jueves, 2 de noviembre de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 4 DE NOVIEMBRE – SÁBADO – 30 – SEMANA DE T.O. – A – SAN CARLOS BORROMEO

 

 

 


 

4 DE NOVIEMBRE – SÁBADO

– 30 – SEMANA DE T.O. – A –

SAN  CARLOS  BORROMEO

 

      Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11,1-2a.11-12.25-29):

   ¿Habrá Dios desechado a su pueblo? De ningún modo. También yo soy israelita, descendiente de Abrahán, de la tribu de Benjamín. Dios no ha desechado al pueblo que él eligió.

    Pregunto ahora: ¿Han caído para no levantarse? Por supuesto que no. Por haber caído ellos, la salvación ha pasado a los gentiles, para dar envidia a Israel.

    Por otra parte, si su caída es riqueza para el mundo, es decir, si su devaluación es la riqueza de los gentiles, ¿qué será cuando alcancen su pleno valor?

    Hay aquí una profunda verdad, hermanos, y, para evitar pretensiones entre vosotros, no quiero que la ignoréis: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que entren todos los pueblos; entonces todo Israel se salvará, según el texto de la Escritura:

    «Llegará de Sión el Libertador, para alejar los crímenes de Jacob; así será la alianza que haré con ellos cuando perdone sus pecados.»

    Considerando el Evangelio, son enemigos, y ha sido para vuestro bien; pero considerando la elección, Dios los ama en atención a los patriarcas, pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 93,12-13a.14-15.17-18

 

    R/. El Señor no rechaza a su pueblo

 

   Dichoso el hombre a quien tú educas,

al que enseñas tu ley,

dándole descanso tras los años duros. R/.

 

   Porque el Señor no rechaza a su pueblo,

ni abandona su heredad:

el justo obtendrá su derecho,

y un porvenir los rectos de corazón. R/.

 

   Si el Señor no me hubiera auxiliado,

ya estaría yo habitando en el silencio.

Cuando me parece que voy a tropezar,

tu misericordia, Señor, me sostiene. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,1.7-11):

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:

«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá:

"Cédele el puesto a éste."

Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.

Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:

"Amigo, sube más arriba."

Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.

Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

 

Palabra del Señor

 

1.  Para comprender debidamente lo que representa este relato, es necesario recordar, una vez más, que el valor más apreciado, en las culturas mediterráneas del s. I, no era la riqueza, sino el honor. Además, las distinciones y las categorías se manifestaban sobre todo con ocasión de las comidas y banquetes.

Se ha dicho con razón que "precisamente debido a la compleja interrelación de las categorías culturales, la comida es habitualmente una de las principales formas de marcar las diferencias entre los distintos grupos sociales" (G. Feeley-Harnik).

En el Banquete, de Platón, no es la misma la posición y la actividad de los esclavos que la de los invitados (177a) (W. A. Becker - H. Gól1).

Jesús invierte todos esos ordenamientos. Y en la Cena de despedida se puso él mismo a lavar los pies a los comensales, es decir, hizo de esclavo, siendo el Señor y el Maestro (Jn 13, 12-14).

 

2.  Es importante también tener en cuenta que este evangelio comienza, como el de ayer, recordando que todo esto sucede en casa de uno de los principales fariseos y con asistencia de bastantes de ellos. Es decir, lo que nota Jesús es que los observantes integristas, que eran tan rigurosos para el cumplimiento de las normas religiosas, se daban prisa para ponerse los primeros y, por tanto, para dejar a los demás detrás de ellos.

De nuevo nos encontramos con lo de siempre: la religiosidad integrista endurece el corazón humano.

     Desde el momento que antepone la norma a la dignidad o felicidad del otro, el corazón del hombre, en la misma medida en que se sacraliza, en esa misma medida se deshumaniza.

 

3.  Decididamente, la vida que llevó Jesús, los valores que defendió, los criterios que expuso, todo eso resulta insoportable, increíble, impracticable para todo el que no tiene la firme convicción de que lo primero y lo esencial en la vida es el ser humano, cada ser humano, el respeto, la dignidad, los derechos, la felicidad y el disfrute de la vida de cada persona. Eso es lo primero y lo esencial porque solo haciendo eso podemos encontrarnos a nosotros mismos, podemos encontrar el sentido de la vida y, en definitiva, podemos encontrar esa realidad última que los creyentes llamamos Dios. Pero todo esto solo se puede realizar si el creyente en Jesús toma, como proyecto de vida, la "autoestigmatización", que hace posible la bondad sin limitaciones.

 

SAN  CARLOS  BORROMEO

 


Nació en Arona (Lombardía) en el año 1538; después de haberse graduado en ambos derechos, fue agregado al colegio cardenalicio por su tío Pío IV y nombrado obispo de Milán. Fue un verdadero pastor de su grey; visitó varias veces toda su diócesis, convocó sínodos, decretó muchas disposiciones orientadas a la salvación de las almas y fomentó en gran manera las costumbres cristianas.

Murió el día 3 de noviembre del año 1584.

San Carlos Borromeo, un santo que tomó muy en serio las palabras de Jesús; "Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará".

Era de familia muy rica. Su hermano mayor, a quien correspondía la mayor parte de la herencia, murió repentinamente al caer de un caballo. El consideró la muerte de su hermano como un aviso enviado por el cielo, para estar preparado porque el día menos pensado llega Dios por medio de la muerte a pedirnos cuentas. Renunció a sus riquezas y fue ordenado sacerdote y más tarde arzobispo de Milán. Aunque no faltan las acusaciones de que su elección fue por nepotismo (era sobrino del Papa), sus enormes frutos de santidad demuestran que fue una elección del Espíritu Santo.

Como obispo, su diócesis que reunía a los pueblos de Lombardía, Venecia, Suiza, Piamonte y Liguria. Los atendía a todos. Su escudo llevaba una sola palabra: "Humilitas", humildad.  El, siendo noble y riquísimo, vivía cerca del pueblo, privándose de lujos. Fue llamado con razón "padre de los pobres"

       San Carlos Borromeo Decía que un obispo demasiado cuidadoso de su salud no consigue llegar a ser santo y que a todo sacerdote y a todo apóstol deben sobrarle trabajos para hacer, en vez de tener tiempo de sobra para perder.

Para con los necesitados era supremamente comprensivo. Para con sus colaboradores era muy amigable y atento, pero exigente. Y para consigo mismo era exigentísimo y severo.

Fue el primer secretario de Estado del Vaticano (en el sentido moderno).

Fue blanco de un vil atentado, mientras rezaba en su capilla, pero salió ileso, perdonando generosamente al agresor.

Fundó seminarios para formar sacerdotes bien preparados, y redactó para esos institutos unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos los copiaron para organizar según ellos sus propios seminarios.

Fue amigo de San Pío V, San Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Félix de Cantalicio y San Andrés Avelino y de varios santos más.

Murió joven y pobre, habiendo enriquecido enormemente a muchos con la gracia. ……murió diciendo: "Ya voy, Señor, ya voy". En Milán casi nadie durmió esa noche, ante la tremenda noticia de que su queridísimo Cardenal arzobispo, estaba agonizando.

 

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