27 DE SEPTIEMBRE - MIÉRCOLES
25ª -SEMANA DEL T. O. -A
Evangelio según san Lucas 9, 1-6
En aquel
tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de
demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el Reino de
Dios y a curar los enfermos, diciéndoles:
"No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni
pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde
entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al
salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa'.
Ellos se pusieron en
camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en
todas partes.
1. Lo
primero, que salta a la vista en este texto, es que la misión primordial de los
apóstoles que designó Jesús, según el mandato del propio Jesús, antes que una
misión "religiosa", es una misión "terapéutica". Es decir,
se trata, ante todo, de una misión curativa, humanitaria, destinada a expulsar
las fuerzas del
mal
que causan sufrimientos y penalidades a los humanos.
Después de eso, Jesús les dice a sus apóstoles
que tienen también la misión de "proclamar el reinado de Dios". Pero añadiendo
enseguida, otra vez, que anuncien el Reino "curando enfermedades".
2. Es
evidente que a Jesús le preocupaba, ante todo, el problema de la salud. Y
lógicamente su contrario, el problema de la enfermedad. Que es lo
mismo
que decir el problema del sufrimiento.
Porque, como bien sabemos, el problema que más preocupa a los mortales es el problema de la
salud. Pero
teniendo
presente que, cuando hablamos de la salud
humana, nos referimos a la integridad del "estar y sentirse
bien". Lo que conlleva -y de forma muy
importante-
la paz interior, el equilibrio mental y
psicológico, el sosiego del espíritu, la ilusión y las ganas de vivir, la prevención
de los males y un ambiente general en el que la persona se sienta útil,
apreciada y valorada.
3. Para
lograr todo esto, Jesús piensa que el dinero, y la apariencia externa de los
signos de autoridad (vestimenta, equipamiento, imagen externa...), no
solo
no son necesarios, sino que además son un estorbo, un impedimento, para llevar a cabo y con eficacia
la misión que Jesús encarga a sus apóstoles.
La pena es que, en la Iglesia, hemos pensado
que Jesús (en este punto concreto) se
equivocó y sus consejos quizá pudieron ser útiles en la Galilea del s. I. Pero
ahora, nadie toma en serio lo que dijo Nuestro Señor.
Hemos decidido que en el Evangelio hay cosas que
solo servían en tiempos de Jesús. Pero ahora, según parece y se deduce de la conducta
de clérigos..., nosotros
vemos
mejor las cosas y sabemos más de las nuevas situaciones, que, por lo visto,
Jesús no pudo prever.
Es raro todo esto. Sobre todo, cuando a otras
palabras
de Jesús, que favorecen nuestros intereses, les damos tanto valor. Y hasta le
hacemos decir a Jesús lo que en realidad nunca dijo.
Es duro y complicado entender a esta Iglesia, a
sus dirigentes y a sus teólogos. Tomamos del Evangelio lo que nos conviene y
dejamos al margen lo que no nos interesa.
¿Es esto soportable?
San Vicente de Paúl
Sacerdote francés
Nació el 24 de
abril de 1581 en una pequeña casa rural en las afueras de la aldea de Pouy, a
unos cinco kilómetros de la ciudad de Dax, en la región de las Landas, suroeste
de Francia.
En el lugar de su nacimiento, conocido hoy como Berceau de Saint
Vincent de Paul, se levanta una modesta construcción de ladrillo y vigas de
madera muy parecida a la casa en que nació Vicente en abril de 1580 ó 1581 (el
año exacto no es seguro).
Era el tercero de seis hermanos. La modesta condición de la familia
hizo que muy pronto el niño Vicente tuviera que contribuir con su trabajo de
pastor de ovejas y de cerdos a la economía familiar.
Pronto también dio muestras de una inteligencia despierta, lo que
llevó a su padre a pensar que este hijo podía muy bien 'hacer carrera'
expresamente, una carrera eclesiástica. Cursó estudios primarios y secundarios
en Dax, y posteriormente filosofía y teología en Toulouse durante siete años.
Hizo también algunos estudios en Zaragoza.
Se ordenó muy joven, a los veinte años, con la intención de ser
párroco de inmediato y así poder ayudar a su familia.
Parece ser que en 1606 fue capturado por los piratas en un viaje a
Narbona y vendido como esclavo en Túnez, aunque logró huir y regresó a Francia.
San Vicente de Paúl ejerció durante veinte años como párroco y
capellán de una familia aristocrática. Además, fue capellán general de las
galeras francesas y trabajó en favor de los galeotes.
En el año 1617 fundó la primera Confraternidad de la Caridad,
constituida por mujeres acaudaladas dedicadas a ayudar a los enfermos y a los
pobres en Châtillon-les-Dombes, cerca de Lyon. En 1622 san Francisco de Sales
le nombró superior de los conventos parisinos de la orden de la Visitación de
Santa María. Con la ayuda de la familia para la que trabajaba como capellán
fundó la Congregación de la Misión, dedicada a predicar entre los campesinos de
las propiedades de la familia, y en 1626 estableció una de sus comunidades en
el College des Bons-Enfants de París.
Además, creó otras organizaciones altruistas, como las Hermanas de la
Caridad, que se formó en 1633 bajo su dirección y con la ayuda de Santa Luisa
de Marillac; a ellas se debe la fundación del Hospital de París.
San Vicente de Paúl falleció en París el 27 de septiembre de 1660.
Fue canonizado en 1737 y nombrado patrón de las obras de caridad en
1885.
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