4 DE NOVIEMBRE
– SÁBADO
– 30 –
SEMANA DE T.O. – A –
SAN CARLOS BORROMEO
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos (11,1-2a.11-12.25-29):
¿Habrá Dios desechado a su pueblo? De ningún modo. También yo soy israelita,
descendiente de Abrahán, de la tribu de Benjamín. Dios no ha desechado al
pueblo que él eligió.
Pregunto
ahora: ¿Han caído para no levantarse? Por supuesto que no. Por haber caído
ellos, la salvación ha pasado a los gentiles, para dar envidia a Israel.
Por
otra parte, si su caída es riqueza para el mundo, es decir, si su devaluación
es la riqueza de los gentiles, ¿qué será cuando alcancen su pleno valor?
Hay
aquí una profunda verdad, hermanos, y, para evitar pretensiones entre vosotros,
no quiero que la ignoréis: el endurecimiento de una parte de Israel durará
hasta que entren todos los pueblos; entonces todo Israel se salvará, según el
texto de la Escritura:
«Llegará
de Sión el Libertador, para alejar los crímenes de Jacob; así será la alianza
que haré con ellos cuando perdone sus pecados.»
Considerando
el Evangelio, son enemigos, y ha sido para vuestro bien; pero considerando la
elección, Dios los ama en atención a los patriarcas, pues los dones y la
llamada de Dios son irrevocables.
Palabra de Dios
Salmo:
93,12-13a.14-15.17-18
R/.
El Señor no rechaza a su pueblo
Dichoso el hombre a quien tú educas,
al que
enseñas tu ley,
dándole
descanso tras los años duros. R/.
Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona
su heredad:
el justo
obtendrá su derecho,
y un porvenir
los rectos de corazón. R/.
Si el Señor no me hubiera auxiliado,
ya estaría yo
habitando en el silencio.
Cuando me
parece que voy a tropezar,
tu
misericordia, Señor, me sostiene. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (14,1.7-11):
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para
comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los
primeros puestos, les propuso esta parábola:
«Cuando te
conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan
convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al
otro y te dirá:
"Cédele
el puesto a éste."
Entonces,
avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés,
cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga
el que te convidó, te diga:
"Amigo,
sube más arriba."
Entonces
quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo
el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Palabra del Señor
1. Para
comprender debidamente lo que representa este relato, es necesario recordar,
una vez más, que el valor más apreciado, en las culturas mediterráneas del s.
I, no era la riqueza, sino el honor. Además, las distinciones y las categorías
se manifestaban sobre todo con ocasión de las comidas y banquetes.
Se ha dicho
con razón que "precisamente debido a la compleja interrelación de las
categorías culturales, la comida es habitualmente una de las principales formas
de marcar las diferencias entre los distintos grupos sociales" (G.
Feeley-Harnik).
En el
Banquete, de Platón, no es la misma la posición y la actividad de los esclavos
que la de los invitados (177a) (W. A. Becker - H. Gól1).
Jesús
invierte todos esos ordenamientos. Y en la Cena de despedida se puso él mismo a
lavar los pies a los comensales, es decir, hizo de esclavo, siendo el Señor y
el Maestro (Jn 13, 12-14).
2. Es
importante también tener en cuenta que este evangelio comienza, como el de
ayer, recordando que todo esto sucede en casa de uno de los principales
fariseos y con asistencia de bastantes de ellos. Es decir, lo que nota Jesús es
que los observantes integristas, que eran tan rigurosos para el
cumplimiento de las normas religiosas, se daban prisa para ponerse los primeros
y, por tanto, para dejar a los demás detrás de ellos.
De nuevo nos
encontramos con lo de siempre: la religiosidad integrista endurece el corazón
humano.
Desde el
momento que antepone la norma a la dignidad o felicidad del otro, el corazón
del hombre, en la misma medida en que se sacraliza, en esa misma medida se
deshumaniza.
3. Decididamente,
la vida que llevó Jesús, los valores que defendió, los criterios que expuso,
todo eso resulta insoportable, increíble, impracticable para todo el que no
tiene la firme convicción de que lo primero y lo esencial en la vida es el ser
humano, cada ser humano, el respeto, la dignidad, los derechos, la felicidad y
el disfrute de la vida de cada persona. Eso es lo primero y lo esencial porque
solo haciendo eso podemos encontrarnos a nosotros mismos, podemos encontrar el
sentido de la vida y, en definitiva, podemos encontrar esa realidad última que
los creyentes llamamos Dios. Pero todo esto solo se puede realizar si el
creyente en Jesús toma, como proyecto de vida, la
"autoestigmatización", que hace posible la bondad sin limitaciones.
SAN CARLOS BORROMEO
Nació en Arona
(Lombardía) en el año 1538; después de haberse graduado en ambos derechos, fue
agregado al colegio cardenalicio por su tío Pío IV y nombrado obispo de Milán.
Fue un verdadero pastor de su grey; visitó varias veces toda su diócesis,
convocó sínodos, decretó muchas disposiciones orientadas a la salvación de las
almas y fomentó en gran manera las costumbres cristianas.
Murió el día 3 de noviembre del año
1584.
San
Carlos Borromeo, un santo que tomó muy en serio las palabras de Jesús;
"Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la
ganará".
Era
de familia muy rica. Su hermano mayor, a quien correspondía la mayor parte de
la herencia, murió repentinamente al caer de un caballo. El consideró la muerte
de su hermano como un aviso enviado por el cielo, para estar preparado porque
el día menos pensado llega Dios por medio de la muerte a pedirnos cuentas.
Renunció a sus riquezas y fue ordenado sacerdote y más tarde arzobispo de
Milán. Aunque no faltan las acusaciones de que su elección fue por nepotismo
(era sobrino del Papa), sus enormes frutos de santidad demuestran que fue una
elección del Espíritu Santo.
Como
obispo, su diócesis que reunía a los pueblos de Lombardía, Venecia, Suiza,
Piamonte y Liguria. Los atendía a todos. Su escudo llevaba una sola palabra:
"Humilitas", humildad. El, siendo noble y riquísimo, vivía
cerca del pueblo, privándose de lujos. Fue llamado con razón "padre de los
pobres"
San Carlos Borromeo Decía
que un obispo demasiado cuidadoso de su salud no consigue llegar a ser santo y
que a todo sacerdote y a todo apóstol deben sobrarle trabajos para hacer, en
vez de tener tiempo de sobra para perder.
Para
con los necesitados era supremamente comprensivo. Para con sus colaboradores
era muy amigable y atento, pero exigente. Y para consigo mismo era exigentísimo
y severo.
Fue
el primer secretario de Estado del Vaticano (en el sentido moderno).
Fue
blanco de un vil atentado, mientras rezaba en su capilla, pero salió ileso,
perdonando generosamente al agresor.
Fundó
seminarios para formar sacerdotes bien preparados, y redactó para esos
institutos unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos los copiaron para
organizar según ellos sus propios seminarios.
Fue
amigo de San Pío V, San Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Félix de
Cantalicio y San Andrés Avelino y de varios santos más.
Murió
joven y pobre, habiendo enriquecido enormemente a muchos con la gracia. ……murió
diciendo: "Ya voy, Señor, ya voy". En Milán casi nadie durmió esa
noche, ante la tremenda noticia de que su queridísimo Cardenal arzobispo,
estaba agonizando.
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