5 - DE AGOSTO – LUNES –
18ª – SEMANA DEL T.O. - B
Nuestra Señora de las
Nieves
Lectura del libro de Jeremías (28,1-17):
Al principio
del reinado de Sedecías en Judá, el mes quinto, Ananías, hijo de Azur, profeta
natural de Gabaón, me dijo en el templo, en presencia de los sacerdotes y de
toda la gente:
«Así dice el
Señor de los ejércitos, Dios de Israel: "Rompo el yugo del rey de
Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar todo el ajuar del templo
que Nabucodonosor, rey de Babilonia, cogió y se llevó a Babilonia. A Jeconías,
hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los judíos desterrados en Babilonia yo
los haré volver a este lugar –oráculo del Señor–, porque romperé el yugo del
rey de Babilonia."»
El profeta
Jeremías respondió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y del
pueblo que estaba en el templo; el profeta Jeremías dijo:
«Amén, así lo
haga el Señor. Que el Señor cumpla tu profecía, trayendo de Babilonia a este
lugar todo el ajuar del templo y a todos los desterrados. Pero escucha lo que
yo te digo a ti y a todo el pueblo: "Los profetas que nos precedieron, a
ti y a mi, desde tiempo inmemorial, profetizaron guerras, calamidades y
epidemias a muchos países y a reinos dilatados. Cuando un profeta predecía
prosperidad, sólo al cumplirse su profecía era reconocido como profeta enviado
realmente por el Señor."»
Entonces
Ananías le quitó el yugo del cuello al profeta Jeremías y lo rompió, diciendo
en presencia de todo el pueblo:
«Así dice el
Señor: "Así es como romperé el yugo del rey de Babilonia, que llevan al
cuello tantas naciones, antes de dos años."»
El profeta
Jeremías se marchó por su camino. Después que el profeta Ananías rompió el yugo
del cuello del profeta Jeremías, vino la palabra del Señor a Jeremías:
«Ve y dile a
Ananías: "Así dice el Señor: Tú has roto un yugo de madera, yo haré un
yugo de hierro. Porque así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel:
Pondré yugo de hierro al cuello de todas estas naciones, para que sirvan a
Nabucodonosor, rey de Babilonia; y se le someterán, y hasta las bestias del
campo le entregaré."»
El profeta
Jeremías dijo a Ananías profeta:
«Escúchame,
Ananías; el Señor no te ha enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa
confianza. Por eso, así dice el Señor: "Mira: yo te echaré de la
superficie de la tierra; este año morirás, porque has predicado rebelión contra
el Señor."»
Y el profeta
Ananías murió aquel mismo año, el séptimo mes.
Palabra de Dios
Salmo:
118,29.43.79.80.95.102
R/. Instrúyeme,
Señor, en tus decretos.
Apártame del camino falso, y dame la
gracia de tu voluntad. R/.
No quites de mi boca las palabras sinceras, porque yo espero en tus mandamientos. R/.
Vuelvan a mi tus fieles que hacen caso de tus
preceptos. R/.
Sea mi corazón perfecto en tus leyes, así no
quedaré avergonzado. R/.
Los malvados me esperaban para perderme, pero yo
meditaba tus preceptos. R/.
No me aparto de tus mandamientos, porque tú me
has instruido. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (14,13-21):
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se
marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente,
lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le
dio lástima y curó a los enfermos.
Como se hizo
tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
«Estamos en
despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y
se compren de comer.»
Jesús les
replicó:
«No hace
falta que vayan, dadles vosotros de comer.»
Ellos le
replicaron:
«Si aquí no
tenemos más que cinco panes y dos peces.»
Les dijo:
«Traédmelos.»
Mandó a la
gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces,
alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio
a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente.
Comieron
todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras.
