27 - DE
AGOSTO – MARTES –
21ª – SEMANA DEL T.O. - B
SANTA MÓNICA
Lectura de la
segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (2,1-3a.14-17):
Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y
de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis
por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que
el día del Señor está encima. Que nadie en modo alguno os desoriente. Dios os
llamó por medio del Evangelio que predicamos, para que sea vuestra la gloria de
nuestro Señor Jesucristo. Así, pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las
tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta. Que
Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre que nos ha amado tanto y nos
ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele
internamente y os dé fuerzas para toda clase de palabras y de obras buenas.
Palabra de Dios
Salmo:
95,10.11-12a.12b-13
R/. Llega el
Señor a regir la tierra
Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el
orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos
rectamente.» R/.
Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el
mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay
en ellos. R/.
Aclamen los árboles del bosque, delante del
Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (23,23-26):
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo:
«¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del
anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la
compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin
descuidar aquello.
¡Guías
ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato,
mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!,
limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera.»
Palabra del Señor
1. El evangelista pone en boca de
Jesús un tercer "Ay" de denuncia y amenaza, que se refiere al
problema del diezmo, la décima parte de los ingresos, que los israelitas debían
pagar al Templo. Se trataba, por tanto, de un impuesto religioso. En
la Biblia, se prescribía un impuesto por los frutos del campo (Lev 27, 30) y de
algunos productos de la siembra (Dt 14,22 s). El dinero que se recolectaba con
estos diezmos iba destinado al Templo, concretamente a los sacerdotes y empleados.
Pero, además de esto, la Misná había establecido otro segundo diezmo por toda
clase de frutos secos y legumbres. El hecho es que con estos impuestos se
oprimía a la pobre gente trabajadora, en provecho del clero judío.
2. Así las cosas, lo que Jesús
denuncia es la exigencia escrupulosa que ponían los letrados y fariseos a la
hora de exigir el pago de estos impuestos, mientras que las exigencias éticas
básicas, el derecho, la misericordia y la fidelidad, se descuidaban y
hasta se atropellaban de forma escandalosa.
Es impresionante la actualidad que tienen
estas denuncias del evangelio de Mateo. En los tiempos actuales, cuando tantos millones de criaturas humanas se mueren de hambre
por la explotación que sufren de los países ricos y de las grandes empresas
multinacionales, los obispos y el clero ayudan a los pobres con la caridad,
pero se callan cuando la defensa de la justicia y de los derechos humanos ponen
el peligro la seguridad y los privilegios que suele tener la Iglesia.
3. El
cuarto ¡Ay! habla directamente de la hipocresía que cuida con esmero la imagen
externa, la apariencia pública, al tiempo que "por dentro" las cosa están impresentables. La distinción entre el interior y el
exterior de los vasos era cosa frecuente en tiempos de Jesús. Los rabinos
distinguían incluso entre la cara interna y la cara externa de los vasos. Lo
que les importaba es que por fuera estuvieran limpios. Son conocidas las
controversias que había entre los seguidores de Hillel y los de Schammai sobre
este asunto (J. Neusner), tan ridículo y de tan mala educación. En las
religiones que conocemos es algo que, por desgracia, se vive a diario, a veces
hasta extremos difíciles de explicar.
No terminamos de aceptar que lo que importa
en la vida es la sinceridad, la claridad y la autenticidad de nuestras vidas.
SANTA MÓNICA
Nació en Tagaste (África) en el año 331,
de familia cristiana. Muy joven, fue dada en matrimonio a un hombre llamado
Patricio, del que tuvo varios hijos, entre ellos san Agustín, cuya conversión
le costó muchas lágrimas y oraciones.
Fue un modelo de madres; alimentó su fe
con la oración y la embelleció con sus virtudes.
Murió en Ostia en el año 387.
Santa Mónica es famosa por haber sido la
madre de San Agustín y por haber logrado la conversión de su hijo.
Mónica nació en Tagaste (África del Norte) a
unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332.
