8 DE SEPTIEMBRE - VIERNES
NATIVIDAD DE
MARÍA
Evangelio según san Mateo 1, 18-23
El nacimiento de Jesucristo fue de esta
manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos,
resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió
repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció
en sueños un ángel del Señor que le dijo:
"José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María,
tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a
luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de
los pecados'.
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el
Señor por el Profeta:
"Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le
pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios con nosotros".
1. No
se trata aquí de analizar el contenido histórico y teológico de este relato.
Tal análisis, o se hace a fondo (cosa que no entra ni en la intención ni en la capacidad
de este comentario) o es preferible dejarlo para los estudios especializados
sobre este asunto.
Para las personas que cada día leen y
reflexionan sobre el texto litúrgico de la misa, puede ser de utilidad
reflexionar, con motivo de esta festividad de María, sobre la significación que tiene, en la
religiosidad popular, la "devoción a la Virgen".
2. Es
evidente, ante todo, que la llamada "religiosidad popular" es
importante para muchas personas, sean del estrato social que sean y tengan la
cultura que tengan. Es, por tanto, un error el empeño, de ciertos sectores del
"cristianismo progresista", por restar importancia, desprestigiar y
hasta combatir la
religiosidad
del pueblo, tal como la gente, a lo largo de años, décadas y siglos, ha
configurado las formas externas de
vivir y expresar sus creencias. Y es un
error
ese empeño porque, para amplios sectores de la población, no hay otra forma de
mantener su religiosidad, ni otra forma de expresarla.
Quitarle eso, para mucha gente, sería quitarle
las formas elementales de sentimiento religioso y de fe que pueden vivir.
En el caso concreto de la devoción a María, la
madre
de Jesús, este criterio es determinante.
3. Pero
es claro que, en la medida en que lo dicho es cierto, en esa misma medida la Iglesia,
sus obispos y teólogos, tendrían que pensar muy en serio por qué el pueblo
vive, a veces, tan intensamente determinadas formas de religiosidad popular, al
tiempo que desconoce llamativamente las
cosas más elementales sobre el significado, el sentido, el alcance y las
exigencias de los
evangelios,
de la teología de san Pablo y, en general, del Nuevo Testamento.
- ¿Por qué hay tanta gente que no tiene ni idea
de los datos más elementales que proporciona el estudio de los evangelios?
Esto sí que es grave y preocupante. Y no parece
que se esté ahora mismo en condiciones de ponerle remedio a este fallo tan
serio y de tan serias consecuencias.
SANTA MARIA DE LA
VICTORIA
PATRONA DE MALAGA Y SU
DIOCESIS
La vinculación de Santa María de la Victoria con la ciudad de
Málaga nace en agosto de 1487, cuando después de tres meses de asedio, las
tropas de Castilla y Aragón no conseguían conquistar la ciudad. Según cuenta la
tradición el rey Fernando poseía en su oratorio una imagen mariana. La imagen
de Santa María de la Victoria data del siglo XV Se encontraba en el oratorio
que Fernando el Católico tenía en su campamento durante el asedio de la ciudad
de Málaga y por su estilo se puede decir que fue hecha por un escultor alemán.
Según la tradición, la imagen le fue entregada al rey aragonés por el emperador
Maximiliano I.
En un sueño del rey, un anciano intercedía y pedía ante la Virgen
por la consecución de la conquista. Ese mismo día llegaron a las estancias
reales unos religiosos enviados por San Francisco de Paula, para pedir el
permiso de fundación en España de la Orden de los Frailes Mínimos. Al mismo
tiempo llevaban una carta del fundador en la que a modo de profecía indicaba al
rey, que no levantase el cerco porque en tres días la ciudad caería en sus
manos. El monarca entendió su sueño como una revelación divina y reconoció en
el anciano a San Francisco de Paula y por tanto que la responsable de la
victoria, era la imagen de la Virgen que tenía en su oratorio. Tres días
después, 19 de agosto, la ciudad comenzaba un nuevo capítulo de su historia.
Descripción
La imagen de Santa María de la Victoria es una escultura
ejecutada en madera policromada, sedente sobre roca y con Niño en el regazo. Su
autoría es una incógnita, si bien se barajan hipótesis entorno a Pedro Millán y
Juan de Figueroa (Siglo XV). Destacan su frontalidad de gran empaque
mayestático, rostro oval de serena expresión realista y pliegues angulosos de
los vestidos. En la mano derecha porta un cetro y sobre la izquierda lleva
posado un pajarito; a los pies figura la inscripción de rasgos gotizantes de
finales del siglo XV (+SANTAMDLAVITORIA+). El Niño se encuentra en actitud de
bendecir, es obra de Adrián Risueño (1943).
Patronazgo
La Virgen de la Victoria es Patrona Principal de Málaga y su
Diócesis desde el día 12 de diciembre de 1.867. Por un “breve” otorgado por el
papa Pío IX. Era Obispo de Málaga Don Juan Nepomuceno Cascallana.
Coronación Canónica
En 1940 el Papa Pío XII concedió la Coronación Canónica a la
imagen de Santa María de la Victoria. En 1941 se constituye la junta
pro-coronación, encargada de organizar los actos y buscar fondos necesarios. La
Virgen fue coronada el 8 de febrero de 1943 por el nuncio de su Santidad, D.
