – 32 – SEMANA DE T.O. – A – DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

 

 

 


18 DE NOVIEMBRE – SÁBADO

– 32 – SEMANA DE T.O. – A –

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE

SAN PEDRO Y SAN PABLO

 

          Lectura del libro de la Sabiduría (18,14-16;19,6-9):

 

Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos.

Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 104,2-3.36-37.42-43

 

R/. Recordad las maravillas que hizo el Señor

 

Cantadle al son de instrumentos,

hablad de sus maravillas;

gloriaos de su nombre santo,

que se alegren los que buscan al Señor. R/.

 

Hirió de muerte a los primogénitos del país,

primicias de su virilidad.

Sacó a su pueblo cargado de oro y plata,

y entre sus tribus nadie tropezaba. R/.

 

Porque se acordaba de la palabra sagrada

que había dado a su siervo Abrahán,

sacó a su pueblo con alegría,

a sus escogidos con gritos de triunfo. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

 

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:

«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»

Y el Señor añadió:

«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

 

Palabra del Señor

 

1.   Llama la atención el hecho de que Jesús, cuando habló sobre la oración, la forma de orar que más recomendó y en la que más insistió, fue la oración de petición. Recalcando la importancia de la petición insistente, sin desfallecer, ni cansarse, por muy difícil de resolver que sea el asunto por el que se pide. Y por mucho que tarde en resolverse.

Es evidente que Jesús vio, en esta forma concreta de oración, la plegaria o la súplica, la práctica que más necesitamos en cuanto se refiere a la práctica de la oración al Padre del cielo.

 

2.   El caso o ejemplo concreto, que aquí presenta Jesús, es tan extraño, que roza lo extravagante. No es imaginable que un individuo tan degenerado, que ni temía a Dios ni le importaban los hombres, un tipo así, fuera designado como juez.

Más extraño resulta que un individuo así llegara a temer que una pobre viuda le pudiera pegar en la cara.

¿Es imaginable un hombre, que ocupa un cargo relevante, tan degenerado y tan cobarde? 

Así las cosas, el argumento de Jesús es decir a sus discípulos: "si semejante individuo escucha y responde a lo que se le pide, ¿no va a escuchar y responder vuestro Padre, el Padre que más os quiere?"

 

3.   Es evidente que, para Jesús, la oración es importante en la vida cristiana.

Téngase en cuenta que incluso el "Padre nuestro" es también una secuencia de peticiones. No es extraño encontrar cristianos que ponen serias objeciones al significado mismo de la oración de súplica.  Porque pedirle a Dios cosas que necesitamos, ¿para qué se hace? ¿Para informar a Dios de lo que necesitamos? - ¿Para hacerle querer lo que, en principio Dios no querría?

No se trata ni de lo uno ni de lo otro. A Dios acudimos a pedirle cosas que necesitamos porque es humano pedir ayuda cuando nos vemos en apuros, cuando nos sentimos apremiados por la carencia, la urgencia, le necesidad de algo que nos preocupa, nos angustia, o simplemente es algo que anhelamos. Pero lo más profundo e importante, que se expresa en esta enseñanza de Jesús, es convencernos de que todos necesitamos de la oración. Es determinante, para el creyente, el diálogo con el Padre, el recurso al Padre, la relación con Él.

Si Jesús mismo lo necesitó y lo frecuentó, ¿no lo vamos a necesitar nosotros?

 

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE

SAN PEDRO Y SAN PABLO

 




   Ya en el siglo XII se celebraba en la basílica vaticana de San Pedro y en la basílica de San Pablo, en la vía Ostiense, el aniversario de las respectivas dedicaciones, hechas por los santos papas Silvestre y Siricio en el siglo IV.

Esta conmemoración se extendió posteriormente a todo el rito romano. Del mismo modo que en el aniversario de la basílica de Santa María la Mayor (el día 5 de agosto) se celebra la maternidad de la Santísima Virgen, así hoy son honorados los dos principales apóstoles de Cristo.

La actual Basílica de San Pedro en Roma fue consagrada por el Papa Urbano Octavo el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua.

La construcción de este grandioso templo duró 170 años, bajo la dirección de 20 Sumos Pontífices. Está construida en la colina llamada Vaticano, sobre la tumba de San Pedro.

Allí en el Vaticano fue martirizado San Pedro (crucificándolo cabeza abajo) y ahí mismo fue sepultado. Sobre su sepulcro hizo construir el emperador Constantino una Basílica, en el año 323, y esa magnífica iglesia permaneció sin cambios durante dos siglos. Junto a ella en la colina llamada Vaticano fueron construyéndose varios edificios que pertenecían a los Sumos Pontífices. Durante siglos fueron hermoseando cada vez más la Basílica.

Cuando los Sumos Pontífices volvieron del destierro de Avignon el Papa empezó a vivir en el Vaticano, junto a la Basílica de San Pedro (hasta entonces los Pontífices habían vivido en el Palacio, junto a la Basílica de Letrán) y desde entonces la Basílica de San Pedro ha sido siempre el templo más famoso del mundo.

La Basílica de San Pedro mide 212 metros de largo, 140 de ancho, y 133 metros de altura en su cúpula. Ocupa 15,000 metros cuadrados. No hay otro templo en el mundo que le iguale en extensión.

Su construcción la empezó el Papa Nicolás V en 1454, y la terminó y consagró el Papa Urbano VIII en 1626 (170 años construyéndola). Trabajaron en ella los más famosos artistas como Bramante, Rafael, Miguel Ángel y Bernini. Su hermosura es impresionante.

Hoy recordamos también la consagración de la Basílica de San Pablo, que está al otro lado de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro, en un sitio llamado "Las tres fontanas", porque la tradición cuenta que allí le fue cortada la cabeza a San Pablo y que al cortársela cayó al suelo y dio tres golpes y en cada golpe salió una fuente de agua (y allí están las tales tres fontantas).

La antigua Basílica de San Pablo la habían construido el Papa San León Magno y el emperador Teodosio, pero en 1823 fue destruida por un incendio, y entonces, con limosnas que los católicos enviaron desde todos los países del mundo se construyó la nueva, sobre el modelo de la antigua, pero más grande y más hermosa, la cual fue consagrada por el Papa Pío Nono en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro sumamente antiguo (de antes del siglo IV) con esta inscripción: "A San Pablo, Apóstol y Mártir".

Estas Basílicas nos recuerdan lo generosos que han sido los católicos de todos los tiempos para que nuestros templos sean lo más hermoso posible, y cómo nosotros debemos contribuir generosamente para mantener bello y elegante el templo de nuestro barrio o de nuestra parroquia.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario