martes, 6 de agosto de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 8 - DE AGOSTO – JUEVES – 18ª – SEMANA DEL T.O. - B Santo Domingo de Guzmán

 


 

8  - DE AGOSTO – JUEVES –

18ª – SEMANA DEL T.O. - B

Santo Domingo de Guzmán

 

Lectura del libro de Jeremías. 31, 31-34

Llegarán los días –oráculo del Señor– en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño–oráculo del Señor–.

Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días –oráculo del Señor–: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro:

“Conozcan al Señor”.

Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande –oráculo del Señor–. Porque yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.

 

Palabra de Dios.

 

Sal 50, 12-15. 18-19

 

R. ¡Oh, Dios, crea en mí un corazón puro!

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga: yo enseñaré tu camino a los impíos y los pecadores volverán a ti. R.

Los sacrificios no te satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: mi sacrificio es un espíritu contrito, tú no desprecias el corazón contrito y humillado. R.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo16, 13-23

     En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe y preguntaba a sus discípulos:

"¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?"

Ellos contestaron:

"Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas".

Él les preguntó:

"Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:

"Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".

Jesús le respondió:

"¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.

Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

     Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, y tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:

"¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte':

Jesús se volvió y dijo a Pedro:

"Quítate de mí vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios'.

 

Palabra del Señor

 

1.   Este relato, tal como aquí aparece, se encuentra en los evangelios de Mateo y de Marcos.  Y, en ambos casos, se une la narración de la confesión de Pedro con el enfrentamiento que tuvo el mismo Pedro con Jesús.

El episodio de la confesión de Pedro, como se sabe, ha sido ampliamente utilizado, por la teología y por el Derecho eclesiástico, para argumentar y justificar el poder de Pedro y de sus sucesores (los papas) en el gobierno de la Iglesia y hasta en el poder político del papado. Más aún, como dejó escrito Y. Congar, "la propia Roma, y esto a partir, tal vez, del s. II" montó las cosas de forma que "ella" (Roma) ve en Mt16, 19 su propia institución. Para Roma, los poderes no pasan de Pedro a la "ecclesía" (la comunidad de los fieles), sino de Pedro a la Sede Romana". Lo que, en definitiva -si es que esto fuera cierto-, la Iglesia tendría su fundamento, no en Jesús, sino en Pedro, en su poder y en su autoridad". 

O sea, una Iglesia de poder que somete, no una comunidad de misericordia que humaniza.

 

2.   Esta idea es la que explica cómo y por qué hay ahora obispos y cardenales que no dudan en enfrentarse al papa Francisco.  Porque ven, en este papa, una forma de gobernar la Iglesia que pone el centro en el Evangelio y en el ejemplo de vida que nos dejó Jesús. 

Mientras que esos obispos y cardenales (los que sean y quienes sean) pretenden que el centro tiene que estar en la Curia Vaticana, en los poderes de la Curia y en las decisiones que la Curia toma.

Aquí está el nudo que urge desatar. Para que la Iglesia tenga su centro en Jesús y no en ningún poder humano, por muy religioso y sagrado que sea.

 

3.  De ahí, la importancia del segundo relato: el del enfrentamiento de Jesús con Pedro.  Cuando este discípulo, el más importante de todos, se enteró del fracaso y de la muerte, que le esperaba a Jesús, al que él había confesado como Mesías (el Salvador), se enfrentó directamente a semejante fracaso y a una muerte causada por los sumos sacerdotes, por los máximos representantes del "poder religioso".

Ahora bien, a Pedro -y a quien piensa como pensaba Pedro-, Jesús les dice que son un "escándalo" y los "increpa" como se rechaza al mismísimo "Satanás".

El Evangelio de Jesús no es poder que somete, sino solidaridad que sufre con el que sufre, con bondad, misericordia y amor a todos.

 

Santo Domingo de Guzmán

 




Nació en Caleruega (España), alrededor del año 1170. Estudió teología en Palencia y fue nombrado canónigo de la Iglesia de Osma.

Con su predicación y con su vida ejemplar, combatió con éxito la herejía albigense.

