jueves, 29 de agosto de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 31 - DE AGOSTO – SÁBADO – 21ª – SEMANA DEL T.O. – B SAN RAMON NONATO


 

31 - DE AGOSTO – SÁBADO –

 21ª – SEMANA DEL T.O. – B

SAN RAMON NONATO

 

        Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,26-31):

Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. Y así –como dice la Escritura– «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 32

 

        R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad.

      El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. R/.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. R/.

 

           Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,14-30):

  En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

  «Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.

  El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco.

  El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar cuentas con ellos.

  Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:

  "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco."

  Su señor le dijo:

  "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."

  Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:

  "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos."

   Su señor le dijo:

  "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."

  Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo:

  "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo."

  El señor le respondió:

  "Eres un empleado negligente y holgazán; ¿con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses.

  Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas, allí será el llanto y el rechinar de dientes."»

 

Palabra del Señor

 

  1.  El texto de esta parábola está mal traducido. Porque, en el original griego no se habla de "empleados", sino de "esclavos" (douloi) (Mt 25, 14).

  Es importante tener esto en cuenta. Porque, según el derecho romano, uno de los deberes de los esclavos era hacer negocios con el dinero de su dueño y señor.

  Este dinero se llamaba peculium.  Y, tanto el dinero como la ganancia (que obtenía el esclavo) eran propiedad del amo (M. Finley, M. Kaser).

 

  2.  Es conveniente saber estas cosas para entender mejor la enseñanza que nos presenta la parábola. - ¿En qué consiste esta enseñanza?  

Si lo que dijo Jesús se lee con atención, enseguida se comprende todo. La clave de la explicación está en lo que le ocurrió al tercer esclavo: este hombre "tuvo miedo" (Mt 25, 25). Y el miedo fue el origen de su ruina y la causa de su perdición. El miedo nos bloquea, nos paraliza, nos hunde en la esterilidad.

 

  3.  Esta parábola es genial para saber situarnos ante Dios y para saber lo que tenemos que hacer en la sociedad.

   - Primero, ante Dios: quien tiene en su cabeza un Dios, que es el Señor terrible y peligroso que nos amenaza, cree más en el "dios de los fariseos" que en el "Padre del que nos habló Jesús".

   El "Dios del miedo" es una forma de "incredulidad". 

  - Segundo, en la sociedad: Los miedosos, los que se dejan dominar por el terror, son gente que nunca hará nada que valga la pena. Porque la fuerza del miedo nos lleva a defendernos, nunca nos llevará a ser creativos, a superar las dificultades de la vida, a encontrar caminos nuevos.

 

San Ramón Nonato

 


 

En Cardona, de Cataluña, san Ramón Nonato, que fue uno de los primeros socios de san Pedro Nolasco en la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, y es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los cautivos (c. 1240).

Vida de San Ramón Nonato

Se carece de documentación fidedigna sobre los detalles de la vida San Ramón. He aquí lo que hemos podido recoger de la narración de Alban Butler y otras fuentes.

San Ramón nació de familia noble en Portell, cerca de Barcelona, España en el año 1200. Recibió el sobrenombre de non natus (no nacido), porque su madre murió en el parto antes de que el niño viese la luz. Con el permiso de su padre, el santo ingresó en la orden de los Mercedarios, que acababa de fundarse. San Pedro Nolasco, el fundador, recibió la profesión de Ramón en Barcelona.

Progresó tan rápidamente en virtud que, dos o tres años después de profesar, sucedió a San Pedro Nolasco en el cargo de "redentor o rescatador de cautivos". Enviado al norte de Africa con una suma considerable de dinero, Ramón rescató en Argel a numerosos esclavos. Cuando se le acabó el dinero, se ofreció como rehén por la libertad de ciertos prisioneros cuya situación era desesperada y cuya fe se hallaba en grave peligro. Pero el sacrificio de San Ramón no hizo más que exasperar a los infieles, quienes le trataron con terrible crueldad. Sin embargo, el magistrado principal, temiendo que si el santo moría no se pudiese obtener la suma estipulada por la libertad de los prisioneros a los que representaba, dio orden de que se le tratase más humanamente. Con ello, el santo pudo salir a la calle, lo que aprovechó para confortar y alentar a los cristianos y hasta llegó a convertir y bautizar a algunos mahometanos. Al saberlo, el gobernador le condenó a morir empalado, pero quienes estaban interesados en cobrar la suma del rescate consiguieron que se le conmutase la pena de muerte por la de flagelación. San Ramón no perdió por ello el valor, sino que prosiguió la tarea de auxiliar a cuantos se hallaban en peligro, sin dejar escapar la menor ocasión de ayudarlos.

San Ramón encaró dos grandes dificultades. No tenía ya un solo centavo para rescatar cautivos y predicar el cristianismo a los musulmanes equivalía a la pena de muerte. Pero nada lo detuvo ante el llamado del Señor. Conciente del martirio inminente, volvió a instruir y exhortar tanto a los cristianos como a los infieles. El gobernador, enfurecido ante tal audacia, ordenó que se azotase al santo en todas las esquinas de la ciudad y que se le perforasen los labios con un hierro candente. Mandó ponerle en la boca un candado, cuya llave guardaba él mismo y sólo la daba al carcelero a la hora de las comidas. En esa angustiosa situación pasó San Ramón ocho meses, hasta que San Pedro Nolasco pudo finalmente enviar algunos miembros de su orden a rescatarle. San Ramón hubiese querido quedarse para asistir a los esclavos en Africa, sin embargo, obedeció la orden de su superior y pidió a Dios que aceptase sus lágrimas, ya que no le había considerado digno de derramar su sangre por las almas de sus prójimos.

A su vuelta a España, en 1239, fue nombrado cardenal por Gregorio IX, pero permaneció tan indiferente a ese honor que no había buscado, que no cambió ni sus vestidos, ni su pobre celda del convento de Barcelona, ni su manera de vivir. El Papa le llamó más tarde a Roma. San Ramón obedeció, pero emprendió el viaje como el religioso más humilde. Dios dispuso que sólo llegase hasta Cardona, a unos diez kilómetros de Barcelona, donde le sorprendió una violenta fiebre que le llevó a la tumba. El santo tenía aproximadamente treinta y seis años cuando murió el 31 de agosto de 1240. Cardona pronto se transformó en meta de peregrinaciones. Fue sepultado en la capilla de San Nicolas de Portell.

El Papa Alejandro VII lo incluyó en el Martirologio Romano en 1657.

San Ramón Nonato es el patrono de las parturientas y las parteras debido a las circunstancias de su nacimiento.

La comisión nombrada por el Papa Benedicto XIV propuso suprimir del calendario general la fiesta de San Ramón por la dificultad de encontrar documentos fidedignos sobre su vida.

Oración a San Ramón Nonato

San Ramón Nonato, te rogamos por todos los católicos que sufren persecución, por los niños no nacidos y por sus padres.

(Fuente: corazones.org)

 

 

 

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