Cayetano Cicognani, en el Paseo del Parque junto a la fuente de las Tres
Gracias. Era Obispo de Málaga Don Balbino Santos y Olivera.
En diversos tronos de la Semana Santa de Málaga se destaca una
capilla para la Virgen de la Victoria. Es en el trono de la Virgen del Rocio
donde aparece por primera vez reflejada una reproducción de la patrona de la
ciudad malacitana.
Por breve del Papa Pío IX fechado el 8 de diciembre de 1867 fue
declarada oficialmente Patrona Principal de toda la diócesis de Málaga. Fue
oficialmente coronada por el nuncio de Su Santidad, don Cayetano Cicognani, el
8 de febrero de 1943.
El 8 de septiembre se celebra la fiesta de Santa María de la
Victoria, día festivo local en Málaga. En esta fecha, la Iglesia celebra la
Natividad de Nuestra Señora, día en el que se concentran muchas advocaciones
marianas.
Con motivo de su fiesta, el último domingo de agosto se traslada
su imagen desde la Basílica y Real Santuario de Santa María de la Victoria
hasta la Santa Iglesia Catedral Basílica de Málaga donde se le rinde culto en
una novena. A la novena asiste gente de todas las edades, niños cofrades que se
acercan a ver a su patrona.
El mencionado día 8 de septiembre tiene lugar una procesión en la
que se porta la imagen desde la catedral hasta el Santuario de la Victoria,
templo donde se halla habitualmente.
La Iglesia recuerda el día del nacimiento de la Virgen María cada
8 de setiembre. El Evangelio no nos da datos del nacimiento de María, pero hay
varias tradiciones. Algunas, considerando a María descendiente de David,
señalan su nacimiento en Belén. Otra corriente griega y armenia, señala
Nazareth como cuna de María.
¿Qué celebramos cada 8 de septiembre?
La celebración de la fiesta de la Natividad de la Santísima
Virgen María, es conocida en Oriente desde el siglo VI. Fue fijada el 8 de
septiembre, día con el que se abre el año litúrgico bizantino, el cual se
cierra con la Dormición, en agosto. En Occidente fue introducida hacia el siglo
VII y era celebrada con una procesión-letanía, que terminaba en la Basílica de
Santa María la Mayor.
El Evangelio no nos da datos del nacimiento de María, pero hay
varias tradiciones. Algunas, considerando a María descendiente de David,
señalan su nacimiento en Belén. Otra corriente griega y armenia, señala
Nazareth como cuna de María.
Sin embargo, ya en el siglo V existía en Jerusalén el santuario
mariano situado junto a los restos de la piscina Probática, o sea, de las
ovejas. Debajo de la hermosa iglesia románica, levantada por los cruzados, que
aún existe -la Basílica de Santa Ana- se hallan los restos de una basílica
bizantina y unas criptas excavadas en la roca que parecen haber formado parte
de una vivienda que se ha considerado como la casa natal de la Virgen.
Esta tradición, fundada en apócrifos muy antiguos como el llamado
Protoevangelio de Santiago (siglo II), se vincula con la convicción expresada
por muchos autores acerca de que Joaquín, el padre de María, fuera propietario
de rebaños de ovejas. Estos animales eran lavados en dicha piscina antes de ser
ofrecidos en el templo.
La fiesta tiene la alegría de un anuncio premesiánico. Es famosa
la homilía que pronunció San Juan Damasceno (675-749) un 8 de septiembre en la
Basílica de Santa Ana, de la cual extraemos algunos párrafos:
"¡Ea, pueblos todos, hombres de cualquier raza y lugar, de
cualquier época y condición, celebremos con alegría la fiesta natalicia del
gozo de todo el Universo. Tenemos razones muy válidas para honrar el nacimiento
de la Madre de Dios, por medio de la cual todo el género humano ha sido
restaurado y la tristeza de la primera madre, Eva, se ha transformado en gozo.
Ésta escuchó la sentencia divina: parirás con dolor. A María, por el contrario,
se le dijo: ¡Alégrate, llena de gracia!
¡Oh feliz pareja, Joaquín y Ana, a ustedes está obligada toda la
creación! Por medio de ustedes, en efecto, la creación ofreció al Creador el
mejor de todos los dones, o sea, aquella augusta Madre, la única que fue digna
del Creador. ¡Oh felices entrañas de Joaquín, de las que provino una descendencia
absolutamente sin mancha! ¡Oh seno glorioso de Ana, en el que poco a poco fue
creciendo y desarrollándose una niña completamente pura, y, después que estuvo
formada, fue dada a luz! Hoy emprende su ruta la que es puerta divina de la
virginidad. De Ella y por medio de Ella, Dios, que está por encima de todo
cuanto existe, se hace presente en el mundo corporalmente. Sirviéndose de Ella,
Dios descendió sin experimentar ninguna mutación, o mejor dicho, por su
benévola condescendencia apareció en la Tierra y convivió con los
hombres".
Si pensamos por cuántas cosas podemos hoy alegrarnos, cuántas
cosas podemos festejar y por cuántas cosas podemos alabar a Dios; todos los
signos, por muchos y hermosos que sean, nos parecerán tan sólo un pálido
reflejo de las maravillas que el Espíritu de Dios hizo en la Virgen María, y
las que hace en nosotros, las que puede seguir haciendo... si lo dejamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario