sábado, 10 de agosto de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 - DE AGOSTO – LUNES – 19ª – SEMANA DEL T.O. - B Stª. Juana Francisca de Chantal

 

 


12 - DE AGOSTO – LUNES –

19ª – SEMANA DEL T.O. - B

Stª. Juana Francisca de Chantal

 

 Lectura de la profecia de Ezequíel (1,2-5.24–2,1a):

  El año quinto de la deportación del rey Joaquín, el día cinco del mes cuarto, vino la palabra del Señor a Ezequíel, hijo de Buzi, sacerdote, en tierra de los caldeos, a orillas del río Quebar.

Entonces se apoyó sobre mí la mano del Señor, y vi que venia del norte un viento huracanado, una gran nube y un zigzagueo de relámpagos. Nube nimbada de resplandor, y, entre el relampagueo, como el brillo del electro. En medio de éstos aparecia la figura de cuatro seres vivientes; tenían forma humana. Y oí el rumor de sus alas, como estruendo de aguas caudalosas, como la voz del Todopoderoso, cuando caminaban; griterío de multitudes, como estruendo de tropas; cuando se detenían, abatían las alas. También se oyó un estruendo sobre la plataforma que estaba encima de sus cabezas; cuando se detenían, abatían las alas. Y por encima de la plataforma, que estaba sobre sus cabezas, había una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecia un hombre. Y vi un brillo como de electro (algo así como fuego lo enmarcaba) de lo que parecía su cintura para arriba, y de lo que parecía su cintura para abajo vi algo así como fuego. Estaba nimbado de resplandor. El resplandor que lo nimbaba era como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 148,1-2.11-12.13.14

R/. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria

Alabad al Señor en el cielo,

alabad al Señor en lo alto.

Alabadlo, todos sus ángeles;

alabadlo, todos sus ejércitos. R/.

Reyes y pueblos del orbe,

príncipes y jefes del mundo,

los jóvenes y también las doncellas,

los viejos junto con los niños. R/.

Alaben el nombre del Señor,

el único nombre sublime.

Su majestad sobre el cielo y la tierra. R/.

Él acrece el vigor de su pueblo.

Alabanza de todos sus fieles,

de Israel, su pueblo escogido. R/.

 

       Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,22-27):

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús:

«Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.

Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron:

«¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»

Contestó:

«Sí.»

Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle:

«¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?»

Contestó:

«A los extraños.»

Jesús le dijo:

«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»

 

Palabra del Señor

 

 1.   Jesús no era un adivino que sabía de antemano lo que iba a ocurrir en el futuro, sin embargo, sabía que lo iban a matar porque era consciente de que el conflicto que las autoridades religiosas mantenían con él iba en aumento.

  Jesús veía claro que su vida terminaba mal y que eso se acercaba inevitablemente, tal como se habían puesto las cosas. Jesús lo anuncia con claridad y serenidad. Pero no da signos de dar marcha atrás o de moderar su lenguaje y cambiar de vida. Jesús sabía lo que tenía que hacer. Y lo hizo, hasta el final.

 

2.   El impuesto por el que le preguntan a Pedro era el impuesto del Templo.

  No era, por tanto, el impuesto civil que cobraban los romanos, sino el impuesto religioso que cobraban los sacerdotes. Esto está bien estudiado y se sabe con seguridad. El impuesto era la didrakma, una moneda de plata, que, según parece, equivalía al jornal de dos días. Pero su equivalencia con nuestras monedas actuales es difícil de establecer.

 

3.  La respuesta de Jesús a Pedro equivale a decir que "los hijos" (los cristianos) no están obligados a los deberes con el templo y, además, están exentos de todo lo que se relaciona con el templo: culto, sacerdocio, impuestos, etc.

Hay quien piensa que "los hijos" serían los israelitas. También en este caso Jesús viene a decir que todos, israelitas y cristianos, están exentos de todo el sagrado y solemne tinglado del templo y lo que eso supone. El apéndice final de la moneda en la boca del pez no pasa de ser una pequeña leyenda añadida por el redactor. En todo caso, lo importante es que Jesús da un paso más en el planteamiento de su proyecto: la mediación para el encuentro con Dios no es la buena relación con el templo, sino la buena relación con las personas.

