12 - DE
AGOSTO – LUNES –
19ª – SEMANA DEL T.O. - B
Stª. Juana Francisca de
Chantal
Lectura de la profecia de Ezequíel
(1,2-5.24–2,1a):
El año quinto
de la deportación del rey Joaquín, el día cinco del mes cuarto, vino la palabra
del Señor a Ezequíel, hijo de Buzi, sacerdote, en tierra de los caldeos, a
orillas del río Quebar.
Entonces se
apoyó sobre mí la mano del Señor, y vi que venia del norte un viento
huracanado, una gran nube y un zigzagueo de relámpagos. Nube nimbada de
resplandor, y, entre el relampagueo, como el brillo del electro. En medio de
éstos aparecia la figura de cuatro seres vivientes; tenían forma humana. Y oí
el rumor de sus alas, como estruendo de aguas caudalosas, como la voz del
Todopoderoso, cuando caminaban; griterío de multitudes, como estruendo de
tropas; cuando se detenían, abatían las alas. También se oyó un estruendo sobre
la plataforma que estaba encima de sus cabezas; cuando se detenían, abatían las
alas. Y por encima de la plataforma, que estaba sobre sus cabezas, había una
especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una
figura que parecia un hombre. Y vi un brillo como de electro (algo así como
fuego lo enmarcaba) de lo que parecía su cintura para arriba, y de lo que
parecía su cintura para abajo vi algo así como fuego. Estaba nimbado de
resplandor. El resplandor que lo nimbaba era como el arco que aparece en las
nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al
contemplarla, caí rostro en tierra.
Palabra de Dios
Salmo:
148,1-2.11-12.13.14
R/. Llenos están
el cielo y la tierra de tu gloria
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos. R/.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños. R/.
Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la
tierra. R/.
Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (17,22-27):
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea,
les dijo Jesús:
«Al Hijo del
hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará
al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando
llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se
acercaron a Pedro y le preguntaron:
«¿Vuestro
Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó:
«Sí.»
Cuando llegó
a casa, Jesús se adelantó a preguntarle:
«¿Qué te
parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus
hijos o a los extraños?»
Contestó:
«A los
extraños.»
Jesús le
dijo:
«Entonces,
los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa
el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una
moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»
Palabra del Señor
1. Jesús no era un adivino
que sabía de antemano lo que iba a ocurrir en el futuro, sin embargo, sabía que
lo iban a matar porque era consciente de que el conflicto que las autoridades
religiosas mantenían con él iba en aumento.
Jesús veía claro que su vida terminaba mal y
que eso se acercaba inevitablemente, tal como se habían puesto las cosas. Jesús
lo anuncia con claridad y serenidad. Pero no da signos de dar
marcha atrás o de moderar su lenguaje y cambiar de vida. Jesús sabía lo que
tenía que hacer. Y lo hizo, hasta el final.
2. El
impuesto por el que le preguntan a Pedro era el impuesto del Templo.
No era, por tanto, el impuesto civil que
cobraban los romanos, sino el impuesto religioso que cobraban los sacerdotes.
Esto está bien estudiado y se sabe con
seguridad. El impuesto era la didrakma, una moneda de plata, que, según
parece, equivalía al jornal de dos días. Pero su equivalencia con nuestras
monedas actuales es difícil de establecer.
3. La
respuesta de Jesús a Pedro equivale a decir que "los hijos" (los
cristianos) no están obligados a los deberes con el templo y, además, están
exentos de todo lo que se relaciona con el templo: culto, sacerdocio,
impuestos, etc.
Hay quien
piensa que "los hijos" serían los israelitas. También en este caso
Jesús viene a decir que todos, israelitas y cristianos, están exentos de todo
el sagrado y solemne tinglado del templo y
lo que eso supone. El apéndice final de la moneda en la boca del pez no pasa de
ser una pequeña leyenda añadida por el redactor. En todo caso, lo importante es
que Jesús da un paso más en el planteamiento de su proyecto: la mediación para
el encuentro con Dios no es la buena relación con el templo, sino la buena relación
con las personas.
Stª. Juana Francisca de Chantal
Santa Juana Francisca Fremiot nació en
Dijon, Francia, el 23 de enero, de 1572, nueve años después de finalizado el
Concilio de Trento. De esta manera, estaba destinada a ser uno de los grandes
santos que el Señor levantó para defender y renovar a la Iglesia después del
caos causado por la división de los protestantes. Santa Juana fue contemporánea
de S. Carlos Borromeo de Italia, de Sta. Teresa de Ávila y S. Juan de la Cruz
de España, de S. Juan Eudes y de sus compatriotas, el Cardenal de Berulle, el
Padre Olier y sus dos renombrados directores espirituales, San Francisco de
Sales y San Vicente de Paúl. En el mundo secular, fue contemporánea de
Catalina de Medici, del Rey Luis XIII, Richelieu, Mary Stuart, la Reina Isabel
y Shakespeare. Murió en Moulins el 13 de diciembre, de 1641.