FORMACION FUERTE:
Sus padres encomendaron la formación de sus
hijas a una mujer muy religiosa, pero de muy fuerte disciplina. Ella no las
dejaba estar tomando bebidas entre horas (aunque aquellas tierras son de clima
muy caliente) pues les decía: "Ahora cada vez que tengan sed van a tomar
bebidas para calmarla. Y después que sean mayores y tengan las llaves de la
pieza donde está el vino, tomarán licor y esto les hará mucho daño."
Mónica le obedeció los primeros años pero, después ya mayor, empezó a ir a
escondidas al depósito y cada vez que tenía sed tomaba un vaso de vino. Más
sucedió que un día regaño fuertemente a un obrero y este por defenderse le
grito ¡Borracha! Esto le impresiono profundamente y nunca lo olvido en la vida,
y se propuso no volver a tomar jamás bebidas alcohólicas. Pocos meses después
fue bautizada (en ese tiempo bautizaban a la gente ya entrada en años) y desde
su bautismo su conversión fue admirable.
UN ESPOSO TERRIBLE:
Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y
de soledad (como su nombre lo indica) pero sus padres dispusieron que tenía que
esposarse con un hombre llamada Patricio. Este era un buen trabajador, pero
terriblemente malgeniado, y además mujeriego, jugador y sin religión, ni gusto
por lo espiritual. La hará sufrir lo que no está escrito y por treinta años
ella tendrá aguantar los tremendos estallidos de ira de su marido que grita por
el menor disgusto, pero este jamás se atreverá a levantar la mano contra ella.
Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría
y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por docenas de años.
VIUDA Y CON UN HIJO
REBELDE:
Patricio no era católico, y aunque criticaba
el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande con los pobres, nunca
se oponía a que ella se dedicara a estas buenas obras. y quizás por eso mismo
logro su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin
alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar,
y que lo mismo lo hiciera la suegra, mujer terriblemente colérica que por
meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado harto la vida a la
pobre Mónica. Un año después de su bautismo, murió santamente Patricio, dejando
a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.
EL MUCHACHO DIFICIL:
Patricio y Mónica se habían dado cuenta de
que su hijo mayor era extraordinariamente inteligente, y por eso lo enviaron a
la capital del estado, la ciudad de Cartago, a estudiar filosofía, literatura y
oratoria. Pero Agustín tuvo la desgracia de que su padre no se interesaba nada
de sus progresos espirituales. Solo le importaba que sacara buenas notas, que
brillara en las fiestas sociales y que sobresaliera en los ejercicios físicos,
pero acerca de la salvación de su alma, no se interesaba ni le ayudaba en nada.
Y esto fue fatal para él, pues fue cayendo de mal en peor en pecados y errores.
UNA MADRE FUERTE:
Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años
y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez peores, de que el joven
llevaba una vida nada santa. Que, en una enfermedad, ante el temor a la muerte
se había hecho instruir acerca de la religión y propuesto hacerse católico,
pero que sanado de la enfermedad había abandonado el propósito de hacerlo. Y
que finalmente, se había hecho socio de una secta llamada de los Maniqueos, que
afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el Diablo. Y Mónica que era
bondadosa pero no cobarde, ni floja, al volver su hijo a vacaciones y empezar a
oírle mil barbaridades contra la verdadera religión, lo hecho sin más de la
casa y le cerró las puertas, porque bajo su techo no quería alberga enemigos de
Dios.
LA VISION ANIMADORA:
Pero sucedió que en esos días Mónica tuvo un
sueño en el que vio que ella estaba en bosque llorando por la pérdida
espiritual de su hijo y que en ese momento se le acercaba un personaje muy
resplandeciente y le decía: "tu hijo volverá contigo " y enseguida
vio a Agustín junto a ella. Le narro al muchacho el sueño tenido y él dijo
lleno de orgullo que eso significaba que la madre se iba a volver maniqueista
como él. Pero ella le respondió: "En el sueño no me dijeron, mama ira a
donde su hijo, sino tu hijo volverá contigo" Esta hábil respuesta
impresionó mucho a su hijo, quien más tarde la consideraba como una inspiración
del cielo. Esto sucedió en el año 437.
