domingo, 10 de septiembre de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 11 DE SEPTIEMBRE - LUNES – 23ª - SEMANA DEL T. O. -A SANTOS PROTOS Y JACINTO, MARTIRES





11  DE SEPTIEMBRE  -  LUNES –
23ª - SEMANA DEL  T. O. -A

Evangelio según san Lucas 6, 6-11
      Un sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar.  Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los letrados y los fariseos estaban al acecho   para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.  Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico:
"Levántate y ponte ahí en medio".
Él se levantó y se quedó en pie.
Jesús les dijo:
"Os voy a hacer una pregunta: 
- ¿Qué está permitido en sábado?
- ¿Hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?"
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre:
"Extiende el brazo".
Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido.
Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.

1.  Para comprender la hondura que entraña este relato, es necesario tener en cuenta el alcance de la pregunta que hace Jesús. Esa pregunta no se refiere solo al sábado. Lo que Jesús quiere oír, de los representantes religiosos, no es la respuesta a una casuística concreta, que se refería a si estaba o no estaba permitido curar en sábado a un enfermo crónico, cuya limitación, por otra
parte, no exigía curarlo de inmediato porque su vida estaba en peligro de muerte.  Ese no era el caso en aquel    momento. Se trataba de un manco que podía esperar perfectamente hasta el día siguiente.

2.  Entonces, - ¿por qué pregunta Jesús si en sábado se podía "salvar a uno o dejarlo morir"?
El manco no se iba a morir, por el hecho de salir aquella tarde de la sinagoga tal como había entrado.
Entonces -insistamos- ¿a qué venía aquella pregunta?  Una pregunta, por otra parte, que allí tuvo el silencio por respuesta (Mc 3, 4 b). Y un silencio, además, que provocó la "ira" (met' orgés) de Jesús.
O sea, allí estaba en juego algo muy serio y hasta muy grave, a juicio del propio Jesús.
- ¿Por qué tanta seriedad y hasta gravedad en un asunto, a primera vista, sin demasiada importancia?

3.  Lo que allí estaba en juego es si, para la religión  y sus responsables, lo primero es la observancia religiosa o lo primero es la salud, el bienestar y la  plenitud de la vida de cualquier ser humano.  Y es claro que, planteado el problema en tales términos, lo que está fuera de duda es que:
1) Para los responsables religiosos, lo primero es la sumisión a las observancias religiosas, incluso cuando   se trata de las observancias resultantes de la casuística de los juristas y los leguleyos.
2) Para Jesús, lo primero de todo en la vida es la salud y el bienestar de las personas, por más que eso pueda producir, en no pocos casos, que los hombres de la religión se pongan "furiosos" o se "inflamen de cólera insensata"  (eplésthesan anoías) (Lc 6, 11) (H. Balz, G. Schneider) y  hasta lleguen a planear cómo quitarle la vida al que les quita a ellos su poder indiscutible y su prestigio incuestionable. 
En esto radica el peligro que entraña, con frecuencia, la religión.

