14 de septiembre - Jueves –
23ª – Semana del T. O. -A –
Lectura del libro de los Números (21,4b-9):
En
aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y
contra Moisés:
«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto?
No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo.»
El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los
mordían, y murieron muchos israelitas.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al
Señor para que aparte de nosotros las serpientes.»
Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:
«Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos
de serpientes quedarán sanos al mirarla.»
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un
estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de
bronce y quedaba curado.
Salmo: 77,1-2.34-35.36-37.38
R/. No olvidéis las acciones del Señor
Escucha,
pueblo mío, mi enseñanza,
inclina
el oído a las palabras de mi boca:
que voy a
abrir mi boca a las sentencias,
para que
broten los enigmas del pasado. R/.
Cuando los
hacía morir, lo buscaban,
y
madrugaban para volverse hacia Dios;
se
acordaban de que Dios era su roca,
el Dios
Altísimo su redentor. R/.
Lo
adulaban con sus bocas,
pero sus
lenguas mentían:
su
corazón no era sincero con él,
ni eran
fieles a su alianza. R/.
Él, en
cambio, sentía lástima,
perdonaba
la culpa y no los destruía:
una y
otra vez reprimió su cólera,
y no
despertaba todo su furor. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):
Cristo, a
pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al
contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por
uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta
someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó
sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre
de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda
lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Lectura del santo evangelio según san Juan (3,13-17):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo
del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene
que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida
eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca
ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no
mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve
por él.»
1. Las
cruces están despareciendo de muchos lugares públicos en nombre de la laicidad
social. Si no colgamos símbolos de otras religiones ¿por qué habríamos de
colgar cruces en las escuelas o en los juzgados, por ejemplo? Y, sin embargo,
la cruz de Jesús no es el logotipo de una multinacional religiosa sino un
símbolo universal de amor.
2. La
fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz no nos invita a acentuar nuestros
rasgos de grupos, como si fuéramos unos fanáticos, sino a contemplar al
Crucificado. Su trono no es un solio real del pasado ni tampoco un poder
mediático del presente, sino su Cuerpo traspasado por amor.
3. Contemplar
la cruz de Jesús significa adentrarse en la historia del sufrimiento de la
humanidad. Por eso, los cristianos no somos fanáticos de la cruz como otros lo
son de su raza, lengua, bandera, territorio, etc. Al contrario, por la Cruz de
Jesús, entramos en esa "internacional del sufrimiento" que solo
encuentra un punto de luz en su Cuerpo Resucitado. De esta comunidad de
sufrientes no queda excluido ningún ser humano. Cualquiera puede adherirse a la
cruz sin sentir que toca madera extraña. La cruz de Jesús está hecha con la
madera de mi propia tiniebla.
Exaltación de la Santa Cruz
La fiesta del Triunfo de la Santa Cruz se hace en recuerdo de la
recuperación de la Santa Cruz obtenida en el año 614 por el emperador Heraclio,
quien la logró rescatar de los Persas que se la habían robado de Jerusalén.
Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador
dispuso acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos
ornamentos reales, y de pronto se dió cuenta de que no era capaz de avanzar.
Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: "Es que todo ese
lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y
doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles".
Entonces el emperador se despojó de su manto de lujo y de su
corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la
piadosa procesión.
La Santa Cruz (para evitar nuevos robos) fue partida en varios
pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, un tercero se dejó en
un hermoso cofre de plata en Jerusalén. Otro se partió en pequeñísimas astillas
para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero, que se llamaron
"Veracruz"(verdadera cruz).
Nosotros recordamos con mucho cariño y veneración la Santa Cruz
porque en ella murió nuestro Redentor Jesucristo, y con las cinco heridas que
allí padeció pagó Cristo nuestras inmensas deudas con Dios y nos consiguió la
salvación.
A San Antonio Abad (año 300, fiesta el 17 de enero) le sucedió que
el demonio lo atacaba con terribilísimas tentaciones y cuentan que un día,
angustiado por tantos ataques, se le ocurrió hacerse la señal de la Cruz, y el
demonio se alejó. En adelante cada vez que le llegaban los ataques diabólicos,
el santo hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Y dicen que entonces
empezó la costumbre de hacer la señal de la cruz para librarse de males.
De una gran santa se narra que empezaron a llegarle espantosas
tentaciones de tristeza. Por todo se disgustaba. Consultó con su director
espiritual y este le dijo: "Si Usted no está enferma del cuerpo, ésta
tristeza es una tentación del demonio". Le recomendó la frase del libro
del Eclesiástico en la S. Biblia: "La tristeza no produce ningún fruto
bueno". Y le aconsejó: "Cada vez que le llegue la tristeza, haga muy
devotamente la señal de la cruz". La santa empezó a notar que con la señal
de la cruz se le alejaba el espíritu de tristeza.
Cuando Nuestra Señora se le apareció por primera vez a Santa
Bernardita en Lourdes (Año 1859), la niña al ver a la Virgen quiso hacerse la
señal de la cruz. Pero cuando llegó con los dedos frente a la cara, se le quedó
paralizada la mano. La Virgen entonces hizo Ella la señal de la cruz muy
despacio desde la frente hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo hasta el
derecho. Y tan pronto como la Madre de Dios terminó de hacerse la señal de la
cruz, a la niña se le soltó la mano y ya pudo hacerla ella también. Y con esto
entendió que Nuestra Señora le había querido dar una lección: que es necesario
santiguarnos más despacio y con más devoción.
Mire a la gente cuando pasa por frente a una iglesia. ¿Cómo le
parece esa cruz que se hacen? ¿No es cierto que más parece un garabato que una
señal de la Cruz? ¿Cómo la haremos de hoy en adelante?
Como recuerdo de esta fecha de la exaltación de la Santa Cruz,
quiero hacer con más devoción y más despacio mi señal de la Cruz.
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