jueves, 15 de agosto de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 17 - DE AGOSTO – SÁBADO – 19ª – SEMANA DEL T.O. - B San Eusebio papa

 


 

17 - DE AGOSTO – SÁBADO –

19ª – SEMANA DEL T.O. - B

San Eusebio papa

 

    Lectura de la profecía de Ezequiel (18,1-10.13b.30-32):

Me vino esta palabra del Señor:

«¿Por qué andáis repitiendo este refrán en la tierra de Israel: "Los padres comieron agraces, y los hijos tuvieron dentera?" Por mi vida os juro –oráculo del Señor– que nadie volverá a repetir ese refrán en Israel.

Sabedlo: todas las vidas son mías; lo mismo que la vida del padre es mía la vida del hijo; el que peca es el que morirá. El hombre que es justo, que observa el derecho y la justicia, que no come en los montes, levantando los ojos a los ídolos de Israel, que no profana a la mujer de su prójimo, ni se llega a la mujer en su regla, que no explota, sino que devuelve la prenda empeñada, que no roba, sino que da su pan al hambriento y viste al desnudo, que no presta con usura ni acumula intereses, que aparta la mano de la iniquidad y juzga imparcialmente los delitos, que camina según mis preceptos y guarda mis mandamientos, cumpliéndolos fielmente: ese hombre es justo, y ciertamente vivirá –oráculo del Señor–.

Si éste engendra un hijo criminal y homicida, que quebranta alguna de estas prohibiciones ciertamente no vivirá; por haber cometido todas esas abominaciones, morirá ciertamente y será responsable de sus crímenes. Pues bien, casa de Israel, os juzgaré a cada uno según su proceder –oráculo del Señor–. Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos, y no caeréis en pecado.

Quitaos de encima los delitos que habéis perpetrado y estrenad un corazón nuevo y un espíritu nuevo; y así no moriréis, casa de Israel. Pues no quiero la muerte de nadie –oráculo del Señor–. ¡Arrepentíos y viviréis!»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 50,12-13.14-15.18-19

 

R/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro

 

Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. R/.

Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

       Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R/.

 

        Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,13-15):

En aquel tiempo, le acercaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos los regañaban.

Jesús dijo:

«Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos.»

Les impuso las manos y se marchó de allí.

 

Palabra del Señor

 

  1.  El tema de los niños, y su significado en los evangelios, ha sido utilizado, especialmente por los teólogos protestantes, para justificar la práctica eclesiástica del bautismo desde la infancia del bebé (por ejemplo, Ulrich Luz, entre otros).

  En la Iglesia antigua no se hacía así. El bautismo de los niños era una práctica poco frecuente. Lo normal era que el bautismo se administraba a los adultos.  Esto es tan seguro que al sacramento de la penitencia se le llamaba "poenitentia secunda".  La conversión ("poenitentia") primera era el bautismo. De forma que lo que actualmente se vive como sacramento de la penitencia era la "otra (o segunda) oportunidad" que tenía el cristiano que caía en un pecado grave. Por eso, los relatos en los que Jesús elogia o defiende a los niños han de entenderse como enseñanzas fundamentales para la vida cristiana.

    - ¿En qué sentido y para qué?

 

  2.  En la cultura del Imperio, se hablaba del "niño" cuando se trataba de un ser humano que carecía de "estatus", o sea una persona que se caracterizaba por su vulnerabilidad, su marginalidad y su debilidad.

Era el "ser sin derechos", al que se podía tirar a un estercolero hasta que se convirtiera en estiércol.

Jesús optó por este tipo de personas. Es decir, por los más débiles y excluidos. No para darles limosna, sino para defender sus derechos. Y así, ir creando una nueva cultura: la cultura de la igualdad en dignidad y derechos. En esto tiene que estar el argumento preferencial de nuestra vida. O sea, nuestro "proyecto de vida".

 

3.  Creer en Jesús es asumir, hacer propio y hacer nuestro este "proyecto de vida". Orientar nuestras ilusiones, nuestros trabajos, nuestras conductas, para aliviar el sufrimiento y hacer más llevadera y soportable la vida de quienes peor lo pasan. Esto es creer en Jesús. La fe en el Dios de Jesús, tal como la presentan los evangelios, antes que la observancia de unos rituales o la aceptación de unos dogmas sagrados es una forma de vida, la forma de vida que llevó Jesús.

 

San Eusebio papa



  Martirologio Romano: En Sicilia, muerte de san Eusebio, papa, valeroso testigo de Cristo, que fue deportado por el emperador Majencio a esa isla, donde dejó la patria terrena para merecer la patria celestial.

