10 DE MARZO - SÁBADO –
3ª-
SEMANA DE CUARESMA - B
SAN MACARIO
DE JERUSALEN
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, dijo Jesús
esta parábola por algunos que,
teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los
demás:
"Dos
hombres subieron al Templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un
publicano.
El fariseo, erguido, oraba así en su
interior:
"¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy
como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos
veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo'.
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no
se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; solo se golpeaba el pecho diciendo:
"Oh Dios!, ten compasión de este
pecador".
Os digo que este bajó a su casa justificado,
y aquel no. Porque todo el que se enaltece, será humillado, y el que se humilla
será enaltecido'.
1. En tiempo de Jesús había fariseos. Y ahora
los sigue habiendo, aunque no se llamen así. Los motivos que movilizan al
fariseo son motivos religiosos.
Por eso, es fariseo
todo individuo en el que se dan tres características:
1) Se ve a sí mismo
como "bueno": ortodoxo en sus ideas, cumplidor de sus deberes,
observante y sumiso a lo que está mandado.
2) Se siente
"seguro" de sí mismo: de sus ideas, de su forma de vivir, de su buena
familia y sus buenas costumbres.
3) "Desprecia"
a los que no piensan y no viven como
él.
2. El fariseo entra "erguido" en el
templo. Va por la vida con la cabeza alta. No se reprocha nada y solo tiene
motivos para dar gracias a Dios. Porque él "no es
como los demás".
Da miedo pensar en la
cantidad de fariseos que hay ahora. Y, sobre todo, da mucho miedo pensar en el
destrozo que están haciendo en la Iglesia. Porque la han roto, la han dividido,
la han partido por la mitad. Por eso en esta Iglesia no hay manera de vivir
unidos, como no sea sometiéndose a las ideas y a la forma de vida que nos
quieren imponer los fariseos de ahora.
Y conste que aquí todos somos fariseos.
3. En
este momento, como en tiempo de Jesús, hay
muchos "publicanos": son todos los que, por el motivo que sea,
"no se atreven a levantar los ojos al cielo". Se sienten
avergonzados, humillados y, a veces, también despreciados.
Los publicanos de hoy
son los divorciados, los homosexuales,
los enfermos de sida... y todos los que no encuentran más solución que el
recurso a la
misericordia de Dios. Porque ni pueden cambiar de vida, ni la
religión y sus representantes los toleran.
A no ser que se pongan a llevar una "doble vida".
4. Uno de los problemas más serios, que todos
tenemos que afrontar, está en "matar al fariseo" que todos llevamos
incorporado, por el hecho de ser humanos y, por tanto, dotados de una fuerte
tendencia a sentirnos seguros de nuestra propia conducta. De ahí, el desprecio
que sentimos hacia quienes vemos como inferiores a nosotros.
Una de las grandes
tareas de la vida es vencer el sentimiento de superioridad sobre otras personas
a las que vemos o miramos como gente "inferior" o "despreciable".
SAN MACARIO
DE JERUSALEN
San Macario I de
Jerusalén, Obispo
(250-335).
Que, con la ayuda del emperador Constantino,
decoró las basílicas de la Ciudad Santa († 334) De Judea destaca por su amor a
Cristo, como obispo de Jerusalén, llamada entonces Elia Capitolina.
El lleva a término las excavaciones, para
descubrir el Calvario, la Cruz y el Sepulcro del Redentor, enterrados en
tiempos del emperador Adriano. Ya el año 324 deseaba Constantino restaurar los
recuerdos santos del Redentor en Palestina. Un año más tarde, San Macario habla
de ello con el emperador Constantino con motivo de las solemnidades del
Concilio de Nicea.
Al regreso del Concilio, San Macario realiza su
gran obra que con tanta devoción visitará Santa Elena. Con la ayuda del
emperador Constantino decoró las basílicas de la ciudad santa. A él se debe la
construcción de la basílica del Santo Sepulcro, en el lugar donde Santa Elena,
madre del emperador Constantino, lo había descubierto.
San Macario estaba presente cuando Santa Elena
descubrió también las tres cruces del Calvario y fue él quien ayudó a
determinar cuál de ellas era la de Cristo, aplicándola a una mujer moribunda la
que al instante sanó y se levantó alabando a Dios.
San Macario murió el año 335. Del griego: feliz (250-335). Obispo. De origen palestino, fue patriarca
de Jerusalén y combatió con energía a los arrianos. Participó en el Concilio de
Nicea (s IV); impulsó la construcción de las grandes basílicas palestinas con
el apoyo de emperador Constantino; con quien se le relaciona en el
descubrimiento de la cruz de Cristo. Murió en Palestina.
Se representa con atuendo de obispo oriental.
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