Comieron unos
cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Palabra del Señor
1. Los estudiosos de los
evangelios mejor documentados están de acuerdo en que este relato de la multiplicación de los panes es uno de los llamados
"milagros-dádiva", como es el caso de la boda de Caná (Jn 2, 1-12)
(G. Theissen).
Por supuesto,
este hecho tiene una "explicación mítica" (D. F. Strauss).
La comida es
la primera necesidad que el ser humano experimenta en cuanto viene a este
mundo.
Lo primero
que el recién nacido hace, en cuanto viene a este mundo, es ponerse a
mamar. Lo cual es satisfacer una necesidad biológica básica
indispensable. Pero también entraña una necesidad psicológica que no podemos
dejar al descubierto: la necesidad de recibir cariño y de dar cariño. La mamá y
el hijo se funden en la unión que es plenitud de vida, de satisfacción, de
felicidad.
2. Por eso, la comida no tiene
solo la función de saciar el hambre y reparar las fuerzas del cuerpo. La comida
es también unión de personas, fusión de los sentimientos más hondos de la vida
humana. De ahí que la comida -que es tan necesaria para vivir— puede ser fuente
de felicidad o fuente de humillación.
Es felicidad
compartir una comida con quien uno se encuentra a gusto.
Pero es
humillación tener que ir a buscar un plato de comida que se me da como limosna.
Por eso las
comidas de Jesús fueron siempre con otros, comidas compartidas, comidas de
plena humanidad. Y eso es la base central de la eucaristía en la Iglesia. De
ahí que haber trasladado la eucaristía de la mesa al altar, y haber hecho, del
acto central de la felicidad humana, el acto central del ritual religioso ha
sido desvirtuar lo que Jesús quiso y lo que nos dejó como
mandato: haced esto en memoria mía. Porque así es cómo recordamos a
Jesús.
3. La
Iglesia, en los ss. III-IV, tuvo una expansión que se extendió por el Imperio
como el contagio de una experiencia maravillosa en aquella época de angustia, cuando aquel Imperio se hundía.
Como se ha
dicho con tanta precisión, "debieron ser muchos los que experimentaron una
sensación de desamparo: los bárbaros urbanizados, los campesinos
llegados a las ciudades en busca de trabajo, los soldados licenciados, los
rentistas arruinados por la inflación y los esclavos
manumitidos. Para todas estas gentes, el entrar a formar parte de la
comunidad cristiana debía de ser el único medio de conservar el respeto hacia
sí mismo y dar a la propia vida algún sentido.
Dentro de la
comunidad se experimentaba el calor humano y se tenía la prueba de que alguien
se interesa por nosotros en este mundo y en el otro" (E. R. Dodds).
Este
fenómeno, aunque cambiaron las circunstancias, se prolongó en los siglos
siguientes (Peter Brown).
Este tendría
que ser el sentido de la eucaristía en este tiempo de crisis. Ahí estaría la
"memoria de Jesús".
Nuestra Señora de las
Nieves
Dedicación de la Basílica de Santa María
(en tiempos del Papa Sixto III, 432-440)
Vida de Nuestra Señora
de las Nieves
Una vez que el Concilio de
Éfeso, en el año 431, proclamó la maternidad divina de María, el papa Sixto III
erigió en Roma, sobre el monte Esquilino, una basílica dedicada a la Santa
Madre de Dios. Recibe también el nombre de Santa María de las Nieves porque el
sitio donde habìa de construirse quedó señalado de modo milagroso con una
fuerte nevada en pleno verano.
El origen se atribuye a la
época del papado de Liberio (352 - 366). Según una tradición, en el siglo IV
vivía en Roma una piadosa pareja. Habían sido bendecidos con abundancia de
bienes y también de fe. Sin embargo, su gran dolor era no tener hijos con los
que pudieran compartir sus dones. Durante años habían rezado por un hijo y
heredero. En esta situación pasaron muchos años sin ningún resultado; él se
llamaba Juan Patricio mientras que el nombre de su esposa se desconoce. Se
atribuía gran caridad hacia los demás y eran en extremo devotos de la Madre de
Jesus, y no sabiendo a quien dejarle su enorme fortuna, le rezaron con devoción
para que los guiara en la asignación de la herencia.