Trasladado su cuerpo a Roma, fue enterrado en el cementerio de Calixto (310).

Fue el 31º Papa de la Iglesia Católica, desde abril de 309 hasta agosto de 309.

Eusebio nació en Grecia y era hijo de un médico. Fue elegido para suceder al Papa San Marcelo; pero su pontificado duró apenas unos meses. El pontificado de San Marcelo se había visto turbado por el problema del trato que debía darse a los que habían apostatado durante la persecución de Diocleciano. Un tal Heraclio y sus seguidores se opusieron al Pontífice; muy probablemente Heraclio era uno de los que habían apostatado y quería ser admitido nuevamente en la comunión de la Iglesia sin penitencia alguna. Una inscripción del Papa San Dámaso en la tumba de San Eusebio, quien fue sepultado en el cementerio de Calixto, recuerda que la disputa se prolongó hasta el pontificado de nuestro santo y produjo numerosos desórdenes y pleitos en la Iglesia de Roma.

A lo que parece, los "lapsos" o apóstatas intentaron introducirse por la fuerza en las reuniones de los fieles. El tumulto fue tan grande, que el emperador Majencio desterró a San Eusebio y a Heraclio de la ciudad. El Pontífice se trasladó a Sicilia, donde murió poco después.

Como el destierro fue una consecuencia de la firmeza con que exigió el cumplimiento de los cánones, el pueblo cristiano le veneró como mártir en una época. San Dámaso le da también el título de mártir.

       Fue enterrado en la catacumba de Calixto I en Roma.

       Más tarde su cuerpo fue trasladado en San Sebastián Extramuros.

 

Sucesor del Papa San Marcelo I, su pontificado fue corto, en el año 309 ó 310. El Catálogo Liberiano dice que duró sólo cuatro meses, del 18 de abril al 17 de agosto de 309 ó 310.

Sabemos algunos detalles de su carrera de un epitafio en su tumba, que fue mandado a hacer por el Papa San Dámaso I. Este epitafio llegó a nosotros a través de transcripciones antiguas. Unos pocos fragmentos del original, junto con una copia en mármol del siglo VI hecha para sustituir el original después de su destrucción, fueron hallados por De Rossi en la capilla papal, en las catacumbas de San Calixto.

       De este epitafio surge que las graves disensiones internas causadas en la Iglesia Romana por la readmisión de los apóstatas (lapsi) durante la persecución de Diocleciano, y que habían surgido ya bajo Marcelo, continuaron durante el papado de Eusebio. Ese último mantenía la actitud de la Iglesia Romana, adoptada después de la persecución de Decio (250-251), que los apóstatas no debían ser excluidos por siempre de la comunión eclesiástica, sino por otro lado, debían ser readmitidos sólo después de haber hecho una adecuada penitencia (Eusebius miseros docuit sua crimina flere).

Una facción de cristianos en Roma bajo el liderazgo de un tal Heraclio se oponía a este punto de vista. No se ha determinado si Heraclio y sus seguidores propugnaban una interpretación de la ley más rigurosa (novacianismo) o más indulgente. Esta última, sin embargo, es por mucho más probable en la hipótesis de que Heraclio era el jefe de un partido compuesto por apóstatas y sus seguidores, que demandaban la inmediata restauración al cuerpo de la Iglesia. Dámaso describe en términos muy fuertes el conflicto que sobrevino (seditcio, cœdes, bellum, discordia, lites). Es probable que Heraclio y sus adeptos buscaran por la fuerza su admisión al culto divino, lo cual resentían los fieles reunidos en Roma alrededor de Eusebio. En consecuencia, ambos Eusebio y Heraclio fueron desterrados por el emperador Maxentio. Eusebio, en particular, fue exiliado a Sicilia, donde murió muy pronto.

El Papa San Melquíades ascendió a la Silla Papal el 2 de julio de 311. El cuerpo de su predecesor fue traído a Roma, probablemente en 311, y el 26 de septiembre (según el "Depositio Episcoporum" en el cronógrafo de 354) fue colocado en un cubículo separado de la catacumba de San Calixto.

      Su firme defensa de la disciplina eclesiástica y el destierro que sufrió por ello causaron que fuera venerado como un mártir, y en su epitafio el Papa Dámaso honró a Eusebio con dicho título.

 

Fuente: Kirsch, Johann Peter. "Pope St. Eusebius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <newadvent.org>.

 

 

 

 

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