Con los compañeros que se le adhirieron en esta empresa, fundó la Orden de Predicadores (los dominicos).

Murió en Bolonia el día 6 de agosto del año 1221

 

Domingo de Guzmán dejó un testamento de paz, como herederos de lo que fue la pasión de su vida: vivir con Cristo y aprender de Él la vida apostólica. Configurarse con Cristo, esa fue la santidad de Domingo: su ardiente deseo que la Luz de Cristo brillara para todos los hombres, su compasión por un mundo sufriente llamado a nacer a su verdadera vida, su celo en servir a una Iglesia que ensanchara su tienda hasta alcanzar las dimensiones del mundo.

 

Nacimiento

Nació en Caleruega (Burgos) en 1170, en el seno de una familia profundamente creyente y muy encumbrada. Sus padres, don Félix de Guzmán y doña Juana de Aza, parientes de reyes castellanos y de León, Aragón, Navarra y Portugal, descendían de los condes-fundadores de Castilla. Tuvo dos hermanos, Antonio y Manés.

 

Educación

Durante siete años fue educado por su tío el Arcipreste don Gonzalo de Aza, hasta los catorce años en que fue a vivir a Palencia: seis cursos estudiando Artes (Humanidades superiores y Filosofía); cuatro, Teología; y otros cuatro como profesor del Estudio General de Palencia. Al terminar la carrera de Artes en 1190, recibida la tonsura, se hizo Canónigo Regular en la Catedral de Osma. Fue en el año 1191, ya en Palencia, cuando en un rasgo de caridad heroica vende sus libros, para aliviar a los pobres del hambre que asolaba España.

Santo Domingo vivió una época de cambio con numerosos desafíos a los que intentó dar respuesta

Al finalizar sus cuatro cursos de docencia y Magisterio universitario, con veintiocho años, se recogió en su Cabildo, en el que enseguida, por sus relevantes cualidades intelectuales y morales, el Obispo le encomienda la presidencia de la comunidad de canónigos y del gobierno de la diócesis en calidad de Vicario General de la misma.

 

Misión en el Langüedoc

En 1205, por encargo del Rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al Obispo de Osma, Diego, como embajador extraordinario para concertar en la corte danesa las bodas del príncipe Fernando. Con este motivo, tuvo que hacer nuevos viajes, y en sus idas y venidas a través de Francia, conoció los estragos que en las almas producía la herejía albigense. De acuerdo con el Papa Inocencio III, en 1206, al terminar las embajadas, se estableció en el Langüedoc como predicador de la verdad entre los cátaros. Rehúsa a los obispados de Conserans, Béziers y Comminges, para los que había sido elegido canónicamente.

 

El origen de la Orden de Predicadores

Para remediar los males que la ignorancia religiosa producía en la sociedad, en 1215 establece en Tolosa la primera casa de su Orden de Predicadores, cedida a Domingo por Pedro Sella, quien con Tomás de Tolosa se asocia a su obra. En 1215 asiste al Concilio de Letrán donde solicita la aprobación de su Orden. Será un año después, el 22 de Diciembre de 1216, cuando reciba del Papa Honorio III la Bula “Religiosam Vitam” por la que confirma la Orden de Frailes Predicadores.

Al año siguiente retorna a Francia y en el mes de Agosto dispersa a sus frailes, enviando cuatro a España y tres a París, decidiendo marchar él a Roma. Meses después enviará los primeros Frailes a Bolonia.

 

Últimos años

En la Fiesta de Pentecostés de 1220 asiste al primer Capítulo General de la Orden, celebrado en Bolonia. En él se redactan la segunda parte de las Constituciones. Un año después, en el siguiente Capítulo celebrado también en Bolonia, acordará la creación de ocho Provincias.

Con su Orden perfectamente estructurada y más de sesenta comunidades en funcionamiento, agotado físicamente, tras breve enfermedad, murió el 6 de agosto de 1221, a los cincuenta y un años, en el convento de Bolonia, donde sus restos permanecen sepultados. En 1234, su gran amigo y admirador, el Papa Gregorio IX, lo canonizó.

 

 

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