28 DE
MARZO
–
MIÉRCOLES SANTO –
Lectura del santo evangelio según san Mateo (26,14-25):
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los
sumos sacerdotes y les propuso:
«¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas.
Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los
discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de
Pascua?»
Él contestó:
«ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle:
"El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu
casa con mis discípulos."»
Los discípulos cumplieron las instrucciones
de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce.
Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de
vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a
preguntarle uno tras otro:
«¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió:
«El que ha mojado en la misma fuente que yo,
ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero
¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a
entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió:
«Tú lo
has dicho.»
1. El "caso Judas" es un
paradigma. Hace algunos años, se pensaba
que Judas traicionó a Jesús por motivos políticos. Esta idea se basa en el
apodo de lscariote, una palabra que algunos han deducido del término iskarios,
que significaría "sicario". O sea, un revolucionario violento. Pero
eso no está demostrado. Ni parece que
sea demostrable. Es una interpretación
de Judas que estuvo de moda, en los ambientes teológicos, en los 60 y 70 del
siglo pasado (O. Cullmann).
Sin embargo, en el
"caso Judas", lo más lógico es pensar lo que dice expresamente el
Evangelio, a saber: que Judas era un ladrón que robaba (Jn 12, 6). 0 sea, fue
la codicia lo que hizo de aquel hombre un traidor.
Y eso es lo que relatan los evangelios:
¿Cuánto estáis
dispuestos a darme si os lo entrego? (Mt 26, 15; cf. Mc 14, 10-11; Lc 22, 3-6).
La traición de Judas
fue la traición de la codicia. El deseo de dinero y riqueza, que, tal como hoy funciona
la economía mundial, se consigue a base de acumular arruinando a los demás.
Es lo que estamos
viendo y padeciendo en estos tiempos de crisis económica mundial. La crisis que
ha hundido a la clase media y que ha abierto una brecha
asombrosa y criminal entre los más ricos (un
2%) y los más pobres (más del 80%) de la población mundial.
¿Cómo podemos seguir
aguantando a Judas tan presente hoy entre nosotros?
2. El "caso Judas" pone en evidencia
que la deshumanización puede estar
presente en los momentos y en los actos
que más nos humanizan. En el "caso Judas", la traición a la amistad y
a la vida puede estar en el centro mismo de la comensalía, en el momento en que
compartimos la mesa y el pan, es decir, en el símbolo central de la "vida
compartida".
3. Mateo (con Mc y Lc) le da más importancia a
este hecho al situarlo en la cena de la Pascua judía. Pero se sabe que esta
cena no fue la "cena pascual", ya que se celebró un día antes (Jn 13,
1; 18, 25), en el día de la Preparación, cuando se sacrificaban los
corderos pascuales (Jn 19, 14; cf. 19,
31. 42).
La última cena no fue
un acto "religioso", sino una cena de despedida, un acto
profundamente humano, cargado de intimidad, de miedos, de oscuridades y también
de cinismos y traiciones. Todo como la vida misma. La vida de un hombre entre
otros hombres.
San
SIXTO – III
XLIV Papa
Martirologio Romano: En Roma, en la vía Tiburtina, junto a san
Lorenzo, sepultura de san Sixto III, papa, que restableció la concordia entre
el Patriarcado de Antioquía y el de Alejandría, y en la Ciudad eterna erigió
para el pueblo de Dios la basílica de Santa María, en el monte Esquilino (440).
Fecha de canonización: Fue canonizado antes de la creación de la
Congregación para la causa de los Santos, por lo que su culto fue aprobado por
un obispo como consecuencia de la devoción popular.
Fue elegido papa a la muerte de san Celestino I,
en el año 432, y ocupó la sede de Pedro por ocho años que fueron muy llenos de
exigencias.
Durante su vida se vio envuelto casi de modo
permanente en la lucha doctrinal contra los pelagianos, siendo uno de los que
primeramente detectó el mal y combatió la herejía que había de condenar al papa
Zósimo. De hecho, Sixto escribió dos cartas sobre este asunto enviándolas a
Aurelio, obispo que condenó a Celestio en el concilio de Cartago, y a san
Agustín. Se libraba en la Iglesia la gran controversia sobre la Gracia
sobrenatural y su necesidad tanto para realizar buenas obras como para
conseguir la salvación.
Pelagio fue un monje procedente de las islas
Británicas. Vivió en Roma varios años ganándose el respeto y la admiración de
muchos por su vida ascética y por su doctrina de tipo estoico, según la cual el
hombre es capaz de alcanzar la perfección por el propio esfuerzo, con la ayuda
de Dios solamente extrínseca -buenos ejemplos, orientaciones y normas
disciplinares, etc.,- ¡era un voluntarista! Además, la doctrina llevaba anexa
la negación del pecado original. Y consecuentemente rechaza la necesidad de la
redención de Jesucristo. De ahí se deriva a la ineficacia sacramentaria. Todo
un monumental lío teológico basado en principios falsos que naturalmente Roma
no podía permitir.
Y no fue sólo esto. El Nestorianismo acaba de ser
condenado en el concilio de Éfeso, en el 431, un año antes de ser elegido papa
Sixto III; pero aquella doctrina equivocada sobre Jesucristo había sido
sembrada y las consecuencias no desaparecerían con las resoluciones
conciliares. Nestorio procedía de Antioquía y fue obispo de Constantinopla.
Mantuvo una cristología imprecisa en la terminología y errónea en lo
conceptual, afirmando que en Cristo hay dos personas y negando la maternidad
divina de la Virgen María; fue condenada su enseñanza por contradecir la fe
cristiana; depuesto de su sede, recluido o desterrado al monasterio de san
Eutropio, en Antioquía, muriendo impenitente fuera de la comunión de la
Iglesia. El papa Sixto III intentó con notable esfuerzo reducirlo a la fe sin
conseguirlo y a pesar de sus inútiles esfuerzos tergiversaron los nestorianos
sus palabras afirmando que el papa no les era contrario.
Llovieron al papa las calumnias de sus
detractores. El propio emperador Valentiniano y su madre Plácida impulsaron un
concilio para devolverle la fama y el honor que estaba en entredicho. Baso -uno
de los principales promotores del alboroto que privaba injustamente de la fama
al Sumo Pontífice- muere arrepentido y tan perdonado que el propio Sixto le
atiende espiritualmente al final de su vida y le reconforta con los
sacramentos.
Como todo santo ha de ser piadoso, también se
ocupó antes de su muerte -en el año 440 y en Roma-, de reparar y ennoblecer la
antigua basílica de Santa María la Mayor que mandó construir el papa Liberio,
la de San Pedro y la de San Lorenzo.
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