La tradición católica
cuenta que la Virgen se manifestó ante ellos y les indicó que, allá donde
señalara, se le construyese el templo. Así, en la mañana de un 5 de agosto,
amaneció nevado el monte Esquilino de Roma, lo que, como hecho extraordinario,
el matrimonio interpretó voluntad de la Virgen y así lo hizo saber al Papa.
Otras versiones afirman que
la Virgen les agradeció sobremanera y la noche del 4 de agosto, se le apareció
a Juan Patricio y a su esposa, diciéndoles que deseaba que construyeran una
basílica en el Monte Esquilino (una de las siete colinas de Roma), en el punto
preciso que ella señalaría con una nevada. También se le apareció al Papa
Liberio con el mismo mensaje. En la mañana siguiente, el 5 de agosto, mientras
brillaba el sol en pleno verano, la ciudad quedó sorprendida al ver un terreno
nevado en el Monte Esquilino. La pareja, feliz, se apresuró al lugar y el Papa
Liberio marchó hacia el mismo en solemne procesión. La nieve cubrió exactamente
el espacio que debía ser utilizado para la basílica y desapareció una vez
señalado el lugar.
La obra se concluyó un año
después, con la financiación de la familia patricia y el apoyo eclesiástico. La
iglesia desapareció no mucho tiempo después, y se reconstruyó por el Papa Sixto
III alrededor del año 434, siendo en la actualidad la Basílica de Santa María
la Mayor, por lo que hoy se celebra la Memoria facultativa de la Dedicación de
la Basílica de Santa María la Mayor.
DEVOCIÓN:
En la actualidad, esta
advocación se le llama Nuestra Señora, Protectora de Roma o “SALUS POPULI
ROMANI” (Auxilio del Pueblo Romano). El Señor también ha obrado milagros -por
medio de María- a través de numerosas réplicas, particularmente sobre una que
pertenecía a los Jesuitas.
Los Papas siempre han
sentido una tierna devoción por esta imagen de la Virgen María. Algunos han
pasado incluso noches enteras en oración ante él. Benedicto XIV hizo el
compromiso de hacerse presente para el canto de las letanías de Sta. María la
Mayor todos los sábados. El Papa Pablo V, la noche en que iba a morir,
manifestó el deseo de que lo llevaran a la capilla de Nuestra Señora para así
poder morir a sus pies.
Instauración de la
fiesta de Santa María, Reina:
El 1 de noviembre de 1954,
al final del Año Mariano, el papa Pío XII colocó una corona sobre la pintura de
Nuestra Señora, Protectora de Roma. En ese momento, se levantó un fuerte llanto
de entre la gran multitud congregada en Sta. María la Mayor: "¡Viva la
Reina!". El Papa nombró a la Virgen Reina de cielos y tierra y decretó que
se celebrara una fiesta especial para honrarla bajo ese título.
No era éste un nuevo
privilegio para la Madre de Dios. Ella siempre ha sido considerada nuestra
Reina, como lo testifica el arte Mariano desde los primeros siglos y las
oraciones, especialmente la Letanía de Loreto. Sin embargo, no había hasta
entonces fiesta en particular que lo conmemorara. En la actualidad esta fiesta
se celebra el 22 de agosto.
La fiesta de Nuestra Señora
de las Nieves, 5 de agosto, se celebraba, en principio, solamente en la
basílica, se extendió en el siglo XIV a toda Roma y, finalmente, san Pío V la
declaró fiesta de la Iglesia universal en el siglo XVII.
Es la iglesia más antigua
dedicada en Occidente a la Virgen María y uno de los templos más visitados de
Roma y de toda la cristiandad.
Hoy se celebran las
advocaciones de María: Nieves y Blanca
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