SANTOS PROTOS Y JACINTO, MARTIRES


El martirologio romano los recoge, así como un Calendario escrito por San Fronto en el siglo VIII. La primera referencia a estos santos es bastante antigua, ya en el siglo IV se celebraba su memoria en Roma, aunque lo que se sabe de ellos es bastante dudoso y los bolandistas lo han declarado como leyenda sin fundamento. Estos santos aparecen en la leyenda de Santa Eugenia (25 de diciembre) y dice que eran los eunucos de Felipe y Claudia, padres de Eugenia. Los cinco se trasladaron a Alejandría, pues Felipe fue nombrado prefecto de esta ciudad, donde la persecución contra los cristianos arreciaba. Eugenia huyó de casa con los dos esclavos, puesto que ya eran cristianos, aunque aún no estaban bautizados. De camino encuentran a Heleno, el obispo de Heliópolis, que junto a 10.000 cristianos habían sido desterrados, Eugenia, Proto y Jacinto fueron bautizados y se retiraron al desierto como eremitas, carmelitas dirá la leyenda del Carmelo, haciéndose pasar Eugenia por hombre. La leyenda del Carmelo añade que San Dionisio, Papa y carmelita (19 de enero) le dio el velo a Eugenia y a Santa Cirila (18 de octubre).
Mientras tanto, Felipe estaba en la desesperación, buscó de alta y baja, pero no pudo encontrar a su hija. Luego se levantó a su honor a una estatua de oro, y ordenó a todas las naciones y lenguas a inclinarse y adorar la imagen de oro que había creado. Después de tres años, Eugenia fue elegida abad del monasterio. Aquí se nos dice que sanó a una mujer de cuartanas, que esta se enamoró de ella, pensando que era un hombre y como Eugenia la rechazó, esta mujer, llamada Melania la denunció ante el prefecto (sí, Felipe) diciendo que el tal abad había manchado su honor.
Eugenia fue llamada a Alejandría, y ante el tribunal declara su sexo (mostrando sus pechos, que duda quedaba), Claudia reconoce a su hija, agarrándose a ella; un rayo cae del cielo, y consume a Melania, mientras que Felipe y Claudia se convierten y bautizan. Al mismo tiempo Felipe es elegido obispo, sin renunciar a la prefectura de la ciudad (se le verera como santo mártir el 13 de septiembre). Entre los convertidos públicamente está la joven Basilisa, de estirpe real en Roma, que ya era cristiana por la por las instrucciones de Proto y Jacinto (que vuelven a aparecer en la historia). Una versión dicen que Basilisa sería bautizada por el papa San Cornelio (16 de septiembre) y otra por el papa San Sotero (11 de agosto). Cuando se descubre en Roma, que Basilisa se había hecho cristiana, es ejecutada junto a Proto y Jacinto. Eugenia también es martirizada.
En realidad todo esto no es más que una historia de carácter piadoso, hecha para aleccionar sobre la vida religiosa, la castidad, la fe de los mártires. Pero más probable es que Proto y Jacinto, dos mártires reales pero inciertos hayan sido incorporados a la “historia” de Eugenia, para darles más credibilidad y dotarles de unas actas. Porque sí es cierto que su culto es antiguo, como puse al principio. Y no deja de ser curioso, pues mientras de ellos no hay dudas y no necesitaban "historia" alguna, de Eugenia sí que no hay rastros.

Los cuerpos.
Y como no podía ser menos, la confusión con sus reliquias es enorme: En el siglo IX, unos huesos atribuidos a ellos fueron trasladados con gran solemnidad al monasterio de Seligenstad (cerca de Frankfurt). En la guerra de los 30 años, los suecos invadieron el monasterio, los huesos fueron profanados y se perdieron.
Otros dos cuerpos de los santos, sin embargo, fueron hallados en las catacumbas de la Vía Salaria en el siglo X, y fueron trasladados a Metz. Otros dos cuerpos, enteros, se conservan en San Félix de Pavía. Otros dos más, enteros también, en la abadía de Santa María de Castilione, en Parma. Dos más en Mantua, con fecha desconocida de puesta al culto, y dos más (se trasladaron con autoridad papal incluida) en Florencia desde 1428, que fueron puestos en un bello sarcófago de bronce. Otros dos cuerpos fueron trasladados por el Papa Clemente VIII de la iglesia de San Salvador de Roma a la de San Juan ¡también en Florencia!, en 1592. Y aún hay dos cuerpos más en Como, puestos al culto en 724, trasladados en 1096, luego en 1317, y finalmente en 1618.
Sin embargo, todos parecen ser falsos, porque en 1845, la tumba fue hallada cerrada, y dentro había cenizas y un puñado de huesos de Jacinto, envueltos en una rica tela. Era un lóculo pequeño con inscripción "D la P III idus septebr Yacinthus martyr" (Sepultado el 11 septiembre. Mártir Jacinto) y se tiene la certeza de que son ellos porque dentro había también una inscripción que decía "sepulcrum proti m(martyris)" (sepulcro de Proto, mártir). Estas reliquias, autentificadas, fueron puestas en la capilla de Propaganda Fide. Sean quienes fueran, Proto y Jacinto son mártires reales.






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