lunes, 13 de noviembre de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 15 DE NOVIEMBRE – MIERCOLES – 32 – SEMANA DE T.O. – A – San Alberto Magno

 

 


 

15 DE NOVIEMBRE – MIERCOLES

– 32 – SEMANA DE T.O. – A –

San Alberto Magno

 

       Lectura del libro de la Sabiduría (6,1-11):

 

Escuchad, reyes, y entended; aprendedlo, gobernantes del orbe hasta sus confines; prestad atención, los que domináis los pueblos y alardeáis de multitud de súbditos; el poder os viene del Señor, y el mando, del Altísimo: él indagará vuestras obras y explorará vuestras intenciones; siendo ministros de su reino, no gobernasteis rectamente, ni guardasteis la ley, ni procedisteis según la voluntad de Dios.

Repentino y estremecedor vendrá sobre vosotros, porque a los encumbrados se les juzga implacablemente. A los más humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán una fuerte pena; el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza: él creó al pobre y al rico y se preocupa por igual de todos, pero a los poderosos les aguarda un control riguroso. Os lo digo a vosotros, soberanos, a ver si aprendéis a ser sabios y no pecáis; los que observan santamente su santa voluntad serán declarados santos; los que se la aprendan encontrarán quien los defienda.

Ansiad, pues, mis palabras; anheladlas, y recibiréis instrucción.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 81,3-4.6-7

 

    R/. Levántate, oh, Dios, y juzga la tierra

 

«Proteged al desvalido y al huérfano,

haced justicia al humilde y al necesitado,

defended al pobre y al indigente,

sacándolos de las manos del culpable.» R/.

 

Yo declaro: «Aunque seáis dioses,

e hijos del Altísimo todos,

moriréis como cualquier hombre,

caeréis, príncipes, como uno de tantos.» R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):

 

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.

Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:

«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»

Al verlos, les dijo:

«ld a presentaros a los sacerdotes.»

Y, mientras iban de camino, quedaron limpios.

Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.

Jesús tomó la palabra y dijo:

«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»

Y le dijo:

«Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

 

Palabra del Señor

 

1.   Es evidente que, en este relato, se destacan tres contrastes:

 

1) El contraste entre agradecimiento e ingratitud.

 

2) El contraste entre judíos y samaritanos.

 

3)  El contraste entre el hecho de la curación y su interpretación en el ámbito de la religión (J. A. Fitzmyer).

 

2.   El relato es polémico y está redactado con una intencionalidad claramente polémica (H. D. Betz). Porque el episodio se plantea de forma que el agradecimiento y la fe se atribuyen precisamente al samaritano, es decir, al hereje, al alejado del camino de la salvación, al que, para cualquier judío ortodoxo, era un indeseable, un impuro, alguien con quien ni se podía hablar y al que se le negaba incluso el saludo (Lc 9, 52-53; Jn 4, 9).

El desprecio de los judíos hacia los habitantes de Samaria era tan fuerte, que llamarle a uno samaritano equivalía a un insulto, ya que era como decirle "endemoniado" (Jn 8, 48).

 

3.  Pues bien, lo sorprendente es que Lucas recoge este episodio y lo redactó de forma que del relato resulta que el pervertido y el despreciable, según los criterios de la religión, ese precisamente es el que tiene sentimientos humanos y de bondad, reconocimiento y gratitud. Y ese también es el que, en definitiva, tiene la fe que salva: "tu fe te ha salvado".

Cosa que Jesús no dice de los nueve judíos, que han cumplido con el trámite "religioso" de acudir al Templo, y presentarse a los sacerdotes.

La intención de Jesús es patente: para Jesús, la observancia religiosa deshumaniza, en cuanto que deja la conciencia tranquila, por más que se dejen de cumplir los más elementales gestos de humanidad y de fe. Por desgracia, todo esto ocurría en tiempo de Jesús, pero sigue pasando ahora en no pocos ambientes religiosos, piadosos y observantes.

Hay gente "muy religiosa" que roba. Pero cumpliendo sus observancias religiosas, duermen tan tranquilos y "con buena conciencia".

 

San Alberto Magno

 


 

San Alberto, apellidado “Magno”, obispo y doctor en Iglesia, que ingresó en la Orden de Predicadores en París, enseñó de palabra y en sus escritos las disciplinas filosóficas y divinas, y fue maestro de santo Tomás de Aquino, uniendo maravillosamente la sabiduría de los santos con la ciencias humanas y naturales. Después se vio obligado a aceptar la sede episcopal de Ratisbona, esforzándose asiduamente en fortalecer la paz entre los pueblos, pero al cabo de un año prefirió la pobreza de la Orden a toda clase de honores y murió santamente en Colonia, en la Lotaringia Germánica.