Faltaban 9 años para que Agustín se
convirtiera-
LA RESPUESTA DE UN
OBISPO:
Por muchos siglos ha sido muy comentada la
bella respuesta que un obispo le dio a Mónica cuando ella le contó que llevaba
años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y
amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió: "Este
tranquila, es imposible que se pierda el Hijo de tantas lágrimas". Esta
admirable respuesta y lo que había oído en el sueño, la llenaban de consuelo y
esperanza, a pesar de que Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.
UN HIJO QUE
SE FUGA Y UNA MADRE QUE LO VA SIGUIENDO:
Cuando tenía 29 años, el joven decidió ir a
Roma a dar clases allá. Ya era todo un doctor. Mama se propuso irse con él para
librarlo de todos los peligros morales. Pero Agustín le hizo una jugada
tramposa (de la cual se arrepintió mucho más tarde) Al llegar junto al mar le
dijo a Mónica que se fuera a rezar a un templo, mientras iba a visitar a un
amigo, y lo que hizo fue subirse al barco y salir rumbo a Roma, dejándola sola
allí, pero Mónica no era mujer débil para dejarse derrotar tan fácilmente. Tomo
otro barco y se dirigió hasta Roma.
UN PERSONAJE QUE
INFLUYO MUCHO:
En Milán; Mónica se encontró con el Santo más
famoso de la época, San Ambrosio, arzobispo de esa ciudad. En él se encontró un
verdadero padre lleno de bondad y de sabiduría que la fue guiando con prudentes
consejos. Además, Agustín se quedó impresionado por su enorme sabiduría y la
poderosa personalidad de San Ambrosio y empezó a escucharle con profundo cariño
y a cambiar sus ideas y entusiasmarse por la fe católica.
LA CONVERSION:
Y sucedió que en año 387, Agustín al
leer unas frases de San Pablo sintió una impresión extraordinaria y se propuso
cambiar de vida. Envió lejos a la mujer con la cual vivía en unión libre, dejo
sus vicios y malas costumbres. Se hizo instruir en la religión y en la fiesta
de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar.
YO PUEDO MORIR
TRANQUILA:
Agustín, ya convertido, dispuso volver con s
madre y su hermano, a su tierra, en el África, y se fueron al puerto de Hostia
a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba es
esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y
sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, por la noche al ver el cielo
estrellado platicando con Agustín acerca de cómo serán las alegrías que
tendremos en el cielo, y ambos se emocionaban comentando y meditando los goces
celestiales que nos esperan. En determinado momento exclamo entusiasmada:
" ¿Y a mí que más me puede amarrar a la tierra? Ya he obtenido mi gran
deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de
Dios". Poco después le invadió la fiebre, y en pocos días se agravo y
murió. Lo único que pidió a sus dos hijos es que no dejaran de rezar por el
descanso de su alma.
Murió en el año 387 a los 55 años.
Miles de madres y de esposas se han
encomendado en todos estos siglos a Santa Mónica, para que les ayude a
convertir a sus esposos e hijos, y han conseguido conversiones admirables.
La pintan como vestida de monja (porque así
se vestían en ese tiempo las mujeres que se dedicaban a la vida espiritual,
huyendo de los adornos y de la vanidad) y con un bastón de caminante, en
recuerdo que hizo de los viajes buscando a su hijo para convertirlo, y con un
libro en la mano, para no olvidar que fue la lectura de una página de la Biblia
lo que obtuvo que Agustín se decidiera a convertirse definitivamente.
Oración a Santa Mónica
¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de
viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y
concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las
misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras
plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos!, a vuestras plantas
venimos hoy las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a
suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que Vos tuvisteis y la
compunción que merecen nuestras culpas, para que derramando con humildad
nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la
gracia de vivir la santa vida que Vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la
gloria que Vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres,
esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y
son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.
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