Su madre murió cuando tenía tan solo
dieciocho meses de vida. Su padre, hombre distinguido, de recia personalidad y
una gran fe, se convirtió así en la mayor influencia de su niñez. A los
veintiún años se casó con el Barón Christophe de Rabutin-Chantal, de quien tuvo
seis hijos. Dos de ellos murieron en la temprana niñez. Un varón y tres niñas
sobrevivieron. Tras siete años de matrimonio ideal, su esposo murió en un
accidente de cacería. Ella educó a sus hijos cristianamente.
En el otoño de 1602, el suegro de Juana
la forzó a vivir en su castillo de Monthelon, amenazándola con desheredar a sus
hijos si se rehusaba. Ella pasó unos siete años bajo su errática y dominante
custodia, aguantando malos tratos y humillaciones. En 1604, en una visita a su
padre, conoció a San Francisco de Sales. Con esto comenzó un nuevo capítulo en
su vida.
Bajo la brillante dirección espiritual de
San Francisco de Sales, nuestra Santa creció en sabiduría espiritual y
auténtica santidad. Trabajando juntos, fundaron la Orden de la Visitación de
Annecy en 1610. Su plan al principio fue el de establecer un instituto
religioso muy práctico algo similar al de las Hijas de la Caridad, de S. V. de
Paúl. No obstante, bajo el consejo enérgico e incluso imperativo del Cardenal
de Marquemont de Lyons, los santos se vieron obligados a renunciar al cuidado
de los enfermos, de los pobres y de los presos y otros apostolados para
establecer una vida de claustro riguroso. El título oficial de la Orden fue la
Visitación de Santa María.
Sabemos que cuando la Santa, bajo la guía
espiritual de S. Francisco de Sales, tomó la decisión de dedicarse por completo
a Dios y a la vida religiosa, repartió sus joyas valiosas y sus pertenencias
entre sus allegados y seres queridos con abandono amoroso. De allí en adelante,
estos preciosos regalos se conocieron como "las Joyas de nuestra
Santa." Gracias a Dios que ella dejó para la posteridad joyas aún más
preciosas de sabiduría espiritual y edificación religiosa.
A diferencia de Sta. Teresa de Ávila
y de otros santos, Juana no escribió sus exhortaciones, conferencias e
instrucciones, sino que fueron anotadas y entregadas a la posteridad gracias a
muchas monjas fieles y admiradoras de su Orden.
Uno de los factores providenciales en la
vida de Sta. Juana fue el hecho de que su vida espiritual fuera dirigida por
dos de los más grandes santos todas las épocas, S. Francisco de Sales y S.
Vicente de Paúl. Todos los escritos de la Santa revelan la inspiración del
Espíritu Santo y de estos grandiosos hombres. Ellos, a su vez, deben haberla
guiado a los escritos de otros grandes santos, ya que vemos que ella les
indicaba a sus Maestras de Novicias que se aseguraran de que los escritos de
Sta. Teresa de Ávila se leyeran y estudiaran en los Noviciados de la Orden.
Santa Juana fue una auténtica
contemplativa. Al igual que Sta. Brígida de Suecia y otros místicos, era una
persona muy activa, llena de múltiples proyectos para la gloria de Dios y la
santificación de las almas. Estableció no menos de ochenta y seis casas de la
Orden. Se estima que escribió no menos de once mil cartas, que son verdaderas
gemas de profunda espiritualidad. Más de dos mil de éstas se conservan todavía.
La fundación de tantas casas en tan pocos años, la forzó a viajar mucho, cuando
los viajes eran un verdadero trabajo.
Sta. Juana le escribió muchas cartas a S.
Francisco de Sales, en búsqueda de guía espiritual. Desafortunadamente, después
de la muerte de S. Francisco la mayoría de las cartas le fueron devueltas a
Sta. Juana por uno de los miembros de la familia de Sales. Como era de
esperarse, ella las destruyó, a causa de su naturaleza personal sagrada. De
este modo, el mundo quedó privado de lo que pudo haber sido una de las mejores
colecciones de escritos espirituales de esta naturaleza.
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