 

San Alberto nace en el seno de la noble familia de los Ingollstad en Lauingen, Diócesis de Augsburgo en la Baviera Alemana en 1.206.

Desea cursar la carrera de Leyes por lo que sus padres le envían primero a Bolonia, que más tarde será cumbre de los estudios juristas; pasa más adelante a Venecia, para terminar en Padua. En 1.223 conoce a su compatriota el Beato Jordán de Sajonia que sucederá a Santo Domingo de Guzmán en el gobierno de la Orden Dominicana. Queda prendado por la predicación y las cualidades de este hombre; recibe la llamada de Dios y decide ingresar en la Orden de Predicadores en 1.224. La oposición de su familia es frontal, pero él permanece fiel a su decisión.

En 1.228 es enviado a su patria como profesor y enseña, primero en Colonia, con posterioridad en Hildesheim, Friburgo, Ratisbona, Estrasburgo y en la Sorbona de París, donde tendrá como discípulo predilecto a Santo Tomás de Aquino.

Patrono de los científicos: es un místico que descubre a Dios en el encanto de la creación

En 1.248 le encontramos, de nuevo, en Colonia dirigiendo el Estudio General de la Orden en esta ciudad. En los años 1.254 a 1.257 es elegido Provincial de la Provincia de Teutonia. En 1.256 está en Roma y allí, con San Buenaventura, franciscano, defiende los derechos de las Ordenes Mendicantes, frente a Guillermo de San Amor y otros profesores, el derecho de enseñar en las Universidades de entonces. San Alberto Magno es profesor en la Curia Pontificia.

Cuatro años más tarde el Papa Alejandro IV le nombra Obispo y, a pesar de su oposición, es consagrado Obispo de Ratisbona; organizó la Diócesis. A los dos años, con nostalgia de su vida conventual dominicana, el Papa Urbano IV le acepta la renuncia. De 1.261 al 1.263 es nombrado Predicador de la Cruzada y profesor de la Curia Pontificia.

Destaca San Alberto Magno por su capacidad, sagacidad y equilibrio en solucionar casos conflictivos como el del Obispo de Wurzburgo con sus fieles. Su misión y su campo es la enseñanza, la investigación por la que sigue dictando su sabiduría en las Cátedras Wurzburgo, Estrasburgo y Lyon. Participa en el II Concilio de Lyon, donde media para que sea reconocido como Rey de Alemania Rodolfo de Augsburgo.

Fresco de San Alberto Magno en Treviso (Italia)Fresco de San Alberto Magno en el Seminario de Treviso (Italia)

En 1.279 se debilita física y mentalmente. Ese mismo año redacta su testamento y muere, con serenidad y paz, sobre su mesa de trabajo. Era el 15 de noviembre de 1.280.

El Maestro General de la Orden Dominicana, Humberto de Romans, nos ha dejado estas pinceladas: "Era de buena talla y bien dotado de formas físicas. Poseía un cuerpo formado con bellas proporciones y perfectamente moldeado para todas las fatigas del servicio de Dios".

San Alberto es Magno por la grandeza de su espíritu. Era un hombre abierto a lo universal; escritor y profesor incansable. Como naturalista era un hombre de vocación analítica y observador nato. En sus obras destacan afirmaciones tales como: "Yo lo observé" "Yo hice el experimento" "Esto me lo han referido pescadores o cazadores expertos".

Pero es preciso destacar que San Alberto estudia, investiga, analiza todo en función de la Santa Predicación; por eso utiliza tanto las Ciencias Naturales, Biología, Botánica, Química, Zoología, Arqueología, como la Filosofía y la Teología.

 

Semblanza espiritual

San Alberto es un científico, pero ante todo es un teólogo, observante y mortificado, hombre de oración ininterrumpida. Pasa muchas noches en la oración, amante de la Eucaristía: "Celebraba los Misterios Divinos con la más grande pureza y el más ardiente amor".

Pero San Alberto Magno es un místico que descubre a Dios en el encanto de la creación. Y un místico mariano, con una sencilla y profunda devoción a la Virgen María. Su amor a la Virgen es ingenuo y profundo a la vez.

Fue canonizado por Pio XI el 16 de diciembre de 1.931. Pio XII, en 1.941, lo declara Patrono de los científicos. La gran gloria de San Alberto es sin duda su discípulo Santo Tomás de Aquino

 

 

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