sábado, 10 de marzo de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 10 DE MARZO - SÁBADO – 3ª- SEMANA DE CUARESMA - B SAN MACARIO DE JERUSALEN






10  DE MARZO - SÁBADO –
3ª- SEMANA  DE  CUARESMA - B
SAN  MACARIO  DE JERUSALEN

Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14
    En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola por   algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás:
"Dos   hombres subieron al Templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano.
El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
"¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo'.
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; solo se golpeaba el pecho diciendo:
"Oh Dios!, ten compasión de este pecador". 
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece, será humillado, y el que se humilla será enaltecido'.

1.  En tiempo de Jesús había fariseos. Y ahora los sigue habiendo, aunque no se llamen así. Los motivos que movilizan al fariseo son motivos religiosos.
Por eso, es fariseo todo individuo en el que se dan tres características:
1) Se ve a sí mismo como "bueno": ortodoxo en sus ideas, cumplidor de sus deberes, observante y sumiso a lo que está mandado.
2) Se siente "seguro" de sí mismo: de sus ideas, de su forma de vivir, de su buena familia y sus buenas   costumbres.
3) "Desprecia" a los que no piensan y no viven como    él.

2.  El fariseo entra "erguido" en el templo. Va por la vida con la cabeza alta. No se reprocha nada y solo tiene motivos para dar gracias a Dios. Porque él "no es
como los demás".
Da miedo pensar en la cantidad de fariseos que hay ahora. Y, sobre todo, da mucho miedo pensar en el destrozo que están haciendo en la Iglesia. Porque la han roto, la han dividido, la han partido por la mitad. Por eso en esta Iglesia no hay manera de vivir unidos, como no sea sometiéndose a las ideas y a la forma de vida que nos quieren imponer los fariseos de ahora.
Y conste que aquí todos somos fariseos.

3.  En este momento, como en tiempo de Jesús, hay   muchos "publicanos": son todos los que, por el motivo que sea, "no se atreven a levantar los ojos al cielo". Se sienten avergonzados, humillados y, a veces, también despreciados.
Los publicanos de hoy son los divorciados, los   homosexuales, los enfermos de sida... y todos los que no encuentran más solución que el recurso a la
misericordia de Dios.  Porque ni pueden cambiar de vida, ni la religión y sus representantes los toleran.  A no ser que se pongan a llevar una "doble vida".

4.  Uno de los problemas más serios, que todos tenemos que afrontar, está en "matar al fariseo" que todos llevamos incorporado, por el hecho de ser humanos y, por tanto, dotados de una fuerte tendencia a sentirnos seguros de nuestra propia conducta. De ahí, el desprecio que sentimos hacia quienes vemos como inferiores a nosotros. 
Una de las grandes tareas de la vida es vencer el sentimiento de superioridad sobre otras personas a las que vemos o miramos como gente "inferior" o "despreciable".

SAN  MACARIO  DE JERUSALEN

San Macario I de Jerusalén, Obispo
(250-335).

Que, con la ayuda del emperador Constantino, decoró las basílicas de la Ciudad Santa († 334) De Judea destaca por su amor a Cristo, como obispo de Jerusalén, llamada entonces Elia Capitolina.
El lleva a término las excavaciones, para descubrir el Calvario, la Cruz y el Sepulcro del Redentor, enterrados en tiempos del emperador Adriano. Ya el año 324 deseaba Constantino restaurar los recuerdos santos del Redentor en Palestina. Un año más tarde, San Macario habla de ello con el emperador Constantino con motivo de las solemnidades del Concilio de Nicea.
Al regreso del Concilio, San Macario realiza su gran obra que con tanta devoción visitará Santa Elena. Con la ayuda del emperador Constantino decoró las basílicas de la ciudad santa. A él se debe la construcción de la basílica del Santo Sepulcro, en el lugar donde Santa Elena, madre del emperador Constantino, lo había descubierto.
San Macario estaba presente cuando Santa Elena descubrió también las tres cruces del Calvario y fue él quien ayudó a determinar cuál de ellas era la de Cristo, aplicándola a una mujer moribunda la que al instante sanó y se levantó alabando a Dios.
San Macario murió el año 335. Del griego: feliz (250-335). Obispo. De origen palestino, fue patriarca de Jerusalén y combatió con energía a los arrianos. Participó en el Concilio de Nicea (s IV); impulsó la construcción de las grandes basílicas palestinas con el apoyo de emperador Constantino; con quien se le relaciona en el descubrimiento de la cruz de Cristo. Murió en Palestina.
Se representa con atuendo de obispo oriental.

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