 

Stª. Juana Francisca de Chantal

 




Santa Juana Francisca Fremiot nació en Dijon, Francia, el 23 de enero, de 1572, nueve años después de finalizado el Concilio de Trento. De esta manera, estaba destinada a ser uno de los grandes santos que el Señor levantó para defender y renovar a la Iglesia después del caos causado por la división de los protestantes. Santa Juana fue contemporánea de S. Carlos Borromeo de Italia, de Sta. Teresa de Ávila y S. Juan de la Cruz de España, de S. Juan Eudes y de sus compatriotas, el Cardenal de Berulle, el Padre Olier y sus dos renombrados directores espirituales, San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl.  En el mundo secular, fue contemporánea de Catalina de Medici, del Rey Luis XIII, Richelieu, Mary Stuart, la Reina Isabel y Shakespeare. Murió en Moulins el 13 de diciembre, de 1641.

Su madre murió cuando tenía tan solo dieciocho meses de vida. Su padre, hombre distinguido, de recia personalidad y una gran fe, se convirtió así en la mayor influencia de su niñez. A los veintiún años se casó con el Barón Christophe de Rabutin-Chantal, de quien tuvo seis hijos. Dos de ellos murieron en la temprana niñez. Un varón y tres niñas sobrevivieron. Tras siete años de matrimonio ideal, su esposo murió en un accidente de cacería. Ella educó a sus hijos cristianamente.

En el otoño de 1602, el suegro de Juana la forzó a vivir en su castillo de Monthelon, amenazándola con desheredar a sus hijos si se rehusaba. Ella pasó unos siete años bajo su errática y dominante custodia, aguantando malos tratos y humillaciones. En 1604, en una visita a su padre, conoció a San Francisco de Sales. Con esto comenzó un nuevo capítulo en su vida.

Bajo la brillante dirección espiritual de San Francisco de Sales, nuestra Santa creció en sabiduría espiritual y auténtica santidad. Trabajando juntos, fundaron la Orden de la Visitación de Annecy en 1610. Su plan al principio fue el de establecer un instituto religioso muy práctico algo similar al de las Hijas de la Caridad, de S. V. de Paúl. No obstante, bajo el consejo enérgico e incluso imperativo del Cardenal de Marquemont de Lyons, los santos se vieron obligados a renunciar al cuidado de los enfermos, de los pobres y de los presos y otros apostolados para establecer una vida de claustro riguroso. El título oficial de la Orden fue la Visitación de Santa María.

Sabemos que cuando la Santa, bajo la guía espiritual de S. Francisco de Sales, tomó la decisión de dedicarse por completo a Dios y a la vida religiosa, repartió sus joyas valiosas y sus pertenencias entre sus allegados y seres queridos con abandono amoroso. De allí en adelante, estos preciosos regalos se conocieron como "las Joyas de nuestra Santa." Gracias a Dios que ella dejó para la posteridad joyas aún más preciosas de sabiduría espiritual y edificación religiosa.

A diferencia de Sta. Teresa de Ávila y de otros santos, Juana no escribió sus exhortaciones, conferencias e instrucciones, sino que fueron anotadas y entregadas a la posteridad gracias a muchas monjas fieles y admiradoras de su Orden.

Uno de los factores providenciales en la vida de Sta. Juana fue el hecho de que su vida espiritual fuera dirigida por dos de los más grandes santos todas las épocas, S. Francisco de Sales y S. Vicente de Paúl. Todos los escritos de la Santa revelan la inspiración del Espíritu Santo y de estos grandiosos hombres. Ellos, a su vez, deben haberla guiado a los escritos de otros grandes santos, ya que vemos que ella les indicaba a sus Maestras de Novicias que se aseguraran de que los escritos de Sta. Teresa de Ávila se leyeran y estudiaran en los Noviciados de la Orden.

Santa Juana fue una auténtica contemplativa. Al igual que Sta. Brígida de Suecia y otros místicos, era una persona muy activa, llena de múltiples proyectos para la gloria de Dios y la santificación de las almas. Estableció no menos de ochenta y seis casas de la Orden. Se estima que escribió no menos de once mil cartas, que son verdaderas gemas de profunda espiritualidad. Más de dos mil de éstas se conservan todavía. La fundación de tantas casas en tan pocos años, la forzó a viajar mucho, cuando los viajes eran un verdadero trabajo.

Sta. Juana le escribió muchas cartas a S. Francisco de Sales, en búsqueda de guía espiritual. Desafortunadamente, después de la muerte de S. Francisco la mayoría de las cartas le fueron devueltas a Sta. Juana por uno de los miembros de la familia de Sales. Como era de esperarse, ella las destruyó, a causa de su naturaleza personal sagrada. De este modo, el mundo quedó privado de lo que pudo haber sido una de las mejores colecciones de escritos espirituales de esta naturaleza.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario