24 DE NOVIEMBRE
– VIERNES
– 33 –
SEMANA DE T.O. – A –
Santos Andrés Dung Lac y compañeros
Lectura del primer libro de los Macabeos
(4,36-37.52-59):
En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron:
«Ahora que tenemos derrotado al enemigo,
subamos a purificar y consagrar el templo.»
Se reunió toda la tropa, y subieron al
monte Sión. El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno,
que es el de Casleu, madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el
nuevo altar de los holocaustos recién construido.
En el aniversario del día en que lo
habían profanado los paganos, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y
tocando cítaras, laúdes y platillos. Todo el pueblo se postró en tierra,
adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito. Durante ocho días,
celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de
comunión y de alabanza.
Decoraron la fachada del templo con
coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias,
poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la
afrenta de los paganos. Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel,
determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con
solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de
Casleu.
Palabra de Dios
Salmo: 1Cro
29,10.11abc.11d-12a.12bed
R/.
Alabamos, Señor, tu nombre glorioso
Bendito eres,
Señor, Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos. R/.
Tuyos son,
Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R/.
Tú eres rey y
soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria. R/.
Tú eres Señor
del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Lucas (19,45-48):
En aquel
tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores,
diciéndoles:
«Escrito está: "Mi casa es casa de
oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de
bandidos."»
Todos los días enseñaba en el templo.
Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban
quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque
el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.
Palabra del Señor
1. Este episodio no fue uno más en la larga lista de enfrentamientos y conflictos que Jesús tuvo con los dirigentes religiosos del judaísmo. Fue un acontecimiento de tal importancia, que en él se resume, en gran medida, una parte determinante de todo lo que Jesús quiso enseñar. Esto supuesto, debe quedar claro que este episodio sucedió. Así lo reconocen los más autorizados estudiosos de los evangelios (D. Flusser, G. Vermes. P. Sanders...).
Ahora bien, - ¿Qué significado tiene
este episodio?
Al preguntar esto, lo que realmente se
trata de poner en claro es lo siguiente:
- ¿Qué es lo que pretendió
Jesús mediante este gesto tan violento?
- ¿Pretendió la
"purificación" del Templo?
- ¿O lo que quiso fue la "destrucción" del Templo?
No falta quien defiende que el ataque de
Jesús se dirigía sobre todo contra los que pervertían la función del santuario
en su provecho y no contra el Templo en sí (F. Bovon).
Y si es que fue esto lo que quiso, -
¿por qué pretendió semejante cosa?
2. Hay datos que hacen pensar
que, desde muy pronto, quienes sabían bien lo que allí sucedió, enseguida se
dieron cuenta de que lo que estaba en peligro era la existencia misma del
Templo.
En el juicio religioso, a Jesús lo acusaron de que podía "echar abajo el santuario" (Mt 26, 61) o que había dicho: "yo derribaré este santuario" (Mc 14, 58). Acusaciones que le echan en cara al mismo Jesús en la cruz (Mt 27, 40; Mc 15, 29).
Y después de la resurrección, Esteban
aseguraba que Jesús había dicho: "yo destruiré este lugar" (Hech 6
14).
En todos estos casos, no se habla de
purificación, sino de destrucción. Y ese es el peligro o amenaza que
el Sanedrín en pleno temió que se le venía encima, si no liquidaban ellos a
Jesús (Jn 11, 48).
Por tanto, los dirigentes judíos vieron
en Jesús una amenaza directa a la existencia misma del Templo.
Que, en el fondo, es lo que Jesús había anunciado a la mujer samaritana: se acababa la adoración a Dios en un lugar determinado ("ni en este monte ni en Jerusalén") (Jn 4, 21).
3. ¿Qué había detrás de todo esto, en la intención de Jesús? Sin duda alguna, Jesús se dio cuenta de una cosa que es enteramente fundamental en el hecho religioso.
El "templo" es el espacio
sagrado que se contrapone, se separa, se diferencia y es distinto del
"espacio profano". Por tanto, el templo, expresión de lo
sagrado en cuanto separado de lo profano, rompe la uniformidad y la homogeneidad
de la realidad existente a nuestro alcance (M. Eliade).
Esto supone que hay espacios (edificios,
locales, sitios...) que tienen una dignidad y merecen unos
"privilegios" que no tienen el resto de las realidades humanas.
Ahora bien, desde el momento en que se introduce este elemento extraño a la realidad de la vida en su conjunto, desde ese momento se rompe la armonía de la convivencia humana. Y se introduce en el mundo un principio de confrontación que, de una forma u otra, genera violencia, divisiones, enfrentamientos. Esto es lo que vio Jesús. Y con esto es con lo que Jesús quiso acabar de una vez para siempre.
Pero, por desgracia, la Iglesia
evolucionó, en los siglos siguientes, de forma que paulatinamente se fue
alejando del Evangelio y se fue identificando con el Imperio y sus prácticas
religiosas.
Jesús puso "lo sagrado" en las
personas. El clero lo ha metido, de nuevo, en los templos. Con todo lo que eso
lleva consigo.
Santos Andrés Dung Lac y compañeros
Mártires vietnamitas del siglo XVI
canonizados por Juan Pablo II. El anuncio del evangelio en las regiones del
Vietnam fue recibido con alegría por mucha gente. Esta aceptación fue probada
pronto con la persecución y muchos fueron los mártires en los siglos
siguientes. El grupo que celebramos hoy está compuesto por noventa y seis
vietnamitas, once misioneros dominicos españoles y diez franceses.
Vida de Santos Andrés Dung Lac y compañeros
Memoria de santos Andrés Dung Lac,
presbítero, y de sus compañeros, mártires. En una común celebración se venera a
los ciento diecisiete mártires de las regiones asiáticas de Tonquín, Annam y de
la Cochinchina. Ocho de ellos eran obispos, otros muchos presbíteros, amén de
ingente número de fieles de ambos sexos y de toda condición y edad, todos los
cuales prefirieron el destierro, las cárceles, los tormentos y finalmente los
extremos suplicios, antes que pisotear la cruz y desviarse de la fe cristiana
(1839).
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